Despertó en un agobiante mar de calor, se sentía mareado y cansado.

Le costaba respirar, el aire le abrasaba y no ayudaba en lo más mínimo.

Notó la suavidad de la superficie en la que se encontraba y en contraste, los pesados grilletes que apresaban sus muñecas.

La oscuridad que le rodeaba era impenetrable, tan densa que parecía palpable, casi podía ver, o mejor dicho sentir como se movía y retorcía.

Las cadenas que sujetaban sus grilletes tiraron de si, obligándole a erguirse, no podía mover su entumecido cuerpo por lo que colgaba lánguidamente de los grilletes.

La sensación de ser observado se intensificaba constantemente, sentía una mirada ajena quemándole.

Un frio sudor comenzaba a cubrirle el cuerpo, la piel se le erizaba y los escalofríos recorrían su columna.

El miedo le arrancó de su ensueño y desesperado intentó controlar su cuerpo, pero solo pudo retorcerse un poco hasta ser vencido por el cansancio.

-¿Q- quién…er-

Logró mascullar, sin embargo su voz se quebró al sentir como una mano tomaba su mentón y guiaba gentilmente su mirada a la que hasta entonces parecía devorarle.

Se enfrentó con ojos rojos que refulgían con el tenue resplandor de las velas y con el brillo de quien divisa una nueva presa. No podía apartar la mirada, se perdía en los profundos ojos carmesí sin ser consciente del temblor que se había instalado en su cuerpo.

El hombre sonreía, le veía pero más que eso le sentía.

No se había percatado de lo frio que estaba su cuerpo hasta que el hombre le tocó. Entonces, éste le besó, y el chico no pudo sino congelarse ante el abrasante contacto.

Sus labios parecían estar al rojo vivo, su lengua y aliento parecían derramar fuego sobre su cuerpo. Las manos que le descubrían encendían todo a su paso y la boca que le devoraba dibujaba trazos hirvientes sobre su piel.

Apenas si lograba respirar, su ser ardía y no podía evitar ser arrastrado por ese calor infernal. Pequeños espasmos recorrían su cuerpo cuando el hombre paseaba su lengua por su torso y perdía la respiración cada vez que éste se abalanzaba sobre su cuello.

• •

Sus ojos, siempre abiertos, se clavaban en el chico que sostenía en sus brazos, hundiéndose en las profundidades de sus ojos, tan infinitos que parecían contener al firmamento en ellos.

Tan confundidos y vulnerables.

Simplemente irresistibles.

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Estaba en su límite, no había podido resistirse y ahora simplemente sucumbiría frente a este hombre.

-De- tente…-

Y el hombre se detuvo.

Fijos sus ojos en los del chico, la sonrisa en su rostro lentamente se ensanchaba. Sin apartar la mirada comenzó a deslizar su lengua mientras descendía por su abdomen, el rubor del chico se intensificó y sin poder controlar su agitada respiración suplicó.

-N- no… no…-

Un violento espasmo nació en su columna y recorrió su cuerpo al tiempo que su espalda marcaba un pronunciado arco. El hombre jugaba con su sexo con su mirada clavada en el muchacho. El calor era insoportable, no podía respirar y la cabeza le daba vueltas.

-Nnn… por… favor.-

Los ojos del hombre centellearon divertidos, abandonó su tarea para centrarse en explorar la boca ajena. Sorprendido, el chico abrió los ojos pero lentamente se entrecerraron. Suavemente el hombre introducía sus dedos en el chico, masajeando hasta relajarle, solo para entonces acelerar el ritmo.

Con sus labios sellados en un apasionado beso y sus miradas hipnotizándose mutuamente, el chico no podía evitar sentirse delirante, creía que enloquecería si continuaba viendo esos ojos.

• •

Pero no sabía cómo apartar la mirada.

Su mirada le encandilaba, vasta como una noche de luna llena brillaba azul, bañándole con la luz de los prohibidos océanos.

• •

Consiguió liberarse del beso y respiró agitadamente.

-Mmn… n- no… ¡no!-

Una lágrima tomó forma y se precipitó al vacío.

-¿P- porqué…haces e- esto?-

Los ojos del hombre se oscurecieron y su sonrisa se desdibujó. Ocultó rápidamente su dolida mirada y abrazó al chico que, en sus brazos, se había congelado al sentir su miembro presionándole.

-Hmn… ¡ah!...por favor…- Sollozó.

Lenta y profundamente le penetraba, y acercándose a su oído dijo con voz grave pero suave como terciopelo.

-Quiero que recuerdes… Recuerda quién eres.-

Embistió repentinamente.

-¡Ah!...nng…no… ¡no!...-

Su mundo giraba vertiginosamente, ya no podía ahogar su voz. El dolor y el placer le invadían y desorientaban.

Y contenido por los brazos del hombre, descubrió el éxtasis.

-Por favor, recuérdame.

• •

Ciel despertó bruscamente, su pecho agitándose violentamente al ritmo de su respiración, mareado y con una fiebre infernal. El mundo revoloteada incoherente a su alrededor cada vez que intentaba incorporarse.

-¡Maldición!- Exclamó por lo bajo al notar la erección y la condición en la que se encontraba su pijama.

Cerró los ojos con fuerza intentando calmar su desbocado corazón, había sudado mucho y a pesar del calor su cuerpo temblaba sin control.

Abrió los ojos súbitamente y saltó de la cama con entusiasmo.

"¡Sí! ¡Por fin!"

Enseguida la subida de sangre arruinó su entusiasmo, sus rodillas cedieron y tuvo que sostenerse de la cama para no desplomarse.

En su camino al baño hizo uso de todos los muebles y objetos a su alcance como apoyo, y con el escándalo que hizo fue un milagro que su compañero no despertase.

Durante el baño, retazos del sueño iban y venían, era muy confuso y su mente poco despejada. Pero al recordar aquellos ojos rojos su cuerpo se estremeció involuntariamente.

Rápidamente cambió las sábanas y arrojó a un rincón las sucias, ya se encargaría de ellas mas tarde. Tras acostarse, lo último que visitó su mente antes de dormirse fue esa sola mirada que se le negó.

"Por favor, recuérdame."

Bueno, es mi primera redacción y pretendo que sea el primero de muchos capítulos, y definitivamente estoy mas que abierta a criticas constructivas.

Desde ya, gracias por su tiempo.

PD: ¡estoy nerviosa! :P