El día estaba esplendido y el sol de lo más brillante. Y en medio de ese maravilloso día, un bichito amarillo con rayas negras volaba, entretanto sus alas zumbaban, buscando la flor más bella para posarse y extraer su polen. Al encontrar una hermosa flor de color roja, se posó allí.

Pero la abeja se equivocó, esta no era una flor. Era un tomate, era una fruta, pero era muy roja y realmente apetitosa.

La abeja, a pesar de que se dio cuenta que esta no tenía polen para extraer. No se apartó, no quería. Le gustaba estar en esa posición, le gustaba ese tomate. Por eso, aun pasados unos minutos siguió así. Si, la abeja se había enamorado de un tomate.

Algo inusual, imposible, a decir verdad.

Pero aunque solo estar juntos dure unos segundos. La abeja no se iba a portar de esa fruta tan atrayente, antes tenían que obligarla a salir.

Lástima que muy pronto eso iba a suceder.

Y sucedió cuando fue rociada por el insecticida. Ese que mato a la abeja y daño al tomate.

...

Queen Bee abrió los ojos, desorientada, observando a su alrededor. Percatándose que se había quedado dormida. Notando y oyendo que la televisión se encontraba prendida, dando en la misma un documental de abejas en Discovery Channel.

Ya teniendo una idea del porqué de ese extraño sueño.

"¿Una abeja enamorada de un tomate?"

JAJA

Sin embargo cuando vio que en la otra punta del sillón se encontraba una cabellera roja, perteneciente a Nathaniel. Sus latidos fueron más fuertes.

Motivo, por el cual, vaciló dentro de su ser.

Y mucho más cuando ella, con sus manos aparto el flequillo -tan largo- que tenía tapando sus hermosos ojos. Esos mismos que no dejaban de mirarla toda la noche, al pintarla. Al retratarla.

No, debería ser al revés.

"El tomate se enamoró de la abeja"

Concluyó en su mente antes de marcharse por la ventana. Sin admitir lo que estaba dentro de su corazón y lo que le mostraba su inconsciente. Ese que a pesar de su sueño. Su amor -si se admite- no iba a ser imposible y mucho menos terminar en tragedia.