El día que la locura posea mi cuerpo
el día en que mi recuerdo se esfume,
ayúdame y solo entonces a seguir con vida,
puesto que el regazo que acunó mi ser
fue el que con mirada perdida
me mostró el milagro de un mundo más,
donde la sangre no era agua
y los gritos no eran música.
María,
la imagen que reflejan tus hebras doradas
no puede ser la misma que descubre mi espejo,
hoy no me reconozco, Ya que solo te veo en sueños.
La melodía de una canción
que solo difuminan las cenizas
es la imagen que ilumina
el efecto de un mortal placebo.
Quiero sonreír,
pero en su lugar
escapa una mueca macabra,
pues mis dientes afilados solo te tiñen ante la sangre
ese elixir prohibido
que hiere al más fuerte.
A partir de tu último aliento dejé de vivir,
pero a partir de mi primera risa
empezaremos a vivir los dos.
