Disclaimer: Desafortunadamente, estos maravillosos y hermosos personajes le pertenecen a una rubia inglesa con imaginación infinita, yo sólo soy otra más que se atreve a usarlos para su propia idea loca.
Son dos pequeños párrafos que narran sobre las muertes del 31 de Octubre de 1981.
El grito de la pelirroja invadió la habitación. Había sido su último grito. Ella ya estaba muerte. Pero, su último pensamiento no había sido egoísta, no pensó en ella. Pensó en la persona por la que murió: su hijo, su único hijo. El pequeño la veía desde la cuna, ella, su madre, ahora se encontraba inerte sobre el suelo. El pequeño no sabía qué estaba pasando, qué sucedía en ese instante, qué le había pasado a su madre, solo se dispuso a ver a la espeluznante figura vestida de negro delante de él apuntándole con la varita y murmurando palabras que nunca había oído antes. El pequeño sintió un dolor infernal sobre su frente, haciendo que su llanto retumbara por toda la casa sin vida. La espeluznante figura le había hecho eso… pero ésta ya no estaba.
Su madre había dado la vida por proteger a ese pequeño ser. Había pensado en él hasta su muerte y lo había defendido con uñas y dientes con tal de que él viviera. Ella quería que sintiera todas esas emociones que ella alguna vez sintió junto a su amado. El amor, la fuerza más poderosa en el mundo le había salvado la vida al pequeño niño azabache con ojos esmeralda. Su padre, su madre, ambos habían dado la vida por protegerlo. Era lo más hermoso que podían hacer por él. Darle una vida, una segunda oportunidad. Lástima que ellos no estarían con su pequeño, pero era un sacrificio que estaban dispuestos a correr con tal de que él la tuviera. Harry merecía vivir, él no tenía la culpa de las cosas que le habían pasado y mucho menos de las que se avecinaban. Él era solo un niño indefenso en una cuna, llorando por sentirse tan solo, sin darse cuenta de que las personas que más le amaban en el mundo ya no estaban con él.
