Capítulo 1.

Su rostro se ilumino la primera vez que vio a Kagome Higurashi, tan hermosa y pura, totalmente contraria a él, un fichado de oscuridad total con un pasado inmemorable, y aun así la amaba con locura y desenfreno. ¿Cuántas veces la había observado desde lejos mientras tenía que aguantar el deseo infernal de llevarla consigo? ¿Por cuánto tiempo más aguantaría hacer como que simplemente no le interesaba en lo absoluto?

-Maldita sea, Naraku contrólate.- se reprendió así mismo.- Es solo una estúpida niña de la caridad… Es imposible que te puedas sentir algo por esa chiquilla.

Pero aunque se repetía estas últimas palabras a diario, era imposible seguir ocultando la fuerte atracción que le causaba esa pequeña y ¡carajo! ¿Cómo diablos un hombre se podía negar a tan exquisita satisfacción al sentirla cerca, al poder visualizar esos ojitos achocolatados que poseía? Simplemente no quererla era imposible.

Hace más de diez años juro que sería un hombre sin piedad ni consideración ante nadie. Hace más de diez años que se convirtió en el sucesor de su padre siendo el narcotraficante más buscado de todo el continente americano. Juro que nadie nunca lo detendría para seguir siendo el ''poderoso'', el ''manda mas'' como solía decirle su hermano menor, sin embargo, a tan solo dos días de haber sido traicionado por uno de los que lo querían ver muerto, paro en esta maldita cárcel donde vio por primera vez a su niña, a su pequeña consentida aun sin que ella supiera de ese prestigio. Era ella quien junto con las demás monjas, alimentaban a los presos y más precisamente, era ella quien lo alimentaba a él. Cada día iba y le llevaba desayuno, comida y cena según las ordenes de su superior y cada día más, sentía que algo dentro de sí, algo que nunca había nacido en él, en sus 25 años cumplidos, nunca había sentido. Increíble, pero cierto, estaba irremediablemente enamorado de una niña de apenas unos 15 o 16 anos…

-Naraku Takeda- me llamo uno de los guardias. Ya llevaba dos meses en esta prisión aunque se podría decir que no me importaba porque estaba cerca de ella hasta que sucedió…- ya vas a salir de aquí. Te han venido a sacar tus amiguitos…

Ya han pasado tres meses desde entonces. He continuado mi labor de bravucón ya que jamás dejaría esta vida por nada. Me encantaba matar, ver a mis victimas suplicar mientras yo me baño en mares de dinero. Sin embargo, desde que salí de esa mugre cárcel, no dejo de sentir que me falta algo, algo que se me hace indispensable pero que no quiero poner en riesgo.

No quiero que nada malo le pase porque si me he desvelado por las noches debido a simples pesadillas donde ella moría por mía culpa, me imagino en un manicomio si en la vida real a ella, a mi dulce angelita, le pasara algo.

Cómico, ¿verdad? Yo que todo lo que deseo obtengo, sin embargo esta vez lo que más quiero no lo deseo obtener y no por no desearlo así, sino porque por primera vez en toda mi vida, siento miedo de solo pensar que mi ángel partiera hacia el infinito y que no pudiera levarme consigo porque yo no pertenezco al cielo como ella, pertenezco al infierno donde me pudriré por toda la eternidad sin el consuelo de esa carita angelical.