Reto para el "Foro Proyecto 1-8", celebración 1000 post del Topic Sorato

Retadora: Ayumi-nightbeauty

Pairing: Sorato.

Características: El siguiente prompt: "Hey, you're in that one show? - Actor/Actress AU"

Género: El que quieras, deja a tu imaginación correr. I guess ;B

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Digimon y sus personajes no me pertenecen

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OCURRIÓ EN UN CAFÉ

No lo vio acercarse, ni a él ni a su enorme cabeza calva con forma de huevo, solo fue consciente de su presencia cuando lo tenía tras él, gritándole como un energúmeno, y solo entonces también, fue consciente de que estaba desbordando el café.

—Disculpe jefe —soltó, buscando algo con lo que limpiarse.

—¡Te lo descontaré del sueldo! —espetó, y se alejó con su enorme cabeza de huevo.

Yamato resopló. Tiró el café estropeado y empezó a elaborar uno nuevo, ahora sí, poniendo toda su atención en él, aunque casi tiró la taza al suelo cuando su compañero se apareció de improvisto.

—¿Qué te ha dicho?, ¿mucha bronca?

Ishida sonrió con arrogancia, haciendo un gesto despectivo con el trapo antes de llevárselo al hombro.

—"Egghead" y sus amenazas no me preocupan —así llamaban a su jefe, obviamente cuando no les escuchaba.

Su amigo le regaló una mirada de apuro, mientras se acomodaba las gafas. A él sí que le solían apurar más las continuas reprimendas de ese gruñón, pero evitó el tema. Codeó a Yamato con una sonrisa cómplice.

—¿Otra vez te quedaste embobado con ella?

El rubio se revolvió.

—¿De que hablas? —cuestionó a la defensiva.

—Hoy ha venido de nuevo, ¿cuántos días lleva ya?, ¿tres?

Y Yamato se delató, volviéndola a observar.

Ahí estaba, la causante de que hubiese perdido casi la mitad del sueldo de este mes, o lo que es lo mismo, de su falta de concentración y despistes.

Como bien había indicado su amigo llevaba tres días viniendo cada mañana a la misma hora. Se sentaba en la misma mesa de la esquina y pedía un café con azúcar y canela y un sándwich vegetal. Luego sacaba un libro, de Jane Austen le pareció ver a Yamato en una de las veces que la sirvió, y quedaba ahí toda la mañana, inmersa en su lectura.

Lo más extraño, que a Ishida hasta le causaba gracia, era que jamás se desprendía de su gorro, pero de él asomaba una corta melena pelirroja que a Yamato le recordaba a las llamas de un fénix.

No obstante, no era por nada de eso por lo que Ishida se quedaba en trance cada mañana observando su ritual, bueno, o eso se decía a sí mismo. Era por su rostro.

—En serio Jyou, ¿a ti no te suena su cara? —cuestionó con impotencia. Tenía la sensación de que la conocía, pero le resultaba imposible acordarse de donde la había visto antes.

Pero ya estaba solo, su compañero servía otra mesa. De nuevo ni se había dado cuenta del tiempo que se había quedado mirándola.

Realizó una respiración profunda y tomó el pedido, dirigiéndose a su mesa.

—Aquí tiene —depositó. La chica dejó el libro a un lado y esbozó una sonrisa.

—Gracias.

Y tras asentir con una ligera reverencia, Yamato dio unos pasos hacia atrás, dispuesto a seguir con su rutina, a quedarse mirándola casi todo el rato que permanecería en el local, mientras su jefe le restaba más y más sueldo. Sin embargo, aquel día quedó quieto más de lo habitual, con su celeste mirada fija en ella, cosa que inquietó un poco a la muchacha.

—¿Ocurre algo?

Su tono amable y dulce no solo le hizo regresar a la realidad, también le empujó a acercarse a ella. Le dio un arrebato de confianza, como si esa hubiese sido la señal para resolver al fin todas sus dudas.

Sonrió con timidez.

—Perdona la intromisión —empezó, con notable nerviosismo —, pero no puedo dejar de pensar en lo familiar que me resulta tu rostro, en serio, ¿sales en alguna película o algo?

Veía improbable que de eso fuera de lo que le sonase una chica tan sencilla como la que aparentemente era esa pelirroja, pero fue lo primero que se le pasó por la cabeza, al descartar que ni en la escuela, ni en el trabajo había coincidido nunca con alguien así. Le daba la impresión de que jamás la hubiese olvidado.

La joven pareció inquietarse, pero no tardó en sobreponerse y regalarle una sonrisa que Ishida aceptó. Lo llamó con el dedo y este se inclinó hacia ella, emocionado por averiguar al fin su misterio.

—De verdad, ¿te funciona este truco a menudo?

Yamato se apartó perplejo.

—¿Cómo?

La pelirroja rió.

—Ya sabes, guapo camarero de impresionante mirada azul va a una chica cualquiera y le dice, "¡oye!, ¿no sales en el cine?" un truco viejo —paró para leer la plaquita que Ishida tenía en su pecho — Yamato, pero solo funciona con incautas.

Había perdido toda la amabilidad y dulzura, es más, ahora incluso le irritaba su voz. Lo había tomado por un ligón de poca monda y ese le molestaba.

Recuperó la seriedad y la indiferencia.

—Perdone señorita, no era esa mi intención, me habré confundido —aprovechó para sacar también la cuenta, normalmente no lo hacía hasta pasado un rato, así tenía excusa para regresar a su mesa, pero hoy no le apetecía cruzarse más con ella —. Aquí tiene, no hace falta que deje propina.

—No pensaba hacerlo —contestó ella, contagiada del mismo tono altanero que empleó él.

—Perfecto —quería mantenerse neutro, pero no pudo evitar su enfado.

—¡Ishida!, ¡sonrisa, sonrisa!, los clientes quieren ver sonrisas, no tu cara de gruñón —masculló el propietario al pasar a su lado.

Y el rubio resopló y se escondió por el interior de la cocina. Lo mejor sería no salir de los fogones hoy si quería conservar su empleo.

...

Los días anteriores, solo con verla, entregarle su café y recibir ese gracias acompañado de su sonrisa, le habían bastando para estar en una nube y de mejor humor, no obstante, tras descubrir como era, su nube se había desvanecido casi por completo. Tan solo una clienta más a la que atender y evitar.

Era eso lo que pensaba al día siguiente mientras preparaba los sándwiches, curiosamente uno de esos comería ella esa mañana, pero le era indiferente, o por lo menos trataba de que le fuese indiferente. Borrar de su mente ese rostro que le atormentaba era lo único que quería hacer en ese momento.

Estuvo a milímetros de cortarse cuando Jyou se le asomó por el hombro.

—¡Mierda Kido!, sé mas cuidadoso.

—Lo lamento —disculpo el muchacho, mientras manoseaba una revista. Se le veía más nervioso de lo habitual y eso que Jyou vivía en estado de nervios.

—¿Qué ocurre? —preguntó el rubio, encarándole, tras dejar los sándwiches sobre la bandeja.

Jyou se limitó a dejar la revista sobre la encimera.

—Tenías razón.

Confuso, Yamato observó la publicación. Sonrió.

—Va a empezar el rodaje de la nueva peli de la "Geisha justiciera", me encanta.

Kido le quitó la revista con exasperación, poniéndosela a milímetros del rostro.

—¡Miraré la cara! —Ishida se encogió desorientado. De sobra sabía como era el rostro de la "Geisha justiciera", no por nada tenía un póster de dicha heroína en una pose bastante sexy frente a su cama. Conocía de sobra su hermoso cabello negro recogido con dos pinzas letales, sus llamativos ojos verdes, su rostro clarito y sus voluptuosos labios rojos —. ¿No lo ves?, ¡es tu pelirroja!

Yamato agitó la cabeza ya totalmente aturdido.

—¿Qué pelirroja?

Kido se quitó las gafas para frotarse el rostro con desesperación. No podía creer que su amigo fuese tan despistado.

—La de la mesa seis que te hace derramar los cafés desde hace cuatro días.

—¿Esa borde? —le arrebató la revista, sin dar crédito a lo que decía —. No puede ser la geisha justiciera.

Sin embargo, conforme lo decía sus ojos escaneaban con detenimiento ese rostro, viendo que en verdad encajaría con mechones pelirrojos y mirada rubí. Pero no se planteó que fuese verdad hasta ver su sonrisa, era la misma que le dedicaba a él, acompañado de un dulce "gracias" todas las mañanas.

Quedó medio en shock al ser consciente de que realmente llevaba cuatro días sirviéndole a su mayor heroína de ficción. ¿Cómo no le iba a sonar su rostro si dormía todos los días observándolo?

—¡Qué hacéis aquí!, ¡a trabajar!

Y la inesperada aparición de "egghead" le hizo a Kido dar un brinco de temor tirando todos los sándwiches ya preparados.

—Lo… lo… siento —tartamudeó, pero el jefe ya le apuntaba con el dedo.

—¡Os lo descontaré del sueldo!, ¡a los dos!

Jyou bajó la cabeza con abatimiento y Yamato, lejos del mundo, al fin despegó la vista de la revista. Y sonrió, al verla un día más, en la mesa de la esquina.

Hasta olvidó su desagradable conversación del día pasado y fue cuando ella le ofreció esa sonrisa al depositar el café. Aún así, tuvo la suficiente templanza para hablar como un profesional.

—Hemos tenido algún problema con los sándwiches, pero no se preocupe, ahora le prepararé uno a su gusto señorita Ta… —y se mordió la lengua. Era obvio, dada la reacción de ayer, que no quería publicar su identidad.

Ella asintió con cordialidad.

—Gracias, realmente son muy sabrosos, los echaré de menos —susurró eso último con un deje de tristeza, que por supuesto a Yamato no le pasó desapercibido.

Tragó saliva. Sabía que se arriesgaba a llevarse un bufido, pero su curiosidad o más bien, necesidad de cerciorarse de su personalidad le dominaron en ese instante.

—¿Se va a algún lado?

La muchacha lo encaró, sorprendida de que el joven se tomase esas confianzas, pero al mismo tiempo aliviada. Necesitaba desahogarse de alguna forma.

—Sí, mañana salgo de viaje.

No era de su incumbencia, ella no quería revelarlo, pero fue incapaz de controlarse. Estaba ante la geisha justiciera y quería saber como era ella de verdad.

En un arranque de valor se sentó a su lado, sacando la revista de su bolsillo trasero y depositándola sobre la mesa.

—¿A rodar?

Y la incomodidad que la muchacha pudiese haber sentido por el descaro del joven se solapó en seguida por el apuro de ser descubierta. Miró a su alrededor, bajándose un poquito el gorro, queriendo cerciorarse de que nadie más había reparado en ella.

Ishida se atrevió a regalarse una sonrisa tranquilizadora.

—Solo Kido lo sabe —señaló a su compañero, que ahora hacía malabarismos para no tirar una pila de platos—. Y no te preocupes, todo lo que tiene de torpe lo tiene de fiable.

Yamato se sintió con más confianza al ver la sonrisa que se le dibujó a la chica en el rostro por su comentario. Lo miró y el rubio tragó paralizado al tenerla a tal escasa distancia. Al natural resultaba mucho más atrayente que en sus póster.

Ella suspiró.

—Siento lo de ayer, pero no es normal que tenga tiempo para mí y no quería que nadie me molestase —disculpó y Yamato supo que lo decía de corazón.

—No tiene importancia, lo entiendo —hubo un silencio, en el que Ishida intercalaba miradas entre la muchacha pelirroja y la publicación de su ídolo. Paró al notar la expectante mirada de la joven sobre él—. Perdona, es solo que… aún no puedo creer que seas la geisha justiciera.

La joven rió, tomando dicha publicación.

—Es que no lo soy, ahora soy solo Takenouchi Sora… ya sabes sin la peluca, ni los mil kilos de maquillaje —señaló, el rubio compartió su visión.

—¿Por qué los ojos verdes? —cuestionó extrañado.

—Consideraron que resultaban más atractivos.

—Pues yo creo que tus ojos naturales expresan mucho, no se deberían cubrir —se atrevió el rubio, perdiéndose en esos ojos rubís. Sora sonrió enternecida y puede que fuese una alucinación, pero a Yamato le pareció que incluso se ruborizó un poco.

—Los labios tampoco son míos —dijo la actriz, queriendo superar esta inesperada sensación—, me ponen un postizo para que sean más voluptuosos. Lo demás creo que todo es mío.

Yamato no pudo hacer nada para evitar que su mirada se deslizase hasta el busto de la joven, tan solo unos instantes que fueron suficientes para enrojecer y corroborar su afirmación. Por su bien, ella no se dio cuenta de ese detalle.

—¿Desilusionado? —Ishida volvió a la realidad. La pregunta de Sora venía acompañada de una sonrisa de resignación.

Tras unos segundos paralizados, Yamato negó.

—No, porque lo que más me gusta de la geisha justiciera es su sonrisa.

Y de nuevo Takenouchi le regaló esa sonrisa y esta vez supo que no lo había imaginado, que ella se había sonrojado.

—¡Se puede saber que haces Ishida! —el grito sobresaltó al rubio y también a la muchacha, que observó a ese hombre con cabeza en forma de huevo con algo de temor —. Perdone señorita, le prometo que este sujeto no la molestará más —se dirigió a ella, agarrando a Yamato de la camisa para levantarlo—. Te quedas sin sueldo este mes. —le masculló cuando lo tuvo a milímetros.

No obstante a Ishida no le importó, su mente y su mirada seguían presas de la muchacha. Tras unas palabras de ella, el jefe se marchó. Yamato no prestó atención en lo que dijo, pero tras esa sonrisa que le dedicó, dedujo que habría sacado la cara por él y eso le hizo profundamente feliz.

—Creo que lo mejor será que sigas trabajando, antes de que ese tipo te despida —dijo, Yamato asintió. Entonces ella sacó un bolígrafo y le firmó el artículo.

Yamato lo recogió con algo de desconcierto, porque en los últimos minutos charlando con la joven, ya había olvidado que se trataba de ese personaje. La miró atentamente, no pasándole desapercibido su expresión apagada. La chica de hoy nada tenía que ver a la jovial que leía en su esquina y le regalaba sonrisas los días pasados. Hoy parecía ausente, triste y el rubio supo a que se debía.

—No creo que vaya a ver tu próxima película —eso perturbó a Takenouchi. Daba por hecho que ese muchacho se le había acercado porque era un fan. Bajó el rostro —. Es que, no parece que seas muy feliz siendo ella.

Sora sonrió por la ingenuidad del joven.

—¿Quién es feliz con su trabajo?

Yamato miró a su alrededor, para finalizar en la opaca mirada rubí de la pelirroja.

—Puede que no sea el trabajo de mis sueños, pero es mi decisión estar aquí, en cambio ¿es tu decisión ser ella? —cuestionó, alzando la revista — No tienes porque hacerlo si no quieres.

Y con esas inesperadas y determinantes palabras, Yamato se perdió por la cocina. La siguiente vez que se asomó, ella ya se había ido y él se sintió apenado.

Por un momento había imaginado que Sora quisiera seguir tomando su café, sin importar lo que le exigiesen a su maldito personaje, pero eso tan solo ocurría en las películas.

...

—¿Seguro que cierras tú? —cuestionó el muchacho, sin animarse a atravesar la puerta.

Ishida no se volteó, continuó alzando sillas.

—¡Sí Jyou!, tú lárgate a estudiar de una vez.

—¡Gracias, te debo una!

Yamato río para sí mismo.

—Me debes cientos Kido.

Cuando terminó de alzar las sillas, se dispuso a cerrar la puerta para que no se le colase nadie mientras limpiaba, lo que jamás se esperó era que alguien ya estuviese dentro.

Quedó paralizado al hallarla frente a él.

—Está… está cerrado —tartamudeó, aunque lo último que deseaba era que se fuese.

Sora dio un paso más hacia adelante y por primera vez en los cuatro días que había ido a desayunar ahí, se quitó el gorro y mechones pelirrojos cayeron sobre sus ojos de una manera que a Ishida le pareció graciosa y adorable.

—Nunca nadie me había dicho algo así —dijo un tanto perturbada.

El rubio se sintió estúpido, a fin de cuentas estaba ante una estrella, estaría acostumbrada a que las cafeterías estuviesen a su disposición a cualquier hora del día, a pesar de que no le había dado la impresión de que Takenouchi fuese de esas.

Tragó saliva.

—Lo lamento pero es que hay normas, el jefe… "egghead"…

La chica dejó el gorro sobre la mesa, así como su bolso y abrigo.

—Siempre me han dicho lo que tengo que hacer, "se ha gastado mucho dinero" me decían, no puedes hacerlo mal, no puedes hacerlo de esta otra forma, los ojos verdes resaltan más, los labios gordos atraen más, las geishas tienen el pelo negro… —expresó, obviamente en su propio mundo—. Nunca nadie se molestó en simplemente preguntarme "¿te parece bien así?", "¿realmente quieres hacerlo?"… ¡pues no!, ¡no quiero hacerlo!, hace tiempo que no quiero hacer nada de esto —dijo furiosa y ya sin poder evitar romperse. Se le escaparon algunas lágrimas que preocuparon a Ishida, pero no se sintió capacitado para hacer nada.

Tan solo se acercó a ella tímidamente, haciéndola ver que no se encontraba sola, que él estaba a su lado.

—Y entonces aparece un camarero de una cafetería en medio de la nada, con un jefe insoportable que no le paga y dice con total tranquilidad "no lo hagas si no quieres" —prosiguió, señalando al rubio, como tratando de culpabilizarlo de sus lágrimas, de su estado de confusión—. Si fuese tan sencillo…

Yamato vio que era su momento de actuar, y no lo pensó cuando le tomó de las manos y la miró profundamente a los ojos.

—Lo es, puede serlo, si dejas a un lado el miedo a ser tú misma.

Ella tan solo se dejó hipnotizar por esa mirada celeste.

—Nadie me quiere siendo yo misma —suspiró, ya más calmada.

El rubio sonrió enternecido, soltando sus manos.

—Primero deberías saber lo que quieres tú, ¿no crees?

La muchacha se contagió de su sonrisa, viendo como Yamato bajaba un par de sillas. En seguida se sentó en una de ellas.

—De momento un café.

Ishida, tras dedicarle una simpática y sobreactuada reverencia, se metió al mostrador, poniendo en marcha otra vez la máquina de café.

Y tras esa noche compartiendo café, risas y lágrimas con ese completo desconocido, el cual curiosamente parecía conocerla mejor que nadie en el mundo, Sora por fin sintió que empezaba a rodar la mejor película de su vida, una en la que ella misma sería protagonista, y en la que seguramente, el rubio camarero de intensa mirada azul, tuviese un papel bastante importante.

-OWARI-

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N/A: quedó largo, lo sé es que ninguno de los dos me encajaba muy bien en el promtp por lo que tuvo que explayarme un poco para poder lograr contar una historia que a mí me resultase un poco creíble con los personajes.

No sé, es AU y yo no sé escribir AUs así que me conformaré con que no haya quedado demasiado penoso. Gracias por leer y siento el retraso Soratolove/sorato4ever