Esta historia es posible que exista. Si alguien la conoce pues que me lo diga para contactar con el autor…me lleva rondando un tiempo y bueno, quería compartirla

Castle nació en 1975 y Kate Becket en 1985..

Estoy muy liada con la universidad y el trabajo, en agostó volveré a publicar un montón y espero antes de ello poder subir el nuevo capítulo de verano. Gracias por el apoyo recibido

….

10 de Octubre de 1989.

-Mamá, ¿de verdad hay que ir a esa casa? Dijo con mucho desdén Rick.

-Richard, como me vuelvas a preguntar lo mismo, te juro que estas navidades tendrás carbón. Dijo Martha con tono amenazante. –Johanna es mi amiga, me ayudo con el divorcio de Stephen y son buena gente.

-Pero, tú vas a estar con tu amiga y yo con una niña. Dijo con cara de asco. –Pequeña. Se quejó dramatizando moviendo los brazos.

-Una niña muy brillante… se llama Katherine creo recordar... ¿recuerdas la última vez que les vimos? Richard negó con la cabeza, tampoco le apetecía pensar, ya iba a perder la tarde con ellos como para intentar recordar previas citas. –Pues fue hace casi tres años, antes de irnos a Los Ángeles.

-Ajá. Contestó Rick.

Unos minutos más tarde, Martha paró el coche delante de una casa típica americana, con su barandilla blanca, su porche, un jardín verde… Se bajaron del auto y llamaron a la puerta.

Desde fuera se oyó una voz masculina gritar. -¡Katie , no abras que ya llego! Sin embargo, antes de que la voz masculina terminase su demanda, la puerta se abrió un poco, dejando ver la cabeza de una niña pequeña que sonreía pícaramente mostrando sus dientes.

Martha se agachó a su altura y le dijo con voz amable. –Buenas, tú debes de ser Katherine Beckett. Soy Martha y vengo a visitaros.

Katie, o así la llamaba la voz masculina, miró fijamente a Martha en silencio y lo rompió para decir. –Me llamo Kate. Contestó un poco sabionada. Justo entonces, llegó la voz Masculina y obligó a "Kate" a abrir la puerta.

-Bienvenidos Martha y Rick, soy Jim el marido de Jo, pasad pasad, Katie está en la etapa de abrir la puerta constantemente, es un peligro. Jo está arriba, ahora baja. Venid al patio trasero, está todo listo. Martha y Rick le siguieron, seguidos por una ofuscada Katherine Beckett. Odiaba que su padre le arruinase sus travesuras.

La casa era enorme. Pensó Rick. Estaba acostumbrado a los pisos pequeños en los que vivía con su madre. Nunca tenían dinero para una casa y además siempre estaban cambiando de ciudad así que no merecía la pena tal inversión. Le gustaba la decoración, era una casa muy acogedora, con las paredes llenas de fotos de la familia y los que supuso, relativos.

Bajaron de la casa al patio trasero donde había una barbacoa preparada y una mesa central con 5 sillas. Se sentaron y se tomaron unas bebidas. En eso vino Johanna y les dio un abrazo de bienvenida a ambos, mostrándose muy feliz de volver a verles.

Johanna les avisó de que aun quedaría entorno a una hora para la hora de comer, ya que Jim comenzaría en ese momento a encender la barbacoa y animó a Kate y a Rick a que fueran a una habitación del piso de arriba.

Rick aceptó a regañadientes, ya se imaginaba que su madre querría hablar a solas con su amiga. Su madre hacía eso con cierta frecuencia, se iba con sus "amigos" y le dejaba a él tirado con niños pequeños o con viejos quejicas. Estaba harto, prefería quedarse solo y poder inventarse una aventura… lo peor es que si no acompañaba a su madre tendría que soportar a Nancy, su cuidadora, horrible era horrible…le hacía mirar a la pared durante horas o mirar junto a ella programas del corazón.

Siguió a la pequeña en silencio. Le había hecho gracia la contestación de "me llamo Kate" pensó con un tono repipi. Con sus trenzas castañas parecía un trastito. Llegaron a una habitación con una gran alfombra y bastantes juguetes. Tenía Legos, puzles, algunos peluches y muchos libros.

-¿Sabes leer? Le preguntó la pequeña dándose la vuelta para mirarle.

-Mm, sí, tengo casi 14. ¿Tu?

-Un poco, pero leo muy despacito. Mi mamá dice que pronto podré leer yo sola.

-Muy bien. Dijo Rick sin saber muy bien que decirla. Se quedó de pie en medio de la salita, no le apetecía mucho ponerse a jugar con los lego y mucho menos con osos de peluche.

Entonces la pequeña cogió un libro de la estantería y se lo tendió a Rick. No le dijo nada y se sentó a su lado.

-¿Quieres que te lo lea? Dijo moviendo el libro.

-Si, por favor es mi libro favorito y mi papá no le gusta leérmelo. Puso ojitos de cordero y Rick no se pudo negar. Se sentó a su lado y abrió el libro de historias de los hermanos Grim.

Rick empezó a leer una historia al azar. Entendió por qué Jim no quería leérselo, era bastante violento, que si una niña que le cortaban las manos por un trato que sí se querían comer a los hijos… pero la pequeña le miraba llena de emoción así que Rick se metió de lleno en el papel y empezó a poner voces y a teatralizar el cuento. La pequeña en ocasiones reía y en otras le miraba preocupada del destino de la princesa o del malo del cuento. Rick disfrutaba viendo las reacciones de la niña y dejó el libro a un lado para comenzar a contarle las historias que se le iban ocurriendo.

Sin darse cuenta, ya estaba preparada la barbacoa, Rick tenía que aceptar que se lo había pasado bien contándole el cuento a la pequeña, al final la historia se había vuelto muy alocada, participaban zombies, superhéroes, princesas heroínas… Katie acabó participando también repitiendo los nombres que iba nombrando Rick, asombrada ya que nunca le habían contado una historia tan interesante.

-Katie, ¿te lo has pasado bien con Rick? Preguntó Johanna abrazando a su hija.

-Sí, cuenta las mejores historias. Dijo sonriendo de oreja a oreja.

-¿y qué pasa con mis historias? Preguntó de broma Jim.

-Sólo te sabes dos. Dijo la pequeña. – Y me lees cuentos más sosos, la historia de Rick ha sido genial. Contestó picando a su padre.

-Rick, dijo Jim con señalando con un dedo amenazante, pero de broma. – Me has puesto en contra a mi vástago... terribles consecuencias.

-Señor Beckett, mi culpa no es que no tenga imaginación.

Todos se rieron y comieron contentos. Kate pidió sentarse al lado de Rick y le pidió que luego le contase una historia en la que participase ella, luego le contó cosas de preescolar. En verdad esa niña era una parlanchina, lo que le pareció muy gracioso. Una vez que obligaron a la pequeña a irse a dormir un poco la siesta, Johanna se dirigió a Rick.

-Gracias por cuidar de ella, puede ser un poco cargante, le has causado gran impresión ¿sabes?

-Yo.. bueno.. me lo he pasado mejor de lo que esperaba. Es muy divertida. Se metía de lleno en la historia y se veía que lo vivía.

-Me alegro mucho Rick, nos ha dicho Martha que te gusta mucho contar y escribir cuentos.

-Mamá, ¿en serio? Dijo a su madre.

-No le gusta que lo diga, le da vergüenza. Dijo Martha levantando los hombros.

-¿Te da vergüenza? Preguntó Jim desde el otro lado de la mesa.

Rick no contestó pero levantó los hombros con apatía.

-En el colegio ha tenido algún que otro problema, y ahora lo guarda como secreto. Contestó Martha ajena al apuro que estaba pasando su hijo en ese momento.

-Dirás colegios mamá, porque nos hemos mudado 6 veces en 7 años. Soltó como reproche para cambiar el tema.

-Sabes Rick, yo creo que si te gusta escribir, no deberías avergonzarte, es algo muy bonito. Cada persona tiene un talento especial y bueno según Kate, parece que ya sabemos el tuyo. Dijo Jim intentando quitar hierro al asunto y provocando una sonrisa en Rick.

-En mi familia, todos querían que fuese profesora, veían mal que estudiase otra cosa, antes eran otros tiempos.. Pero ¿sabes qué? Rick negó con la cabeza. –Quería ser abogada, la mejor abogada del mundo, defender a los más pobres a los que no pueden defenderse, a las causas perdidas. Me llevó más de una pelea con mi familia. Jim posó su mano en el hombro de su mujer dando un pequeño apriete infundiendo ánimos. –Luché por lo que me apasionaba y acabé siendo abogada. Siento que hago lo que debo hacer, me siento a gusto ejerciendo y gran parte de mi familia se siente orgullosa de mí.

Rick se sintió lleno de fuerzas por escribir sus historias, esa familia le había trasmitido el coraje que le llevaba faltando estos últimos tiempos.

-Gracias señora Beckett. Creo que les haré caso.

Tras eso, la tarde fue más tranquila, siguieron hablando de trivialidades y más tarde bajó Katie con la que Rick estuvo jugando a que eran exploradores del Amazonas en busca del dorado. Cuando anocheció la pequeña cayó rendida y madre e hijo se volvieron a casa con una sonrisa en la cara.

Rick esperaba volver a verles, el trio le había causado gran impresión.