Capítulo 1

El ruido proveniente de fuera de mi tienda me obligó a abrir los ojos, encontrándome a mi misma en mi cama, desnuda y sola... Otra vez. Empezaba a irritarme tener que despertarme sola todas las mañanas.

Durante nuestros encuentros Lexa era tierna y paciente. No se tomaba las cosas con prisas, y a mí me encantaba sentir sus labios posándose en cada centímetro de mi piel, sus manos recorriendo mi cuerpo. Palabras tiernas susurradas al oído entre jadeos y gemidos. Pero nunca una declaración. Nunca una muestra de debilidad.

Tras finalizar nunca se quedaba a dormir, ni siquiera esperaba a que yo me durmiese para irse, se vestía y se marchaba sin decir una palabra. Y yo podía sentir como un pedacito de mi corazón se rompía cada vez que salía de mi tienda.

Pero sabía que no podía pedirle más. Que no podría dármelo. Porque no sabe. Lexa no sabe amar. Y eso me destrozaba por dentro, porque yo la quería, como nunca había querido a nadie.

Me vestí todo lo deprisa que pude y salí de mi tienda. Vi a Lexa hablando con Indra en la puerta de su tienda, sabía que me había visto, pero ni siquiera se molestó en girar la cabeza para mirarme. Fruncí el ceño. Me había despertado molesta y empezaba a molestarme cada vez más.

Paseé mi mirada por el campamento hasta que mis ojos se toparon con Bellamy. Me dirigí hacia él y me senté a su lado, había mucho espacio en el tronco en el que estábamos, pero me senté pegada a él. Sentí la mirada de Lexa clavarse en nosotros de reojo, fingiendo que seguí prestando atención a lo que le decía Indra. Sabía lo mucho que le molestaba a Lexa que yo estuviera cerca de Bellamy. Bien, estaba cansada de ser la única que se sentía como una mierda.

-¿Problemas en el paraíso?

-No sé a que te refieres.

-Si las miradas matasen, yo ya estaría enterrado.-Dijo Bellamy mientras señalaba a Lexa con un discreto movimiento de cabeza.- No me importa que me utilices para poner celosa a tu chica pero, por favor, procura que no me mate.

- 1. No es mi chica y 2. Tranquilo no creo que te haga nada, no tiene motivos.

-Bien, pues no se los des.- Apretó ligeramente mi rodilla con su mano antes de levantarse. Yo me levanté unos segundos después y me dirigí a mi tienda, necesitaba un rato a solas.

Me tumbé en mi cama y cerré los ojos con la esperanza de poder relajarme, pero el sonido de las cortinas de mi tienda abriendo paso a una persona me hizo sentarme al borde de la cama.

Lexa estaba de pie en frente de mí, con el rostro serio y los brazos cruzados. Increíblemente hermosa. Pero sus ojos no presagiaban nada bueno.

-Cuando te dije que no quería que estuvieras cerca de Bellamy, te estaba dando una orden. No te acerques a él.

Alcé la mirada sorprendida e irritada al mismo tiempo. ¿Quién se creía que era?

-¿Una orden? No res quien para darme ordenes, yo no soy una de los tuyos. Soy la líder de la gente del cielo. No tengo por qué obedecerte.

-Soy la Comandante.- Respondió Lexa.- Y mientras estés en mi territorio si tienes que obedecerme.

Rabia. Eso era lo que sentía en esos momentos. Amaba a Lexa. Pero odiaba a la comandante, odiaba cuando se creía superior a mí.

-Te juro que no te soporto, comandante. ¿En que estaba pensando cuando hice una alianza contigo? No sois más que unos salvajes. Tú no eres diferente a ninguno de ellos. No eres mejor que nadie.

Su rostro seguía impasible. Pero conocía a Lexa, podía leer sus gestos. Tensó su cuerpo, tragó saliva y cuando la miré a los ojos pude ver su preciosa mirada esmeralda completamente rota. La había hecho daño. No debería sentirme mal, ella me hacía daño a mi constantemente, pero me sentía fatal.

-Si no quieres estar aquí, si no me soportas, eres libre de romper la alianza y marcharte cuando quieras.

Lo soltó de golpe, ni siquiera me dio tiempo a reaccionar antes de que ella saliera disparada de la tienda. Me quedé paralizada en el sitio. Pensando en lo que acababa de decir. ¿No me quería allí? ¿Quería que me fuese? No. Probablemente estaba enfadada y dolida y soltó la primera estupidez que se le vino a la cabeza, como yo.

Es cierto que no soportaba que se comportase como si fuera mejor que yo, pero ¿Cómo no iba a soportarla a ella? ¿Cómo no iba a soportar a la mujer que amo?

Salí de mi tienda en su busca, no quería estar enfadada con ella. No quería que creyese que no la amaba. Quería que esa noche entrara en mi tienda y fingiera amarme como hace cada noche, aunque se fuera nada más terminar. La necesitaba a mi lado. Necesitaba hacer las paces con ella.

Pero no la encontré por ninguna parte.

-¡Indra! ¿Dónde está la Comandante?.

-No lo sé, hace unos minutos cogió su caballo y se marchó sin decir nada. No creo que tarde mucho en volver. Seguramente solo necesita tiempo para estar sola y pensar.

Volví a entrar en mi tienda y me tumbé en la cama. Esperaré a que vuelva y entonces hablaré con ella. Aclararé las cosas y todo volverá a ser como antes. Mejor eso que estar enfadadas la una con la otra.