Nota: En cada capítulo se irán alternando la historia principal (el presente) con la narración de lo ocurrido en el pasado, el secreto que guarda Regina. Este último estará escrito en cursiva para poder diferenciarlo
¿QUÉ HACES TU AQUÍ?
Regina removía sin parar un café que ya estaba completamente frío. Miraba a un punto fijo de la barra de la cafetería con una de sus manos aguantando el peso de su propia cabeza. Las ojeras marcadas bajo sus ojos evidenciaban una nueva noche en vela en busca de respuestas que no acaban de llegar…no sabían cómo habían vuelto a Storybrook, ni el tiempo que habían pasado fuera, lo que sí tenían claro es que la barriga de Snow no había podido crecer así de un día para otro pero ¿por qué no recordaban nada?
Esa mañana había quedado con los Charming para intentar resolver una crisis que ya afrontaba su tercer día con dos nuevas personas desaparecidas. Todos los habitantes del pueblo estaban revolucionados y los detractores de la Reina Malvada no habían tardado en salir a pedir su cabeza creyéndola el artífice de esa supuesta nueva maldición. Pero la familia de encantadores había defendido a la morena de cualquier ataque desde el primer momento, argumentando que en este caso estaban todos en el mismo bando.
A Regina le parecía irónico que después de todo fuesen ellos los que dieran la cara por ella, pero entendía que en ese momento había más cosas que los unían de las que los separaban. Los tres se sentían responsables del pueblo, la gente acudía a ellos ya fuese como sus Reyes o, en el caso de Regina, como alcaldesa. Todos buscaban en sus líderes unas soluciones que en ese momento ni ellos mimos parecían encontrar.
Y luego estaba lo más difícil, lo que los unía por encima de todas las cosas, Henry y Emma…los tres habían perdido a sus hijos por un bien mayor y finalmente habían vuelto a Storybrook sin razón aparente. Ahora los tenían a pocos kilómetros y ellos ni si quiera recordaban nada de su vida en el pueblo.
Sería del todo ilógico lanzarse a por ellos…primero porque los tomarían por locos y segundo porque ni siquiera sabían si podían cruzar la linde del pueblo, al fin y al cabo estaba desapareciendo gente y aún no habían encontrado el motivo…
La campana de la puerta la sacó de sus cavilaciones y se giró para ver a los encantadores entrar en la cafetería luciendo incluso peor semblante que ella misma, y eso que era bastante difícil…
-Buenos días…por decir algo –soltó David levantando su mano con dejadez
-¿Nos sentamos en una mesa? –Preguntó su mujer a la alcaldesa –Este niño hoy está dando demasiada guerra… -comentó tocando su abultada barriga
-Sí, claro… –Regina se levantó del taburete y cogió su café para seguir a la morena.
A medio camino la campana de la puerta volvió a sonar y la alcaldesa quedó totalmente paralizada mientras la taza que sostenía resbalaba de sus manos chocando contra el suelo en un sonido estridente que cortó el aire.
-Henry… -murmuró más para sí que para el resto sintiendo como su corazón latía desbocado ante la sola mención del nombre de su hijo
-¡Mamá! –gritó él corriendo hacia la morena y estrechándola entre sus brazos
La alcaldesa lo abrazaba casi de forma mecánica, sin acabar de creerse lo que estaba pasando. Tenía sentimientos encontrados, por un lado su mente le decía que había estado con su hijo solo tres días atrás, mientras lo despedía en la linde del pueblo y lo veía marchar en el coche amarillo de su otra madre, sin embargo su corazón bailaba en el pecho como si la ausencia hubiese sido más prolongada.
Y sin duda su hijo así se lo corroboraba, había crecido mucho y estaba bastante más alto, sus brazos la envolvían por completo e incluso su voz había sonado más ronca, como si ya quedase poco de ese niño pequeño al que arropaba por las noches antes de dormir.
-Henry ¿Qué haces aquí? –dijo sin separarse completamente de él, con miedo a que todo fuese un mal sueño
-Pues es una larga historia la verdad…
-A ver, entonces… –dijo Regina intentando recapitular todo lo que les había contado su hijo –el pirata sin mano apareció en Boston pidiéndole a tu madre que bebiese de un pequeño frasco y al final has sido tú el que te lo has tomado
-Así es… -asintió su hijo
-¿Henry cómo se te ha ocurrido? –Preguntó su abuela horrorizada –podíra ser cualquier cosa… él era un desconocido para ti
-¡Oh vamos abuela! –Protestó el joven –soy yo… -se intentó excusar –soy el verdadero creyente…
-Como no… -dijo su madre enfadada –el pequeño salvador…y ¿qué se supone que venías a hacer aquí si sabías que nosotros no estábamos?
-Tenía un presentimiento mamá –comentó no muy convencido –además yo solo quería estar aquí…ver todo esto, el sitio donde supuestamente había pasado mi vida…me estaba volviendo loco con todos estos nuevos recuerdos mezclados con los que tú me pusiste con Emma en Boston, ya no sabía qué era verdad y qué no…
Por un momento el pequeño logró convencer a su madre y a sus abuelos que se conmovieron con sus palabras. Pero solo un momento…el momento que tardó Regina en darse cuenta de que faltaba una pieza en todo este puzzle.
-¿Y Emma Henry? ¿Dónde está tu madre? –preguntó mirando al pequeño
Este agachó su cabeza desviando sus ojos de los de su madre, como lo hacía siempre que le pillaban en alguna travesura.
-¿Henry? –volvió a interrogar la morena insistente
-Puede que no sepa nada de donde estoy…
-¡Henry! –Gritaron los tres adultos casi al mismo tiempo – ¿Te has vuelto a escapar sin que Emma lo sepa? –preguntó su madre
-¿Qué le iba a decir? Que es hija de Blancanieves y que su hijo se crió con la Reina Malvada porque ella lo abandonó el mismo día en el que dio a luz… ¡Ella no recuerda nada de esto! – Razonó el joven – perdón por lo de Malvada –apuntilló mirando a su madre
En el fondo ellos sabían que el niño tenía parte de razón aunque ninguno lo iba a admitir. Emma no se acordaba de nada de lo que había sido su otra vida, para ella Henry se crió a su lado y nunca había encontrado a sus padres ni viajado a Storybrook.
Regina intentaba calmarse pese al fuerte nudo que se había instalado en su garganta en cuanto fue consciente de esa nueva situación. La llegada de su hijo había sido como un bálsamo en medio de toda la tormenta que estaban viviendo eses días pero la tranquilidad se había ido tan rápido como había llegado. Emma no se acordaba de nada, no sabía quién era ella ni lo que…
-¿Regina?
La voz de Snow la sacó de sus pensamientos devolviéndola bruscamente a la realidad. No sabía cuánto tiempo llevaba llamándola pero la cara de preocupación en el rostro de su hijo le hacía pensar que más de lo que ella misma creía.
-¿Qué? –Dijo de pronto –Perdón estaba pensando en otra cosa…
-Ya vemos ya… -murmuró la joven -te decía que si llamamos a Emma para contarle que su hijo está aquí…
-Sí eh…claro…tu madre tendrá que venir a buscarte –dijo mirando a Henry
-¿Cómo que a buscarme? –Se sorprendió el joven –Tenemos que descubrir que está pasando aquí, quién lanzó la maldición, por qué desaparece gente… -dijo con entusiasmo
-Henry tú tienes clase y Emma tendrá trabajo ¿cómo piensas convencerla? Como tú mismo has dicho ella no se acuerda de nada –concluyó la morena sin poder ocultar su pesar
-Yo estoy de vacaciones ma… -dijo riendo como si fuese obvio –y es el momento perfecto porque Emma lleva toda la semana diciendo que deberíamos cambiar de aires, no tiene mucho trabajo en lo suyo y luego está lo del novio ese que…
-¿NOVIO? –gritaron a la vez Snow y Regina
Sin embargo todos dirigieron su mirada hacia la alcaldesa, sorprendidos por su reacción.
-¿Qué? –dijo ella mirándolos intimidante –es la otra madre de mi hijo… ¿es tan extraño que quiera saber con quién se relaciona? –Regina parecía querer ocultar un nerviosismo que para los demás era evidente -Pero bueno que yo me tengo que ir al ayuntamiento…hay muchas cosas que resolver y no tenemos tiempo para estar aquí cotilleando sobre la vida sentimental de la señorita Swan…Llamadme cuando tengáis algo
La morena recogió sus cosas tan rápido como pudo y, con prisas, abandonó el local dejando a los tres estupefactos ante su extraño comportamiento.
-¿Le pasa algo a mi madre? –preguntó Henry a sus abuelos que no quitaban su vista de la puerta por la que acababa de desaparecer la mujer
-Eeh…no cariño –dijo Snow intentando tranquilizarlo –Todos estamos algo estresados desde que hemos llegado aquí y los problemas se nos acumulan…solo es eso, estará cansada…
Regina miraba a las estrellas tumbada sobre la hierba. Se había apartado del resto del grupo que dormía alrededor de la hoguera. Pensaba en Henry, en donde estaría y si se encontraría bien... Ella ni siquiera había querido parar esa noche para descansar pero todos habían insistido en que tenían que dormir y seguir con la búsqueda al alba. ¿Cómo podían descansar sabiendo que Henry estaba en peligro?
-¿No duermes? –la sorprendió una voz a su lado
-Muy perspicaz señorita Swan… -le contesto sin separar su vista del cielo
Emma puso los ojos en blanco y se tumbó a su lado en silencio.
-Siempre me ha gustado mirar el cielo en noches como estas –comentó la rubia tras unos minutos - ¿Sabes que hay estrellas que ya se apagaron hace mucho tiempo?
Regina permanecía en un sepulcral silencio y Emma decidió imitarla tras sentirse idiota por su pregunta. La morena se había mostrado más cercana desde que se habían embarcado en esa nueva misión para rescatar a su hijo pero Emma sabía que con ella siempre había que caminar con pies de plomo y prefería no forzar los acercamientos.
-Cuando era pequeña me encantaba hacer esto… -la sorprendió la morena hablando entre susurros -me tumbaba con mi padre en el jardín del palacio y veíamos juntos las estrellas… -Emma la miraba de reojo mientras atendía curiosa a la historia –me enseñó a distinguir la estrella polar y siempre me decía "Aunque estemos separados solo tendrás que mirar al cielo y buscarla, y yo, encuentre donde me encuentre, prometo estar mirándola también en ese mismo momento para ver en ella el reflejo de tus ojos" –la morena sonrió en la oscuridad –siempre le contaba esa historia a Henry cuando era más pequeño…
Emma se quedó por un momento en silencio sin saber qué decir. No podía negar que se había acercado a la alcaldesa con la esperanza de poder mantener una conversación pero desde luego, que ella le contase una historia tan íntima, eso sí que no se lo esperaba.
-Estoy segura de que él también estará mirando la estrella ahora –murmuró –lo vamos a encontrar Regina y volveremos a Storybrook juntos…
Regina se incorporó y se quedó sentada mirando a la otra madre de su hijo
-A veces deseo vivir sin nada de esto…sin magia, sin Reinas malvadas, sin misiones, sin maldiciones…solo tranquilos, vivir una vida normal…me siento tan culpable de que Henry no pueda saber lo que es eso...
Emma se sentó a su lado y vio el brillo de una lágrima surcar la mejilla de la morena. Sin poder evitarlo levantó su mano y rozó suavemente la cara de la mujer. Regina entonces fue consciente de lo que acababa de hacer, de que había abierto su corazón a una mujer a la que hasta hace poco detestaba. Se echó hacia atrás bruscamente fusilando a Emma con la mirada. Esta, de manera inconsciente, separó su mano como si hubiese recibido una descarga eléctrica.
-Lo siento… -dijo dirigiendo su mirada al suelo
-¿Por qué te comportas así conmigo? –preguntó la morena sin disimular su molestia
-¿Por qué siempre tienes que cuestionar todo lo que la gente hace por ti? Yo….eres la madre de mi hijo y… -Emma también empezaba a enfadarse ante la actitud defensiva que mostraba siempre la alcaldesa
-¿Y qué? –Soltó Regina –Precisamente porque soy la otra madre de tu hijo siempre hemos sido enemigas y no sé por qué me tratas de esta manera ¿es que sientes lástima? ¿Crees que no soy lo suficientemente fuerte para aguantar que mi hijo…?
-¡Oh vamos Regina! –La cortó la rubia –sabes que hace tiempo que no somos nada de eso que dices, de hecho para mí nunca lo has sido…
-¿Por qué Swan? –volvió a insistir
-No lo sé Regina...porque me importas...
Las palabras salieron de su boca sin que su cerebro tuviese tiempo de procesarlas y de un momento a otro Emma levantó su cabeza encontrándose con los ojos chocolate de la otra mujer que los miraban con la sorpresa dibujada en sus pupilas.
En el instante en que sus miradas se cruzaron todo pareció desvanecerse a su alrededor, dejándolas a ellas en una burbuja que las separaba de la realidad en la que vivían, de la realidad de lo que eran...
La rubia entonces volvió a levantar su mano para limpiar del rostro de la morena el rastro que las lágrimas habían dejado a su paso. Esta vez Regina no se lo impidió y sutilmente movió la cabeza para intensificar más el contacto cerrando también los ojos. Parecía recrearse en esa sutil caricia que hacía cosquillear su mejilla.
Emma permanecía con los ojos abiertos a pocos centímetros de la morena. Nunca se había fijado tanto en la belleza que desprendía Regina como en ese momento en el que se mostraba tan vulnerable ante ella.
Cuando la alcaldesa volvió a abrir los ojos la cara de la rubia estaba a pocos centímetros pero no se asustó. Sentía su aliento mezclarse con el de Emma en cada respiración y sus narices se rozaron levemente.
-¿Qué estamos haciendo Emma? –preguntó en un susurro casi inaudible
-No lo sé –le contestó la rubia acercando más su cabeza hasta que por fin consiguió juntar sus labios. No se podía considerar un beso sino más bien un simple roce, pero ambas ansiaban más...
Emma agarró suavemente la nuca de la morena acercándola más a ella. Ahora sí era un beso...uno tierno y lento, como si ninguna de las dos hubiese besado otros labios antes.
Poco a poco se fuero separando aún con los ojos cerrados. Una ráfaga fría de viento las devolvió a la realidad.
-Creo que deberíamos descansar –dijo Regina intentando crear espacio entre ambas -mañana nos espera un día difícil
-Regina…
-Buenas noches Swan –dijo dando por zanjada la conversación caminando hacia el claro donde los demás dormían.
Las lágrimas caían ya sin control y sin que ella hiciese nada para frenarlas. Sentada en la silla de su despacho intentaba recobrar la serenidad de la que siempre hacía gala.
El amor no era debilidad sino todo lo contrario, ahora lo sabía bien...su madre estaba equivocada y era el momento de demostrarlo.
Se limpió las lágrimas con su pañuelo, se colocó recta en su asiento y cogió uno de los informes que descansaba sobre la mesa. Todos ellos eran sobre los desaparecidos de estos días y la morena creyó que ponerse a trabajar iba a ser la mejor manera de alejar todos los pensamientos sobre la llegada de su hijo y la próxima reaparición de Emma Swan en el pueblo.
Antes de poder abrir la carpeta que había cogido el teléfono sonó en su bolso y con desgana se levantó para atender la llamada.
-¿Sí?
-¿Mamá?
-Dime Henry… ¿has hablado ya con Emma?
-Sí, está bastante enfadada…
-Normal hijo…es que tú no aprendes… -regañó al joven –bueno y ¿qué te ha dicho?
-Pues que viene a buscarme pero yo le he propuesto algo mejor –dijo con algo de misterio
-Sorpréndeme… -soltó la morena sentándose de nuevo en su silla
-Pues le he dicho que había estado hablando contigo y con David y Mary Margaret y que nos habíais invitado a pasar aquí unos días porque creíais que Emma podía ser de ayuda con vuestro problema…
-¿Debo preguntar qué problema?
-Pues el de las desapariciones mamá… ¿cuál va a ser?
Regina sonrió ante la actitud sabelotodo de su hijo
-¿Y qué ha dicho?
-¡Pues que sí que acepta! –Gritó su hijo emocionado haciendo que Regina tuviese que separar el teléfono de la oreja –os dije que no se iba a poder negar, sobre todo sabiendo que me habéis ayudado en cuanto me encontrasteis solo por la calle, desvalido…
-Eres un pequeño chantajista Henry Mills… -se echó a reír la alcaldesa ante la actuación de su hijo
-Lo sé –contestó él orgulloso de su azaña
-¿No crees que todo esto será peligroso hijo? –preguntó tras unos segundos en silencio
-¿A qué te refieres?
-A traer a Emma aquí…ella no se acuerda de nada pero aquí todo el mundo la conoce y podrían meter la pata, por no hablar de que, de vez en cuando, pasan cosas difíciles de explicar para una persona que cree que la magia solo existe en las películas de Walt Disney...
-Tranquila mamá lo importante es que venga y ya luego veremos cómo hacer para que vuelva a creer en todo esto…
Regina suspiró en el otro lado del teléfono. Quería contagiarse del entusiasmo de su hijo pero tenía miedo de hacerse esperanzas y que luego nada saliese como esperaban.
-Mamá ¿estás bien? Te he notado algo rara… -dijo él recordando la actitud de su madre en la cafetería
-Estoy bien Henry…solo algo cansada supongo –mintió de manera bastante creíble –han pasado muchas cosas últimamente y estoy algo nerviosa con todo lo que pueda venir…
-Tranquila mamá…sea lo que sea lo solucionaremos juntos, como siempre...
Ante las sinceras palabras de su hijo Regina no pudo más que sonreír orgullosa
-Estoy segura de que sí cariño…
-Por cierto mamá cuando venga Emma querrá hablar contigo y además le tendrás que poner al tanto de la situación, eres la alcaldesa…
-Eh sí claro Henry…cuando llegue ya hablamos ¿sí? Ahora voy a seguir con los informes de los desaparecidos para tener todo en orden cuando tenga que entregárselo a la señorita Swan
-Está bien mamá…sabes que te quiero
-Y yo a ti Henry...
En cuanto colgó el teléfono, Regina dejó caer su cuerpo sobre el respaldo del sillón y se llevó las manos a la cara. Iba a volver a verla…ahora sí que no iba a poder pensar en otra cosa que no fuese Emma Swan…
