Un intento de minúscula muestra sobre el interior de Dean Winchester en la temporada 8.
Impala.
Conduzco por una carretera llena de baches. Es la tuya.
El neumático, aún así, se adhiere bien.
Llevo la mirada a mi volante, pero son tus manos las que lo están manejando por encima de las mías a pesar de que sigo teniendo el control absoluto.
Se encienden los focos.
Incluso están puestas las luces auxiliares.
No notas lo mismo que yo, porque tú ves las luces de mi nena encendidas. Espléndidas. Brillantes e inagotables, como siempre.
Yo sólo puedo notar que los faros están destrozados y estoy conduciendo a oscuras.
Me pregunto hacia dónde vamos y cuando giro la cabeza a mi derecha, sentado en mi asiento, me doy cuenta de ello.
La pregunta adecuada es hacia dónde te llevo.
Y para eso, tengo dos respuestas.
Al abismal ocaso de mi vida y al maravilloso amanecer de la tuya. Porque mientras seguimos la Ruta, es de noche para los dos. Es algo que tenemos en común. Lo que nos ha unido desde que eres todo.
Desde que eres el molde de mi subjetiva razón. La gasolina de estas flamantes y luchadoras ruedas.
Estoy seguro de que encontraré dónde aparcar para que te bajes. Y cuando lo hagas, las luces volverán a estar destrozadas.
Me quedaré sin gasolina que mueva el motor.
El volante no se moverá.
Los baches serán auténticos pedruscos afilados.
No quiero bajar en tu parada. Tampoco quiero bajar más adelante. Lo sabes; sabes que no podría hacerlo.
Las ruedas no aguantarían el quedarse quietas ni un segundo fuera de mi mando.
Desean desaparecer sobre el asfalto.
Están tan desgastadas como yo, Sam.
