¡Hola! Yo sé que tengo muchas cosas que hacer por aquí pero no pude evitar dejar esto por aquí. Y es que mi lado Seblainer anda muy activo esta semana pero tiempo al tiempo. Por lo pronto, quiero compartirles este O-S que me parece realmente adorable. Ojalá les guste tanto como a mí y si no es así, háganme el favor de decírmelo para retirarme de la escritura de una vez por todas ;) Espero que lo disfruten, un abrazo!


¿Qué somos?

Los tenues rayos del sol entrando por la ventana una mañana de domingo y el fuerte abrazo de su acompañante eran la combinación perfecta para definir ésta como la mejor forma de despertar para Blaine Anderson. En definitiva se sentía plenamente feliz al saber que estaba entre los brazos de una persona que había estado con él en los peores momentos y con la que había forjado también momentos especiales, alguien a quien le preocupaba la felicidad del moreno sin lugar a dudas y que por lo mismo no había querido llegar más lejos con él hasta la noche anterior. Porque aunque no lo crean, el joven que se encontraba a su lado era una persona fuerte y amorosa cuando realmente le importaba alguien y en esta vida, la persona que encabezaba esa lista era Blaine.

Hacía un año y cinco meses que se habían reencontrado en aquel lugar donde el ojimiel celebraba sus veinticinco años. El castaño recordaba bien aquella fecha porque recientemente acababa de llegar a Nueva York, ¿quién iba a decir que al aceptar salir con uno de sus empleados de su nueva firma de abogados iba a encontrarse nuevamente con el que había sido su primer amor? Porque en efecto, el ojiverde era apuesto y había tenido a uno que otro chico detrás suyo antes de que conociera a Blaine en Dalton pero ninguno lo había hecho sentir lo que él, lástima que en ese tiempo el joven Anderson estuviera tan enamorado de aquel chico casi transparente.

Sebastian recordaba haberlos visto juntos más de una vez en el Lima Bean y también recordaba la felicidad que el otro le traía a Blaine por lo que había decidido no intervenir en esa relación. Sin embargo, él no podía estar lejos del moreno así que decidió hacerse su amigo a pesar de los celos de Kurt. Lamentablemente o no, la relación de la pareja se deterioró rápidamente al grado en el que Blaine había terminado engañando a su novio con un chico sin importancia, pero vamos, en aquel tiempo eran sólo adolescentes y Sebastian culpó a las hormonas por aquel desliz. Desde luego que deseó que lo hubiera engañado con él y no con aquel tipo pero todo pasa por algo, ¿no?

Desde aquel momento, el apoyo del joven Smythe se hizo más presente en la vida de Blaine y él realmente le agradeció que no tratara de pasar el límite de la amistad. Sin embargo, con el paso del tiempo Sebastian sólo consiguió enamorarse más y más de su amigo por lo que justo antes de terminar el año en Dalton, solicitó darse de baja temporal y desapareció del mapa dejando a Blaine rehacer su vida e intentando rehacer la propia. Poco tiempo pasó después de que el ojiverde reiniciara en un lugar diferente cuando decidió hacer ahí mismo su carrera de derecho, lejos de aquellos recuerdos de la mejor etapa de su vida y sobretodo, lejos de Blaine.

Pero dicen por ahí que la vida da mil vueltas y ambos se dieron cuenta de ello cuando sus miradas se encontraron entre la oscuridad del lugar aquella vez. El corazón del castaño se detuvo mientras que el del moreno comenzó a latir con más y más fuerza. ¿Acaso era posible? Todo eso tenía que ser un sueño porque Blaine no había dejado de pensar en él desde su desaparición años atrás y seguramente por el abuso del alcohol ya estaba comenzando a alucinar. Pero el ojimiel tuvo que desechar esa idea en cuanto escuchó que esa voz tan familiar lo llamaba por su nombre. En efecto, no era un sueño. Sebastian estaba parado frente a él extendiendo su mano para saludarlo y en respuesta Blaine se lanzó a sus brazos.

En ese momento ambos se echaron a reír y el castaño tuvo que soportar todos los reclamos del más bajo por haberlo abandonado tanto tiempo. La verdad es que Sebastian quería olvidarlo y por eso había roto todo contacto con él pero justo ahí, con el joven Anderson entre sus brazos su corazón volvió a latir con la tranquilidad que no tenía desde hace tiempo y entonces supo que había fallado en su propósito. Lamentablemente, no tuvo tiempo de ofrecerle una disculpa y besarlo como tanto deseaba porque Henry, el chico con el que iba, apareció a su lado y lo obligó a presentarlo.

Esa noche Blaine fue presentado como un excompañero de la secundaria, cosa que no le importó a Henry y por la cual decidió jalar a su jefe a la pista de baile ante la expresión atónita del ojimiel. A decir verdad, Sebastian estaba un poco preocupado por lo que pudiera pensar Blaine al respecto pero pronto se le olvidó cuando el moreno se les emparejó del brazo de un joven alto, rubio y bastante apuesto. Los celos que sintió el castaño bien pudieron acabar con el hombre con el que bailaba Blaine pero su parte sensata lo obligó a controlarse porque en aquel momento no sabía si el joven Anderson y él eran amigos nuevamente o definitivamente no eran nada, cosa que obviamente le dolía pensar.

Fue por ello que el abogado decidió esperar a su excompañero cuando Henry le informó que tenía que irse. Sin embargo, al cabo de un rato comenzó a pensar que había sido mala idea porque lo estaba viendo bailar tan sensualmente con aquel chico rubio que tuvo que pedir una botella al hombre detrás de la barra para no ir y separarlos bruscamente. Pero al final la espera valió la pena, porque al verlo tan solo y con esa botella de compañía el ojimiel decidió sacarlo a bailar para evitar que terminara brutalmente borracho. Cosa que sin duda animó al más alto y lo hizo pasar una de las mejores noches de sus vidas.

Cuando salieron del lugar aquella noche, el joven Smythe quería decirle todo a Blaine pero las únicas dos palabras que salieron de su boca fueron: te extrañé. Palabras que fueron correspondidas por el moreno antes de que tuvieran que despedirse para llegar cada uno a sus departamentos. Por suerte la cosa no acabó ahí porque Blaine había tomado astutamente una de las tarjetas de presentación del castaño en algún momento de la noche, y fue gracias a esa tarjeta que dos días después mientras Sebastian almorzaba, su celular registraba una llamada de un número desconocido, número que más tarde averiguaría era de él.

Blaine fue el primero en invitarlo a salir con el pretexto de conocer la ciudad pero también fue el primero en reconocer, seis meses después, que algo estaba sucediendo entre ellos y que sin duda le gustaba pero esta vez fue él el que tuvo que ser paciente. Sebastian llevaba saliendo con Henry dos meses porque había pensado que el moreno sólo quería recuperar su amistad con aquellas salidas en los últimos meses y desgraciadamente ahí estaba él, enamorándose otra vez como años atrás, por eso fue que decidió comenzar una relación para ver si podía olvidarse de su amigo pero falló en el intento y para el colmo, logró herir a la persona que más amaba, Blaine.

El joven Smythe tuvo que ser completamente sincero con ambos y eso le costó un mes de silencio por parte de su amigo y una cachetada por parte del tal Henry acompañada de su renuncia, por supuesto que el silencio de Blaine dolió más que eso pero aun así el castaño se sintió la peor rata del universo. No fue hasta que se encontró a Cooper en el supermercado que el alma le volvió al cuerpo. El ojiazul se contuvo las ganas de darle un jalón de orejas y le sugirió que no dejara de insistirle a su hermano, sin duda él sabía que la felicidad de esos dos estaba destinada a ser pero bien podría ayudarles un poco, ¿no?

El mayor de los Anderson planeó una cena para que Sebastian le pidiera perdón a su hermano y así fue. Blaine no sospechó nada hasta que llegó al lugar y vio a su excompañero con un ramo de rosas en las manos, en ese momento quiso salir del restaurante pero el ojiverde no se lo permitió porque se arrodilló en frente de él para pedirle perdón y eso llamó la atención de todos los comensales. Meses después ambos se rieron de aquella escena sentados en el sofá del moreno mientras veían una película, sin embargo las cosas todavía no cambiaban, ellos seguían siendo amigos.

Pasaron mucho tiempo juntos de ahí en adelante, parecían uña y mugre porque a donde iba uno sin duda iba el otro. Fue así que Sebastian conoció a Sam, el mejor amigo de Blaine y esta vez no se puso celoso ni lo envidió porque si el puesto de mejor amigo ya estaba ocupado, sólo había uno más disponible y él iba a luchar por ese lugar. Y fue por eso que a partir de ahí comenzó a ser un poco más directo con Blaine, decidió coquetear un poco más con el moreno y de pronto las miradas que intercambiaban llevaban un mensaje oculto pero… No, ni así lograron avanzar a algo más que amigos.

Bueno, por lo menos en ese tiempo porque finalmente hace tres meses… ¡Blaine se hartó y besó a Sebastian! Sí, así como lo leen. Hace tres meses que decidieron ser un poco más que directos y llevaron su amistad un nivel más arriba pero, ¿qué nivel es ese? Es decir, ¿cómo se les llama a las personas que están destinadas a ser y que comparten de su tiempo hasta en fechas importantes, como el cumpleaños del abuelo de Sebastian o la fiesta de aniversario de los Anderson? ¿Cómo se les llama a esas personas que se besan con la pasión de una pareja y que confían en ellos como los mejores amigos? ¿Novios? Pues al parecer no para Sebastian.

El joven Smythe se reúne con su familia una vez al mes en Idaho desde que llegó a Nueva York y hace dos meses olvidó la cita de dicha reunión por lo que hizo planes con su… Bueno, hizo planes con Blaine y estos se vieron interrumpidos por la llamada de su abuelo. El castaño se negó rotundamente a dejar a Blaine por lo que terminó invitándolo a lo que sería el cumpleaños de su abuelo. Una vez ahí, todos se preguntaron quién era el apuesto joven que acompañaba el menor de los Smythe y fue ahí cuando el moreno fue presentado como nada más y nada menos que: un amigo. Sobra decir que después de besarse como lo habían hecho ya, Blaine no consideraba que fueran sólo amigos pero decidió darle un poco más de tiempo al ojiverde para aclarar ese pequeño detalle.

Fue hace un mes aproximadamente que creyó que todo estaba finalmente aclarado porque después de platicar con Sebastian, al terminar la cena él le había dicho que era el hombre al que amaba y al que iba a amar siempre. Desde aquel día Blaine se subió a una nube que lo hizo elevarse a alturas inimaginables, el castaño lo trataba cada día mejor y al llamarlo "amor" o "cariño" él daba por hecho que la relación había evolucionado pero por ridículo que sonara, el ojimiel seguía preguntándose cuándo le pediría por fin el joven Smythe que fuera su novio oficialmente.

Y así es como llegamos a la noche del sábado en la que la pareja tuvo la cena más exquisita de su vida y después de la cual, ese par de enamorados se entregó en cuerpo y alma el uno al otro. Hay que reconocer que esa no era la idea original pero el vino los achispó un poco, de tal forma que Blaine terminó mordiendo con vehemencia los labios de su pareja y eso logró hacer que el castaño deseara un poco más y así una cosa los llevó a otra, y esa a otra, y terminaron los dos desnudos en la cama del ojimiel llenando de gemidos la habitación hasta que llegaron al clímax.

No cabía duda alguna de que esa había sido la mejor experiencia para ambos y la sonrisa que estaba mirando Blaine en el rostro de su amado confirmaba esa idea. Por suerte el moreno había podido girar sin deshacer el abrazo que tenía Sebastian a su alrededor y gracias a esto podría recibir a su 'no novio' con una hermosa sonrisa en cuanto él despertara. Pero, pensándolo bien. Después de esto ellos habían llegado a otro nivel, ¿no? Es decir, los amigos no andan por ahí acostándose los unos con los otros por más cariño que se tengan y esa sería una de las cosas de las que seguramente hablarían en cuanto el castaño se despertara pero, ¿para qué apresurar las cosas?

Sin darse cuenta, Blaine comenzó a formar figuras con su mano en el pecho de su pareja y éste sin previo aviso comenzó a acercarlo más y más a él hasta que sus bocas terminaron juntas uniéndose en un dulce beso matutino. – Buenos días… – Dijo el ojimiel en cuanto se separaron por falta de aire pero no pudo decir más porque sus labios fueron atacados nuevamente por Sebastian en un beso un poco más pasional.

– ¿Buenos? Excelentes diría yo… – Respondió el castaño con una deslumbrante sonrisa y ambos soltaron un suspiro.

– No pensé que este día llegaría… – Dijo Blaine en voz alta y su… ¿Qué eran? Debía pensar en eso definitivamente.

– Pero si era obvio Blaine. Si ayer fue sábado hoy sería domingo… – Bromeó Sebastian trayéndolo de regreso a la realidad pero ni eso rompió el momento.

– Eres un tonto… – Balbuceó el moreno adorablemente y el otro aprovechó para besarlo.

– Y tú amas a este tonto… – Contraatacó el ojiverde cuando se separaron y Blaine no pudo negar tal afirmación.

– Sí, de hecho sí. Creo que lo amo desde hace tiempo atrás pero no quería reconocerlo… – Le confirmó a Seb y él lo miró directamente a los ojos.

– Bueno, tiene suerte joven Anderson porque creo que yo también lo amo desde hace tiempo…

– Entonces ambos tenemos suerte… – Concluyó el más bajo y Sebastian lo pegó un poco más a su cuerpo.

– Sí pero creo que yo soy más afortunado porque me has hecho el hombre más feliz del mundo. Estuviste perfecto anoche cariño… – Dijo respirando en el hueco de su cuello y eso hizo estremecer al ojimiel.

– Tú también… – Fue lo único que pudo articular mientras cierta parte de su cuerpo comenzaba a despertar completamente.

– ¿De verdad lo crees? Porque se me está ocurriendo que para despertar bien… – Comentó el castaño rodando sobre él para quedar justo encima de Blaine, pero cuando estaba a punto de besarlo su celular sonó. – ¡Diablos! – Gritó en voz alta.

– ¿Quién llama en domingo? – Preguntó Blaine con un puchero.

– No lo sé pero deja que lo averigüe y lo mandaré… – Comenzó a decir mientras se estiraba para alcanzar su celular. – ¡Oh! Es el abuelo… – Dijo al ver el identificador de llamadas y eso lo hizo tranquilizarse. – ¿Hola? Sí… No… De verdad no abuelo… No, para nada… Bueno sí pero… Sí… Sí abuelo, ahí estaré… Nos vemos… Yo también… – Fueron las palabras que escuchó Blaine antes de que Sebastian se quedara viendo fijamente el techo.

– ¿Y bien? – Tuvo que preguntar el moreno.

– Te tengo noticias, vendrás conmigo a Nueva Jersey hoy… – Le informó Seb antes de levantarse y comenzar a vestirse.

– ¿Qué? ¿A qué iremos a Nueva Jersey?

– Reunión familiar… – Aclaró el ojiverde a Blaine y él lo miró confundido.

– ¿Qué no son en Idaho? – Preguntó.

– Mmm… Digamos que esta es una reunión familiar un poco más… – Comenzó a decir el castaño pero no encontró la palabra correcta.

– ¿Seria? – Sugirió Blaine y su 'no novio' negó con la cabeza.

– No… Un poco más… Grande, eso es…

– ¿Quieres decir que estará ahí toda tu familia? – Preguntó el ojimiel realmente alarmado a Seb.

– Mmm… Sí, algo así… – Contestó el otro restándole importancia.

– Creo que es mejor que vayas solo… – Se atrevió a decir Blaine y Sebastian se sentó a su lado.

– ¿Qué? ¿Por qué no quieres venir conmigo? – Preguntó preocupado.

– Porque… Porque… ¿Es una reunión familiar, no? Yo no soy de la familia… – Intentó librarse pero no funcionó.

– Pero lo serás algún día… – Dijo Sebastian acariciando su mejilla y su estómago dio un brinco.

– Pero Seb, yo… Yo ni siquiera estoy seguro de lo que soy para ti y… – Comenzó a decir sinceramente pero el otro lo hizo callar con un beso.

– Blaine, eres el hombre al que amo y el resto no importa. Acompáñame, ¿sí? – Dijo suplicante.

– Está bien Seb… – Respondió Blaine resignado.

– Quita esa cara amor, no son tan malos como crees… – Le comentó Sebastian un tanto divertido y él sonrió.

– Lo sé, lo siento…

– Pues deja de hacerlo y arréglate, tendré que ir a mi departamento por algunas cosas pero paso por ti en una hora, ¿sí? – Declaró el más alto y esperó su respuesta.

– Claro, aquí te espero… – Dijo Blaine intentando sonar tranquilo.

– Bien, te amo… – Susurró Seb contra sus labios antes de besarlo.

– Y yo a ti… – Respondió el ojimiel perdido en las sensaciones y pronto se sintió vacío al notar la ausencia de su… ¿Pareja?

Para algunas personas podrían parecer precipitados tantos 'te amo' en tan poco tiempo pero eso no contaba en la relación de Blaine con Sebastian. De hecho eso era en lo último que podría pensar el moreno porque justo en ese momento los nervios lo estaban torturando horriblemente. Era cierto que ya conocía a los padres de su 'no novio' y a su abuelo también pero, ¿cómo comparaba eso con conocer a toda la familia Smythe? Él comenzaba a creer que no estaba listo para llegar tan lejos y no porque no fuera bueno con las personas sino porque, ¿qué iban a decir cuando les preguntaran si eran novios o no?

Si lo analizaba, lo lógico era decir que sí porque Sebastian le había dicho que era el hombre al que amaba y eso ya lo hacía su novio, ¿o no? Sí, eso debía ser. Tal vez al más alto le costaba mucho trabajo decir algo como eso pero seguramente ya lo eran, no había otra explicación. Esta conclusión llevó al ojimiel a la relajación total, de tal forma que cuando su 'novio no oficial' pasó por su departamento, él ya estaba perfectamente listo y animado para conocer a su familia.

– Me alegra que hayas aceptado venir conmigo… – Fueron las palabras del castaño una vez que Blaine subió a su auto y éste sólo sonrió antes de darle un beso al piloto que comenzó el viaje después de que tuvieran que separarse por falta de aire.

Entre tanta carretera y tantos puentes, el camino parecía nunca terminar pero finalmente después de casi dos horas de viaje Sebastian se desvió hacia una residencia con un gran jardín que llamó inmediatamente la atención de Blaine. Él sabía que los Smythe tenían posibilidades pero no se imaginaba a qué grado y justo ahora comenzaba a preocuparse por el atuendo que había elegido antes de venir. Sin embargo, el aspecto casual de su acompañante lo ayudó a relajarse un poco antes de que la gran reja se abriera ante ellos.

– No te dejes impresionar, esta casa no es de mi familia. Un amigo del abuelo se la presta porque le encanta hacer parrilladas en su jardín… – Intentó tranquilizarlo Sebastian.

– Ya veo… – Fue lo único que pudo decir al contemplar todo lo que había a su alrededor.

– ¿Por qué estás tan nervioso? Les vas a encantar… – Dijo el castaño un tanto divertido.

– ¿Tú crees? – Preguntó el ojimiel preocupado y él lo atrajo hacia sí en un abrazo.

– No lo creo, estoy seguro amor… – Le aseguró antes de besarlo para calmar sus nervios pero una voz le impidió que lograra su cometido.

– Pero mira nada más quién llegó… – Dijo el abuelo de Sebastian al contemplar la escena.

– ¡Sebastian, hijo! ¡Pasen! – Gritó su mamá emocionada y ambos la obedecieron.

– Familia, antes de que comiencen a atosigarme con sus preguntas. Les presento al hombre al que amo, él es Blaine Anderson… – Fueron las palabras exactas del castaño frente a todos los presentes y Blaine no pudo evitar sentirse orgulloso de aquel apelativo.

– Mucho gusto… – Dijo en voz alta a todos antes de que Sebastian los presentara uno por uno.

– ¡Vaya! Ya era tiempo… – Escuchó decir a una señora de edad avanzada que estaba cerca del lugar donde Blaine saludaba a uno de los tíos del castaño.

– ¿Disculpe? – Tuvo que decir mientras se acercaba a ella y Seb lo alcanzó inmediatamente.

– ¡Oh! Ella es mi abuela, la teníamos escondida en Miami pero no le hagas mucho caso porque a veces no sabe lo que dice… – Dijo el ojiverde pensando que su confidente de tantos años podría soltar la lengua en ese momento.

– Sí, claro. Trátame como a la loca de la familia… – Se quejó su abuela y él sintió una punzada en el pecho.

– Abuela, sabes que no quise decir eso… – Se apresuró a aclarar pero se detuvo cuando escuchó la risa de la mujer.

– Lo sé Sebby, pero me encanta molestarte. ¿Apoco no es adorable Blaine? – Dijo su abuela divertida y él sólo pudo rodar los ojos ante tal broma mientras Blaine asentía entre risas.

Esa tarde Blaine pudo conocer un poco más sobre los pasatiempos de los Smythe y también disfrutó de una jugosa parrillada. La mejor de su vida, de hecho. Después de la comida los chicos decidieron invitarlo a cabalgar pero como él no sabía cómo hacerlo tuvo que viajar en el mismo caballo que Sebastian, cosa que no le incomodó para nada. Al regresar del paseo, el sol se sentía cada vez más fuerte por lo que decidieron que era tiempo de nadar un rato. Sin embargo, Blaine se negó a meterse a la alberca esta vez porque… Simplemente no se imaginaba dentro de la alberca, no es que tuviera alguna clase de fobia al agua y que no supiera nadar. No, para nada. Era sólo que estaba mejor ahí sentado en una de las sillas bajo una sombrilla contemplando a Seb nadar con sus primos y sobrinos.

Después de un rato, uno de los chicos salió de la alberca y se sentó junto a Blaine sin que se diera cuenta. – Hola… – Lo saludó con una sonrisa.

– ¡Oh! Hola, ¿cómo te llamas? – Quiso saber Blaine.

– Patrick. Tú eres Blaine, ¿verdad?

– Sí, mucho gusto… – Respondió el ojimiel.

– Igual… – Murmuró el niño antes de acomodarse en la silla para contemplar a los demás y de pronto cayó en la cuenta de algo. – ¿Tú no nadas? – Le preguntó al mayor y éste sintió cómo su corazón se aceleraba mientras buscaba la excusa perfecta.

– Olvidé mi traje de baño, sí, eso es…

– Mi primo pudo prestarte alguno… – Dijo Patrick señalando a un chico de una complexión similar a la del moreno.

– Oh… No, no es necesario. Aquí estoy bien, gracias… – Se apresuró a decir antes de que el niño le hablara a su primo y Patrick pareció comprenderlo.

– Entonces… ¿Tú y mi tío son novios? – Preguntó el menor para hacer la plática y vaya, ahí estaba la pregunta que tanto temía.

– Eh… Yo… – Intentó a decir pero de la nada apareció Sebastian frente a ellos y salió de la alberca tomando la toalla que tenía Blaine sobre su regazo para secarse.

– No Patrick, no lo somos… – Dijo terminantemente y el corazón del moreno se rompió en mil pedazos.

– Qué mal, hacen una linda pareja… – Se lamentó el menor.

– Lo sé pero… – Comenzó a decir Seb pero su 'no novio' se levantó inmediatamente y se alejó de ellos. – ¿Blaine? ¡Blaine, espera! – Lo llamó el castaño pero no obtuvo respuesta alguna.

– Ups, creo que la regaste tío… – Dijo Patrick comprendiendo que las palabras de su tío habían herido a su pareja.

– ¡Blaine! ¡Amor, espera! – Gritó desesperado el ojiverde mientras corría detrás de él.

– ¡No! – Fue la respuesta rotunda del moreno.

– ¡Blaine! ¡Por favor! – Insistió el más alto, pero al ver que no se detenía tuvo que acelerar y alcanzarlo. – Te lo suplico, déjame explicarte…

– ¿Qué me tienes que explicar Sebastian? Ya he escuchado lo que tenía que escuchar… – Dijo Blaine claramente herido.

– Amor, eso no es lo que estás pensando, yo… – Comenzó a decir pero no pudo terminar.

– ¿No lo es? ¿De qué hablas? Yo escuché perfectamente que tú y yo no somos novios, ya sé que no significo nada para ti… – Insistió Blaine con la voz entrecortada y comenzó a alejarse nuevamente.

– Blaine, no…

– ¡Déjame en paz! – Gritó el ojimiel molesto pero Sebastian lo atrapó entre sus brazos.

– No, no lo haré porque tienes que escucharme. ¿Ya olvidaste lo que vivimos en los últimos meses? ¿Lo que vivimos anoche? Blaine, yo… – Le dijo el castaño al oído y, ¡Dios! claro que Blaine lo recordaba pero las palabras que acababa de escuchar también estaban presentes en su memoria.

– No me importa eso Sebastian, yo escuché claramente lo que le dijiste a tu sobrino y no quiero que… – Siguió Blaine con su argumento en medio de dos lágrimas que atravesaban su rostro así como el corazón del ojiverde quien deshizo el abrazo en el que lo tenía envuelto.

– Espera, sé que eso se escuchó mal pero déjame explicarte. Te lo suplico…

– Déjalo que hable muchacho, después entenderás el porqué de sus palabras… – Intervino una tercera voz perteneciente a su abuelo y Blaine tuvo que hacer varias respiraciones antes de decidir.

– Está bien, habla… – Dijo finalmente y Sebastian tomó una de sus manos.

– Blaine, sé que todo este tiempo tú has estado esperando que yo te pregunte si quieres ser mi novio y créeme que nada me haría sentir más orgulloso que decir que tú eres el mío pero no puedo llamarte así todavía… – Comenzó a explicarse pero fue interrumpido por Blaine.

– ¿A qué te refieres? – Preguntó éste confundido.

– En mi familia, el noviazgo es algo sumamente formal… – Dijo Sebastian y Blaine hizo que soltara su mano.

– Ya veo… – Dijo pensando que Seb no quería algo serio con él pero por suerte, el castaño pudo ver lo que pensaba a través de sus ojos.

– ¡No! Es más formal de lo que te imaginas. Para que yo pudiera llamarte así tendría que pedir tu mano y tendríamos que fijar una fecha para nuestra boda. Cosa que estoy muy seguro que va a pasar pero… – Se apresuró a decir pero nuevamente no pudo terminar porque Blaine habló.

– Wow, más despacio vaquero… ¿Boda? – Dijo sorprendido.

– Sí, es por eso que no te he presentado como mi novio. Y siendo sincero creí que estarías bien con 'el hombre al que amo' pero ya veo que debí ser más claro contigo y evitar esto… – Siguió diciendo el ojiverde y esta vez fue Blaine el que tomó su mano dulcemente.

– Seb, lo siento. Es sólo que para la mayoría de la gente lo que tenemos ya es un noviazgo y realmente me dolió pensar que para ti soy sólo un pasatiempo… – Dijo siendo sincero y el castaño lo envolvió nuevamente en sus brazos.

– Amor, tú eres más que eso…

– Te creo Seb… – Dijo un poco apenado por la escena realizada pero la mano de Seb levantando su barbilla para que lo viera a los ojos lo hizo olvidarse de todo.

– Te amo Blaine… – Le recordó Sebastian.

– Y yo a ti… – Pudo responder el más bajo antes de que sus labios se unieran en un dulce beso y se escucharon algunos aplausos de fondo que los regresaron a la realidad. Toda la familia había contemplado el espectáculo.

Después de esa insignificante discusión, la abuela de Sebastian le contó a Blaine el origen de esa tradición que databa, según ella recordaba, desde antes del siglo XIX y le aseguró que era una tradición que en su familia había pasado de generación en generación hasta llegar a su ahora 'no novio'. Aquella tarde Blaine pudo expresar su opinión al respecto y le hizo saber a la abuela el nuevo significado del noviazgo actual pero al final no pudo evitar reconocer que eso sólo era un convencionalismo social sin el que sin duda podría vivir.


Sobra decir que una vez aclarada esa situación la relación de Blaine y Sebastian se desarrolló con toda calma. Obviamente tenían sus problemas pero generalmente discutían por cosas sin importancia. como lo que iban a preparar para la cena o la corbata que debía llevar el abogado para sus juicios. Finalmente al joven Smythe le gustaba molestar al hombre que amaba con este tipo de cosas porque después de la tormenta viene la calma y en su caso, las reconciliaciones eran la mejor parte de aquellos momentos. Sin embargo, Blaine pronto se dio cuenta de la estrategia de su 'no novio' y un buen día decidió dejar de seguirle el juego, cosa que los hizo estar mejor juntos. Pero calma, las "reconciliaciones" siguieron a la orden del día.

Fue hasta los seis meses de relación que el castaño le preparó una cena especial al amor de su vida. Por primera vez se dedicó a buscar recetas en internet y a llamar a su madre, abuela y tías para que le recomendaran el mejor estofado para una noche inolvidable, y también para que le indicaran cómo evitar que quemara el departamento. Su familia sabía exactamente lo que haría por lo que decidieron apoyarlo sin dudar. Aquel día Sebastian faltó al trabajo y se tomó todo el día para mover muebles y preparar la cena.

Esa noche Blaine recibió el mensaje de su 'no novio' e inmediatamente se dirigió a su departamento, pero se sorprendió al llegar ahí porque había una nota en la puerta que decía: Toque antes de entrar. Sin embargo, decidió seguirle el juego a Sebastian y eso hizo justamente. Al escuchar que alguien llamaba a la puerta, el castaño se quitó el delantal con el que estaba cocinando y se dedicó a encender las velas antes de abrir la puerta. Finalmente, en cuanto estuvo listo dejó entrar a Blaine al departamento y éste se quedó boquiabierto al ver lo que el ojiverde había hecho esa noche.

Por supuesto que hubo besos antes de que el horno sonara anunciando que era hora de la cena, también hubo miradas significativas entre ellos e incluso platicaron sobre cosas cotidianas como el trabajo de Seb o el nuevo papel de Blaine en alguna obra de Broadway. Pero el moreno sabía que algo había detrás de esa cena, lo sabía porque el castaño desviaba la mirada cada vez que Blaine quería tocar el tema e incluso llegaba a desviar la conversación hacia el clima y una sarta de tonterías más. Para su fortuna, Sebastian estaba tan nervioso que no tuvo que esperar mucho tiempo para saber el motivo de tanto esfuerzo porque de un momento a otro sólo lo dijo.

– Blaine, ¿quieres ser mi novio? – Esas fueron las palabras que escondían el secreto de esa linda noche y si el ojimiel no conociera ya el significado de esas palabras para la familia Smythe seguro que habría aceptado.

– Vaya, me halagas pero no estoy listo para la boda… – Dijo sinceramente y su pareja se echó a reír ante tal comentario.

– Sabía que pensarías eso pero, ¿qué crees?

– ¿Qué? – Preguntó Blaine un tanto confundido ante la reacción del castaño.

– La abuela ha dicho que es tiempo de olvidar algunas tradiciones y de adoptar otras. – Le explicó Sebastian y el corazón de Blaine pudo haberse salido de su lugar en cuanto vio al más alto tomar una de sus manos entre las suyas. – Así que… – Comenzó a decir pero Blaine no lo dejó continuar.

– No, no lo digas… – Dijo terminantemente y esta vez el confundido fue Sebastian.

– Pero pensé que tú…

– No, ya no me interesan las etiquetas. – Le informó el ojimiel y una sonrisa apareció en su rostro. – En estos meses he comprobado que me amas y que yo te amo, y eso es lo que realmente importa… – Concluyó Blaine y Sebastian todavía no podía creer lo que estaba escuchando.

– ¿Estás seguro? – Tuvo que preguntar.

– ¡Claro que sí! Dejemos esa petición para el futuro, ¿sí? – Sugirió su 'no novio' mientras se tomaban de ambas manos y ambos sonrieron pensando en que ese futuro, tal vez, no estaba tan lejos como parecía.

– Entonces si nos preguntan lo que somos, ¿qué diremos? – Quiso saber esta vez el más alto y Blaine lo levantó para jalarlo en un abrazo.

– Que yo soy Blaine, el hombre al que tú amas y que tú eres Sebastian, el hombre al que yo amo… – Dijo tan convencido que al ojiverde no le importó todo lo que había pasado para poder realizar finalmente esa pregunta.

– Me parece perfecto… – Respondió sin más mientras miraba amorosamente a su 'no novio'.

– Lo sé, tan perfecto como nosotros siendo simplemente Blaine y Sebastian. – Fue lo último que dijo Blaine antes de acabar con la distancia que lo separaba del hombre al que tanto amaba.

Por supuesto que aquella noche la pareja llegó un poco más allá de una simple rutina de besos, claro que esa no era la primera vez y tampoco sería la última vez que lo harían pero se entregaron el uno al otro como si lo fuera. Esa noche ambos decidieron que la etiqueta de su relación iba a dejar de importarles porque si bien antes diferían en la idea que tenían de noviazgo, justo ahora ellos iban a construir una nueva definición, una en la que se olvidarían de las ideas del siglo XIX pero también de las del siglo XX, porque para empezar ellos ya estaban en el siglo XXI y además habían descubierto que el secreto no está en preguntar qué son, sino quiénes son. Y eso, eso ya lo tenían claro.