Disclaimer: Todos los personajes así como el harryverso pertenecen a Jotaka Rowling.
Este fic participa en el minireto de noviembre para La Copa de las Casas del foro Provocare Ravenclaw.
Tiene 397 palabras justas, así que entra dentro de las condiciones del minirreto.
—Tu hermano tiene razón, el muchacho es…
Phineas Nigellus hizo un significativo gesto con los ojos, como si así bastara para decir lo que no se podía mencionar. Cygnus paseó por el salón, con los brazos cruzados en la espalda, y el ceño fruncido. No es que no lo supiera, pero la esperanza era lo último que se perdía. ¿Qué haría cuando no se pudiera tapar más? ¡Sería una deshonra! Ni más ni menos que un squib en la familia.
El anciano mago se puso en pie y agarró su bastón. Se despidió de su hijo y, antes de agarrar el pomo de la puerta, se llevó el pañuelo a la boca, tosió y miró con miedo la sangre.
Rápidamente se lo llevó al bolsillo de su túnica, ante la atenta mirada de su hijo. Entonces, una troupe de niños, encabezada por el mayor de todos, Pollux, entró en la sala. Phineas descubrió sus intenciones al contemplar las miradas pícaras de sus nietos y hurgó en su bolsillo en busca de unos knuts.
—¡Gracias, abuelo! —exclamó Cassiopeia al hacerse con su parte del botín.
Phineas realizó un ademán con la mano, como restándole importancia, y detuvo la vista en su nieto de ocho años, Marius. Parecía que el cabello oscuro y los ojos grises era lo único que había heredado de su sangre y, aunque no pudiera evitarlo, era algo que le desagradaba. Lamentaba que antes de morir, el destino le hubiera deparado tan duro golpe: un squib, sangre de su sangre.
Sin más preámbulos y sintiendo entre lástima y furia, abandonó la vivienda de su hijo. Nunca más volvió.
oOoOoOo
—¿Qué haces aquí, cariño?
Violetta se detuvo en el pasillo y se acuclilló al lado de su hijo Marius. El pequeño miraba embelesado el cuadro de su abuelo, muerto hacía unas semanas. Parecía tan brioso y lleno de fuerza como nunca lo había visto en vida. Sin embargo, tenía el mismo gesto de profunda decepción cuando lo miraba a través del marco.
Marius se enjugó las lágrimas con el puño de su túnica y miró a su madre sin poder disimular su profunda tristeza por la muerte de su abuelo.
—¿Crees que me habrá perdonado, mamá?
—¿Qué te tiene que perdonar? —preguntó Violetta, alarmada.
—Ser una vergüenza para la familia.
Violetta lo estrechó contra su pecho y maldijo a todos los Black. Empezando por el muerto.
¿Reviews?
