Encuentros Inesperados

Un nuevo torneo, un equipo misterioso, reuniones imprevistas, terribles espíritus mágicos que tratarán de destruir a las bestias bit sagradas de los G Revolution y una leyenda que envuelve el misterioso pasado de los integrantes de una asociación desconocida.


Disclamer:Beyblade, aunque quisiera, no es mío, sino de Takao Aoki. Yo sólo hago esto como pasatiempo usando sus personajes sin ánimo de lucro.


Capítulo I: Entre Fotografías y Recuerdos

Era una noche fría, a decir verdad, el viento soplaba con una fuerza asombrosa. Mientras tanto, en la cima de una colina, se percibe una luz proveniente de una suntuosa mansión. En la habitación más grande de aquella construcción, un joven de diecisiete años estaba sentado en un sillón, cercano a la chimenea, la cual era donde se originaba la luz.

El chico tenía el pelo azul bicolor, (enfrente y la mayoría de éste era añil grisáceo, atrás de un marino oscuro), un par de ojos rojizos, la piel nívea y en su rostro unas rayas, más bien triángulos, de azur eléctrico. Vestía una camisa blanca, pantalón negro, zapatos. Había hecho un viaje tan largo aquel día, asuntos de negocios de la empresa familiar, siendo el único, tenía la obligación de mantenerse al tanto de dicha institución, aunque solamente veía de vez en cuando a los ejecutivos que la dirigían en ese momento, debido a que su abuelo desapareció hace tiempo, por problemas legales con sociedades deportivas e internacionales. Ésta es la razón por la cual, se hallaba solo en esa residencia desde hace tres años. El nombre del joven es Kai Hiwatari.

El lugar en donde se encontraba era una especie de biblioteca, debido a que está compuesta de varias estanterías llenas de libros. Cerca del joven, se hallaban dos sillones idénticos al que él estaba sentado, (rojos), de frente de estos, un sofá amplio del mismo color. En el piso había una alfombra escarlata con hilos dorados. A la derecha, al fondo, una puerta de madera y tres estanterías más una gran chimenea, en donde el fuego danzaba lentamente.

Kai, en ese momento, leía, o más bien hojeaba, un volumen hecho de una pasta de piel. Miraba cada fotografía de aquel álbum, recordando una niñez que parecía lejana, una época aún antes de que él ingresara a la abadía, cuando vivía con su familia, precisamente en esta mansión, hace trece largos años…

¡Vamos Kai, mamá nos leerá una historia! —una chiquilla de cuatro años, que engalanaba un vestido verde claro, con el pelo recogido en una coleta, lo tomaba de la mano, jalándolo y llevándolo adentro de la morada.

¡Vaya, si que te emocionas tanto! —Le respondió el niño, que también tenía la misma edad y vestía un traje color azul marino—. Tranquila, te pareces demasiado a Albert, y eso que ustedes no son gemelos. Pensando en él ¿dónde está?

Se encuentra adentro, hermanito. Además en primera, sabes que él tiene un año más que yo, en segunda solo compartimos ese gusto por las historias. En tercera, mi carácter, mis rasgos, para tu desgracia, son idénticos a los tuyos, Kai.

Hum… —fue lo único que espetó el chico.

—Olvidaba que a ese par siempre les encantaban escuchar a nuestra madre leer estos libros —pensó Kai, al ver con nostalgia las polvorientas estanterías—. A mi hermana le apasionaban aquellos que tratasen de tierras lejanas, magia; por otro lado, a Albert, sobre las ciencias y la política. ¡Ja! como los disfrutaban, recuerdo que ellos precisamente me mostraron aquel gusto por la lectura.

Volvió a hojear el álbum, de pronto se detuvo en otra imagen, era invierno, sin embargo, esta vez se hallaba en Rusia con sus hermanos a su lado, pero ahora con cinco y seis años, respectivamente. Meditaba, aquella foto le traía a la mente el dolor que sufrió en esa época, debido a que sería la primera vez que se separarían…

Hermana ¿Qué haces ahí? hace demasiado frío. No te quedes en el balcón, regresa adentro —un Kai de cinco años con un abrigo rojo, le grita a una niña de su misma edad, pero ella con uno de color azul cielo, pero al no obtener respuesta, se dirige hacia ella—. Puedo sentir la tristeza que te embarga, Isis —la observa detenidamente y prosigue—. Yo no sé qué decirte pero…

No… no importa, Kai —dijo entrecortadamente, pero nuevos sollozos brotaron de sus orbes—. La… la muerte de un ser querido es… es un golpe duro en la existencia de una persona.

Kai la veía, también él poseía una mirada menos brillante que de costumbre, pensaba que si abrazaba a su melliza, tal vez ambos desahogarían sus penas. Pero no lo hizo porque vislumbro en el portal a un niño de seis años, con una gabardina de color verde, cabellera de un castaño claro, ojos color miel, tez blanca, quien se dirigía a ellos

Albert —murmuró el ruso menor. La niña viró su mirada hacia el recién llegado. Él también había estado llorando, por lo que pudo percibir.

No deberían estar aquí, podrían pescar un resfriado —expresó con voz ahogada.

Al, eh, bueno, tú…

No te preocupes, estoy bien —mintió, esquivando la miradas de sus hermanos—. Por cierto, vengo a avisarles el abuelo ha llegado…

Hum, no creí que viniera —lo calló la niña y en su rostro se vio su disgusto —el abuelo Voltaire. Así que estará presente en el funeral de nuestro padre. No entiendo a que se debe la molestia.

No comprendo tu ira contra él, Isis —espetó Albert.

Jamás ha estado con nosotros —expresó con acidez, al mismo tiempo que miraba un edificio hallado a las cercanías del centro de la ciudad de Moscú—-. Lo detesto —gruñó.

Los tres se quedaron en silencio, sintiendo el viento invernal sobre sus rostros. Albert observaba a su hermana con cierta incertidumbre. La niña suspiró, mientras metía su mano derecha en el bolsillo de su abrigo.

Esto sólo es el inicio —musitó de repente, dejando confundidos a los niños—. ¿Recuerdan la leyenda que mamá nos contó hace un año? —Ambos hermanos se miraron, ante la extraña pregunta de la niña.

Isis, este no es el momento apropiado para pensar en eso —comentó el castaño.

Te equivocas, quizá es el mejor momento —le respondió.

Concuerdo con Albert, no creo…

Sólo recuerden y les diré mis motivos.

El relato de las bestias bit sagradas —comentó Albert al final, con cierto fastidio.

Como poder olvidarla, es tu favorita —dijo Kai, siguiéndole la corriente a su gemela—, cuando observaste las imágenes de esos seres, te enamoraste de ellas…

En especial el ángel y el fénix. Aunque a mí me gustó más el mago —inconscientemente, Al sonrió.

A mi me impresionó el ave de fuego. Recuerdo que mamá nos mencionó que ellos tres son los guardianes de la familia Hiwatari ¿por qué lo aludes, Isis?

Porque ellos serán el vínculo que nos mantendrá unidos, aunque estemos lejos uno de los otros. Prométanme, pase lo que pase, no olvidarán el lazo que hay entre los tres. Y estos bits —los saca de su bolsillo y le entrega uno a cada niño—, utilícenlo en sus blades. Yo usaré este, así que si el destino hace que nos volvamos a ver, sabré que jamás nos distanciaremos unos de otros…

Isis ¿te puedo hacer una pregunta?

Claro.

¿De dónde obtuviste esto? ¡Mamá te regañará por haberlos sacado! —Albert se exaltó.

No te preocupes, es más, ella fue la que me los dio a mí. Mencionó que ya es la hora de que estén en nuestro poder. Dranzer, Dranzaria Angeligth y Dragoonary Wizard. ¿Los recuerdan, cierto?

No los ubico —respondió su gemelo con cierta ironía—:"El ave de fuego será dominado por aquellos que posean la mirada del elemento al que pertenece este espíritu"

"El ángel apoyará de los protegidos de Dranzer y de Driger, además del suyo" —murmuró la pequeña, mirando al mayor.

—"Mientras el mago tendrá afinidad con sus congéneres, ayudando a ellos y a sus predestinados" —dijo, a la vez que observaba el bit que tenía en sus manos.

Interesante, pero ni siquiera sabemos en donde se localizan las otras bestias bit —intervino Kai—. Me gustaría conocerlas y a los chicos que las posean…

Ese futuro no es lejano —contestó la chica—. Otra parte del relato menciona que se reúnen cada doscientos años: "Cuando los seres sagrados se vuelvan a juntar, grandes y terribles pruebas sus elegidos sufrirán, sin embargo, su amistad podrá vencer las adversidades que el destino les tiene preparado."

Piensas que…

¿Algún día los encontraremos? —Completó Kai

Si —suspiró la chiquilla, mientras su semblante se tornó serio al dirigir su mirada a su hogar.

Deberíamos entrar —expresó Albert.

Creo que tienes razón —coadyuvó el menor—. Isis, ven —la niña no respondió, pues miraba el firmamento—. ¿Qué observas?

Nada, es sólo que… ¡olvídalo! —suspiró con tristeza, mientras brotaban nuevas lágrimas de sus ojos.

Kai no se resistió más, abrazó a su hermana, tratándola de confortar. Isis sintió la presencia de su hermano, con aire sorprendido le habló:

Gracias —le dirigió una sonrisa tímida—. Al menos sé que serás mucho más fuerte que yo —una gélida brisa se soltó de repente.

Entremos —dijo Albert—, está comenzando a nevar…

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— ¡Si al menos hubiéramos sabido lo planeado por el abuelo! —Mencionaba para sus adentros con ira, mientras su vista retornaba a la fotografía. Suspiró—. Es sorprendente como cambiamos los tres, desde aquel entonces —buscó en sus bolsillos a Dranzer—. Y cuanto nos hemos separado por distintas causas —musitó con melancolía.

De pronto suena el reloj, hallado justamente encima de la chimenea. Era media noche. Él cerró el álbum. No se había dado cuenta del tiempo que había transcurrido. Ahora sentía un leve cansancio. El viento seguía soplando estruendosamente, causando que el joven le pusiera atención. Se dirigió hacia la ventana, corrió la cortina, admiró el paisaje oscuro que se veía en ese instante.

Una nube se retiró de la luna llena, dejando que su luz iluminara el jardín de aquella residencia. Fijó su mirada hacia ese lugar, debido a que vislumbró una sombra, parecida a un individuo cubierto de una capa. Asustado, cerró sus ojos y agitó su cabeza de un lado a otro. Cuando retornó su visión hacia la ventana, aquella silueta había desaparecido.

Tal vez fue sólo mi imaginación —pensaba el joven. Ahora está extinguiendo el fuego de la chimenea, provocando que ese lugar no existiera la luz. Se dirigió a su recámara, sin imaginar que en la terraza de su mansión, dos personas dirigían su mirada a la habitación en donde Kai había recordado parte de su pasado.