El favorito. (Kido x Fudou) UA
-¡Ah!, por favor detente – gritaba.
El dolor era insoportable, cada embestida hacía temblar mi cuerpo de una manera atroz.
-¿Puedes calmarte? Estoy seguro que si fueras "Él" no te estarías quejando –habló la voz de mi captor.
Sus manos en mi miembro subiéndolo y bajándolo a su antojo, sus labios besando mi cuello y dejando marcas en mi blanca piel.
Una sensación no tan placentera, pero yo, de eso vivía.
Mi respiración era agitada.
-Fudou, ya casi terminamos –dijo ese hombre.
Fue cuando lo sentí, ese líquido bajar de mí entre pierna y él sacando su órgano de mí.
-¡Eres un inútil! –Gritó mientras me pegaba una bofetada -¿Por qué no puedes durar mas como lo hacía "él", tu jamás podrás ser como Mi Kido.
Él hombre se fue del lugar, dejándome solo una vez más.
-K-Kageyama espere… -perdí la conciencia.
Siempre era lo mismo, sabía que él me utilizaba, que el me daba dinero para trabajar en su compañía y acostarme con él, sabía que yo estaba solo, sabía que Kageyama nunca estaría satisfecho conmigo, por que siempre me comparaba con Kido. Siempre.
Recobré la conciencia unas horas mas tardes, ya era de noche.
Vestí mi ropa y salí del lugar donde tenía mis encuentros con mi jefe.
Lo único que quería era olvidar el asco de vida que llevaba.
Llegué a un bar y me senté enfrente de la barra, le pedí al barman algo para olvidar.
Quería llorar, me sentía mas deprimido que nunca.
Sentí como los ojos de alguien se posaban en mí.
-¿Qué me ves? –grité al chico de al lado.
Yo estaba ebrio, sentía mi cara caliente, había tomado demasiado.
El chico se rió.
Era un chico alto, con unas ridículas rastas y unos ojos de conejo. Rojos.
-Eres patético –se burló de mí.
-Ja ¿Yo patético? –hablaba enojado y ya no me podía mantener en equilibrio.
-Hace unos años yo era igual que tú –dijo levantándose de su lugar.
Me dio una tarjeta
-Necesitas ayuda –dijo sin verme a los ojos.
Así tomé la tarjeta y el misterioso hombre desapareció.
Él sin dar más rodeos, si conocerme, se había dado cuenta de mis problemas, y lo único que sabía de él, era…nada.
Leí la tarjeta, buscando uno de sus datos.
Nada.
Psicóloga: Haruna Ootonashi
Tel: 9999xxxxxx Cel: 444xxxxxxx
Entonces, ese idiota desconocido pensaba que yo estaba loco.
Guardé la tarjeta, y salí del bar.
Me dirigí a mi casa.
Abrí la puerta y…
-¿Dónde estabas mocoso? ¿Sabes que no has hecho la cena y muero de hambre? ¡Eres un idiota irresponsable! –gritaba una mujer desesperada.
Sus ojos estaban rojos y casi fuera de su orbita.
-Estaba trabajando –le dije.
-A mi eso que chingados me importa, lárgate a hacer algo de provecho, tienen responsabilidades – la mujer gritaba, al caso ya ni la oía.
Subí a mi habitación, la mujer seguía gritándome, me quité mi chamarra y me acosté en la cama.
-¡Fudou! ¡Ven en este momento! ¡Akio no me hagas subir! –gritaba la mujer.
-¡Ya voy madre! –contesté.
Levantándome de la cama, la tarjeta del desconocido se cayó al suelo, la levanté y la observe
-Haruna Ootonashi –susurré –quizá sea una buena idea.
Guardé la tarjeta y baje.
