Bob Esponja
- Lo siento.- Repitió por enésima vez. La niña que estaba a su lado suspiró cansinamente y le contestó con una divertida sonrisa.
- Ya te dije que lo olvidaras. Además, a veces Tuney se comporta de forma insoportable.- Severus gruñó, recordando la hermana de Lily.- Fue muy mala contigo.
Hizo un puchero y Spane sonrió, complacido. Nunca se había encontrado tan a gusto con nadie, ni si quiera con sus propios padres. Tener una amiga como Lily no tenía precio alguno, y deseaba con todo fervor conservarla –aún a pesar de tener una hermana tan insoportable y repipi.
Se habían sentado bajo la sombra de un árbol, grande y verde, justo en el mismo parque en el que se conocieron. Hacía un bonito y soleado día de primavera, y el parquecillo estaba lleno de gente, mayoritariamente acompañados de niños. A unos metros de ellos, justo enfrente había un banco en el que una ardiente pareja de chicas parecía estar unida por los labios. En la otra esquina del banco, una señora mayor, que parecía escandalizada, observaba el dúo de reojo, y a cada tanto soltaba un bufido de disgusto.
- Mi mamá dice que los niños somos como esponjas.- Saltó Lily. Severus la miró con expresión de desconcierto.
- ¿Esponjas?
- Sí, esponjas. Como ese dibujo animado que echan por las mañanas, ¿sabes? Bob Esponja. – Comentó la niña, como quien habla del día que hace.
- No te creo, ¿porqué? – Preguntó Severus con el ceño fruncido, preguntándose quién demonios era Bob Esponja.
- Papá dice que es porque absorbemos todo lo que vemos.- Concluyó con convicción.
- No seas tonta.- Rió Severus.- Nosotros no podemos absorber como las esponjas, no tenemos agujeros.
Se quedaron observando en silencio a la pareja durante unos minutos, siguiendo cada uno de los movimientos de las dos chicas, en los que muchas veces se dejaba entrever alguna lengua furtiva. Lily rompió el silencio.
- Me pregunto por qué los mayores hacen esas cosas.- Dijo Lily con curiosidad.
- A mí eso me da un poco de asco.- Contestó Severus con una mueca de desagrado.- Digo, ¿ves lo que están haciendo? Están metiendo la lengua en la boca.
Lily se inclinó un poco hacia delante, como si moviéndose esos pocos centímetros –a pesar de la larga distancia que los salvaba de la pareja- pudiera "encontrar a Wally entre tanto gentío". Se fijó bien en cuando las chicas se separaban, y notó el pequeño protagonismo que tenía la saliba en esa curiosa acción. Además, vio como una de ellas le agarraba el pecho a la otra –bajo la descarada mirada de la anciana-, y no pudo evitar fijarse en su propio pecho, aún plano como una tabla de planchar.
- ¿Y cómo sabes si te da asco o no? ¿has hecho eso alguna vez, Sev? – Interrogó, señalando con un dedo a las chicas, que volvían a su frenética pelea.
- Yo… pues no- Respondió, confuso.
- Quiero decir, yo he visto varios de esos.- Comentó la niña, volviéndose a mirar de nuevo.- Mi mamá y mi papá no sacan la lengua así. Sólo juntan los labios.- Graciosamente, Lily puso morritos y bizqueó, dándole un aspecto cómico. Severus rió entre dientes.
- Pareces un pez payaso.
Lily cambió su expresión a una sonrisilla traviesa, y con un rápido movimiento, casi imperceptible, depositó un tierno y fugaz besito en los labios de Severus. Atónito, éste dibujó una expresión de susto, mientras la niña empezaba a reírse.
- No, soy Bob Esponja. ¿A que no fue tan asqueroso?
Y con otra infantil carcajada, se levantó y salió corriendo hacia los columpios, pasando junto a la pareja de chicas. Éstas habían dejado un momento de besarse para observar a los dos niños, cuya escena había conseguido arrancarlas un suspiro meloso.
