Disclaimer: Todo pertenece a Jotaká.
Capítulo único
El hielo, también quema
Le habían dicho una vez, pero ella no lo creyó.
Que error… tremendo.
Porque su lógica le indicaba que era imposible. Total y absolutamente imposible. Lo único capaz de quemar era el fuego… sólo el fuego. Que el hielo quemara era algo sin sentido, sin coherencia, sin… lógica.
Sin embargo ahora comprendía el perfecto significado de esa frase. Y se estremecía tan sólo al pensarlo, porque más que nada le recordaba a… él. A sus ojos, a su personalidad, a su cuerpo, a sus… labios.
Porque no había mejor definición del hielo que él. Sólo él podía ser tan frío, sólo él podía no tener sentimiento alguno, sólo él podía ser tan cruel, sólo él podía haberse burlado de ella, exactamente en la forma que lo había hecho.
Sólo él era capaz de seducirla, enamorarla y… [i]amarla[/i], de la misma forma en que lo había hecho. Sólo él era capaz de acariciarla, besarla y tocarla de la manera en que lo hizo.
Y es que sólo él había sido capaz de… enamorarla.
Porque la hizo olvidar. Por su culpa olvidó quien era y a quien debía ser fiel. Olvido que sus encuentros eran sumamente tontos, estúpidos y que ni en mil millones de años debieron haber ocurrido. Sin embargo ya no podía dar marcha atrás. Lo había permitido. Había permitido la entrada del hielo, las caricias de éste y sobre todo había permitido que la quemara.
Sí, él la quemaba tan sólo con tocarla, era algo que ella no podía comprender, pero era justo cuando las manos de aquel particular personaje tocaban su cuerpo que ella sentía un calor inexplicable, un fuego recorriendo sus venas, sus músculos, su… cuerpo.
Draco Malfoy era ese el nombre del hombre que desgració e iluminó su vida. Sí, la desgració porque logro su objetivo: separarla de Ronald. Logró enamorarla, hipnotizarla hasta tal punto que su ex -mejor amigo aún no le perdonaba el haberlo dejado frente al altar por culpa del maldito hurón.
Pero luego la había iluminado. Al parecer no sólo se había enamorado ella, sino que él también lo había hecho. Era increíble, imposible e ilógico, pero así sucedió. Porque ella estaba segura de que él la dejaría luego de que ella hiriera a Ronald de esa manera, pero no. Él no se fue. Muy al contrario de eso la llevo a un lugar mágico e indescriptible.
Le contó su plan, le dijo toda la verdad y al final luego de besarla quizás por
última vez le confesó sus nuevos sentimientos. Esos que jamás imaginó sentir, pero allí estaban y sólo ella era la culpable.
Pero él también era culpable. Él quien con sus caricias frías y sin sentimientos había logrado atraparla, envolverla, de tal manera que sólo fueron necesarias unas pocas palabras para enamorarla. Porque sí, él la había conquistado con su personalidad de hielo.
Porque gracias a él había comprendido el significado de aquella extraña e ilógica frase: el hielo, también quema.
Él la había quemado, la estaba quemando en aquel justo momento y ella simplemente se dejaba quemar, porque era aquello lo que más le gustaba desde el preciso instante en que se habían conocido más íntimamente.
¿Hacía falta decirlo? No podía negarlo: estaba enamorada de Draco Malfoy, a pesar de ser Hermione Granger y conllevar todo lo que ese nombre significaba.
