Nota: Los personajes no me pertenecen, sino a Sir Arthur Conan Doyle, Steven Moffat y Mark Gatiss.
Capítulo 1: El código
El asunto es muy simple, le dije «Te Amo» a Molly Hooper. Por supuesto, no es algo que haya hecho por voluntad propia, sino por un caso; ciertamente, el más difícil e insuperable que he tenido y que, probablemente, tendré en la vida.
Para poner el tema en contexto sin entrar en detalles ni sentimentalismos innecesarios, solo basta decir que me enteré de que tenía una hermana, una hermana a la que no recordaba hasta ese mismo día. Una hermana extremadamente inteligente y tan psicópata como inteligente, lo que es, como pueden imaginarlo, el doble de peligroso y problemático de lo que de por sí ya es tratar con psicópatas normales.
Ella es como un fantasma; escondida y etérea, sentada y tocando su violín por casi cuarenta años, como si fuera un alma en pena cuya vida consiste en deambular por las cuatro paredes de su celda en Sherrinford. Es un infierno, y aun así ella ha aguantado todo este tiempo. Aun así…
Pero vamos a lo realmente importante. Mi hermana quería jugar. Ya sé que usualmente utilizo esta palabra para todos mis casos y todo lo que sea peligrosamente interesante y estimulante, pero ella literalmente quería jugar, y esta vez no fue tan divertido para mí. En uno de sus juegos me hizo creer que Molly Hooper corría peligro, que había explosivos en su departamento y que explotarían y la matarían si no lograba hacerla decir esas palabras en tres minutos. Los tres minutos más incómodos y angustiantes que puedo recordar.
Por supuesto, todo salió mal. Bueno, no, en realidad salió bien porque nadie murió. Pero aun así todo salió mal, porque…bueno, es algo que ninguno quería vivir…ella…y yo. Es decir…yo sabía lo que ella sentía, pero…Bueno, el asunto es que tuvimos que decir esas palabras que no queríamos decir y ahora Molly está enojada conmigo. No lo dice directamente, pero lo veo en su comportamiento, en sus gestos, en su forma de mirarme, en cómo NO me mira y el distanciamiento sutil, pero perfectamente perceptible que ha tomado conmigo desde entonces.
Desde que Eurus hizo ese juego supe que esto iba a pasar. Por supuesto fui a su departamento, luego de que todo pasara, le expliqué todo y le pedí perdón, pero claramente este caso era más delicado de lo habitual.
Ahora, no es mi estilo hablar ni mucho menos escribir sobre cosas tan…«emocionales», pero creo que este es un caso interesante y escribir puede ayudarme a resolverlo. De ahora en adelante este caso se llamará El código, y en él escribiré todos los avances que vaya notando en la investigación.
…No. Todavía no lo publicaré. Digamos que será un cuaderno de notas personal y privado.
Mientras termina de escribir, Sherlock voltea y lo mira. John Watson se acerca y lo saluda. Últimamente su actitud también es distinta. Sherlock lo nota y procura anotarlo más tarde en su nota personal.
—¿Ya estás listo?
—¿Listo para qué?
—Para ir a Barths…necesito más partes corporales.
—Mmh…¿Barhs? ¿De verdad crees que es buena idea?
—¿Por qué?
—Porque Molly…bueno…tú sabes…ella está molesta…no pretendas que no te has dado cuenta.—Bueno…no hay mucho que yo pueda hacer, ¿no?
—Los dos sabemos por qué.
—Pfff….he intentado disculparme, pero no sirve.
—¿Entonces todo va a seguir igual? ¿Ella está molesta y tú vas a ir a pedirle ayuda como siempre, como si nada hubiera pasado?
—¿Y qué se supone que haga?
John Watson lo miró fijo y mudo por unos segundos. Por más que quisiera sabía que no habría solución viable para esto, y como siempre, Sherlock Holmes se encargaba de dejarlo sin palabras.—Vamos antes de que sea demasiado tarde.
Terminó de arreglarse la bufanda y levantar el cuello de su abrigo, se puso su gorro de Sherlock Holmes y salió con paso seguro por la puerta. Su inseparable amigo lo siguió no tan convencido y notoriamente frustrado.
—¡Señora Hudson, necesitaré comida caliente cuando vuelva!
—No soy tu ama de casa, querido.
Fue lo último que escuchó antes de cerrar la puerta.
—Hola Molly, vengo por el par de brazos que me prometiste,
—Oh, sí, lo había olvidado. Espera un segundo. —Ella sale de la habitación por un momento y Sherlock sonríe. Todo está bien. Molly vuelve al cuarto y él la mira sonriendo.
—Lo siento, tendrá que ser solo un brazo.
—¿Qué pasa con el otro?
—Se lo han llevado. ¿Qué lástima, no? —Sherlock la mira golpeado por la sorpresa.
—Bueno, con este está bien. Gracias, Molly.
Ella le sonríe y él sale de la habitación acompañado por John. El Doctor quiere decir algo, pero no lo hace. Carraspea un momento antes de abrir la boca.
—Bueno…no ha estado tan mal…quizás ella ya no está tan enojada…y tú puedes seguir viniendo. Sherlock se detiene y cierra los ojos tratando de detener el tiempo durante unos segundos antes de responder:
—Sí está enojada.
¿Te refieres a la visita de recién?
Sí.
Sherlock, ella estaba normal, fue amable, simpática, ella…
Ella está tratando de perjudicarme. ¿No te das cuenta? Lo del brazo…lo hizo a propósito. No me dio el brazo simplemente porque no quiso. Además, el tono en que lo dijo…
John rio por lo bajo mirando hacia un lado. —Quizás estás un poco paranoico.
No, no lo estoy, ella sigue molesta conmigo.
Bueno, a ese ritmo no te hará mucho daño, ¿no?
Sherlock lo miro unos segundos, arregló su bufanda y salió del hospital.
Molly llegó a su casa en la tarde. Abrió pesadamente la puerta y entró con su rostro serio y sombrío a su enorme y solitario casa. Tiró las llaves en la mesa de centro y Toby saltó a su regazo. —Hola Toby— le dijo juguetonamente mientras lo acariciaba.
Se sentó en el sofá con una copa y una botella de vino que vació casi entera. Últimamente todo en ella era serio y sombrío, como ese día, como esos minutos en que recibió la llamada más dolorosa de su vida. Ella se caracterizaba por perdonar a Sherlock Holmes de todas sus impertinencias y crueldades, pero esta vez sentía creía que podría, n ose sentía capaz.
Fue a su cuarto y de su cajón sacó un montón de fotos, cartas y cortes periódicos. Todos sobre Sherlock Holmes. Era su pequeño secreto. El gesto típico y melosamente romántico de guardar todo lo referente a su amado. Nadie sabía que ella guardaba esos recuerdos, y nadie lo sabría, porque ya no los tendría en su poder. Con sus propias manos partió por la mitad y luego en pedazos las fotos y cortes de periódicos, los metió en una bolsa y los llevó a la basura. Ahí fue a para su amor. Ahí se fue Sherlock Holmes: a la basura.
Cuando volvió a la comodidad de su sillón, su celular comenzó a vibrar dentro su pantalón. Miró el remitente, sonrió con genuina alegría y contestó. —¡Hola! ¿Cómo estás? —Sería una tarde muy divertida.
Lo primero que hizo al regresar fue comer. No esperaba que lo hiciera, pero la señora Hudson procuró consentirlo con un plato caliente de comida tal y como él se lo había pedido. John lo miró con curiosidad: ¿Desde cuándo Sherlock Holmes comía con tanto afán? Y no solo comía; comía deprisa…muy deprisa.
—¿Volverás a salir, Sherlock?
—No, todo lo que tengo que hacer es aquí.
Vaya, cualquiera diría que tienes prisa.
—Estaba delicioso. —le dijo él entregándole el plato con la boca aun llena de comida.
—Desde cuándo eres tan considerado —La señora H. parecía más complacida y divertida que extrañada.
—Le llaman buenos modales, ¿no es así?
La señora Hudson salió de habitación y Sherlock corrió a sentarse en su escritorio frente a su notebook.
—¿Qué pasa con Rosie, John, no deberías ir a cuidarla?
—Está con amigos, es…¿prefieres que me vaya?
—No he dicho eso, pero imagino que como padre debieras…querrías ir con tu hija, ¿no?
—…
—…
—Sí, tienes razón. Últimamente eres muy considerado.
—Trato de ponerme en el lugar de las …«personas.»
—Buen trabajo. — John Watson tomó su abrigo y salió dando un portazo.
—De vuelta al trabajo.
Caso: El código. Archivo 2
*Molly está fría y distante conmigo. Se niega darme lo que le pido como lo hacía antes.
*Utiliza un tono irónico y me sonríe con sarcasmo.
*Pero a pesar de eso me recibe y me entrega la mitad de lo que le pido.
*John también actúa extraño.
*Él estaba el día que ocurrió todo eso, quizás él también está molesto.
*Yo disfruto la comida caliente (no sé si tenga algo que ver, pero probablemente sí. Muchas cosas han cambiado para mi desde ese día.)
*Objetivo: descubrir qué es lo que siente Molly Hooper y cómo recuperar su amistad.
Sherlock oyó pasos apresurados por la escalera y cerró su computadora. Agitado y con emoción poco contenida, Greg Lestrade le sonreía desde la entrada.
