Eternidad
Ok, como Stephenie es mi comadre, me ha prestado sus personajes así que tambien son míos xD La historia es una adaptación de la saga 'Inmortales', & aquí les traigo el primer libro. Yo solo me encargo de adaptarlos :$ Capítulo beteado por Yeya Lazzari, Betas FFADwww facebook com / groups / betasffaddictio . Nena, sin tí no sería nada ;)
Gracias a tooodas las chicas del grupo de Lullaby FFAD que han sido tan lindas de hacerme portadas & cosas así, gracias :)
Capítulo 1
—Adivina, ¿quién soy?
Las cálidas y húmedas manos de Alice presionan fuerte mis mejillas y el deslucido borde de su plateado anillo de calavera deja una mancha en mi piel. Aunque mis ojos están cerrados y tapados, sé que su pelo teñido de negro lleva la raya en el medio, su corsé de vinilo negro tiene cuello de tortuga (cumpliendo con el código de vestuario de la escuela); sé que lleva una nueva marca: "Floor Sweeping". Su falda negra de satén tiene un agujero cerca del dobladillo donde se le había enganchado al coger sus botas Doc Martin y sus ojos parecen de oro, pero es solo porque lleva lentillas de color amarillo.
También sé que su padre no está realmente en un viaje de "negocios" como él dijo, su madre es entrenadora personal, más "personal" que "entrenadora" y su hermano pequeño rompió su CD de Evanescence, pero tiene demasiado miedo para decírselo.
Pero no sé nada de esto por espiar, echar una ojeada o porque me lo dijeran. Lo sé porque soy psíquica.
—¡Date prisa! ¡Adivina! ¡Va a sonar el timbre! —dice con su voz ronca, raspada, ya que se fuma un paquete al día, aunque ella intenta que sea un cigarro.
Me paro, pensando en la última persona con la que ella querría ser confundida.
—¿Eres Hilary Duff?
—Ew. ¡Inténtalo otra vez! —Ella aprieta con más fuerza, sin tener ni idea de que no necesito ver para saber.
—¿Es el señor Marilyn Manson?
Ella se ríe y nos vamos, lamiendo su pulgar, con el fin de limpiar el tatuaje que dejó en mi mejilla, pero levanto mi mano y le golpeo la suya. No porque esté asqueada por la idea de su saliva (quiero decir, se que ella está sana), pero no quiero que ella me toque de nuevo. El tacto es muy revelador, muy agotador, así que trato de evitarlo a toda costa.
Alice agarra la capucha de mi sudadera y me la quita de la cabeza, luego mira de reojo mis cascos y me pregunta: —¿Qué estás escuchando?
Cogí mi iPod del bolsillo interno que cosí en todas mis sudaderas, ocultando esos cables blancos de la vista de las demás personas. Entonces lo conecto y miro sus ojos que me acusan con expresión molesta.
—¿Qué demonios? Quiero decir, ¿puede estar algo con el volumen tan alto? ¿Y quién es él? —ella coloca el iPod entre nosotras para que ambas podamos oír a Sid Vicious gritando acerca de la anarquía en El Reino Unido. Y la verdad es que no sé si Sid está a favor o en contra, solo sé que sus chillidos tranquilizan mis intensas sensaciones.
—Sex Pistols —digo, devolviendo el aparato a mi compartimiento secreto.
—Me sorprende que todavía puedas oírme —sonríe a la vez que suena el timbre.
Pero yo me encogí de hombros. No necesitaba escuchar para oír. Aunque no me gusta mencionar eso. Le dije que la vería en la comida y me fui a clase, alejándome a través del campus y avergonzándome cuando siento a dos chicos que están detrás de ella, pisar el dobladillo de su falda y casi hacerla caer. Pero cuando ella se da la vuelta y les hace el signo del mal (vale, eso no es realmente el signo de mal, es sólo algo que ella se inventó) y ellos vieron resplandecer sus ojos amarillos, se fueron de inmediato y la dejaron tranquila.
Fui hacia mi asiento en la parte de atrás, evitando la mochila que Jessica Stanley colocó a propósito en medio de mi camino, haciendo caso omiso de su serenata diaria de "PEEERDE-DOOOORA".
Me deslizo en mi silla, saco el libro, la libreta y el bolígrafo de la mochila, me pongo los cascos, la capucha; dejando caer mi mochila sobre el asiento que está a mi lado esperando al Señor Mason.
El Señor Mason siempre llega tarde. Sobre todo porque le gusta dar unos sorbos a su pequeña petaca de plata entre clases. Pero esto es sólo porque su esposa le grita todo el tiempo, su hija piensa que él es un perdedor y casi odia su vida. Aprendí todo esto durante mi primer día en esta escuela, cuando mi mano por casualidad le tocó y me transfirió todo eso. Así que ahora, cada vez que tengo que entregarle algo, lo coloco en el borde de su escritorio.
Cierro los ojos y espero, mis dedos se mueven lentamente por el interior de mi sudadera, para cambiar la canción gritona de Sid Vicious por algo más suave. Todos aquellos fuertes ruidos ya no son necesarios ahora que estoy en clase. Supongo que este es un sitio donde se reduce la energía psíquica de los alumnos y profesores.
No siempre fui un monstruo. Solía ser una adolescente normal. Del tipo que iba a los bailes de la escuela, tenía grandes romances y presumía de mi largo cabello castaño que no escondía en una cola de caballo y no me ocultaba debajo de una gran sudadera con capucha. Tuve una madre, un padre, una hermana menor llamada Marie y un perro labrador llamado Satchmo.
Yo vivía en una casa bonita en un buen vecindario (Eugene, Oregón). Era popular, feliz y no podía esperar a que comenzara el tercer año de secundaria desde que me había hecho animadora. Mi vida estaba completa y el cielo era el límite. Y aunque sé que la última parte es un cliché total, también es irónicamente verdad.
Sin embargo, todo eso son solo rumores. Porque desde el accidente, la única cosa que puedo recordar claramente es morir.
Tuve lo que la gente llama una ECM, o "experiencia cercana a la muerte". Pero se equivocan. Porque créanme no había nada "cercano" en ello. Sucedió todo en un momento. Mi hermana pequeña Marie y yo estábamos sentadas en la parte trasera del todoterreno de mi padre, con la cabeza de Satchmo apoyada sobre el regazo de ella, mientras su cola golpeaba suavemente mi pierna y lo siguiente que se es que los airbags habían saltado, el coche estaba destrozado y yo lo observaba todo desde afuera.
Yo miraba fijamente los restos (los cristales destrozados, las puertas caídas, el parachoques delantero contra un pino en un mortal abrazo), preguntándome qué salió mal, esperando y rezando para que los demás estuvieran bien. Entonces oí un ladrido familiar y me di la vuelta para verlos caminando por un sendero, con Satchmo meneando su cola y mostrando el camino.
Fui detrás de ellos. Al principio intentando correr y alcanzarlos, pero luego despacio, decidiendo vivir. Fue disminuyendo el deseo de ir hacia el sendero fragante de árboles que oscilaban y de flores que temblaban, cerrando mis ojos contra la deslumbrante niebla que se reflejaba y brillaba haciendo que todo resplandeciera.
Me prometí que sería tan solo un momento. Que pronto regresaría y los encontraría. Pero cuando volví a mirar, sólo me dio tiempo para verlos sonreír, despedirse y cruzar el puente apenas unos segundos antes de que desaparecieran. Me aterré. Miraba a todas partes. Corrí hacia un lado y otro de la carretera, pero sólo se veía lo mismo: la cálida, blanca, resplandeciente, brillante, hermosa, estúpida, eterna niebla. Y me caí al suelo, mi piel sentía frío, mi cuerpo entero temblaba, gritaba llorando, maldiciendo, suplicando, haciendo promesas que sabía que nunca podría cumplir.
Cuando escuché a alguien decir:
—¿Bella? ¿Ese es tu nombre? Abre los ojos y mírame
Me encontré de repente con la realidad. Volviendo a donde todo era dolor y miseria, sintiendo un dolor terrible en mi frente. Miré fijamente al chico que se inclinaba hacia mí, mirando sus ojos dorados.
—Soy Bella —susurré antes de desmayarme otra vez.
