El personaje de Tom Riddle pertenece a JK Rowling. (c)
Los Siete Pecados de la Serpiente
Siete veces separó su alma para dejar de ser humano…
Y siete veces cedió a la tentación antes de despojarse de ella…
Lujuria
Era apuesto, lo sabía, era conciente de su belleza. Sentía las miradas a su espalda y escuchaba las risitas cuando contestaba nuevamente a una pregunta de forma correcta.
Estaba totalmente enterado de los poemas que las chicas escribían en sus diarios de vida y de los corazones en los pupitres tallados con su nombre.
También era plenamente conciente de las insinuaciones poco conservadoras de sus compañeras. Jamás aceptó citas, le gustaba rechazar y herir a quienes soñaban con sus labios y su cuerpo. Era tan caballero a la hora de negarse, que el corazón de las chicas sufría el doble al verse rechazadas por alguien tan inalcanzable como él.
Pero el ser humano tiene defectos por naturaleza, y él, aún era un hombre.
Jamás besó a nadie, su cuerpo hasta ese momento no había sido tocado, y aquello hacía hervir las hormonas de las chicas que ansiaban ser las primeras en poder romper el estereotipo del impoluto Riddle.
No podía negar que eso le gustaba, la lujuria de las adolescentes era un imán para su orgullo. El sólo tener conocimiento de lo que las chicas hacían en sus recamaras mientras dormían, o de lo que sucedía en privado cuando estaban con sus novios, era razón suficiente para hacerlo sentir aún más poderoso. Es que, Tom Riddle, siempre era el objeto del placer ante esos encuentros.
Sólo una vez se dejó caer ante la tentación, y fue, cuando quiso probar el manjar de su propio chocolate.
Lo que le hizo a esa chica quedó en el olvido cuando le borró la memoria. Era asquerosa, pequeña e indefensa, una presa fácil.
Aunque algo sí tenía claro, y era que el placer y el éxtasis de ese encuentro jamás se borraría de su piel.
