Summary: Viven bajo el mismo techo, pero solo por cuestiones de trabajo, ella ha sido su mejor asistente y él su único amor, ¿Podrá él ver a Isabella Swan como algo mas que su empleada? ¿Podrá ella entrar en el duro corazón de Edward Cullen?

Disclaimer: Los personajes de Twilight son propiedad de Stephanie Meyer.

Nota: ¡Hey! Aparecí más pronto de lo que esperaban ¿Eh? La verdad es que he estado de muy buen humor y tenia ganas de escribir, así que me ha salido esta nueva historia, es algo sencillo y cortito de nuevo, pero la verdad no me alcanzo el humor para mas nada XD ahora si creo que será la ultima historia que haga en un tiempo pues, pienso aprovechar los días que me quedan de descanso para leer Eclipse antes de la película y tener bien fresca la historia en la memoria antes de ir a cine. En fin no vengo a contarles mi vida XD vengo a dejarles lo que interesa, ¡la historia! espero les guste, otra vez sin mucho drama, he tenido unos días bastante alegres así que solo eso me puede salir, cosas tranquilas XD ¡ojala les guste!

También quiero agradecer especialmente a Makittaf, [Esta vez no me olvide de ti ¿eh? XD]por sus reviews en todos mis fics, también a ania.09, Mireia y saraes, Y espero que las que me faltaron, que se que son muchas, no se disgusten ni se ofendan, soy mala recordando nombres y mas Nicks XD así que doy agradecimientos a todas en general, las quiero mucho y adoro que siempre me brinden su apoyo XD


APRENDIENDO A AMAR

By. Yurika Cullen

Capitulo Uno

—*—

*-B-pov-*

Gracias a Dios por fin era viernes, solo tendría que esperar unos quince minutos más y podría irme a descansar, me daría una larga ducha y luego de repasar un poco para un examen que tendría mañana en la universidad, podría dormir tranquila toda la noche.

Aunque mi trabajo no es tan estresante y lo desempeño con bastante facilidad, como todo trabajo, igual tiene algunas desventajas, yo soy la asistente personal de uno de los hombres más ricos del país, soy la encargada de organizar su agenda personal y laboral para las veinticuatro horas del día, como también su casa, si, su casa, mi jefe no es como el típico empresario normal, él no se la pasa encerrado en una oficina en el ultimo piso de alguno de los edificios mas caros de la ciudad, no, el trabaja en la oficina de su propia casa y solo va a la empresa de ser necesario o cuando surge alguna emergencia, tampoco se queda el día entero metido en la oficina nada mas que revisando papeles y dando ordenes, mi jefe si tiene vida propia y es bastante sociable, también acostumbra viajar para revisar las sedes de sus empresas, pero en estos viajes yo solo le organizo la agenda y no lo acompaño aunque sea su asistente, pues aun estoy en la universidad y no puedo faltar.

En algunas ocasiones me siento mas como el ama de llaves que como su asistente, pues aparte de su agenda, también estoy pendiente del funcionamiento de su casa y de que las labores se desempeñen como deben ser, pero a fin de cuentas, no me puedo quejar, eso estaba estipulado en el contrato desde el comienzo y yo acepte el trabajo, aunque esa no es la parte desagradable a la que quiero llegar. Llevo trabajando para él dos años y medio, cuando me contrato yo en verdad estaba sorprendida, pues carecía de experiencia en cualquier tipo de trabajo, apenas y estaba comenzando mi carrera de administración, estaba bastante joven y este era el primer trabajo que intentaba conseguir, por eso me asombre cuando lo conseguí tan fácilmente.

Pero también me sentí muy feliz porque era lo que necesitaba, aparte de que me aceptaban sin experiencia, mi jefe tampoco puso objeción por el hecho de que yo estuviera aun en la universidad, tuve que cambiar mis horarios de clase, de todos los días en semana, para estudiar solo los sábados, pero no le vi problema y los cambie, ya que aparte de todo eso, también me brindaban alojo. Anteriormente mi padre me había estado costeando el apartamento compartido en el que me quedaba, pero se le estaba haciendo difícil pagarlo junto a la universidad, así que por eso decidí buscar trabajo, y encontrar uno que aparte de una buena paga te brindaba donde dormir y comida gratis, era realmente un milagro.

Mudarme a vivir en la misma casa que mi jefe aunque al comienzo se me hizo extraño, con el tiempo comprendí el motivo por el cual era un requisito primordial para conseguir el trabajo, pues aparte de que él trabajaba en su propia casa, en ocasiones tenia que levantarme muy temprano o acostarme muy tarde para realizar mis actividades u organizar eventos especiales que algunas veces se realizaba en la casa, así que era mucho mas fácil dormir ahí y no tener que ir hasta algún apartamento lejos de mi trabajo, lo que me tomaría el doble del tiempo en poder descansar y me pondría en peligro al estar en la calle a altas horas de la noche.

Al comienzo de mi trabajo, muchos se sorprendieron de que fuera tan joven, ya que dudaron que yo estuviera capacitada para cumplir con las exigencia de mi jefe y que tuviera el suficiente carácter para aguantarlo no solo a él, si no también a los muchos empresarios que llamaban o atendía a diario, o a la misma servidumbre de la casa, que eran muchos años mayores que yo y que al comienzo desconfiaban de mi eficiencia, pero les demostré que mi edad no tenia nada que ver con mi desempeño y me gane la confianza de todos e incluso mi propio jefe ha reconocido que lo he hecho mucho mejor que anteriores asistentes que ha tenido y que me doblaban la edad.

Pero aquí viene el punto malo de mi trabajo, pues no solo tengo que lidiar con el genio de mi jefe y la servidumbre si no también con el de miles de mujeres que frecuentan la casa y que esperan llegar a ser algún día las dueñas y señoras de la casa, pero que no pasan de ser nada mas que las amantes de turno, pues no duran ni siquiera una semana. En mi tiempo de trabajar en esta casa, nunca he visto a una chica entrar y salir por la puerta más de tres ocasiones, siempre llegan muy altivas y arrogantes tratando a quien se le cruza de mala manera, pensando en que serán la afortunada mujer que conquiste por fin el corazón del imposible de mi jefe, pero se van como todas, sin nada mas que un revolcón, y con el corazón roto o la esperanza y la dignidad por los suelos. Y lo malo de todo esto y especialmente de mi trabajo, es que yo aunque cruzo esa puerta todos los días desde hace mas de dos años y aunque no miro con altivez a nadie, alguna vez he tenido la esperanza de ser esa mujer que conquiste el corazón del hombre más duro que he conocido en la vida.

Si, desafortunadamente yo me puedo contar entre las miles de mujeres que se encuentran enamoradas del famosísimo empresario Edward Cullen, pero mi enamoramiento es real, pues yo no estoy interesada en su imagen exitosa, ni en sus millones de dólares, ni en su cara bonita, yo lo conozco de verdad, conozco su verdadera forma de ser, conozco al verdadero Edward Cullen y aunque es duro y frío, también se que es alguien emprendedor y luchador que no se deja vencer, que tiene un gran respeto por su familia y se preocupa por ellos como nadie, que aunque no cree en el amor si confía ciegamente en el cariño familiar y es por ellos que ha luchado tan duro estos años.

Aunque sea un hombre difícil y en ocasiones demasiado mal humorado, siempre me ha tratado con respeto y hacia mi nunca ha habido ninguna ofensa ni insulto, pero sea como sea su forma de ser igual me enamore como una idiota de él. Pero siempre he tratado de esconderlo, siempre finjo lo que no es y hasta ahora lo he logrado con éxito, él jamás se enterara de mis sentimientos y entonces mi corazón estará completo y no sufrirá algún fuerte golpe cuando él me rechace franca y secamente, dejándome en claro que si las miles de mujeres que si son hermosas y perfectas no han podido tenerlo, mucho menos podría hacerlo alguien tan simple y normal como yo.

Y aquí estaba precisamente yo, dirigiéndome hacia su despacho para informarle la visita de una de las mujeres en turno, y sintiendo como se me estruja el corazón en el pecho por la idea de saber que de nuevo saldrá con la chica del día a pasarla bien y a darle a ella lo que yo tanto deseo, un poco de su atención, pues para él yo no existo, o mejor dicho, para él solo existe Isabella, su fiel y eficaz asistente, la que no importa si es hombre o mujer pues lo único importante que tiene es su cerebro y desempeño. Pero yo quiero que conozca a Bella, a la mujer fiel y entregada que estaría dispuesta a mostrarle que su opinión sobre el amor es incorrecta y demostrarle con hechos como se ama de verdad. Pero eso es solo un simple y estúpido sueño.

Toque la puerta en tres ocasiones y espere tranquilamente a que me diera su autorización para entrar, la piel se me erizo cuando escuche su voz dándome el permiso para entrar, que aunque sonó firme, siempre tenia ese toque aterciopelado que tanto me embelesaba.

— Señor Culle— dije tan seria y profesional como siempre

— ¿Qué pasa Isabella?— me pregunto sin despegar sus ojos del computador portátil sobre su escritorio

— En la sala se encuentra la señorita Denali— en esta ocasión levanto su verde mirada hacia mi

— ¿Qué demonios hace Tanya hoy aquí?— dijo frunciendo el seño

— No tengo la menor idea señor Cullen, ella dijo que usted la estaba esperando—

— De ninguna manera, hoy no pienso salir, dile que se vaya y si es posible dile que no regrese— y regreso su atención al portátil

— Si señor— respondí y salí

Esas palabras eran la señal que me daba a entender que el tiempo de Tanya Denali había terminado, ni siquiera había alcanzado una tercera cita y él ya no la quería ver, otra vez tendría que presenciar, la cólera y desilusión que mostraría la chica, o había algunas que salían dignamente sin expresión alguna, pero sin importar el como reaccionara, otra vez era yo la encargada de dar la no grata noticia.

— Señorita Denali— le dije a la despampanante chica sentada en el gran sofá de la sala, ella me miro con fastidio y se levanto de manera arrogante. Bien, esta vez no iba a ser tan difícil dar la noticia, detestaba que me miraran así, que se sintieran mejor que yo, pero al final eran ella las que resultaban ser mucho menos al terminar mendigando un poco de atención luego de ser rechazadas— El señor Cullen se encuentra muy ocupado en este momento y me ha pedido que le diga por favor se retire— ella frunció el seño y me miro sorprendida

— ¿Qué? Edward no pudo haber dicho eso, estas mintiendo— me dijo enojada

— No estoy mintiendo señorita, el señor Cullen me pidió que le diga por favor se regiré— ella se acerco a mi de manera amenazadora

— No te creo— me examino de arriba abajo y luego sonrió con arrogancia, en momentos así es que detestaba vestirme de este modo, con Jeans algo flojos, camisetas, zapatillas y mi cabello recogido en una cola, pero la verdad, nunca me llamo importo la moda y tampoco consideraba adecuado vestirme como una prostituta cuando trabajaba con alguien como Edward y en una casa como la suya, los fines de semana me arreglaba un poco mas, pero aquí prefería estar mas cómoda y discreta— puedo imaginar que ni siquiera le informaste de mi visita, Edward no seria capaz de no atenderme— comento con arrogancia

— Fueron sus palabras, no las mías— dije comenzando a irritarme, ella de nuevo me examino y volvió a sonreír

— Ya veo, imagino que estas celosa de que pronto seré la señora Cullen y estas interfiriendo entre nosotros, porque Edward no le presta atención a una niña como tu— yo rodé los ojos, muchas veces me habían dicho lo mismo y aunque yo estuviera enamorada de él, jamás había interferido en su vida ni mucho menos en sus relaciones

— Se equivoca— dije simplemente

— ¡No mientas!— dijo tomándome fuertemente del brazo y enterrando sus uñas en mi piel, me mordí la lengua para no quejarme de dolor

— No tengo porque mentir, así que si es tan amable de soltarme—

— ¡Me lo estas negando! ¡Edward!— empezó a gritar y a zarandearme. Si no me soltaba rápido, quien iba a perder la paciencia era yo, esta era la primera vez que alguna de las miles de chicas me agredía físicamente y no iba a permitir que continuara haciéndolo— ¡Cuando sea la señora de esta casa, serás la primera en salir de aquí, pues obligare a Edward a hacerlo!— dijo de nuevo sacudiéndome, estaba a punto de estampar la palma de mi mano en su mejilla cuando un fuerte rugido hizo a Tanya detenerse

— ¡¡¿Qué demonios esta pasando aquí?!!— exclamo furioso Edward caminando hacia nosotras, Tanya rápidamente me soltó empujándome hacia atrás, me sentí caer ya que no reaccione a tiempo y perdí el equilibrio, pero antes de tocar el suelo, sentí que alguien me sostenía de la cintura, levante mi rostro y vi que el mismísimo Edward Cullen era quien estaba evitando que le hiciera una visita al suelo cortesía de Tanya— ¡¿Por qué rayos estas ultrajando a Isabella, Tanya?!— volvió a rugir cuando estuve completamente de pie

— ¡Ella me provocó! Me mintió al decirme que tú no querías verme y me habías pedido que me fuera, esta celosa y por eso no te aviso de mi visita— dijo Tanya con superioridad, en verdad ella pensaba que yo no le había contado a Edward sobre ella, estaba esperando que él me diera una reprimenda delante suyo

— Isabella no te dijo mentiras— dijo Edward en tono frío— todo lo que te dijo fue verdad, además ¿Quién te dijo a ti que serias la señora de esta casa? No seas ilusa— comento despectivo

— Pero Edward— dijo ella en tono meloso, pero él la continúo mirando frio

— Lárgate Tanya, ¿Pensaste que por calentar mi cama en dos ocasiones, ibas a ser la señora Cullen?— Tanya abrió la boca y luego la cerro sorprendida— Pues estas muy equivocada, ya deberías saber en que te estabas metiendo desde antes, claramente te dije que yo no quiero compromisos. ¿Quién te crees que eres para venir a mi casa, armar un escándalo y agredir a mi personal?— ella de nuevo no dijo nada— Exacto, no eres nadie, así que ¡largo de mi casa ahora mismo!— los ojos de Tanya se llenaron de lagrimas y girando rápidamente tomo el rumbo de la puerta y se marcho

En otra ocasión, me hubiera sentido mal por las palabras frías y duras que Edward le había dado, pero esta vez, me sentía bien, ella no era ninguna niña inocente con la que habían estado jugando, y luego de lo que ella me había dicho y hecho, menos le iba a tener compasión, se lo merecía, así como ella me trato merecía ser tratada.

— Disculpa el escándalo Isabella— dijo Edward quien aun me tenía agarrada por la cintura

— No se preocupe señor Cullen— dije zafándome de entre sus manos

— Déjeme revisarle el brazo, le esta sangrando— dijo algo preocupado, yo mire mi brazo izquierdo y efectivamente estaba sangrando, además se veían claramente la marca de las uñas de Tanya en mi piel blanca, mentalmente la maldije mil veces por eso, aunque yo acostumbraba usar camisetas en la casa, afuera no las usaba, y aunque lo hiciera, no tenían la manga tan larga como para tapar las marcas que me quedarían por un buen tiempo, si por lo menos estuviéramos en invierno podría taparme con alguna chaqueta, pero estábamos en pleno verano

— No se preocupe señor, ya mismo le pido a Sue que me preste el botiquín, usted regrese a su trabajo, esto no es nada—

— Pero Isabella—

— Ya le dije que no se preocupe— le dije seriamente, él me miro y suspiro

— Esta bien, tan terca como siempre— dijo sonriendo de lado, aunque Edward fuera duro y frio, yo era de las pocas personas que había podido ver al otro lado, al Edward preocupado y entregado a su familia, al que le gustaba estar al pendiente de sus trabajadores y sus necesidades, había aprendido a comprender su humor e incluso aunque nos tratáramos siempre con respeto, yo había visto una parte mas carismática de él, que no salía a flote con cualquiera, pero que conmigo si lo había hecho, yo me sentía afortunada de poder conocer a ese otro Edward, al verdadero— discúlpame de nuevo por esto— me dijo con sinceridad

— ¿Cuántas veces le tengo que decir que no se preocupe?— él volvió a sonreír

— Esta bien, pero será mejor que se revise el brazo— yo asentí y salí tranquilamente hacia la cocina

Cuando Sue, la cocinera y casi una madre para mi, me vio se asusto, así que mientras me desinfectaba las pequeñas heridas y me limpiaba la sangre le conté lo sucedido y ella empezó a despotricar a la dichosa Tanya por lo que me había hecho. Luego de calmar a Sue y de que me diera alguna de sus cremas para las cicatrices con la cual me aseguro mañana no se vería ni una sola marca, me retire a mi habitación y me di una ducha y con mucho cuidado me unte la famosa crema antes de estudiar un poco para mi examen, pasadas las nueve y media de la noche, me acosté a dormir.

Al día siguiente me desperté a la hora acostumbrada y desayune junto a Sue antes de ir a la universidad, ella muy cariñosamente me recordó la fecha que era hoy con un pequeño pastel de chocolate y con un par de aretes de plata como regalo. Era mi cumpleaños, hoy estaba cumpliendo veintiún años de edad y lo había olvidado por completo, acepte a regaña dientes los presentes de Sue y rápidamente me marche a la universidad. Mi cumpleaños significaba solo una cosa, que hoy mi mejor amiga Rosalie, se las ingeniaría para darme una "fiesta" sorpresa, la cual nunca era sorpresa pues ella siempre hacia lo mismo todos los años y yo siempre la descubría antes.

El día se paso como todos los sábados, llenos de clases y exámenes, esa era una de las desventajas de mi trabajo, haber tenido que cambiar mi horario de semana, de solo dos clases por día a solo un día el fin de semana, y clases todo el día, era bastante pesado pero no me quedaba otra opción, con el dinero que ganaba me estaba costeando yo misma la universidad y me quedaba dinero de sobra para mis gastos personales perfectamente, mi paga en verdad era buena, mi padre no había vuelto a gastar un solo centavo y aunque le molestaba el que hubiera tenido que trabajar para mantenerme por mi misma, yo le había asegurado que no me quejaba porque mi trabajo era realmente bueno, y en verdad lo era, mi trabajo no era estresante, habían algunos problemas como el de la tarde pasada, pero de resto, siempre era tranquilo.

Cuando por fin termino mi última clase agradecí a los cielos por el final del día, y porque mañana era mi día libre, mi trabajo era solo de lunes a viernes, y el sábado lo ocupaba estudiando todo el día, así que era el domingo mi día para descansar y dormir todo lo que quisiera. Cuando salí del salón a las seis de la tarde, me encontré a Rosalie y Emmett esperándome afuera.

Se habían demorado en aparecer. Pensé.

— Hola— los salude con nerviosismo

— ¡Feliz cumpleaños Bella!— grito Emmett mientras me daba un abrazo de oso— ¡Ya eres una vieja!— dijo sonriendo

— ¡Hey! ¿Recuerdas que eres un año mayor que yo?— le dije regresándole la sonrisa

— ¿Así que vieja eh?— le pregunto Rosalie— yo tengo la misma edad que Bella— Emmett dejo de sonreír y se puso absolutamente nervioso

— Rose, pues… eh… sabes que solo la estaba molestando… no son para nada viejas— trato de remediar, Rosalie soltó una carcajada y le dio un beso en la mejilla

— Feliz cumpleaños Amiga— dijo acercándose a mí y dándome un abrazo

— Gracias— le respondí aun nerviosa, aun faltaba lo mas importante

— No te preocupes, no te voy a hacer ninguna fiesta sorpresa— yo abrí los ojos sorprendida— ya me di cuenta de que no sirve de nada, pues igual siempre lo sospechas— yo sonreí triunfal, por fin un cumpleaños tranquilo— Así que— mi sonrisa se borro— no lo hare sorpresa, ¡directamente te diré que nos iremos de fiesta!—

— ¡Rosalie! Se supone que es mi cumpleaños, es a mí a quien tienen que complacer, y si yo digo que no quiero fiesta, no debes hacerla—

— Tonterías Bella, todos los cumpleaños se tienen que celebrar— dijo Emmett y yo lo fulmine con la mirada pero él ni me tomo en cuenta

— Ahora mismo nos vamos a mi apartamento para arreglarte, iremos a un bar de moda, el Dj es amigo de Emmett así que estaremos en el área VIP— comento feliz y yo solo bufe frustrada— Apresúrate— dijo empezando a jalarme— Tengo la ropa ideal para esta noche y no voy a recibir un no por respuesta, se que te gustara— de nuevo bufe pero como siempre ella me ignoro

Subimos al Jeep de Emmett y luego de dejarnos en el apartamento de su novia, se despidió prometiendo estar puntual para recogernos. Definitivamente, este seria un cumpleaños igual que todos, demasiado escandaloso.

—*—