Todos los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi, al igual que la historia original e idea original.

INSTINTO

Por: Pinkipick

Capitulo: Nuevo día

Suspiré frustrada mientras me colocaba un mechón de cabello detrás de la oreja sin dejar de mirar al exterior por la pequeña ventana.

Un gesto que no podía hacer habitualmente.

Observé de nuevo como el cielo iba cambiando poco a poco su tono oscuro a uno más claro, dando paso a uno más rojizo con matices anaranjados. Sabía que no faltaban más de varios minutos para saliera el sol, sin embargo no podía evitar sentirme emocionadamente ansiosa por ver de una vez por todas la luz del día para poder salir de la cabaña.

No es que no me gustaran las noches sin luna, como mi padre y yo las llamábamos, al contrario, me gustaban e incluso las disfrutaba, pues era cuando simplemente éramos una familia humana –cosa que a mi padre, al contrario a mí, le desagradaba por estar "desprotegidos" –, sino que hoy era el día en que había quedado con mi mejor amigo para ir a nuestro claro, el cual habíamos descubierto por mera casualidad un día cualquiera cuando cumplíamos con uno de nuestros entrenos. Hoy practicaríamos nuestros ataques, y eso, me ponía terriblemente ansiosa.

Suspiré de alivio cuando vi que el cielo se tornaba más anaranjado. No quedarían más de tres minutos.

Desaté la cinta roja que colgaba de mi muñeca y sin dejar de mirar al exterior, me la coloqué con suma destreza en el cabello para hacerme una coleta alta, dejando a los lados de mi rostro dos mechones sueltos acompañados de mi flequillo medio despeinado, como de costumbre.

Todos nuestros amigos que sabían el secreto de mi familia, habían comentado que cuando estaba en mi forma humana era el perfecto retrato de mi madre; con el cabello negro, el mismo color de ojos, la misma sonrisa... Sin embargo yo sabía que habitualmente me parecía más físicamente al testarudo de mi padre, cabello, colmillos, orejas perrunas, e incluso decían que teníamos las mismas expresiones.

Observé de nuevo el exterior. Un minuto. Sonreí todo lo que pude.

Giré sobre mis talones y me coloqué bien la espada en el obi mientras intentaba pasar lo más silenciosa posible por al lado de mi madre, quien dormía al lado de las ascuas medio apagadas del fuego. Su rostro era tan tranquilo que cualquiera diría que había pasado noches enteras sin poder dormir por la incomodidad de tener una panza del casi tamaño de una sandía, aunque solo se encontrara en su quinto mes de embarazo. Así que decidí mejor dejarla descansar tranquila y no darle un beso en la mejilla antes de marcharme por miedo a molestarla e interrumpir su sueño.

Cuando estuve en frente de mi padre, me agache a cuclillas hasta quedar a su altura.

Mantenía los ojos cerrados, sin embargo sabía de sobras que se había mantenido todo la noche despierto en la misma posición sin moverse -sentado con las piernas cruzadas, recostado en la pared y con Tessaiga abrazada entre sus brazos -totalmente alerta de cualquier peligro. Miré su cabello totalmente negro por un momento, como el mío ahora e igual o más largo que cuándo yo lo llevaba suelto. Su rostro era tan delicado que aún parecía un chico demasiado joven como para tener una hija que aparentaba la misma edad que su mujer. Era una cosa rarísima en realidad, pues a veces la gente que no nos conocía pensaba que yo era su hermana pequeña. Aunque en realidad todos nuestros amigos cercanos y familia sabían que él tenía más de varios siglos de edad y mi madre, que solamente aparentaba diez y ocho tenía en realidad treinta y tres –quince años desde que yo nací –.

Éramos una familia peculiar, pero… ¿de qué podría preocuparme o quejarme? De nada, por supuesto. Tenía a la mejor familia del mundo y a la más especial. Nadie hoy en día podía decir que tiene un padre Hanyou, hijo del Gran jefe Perro –mi abuelo –, y una madre humana con poderes espirituales venida de otra época, resucitación de otra mujer con el propósito de ser la protectora de la Esfera de los Cuatro Espíritus.

-Aún no ha amanecido –anunció mi padre con un tono serio sin abrir los ojos, provocándome un respingo-.

Sonreí.

-Ya verás como sí –le respondí antes de depositarle un pequeño beso en la mejilla y levantarme hasta dirigirme a la entrada de la casa-.

Refunfuñó por lo bajo un casi inaudible "Keh" y sonreí aún más.

Coloqué mi mano aún sin garras en el extremo de la cortina de mimbre que hacía de puertecita y la abrí poco a poco mientras los primeros rayos iluminaban el cielo, dejándome expuesta a él. Cerré los ojos mientras sentía el calor mañanero del sol acariciarme la piel del rostro. Entonces lo pude sentir. Algo se removió dentro de mi pecho, como si mi corazón diera vuelcos mucho más fuertes que antes acompañados de un débil escalofrío que me atravesó desde la espina dorsal hasta la nuca. Al cabo de unos segundos, esa maravillosa sensación ya había terminado.

-Volveré en unas horas, –anuncié girando la cabeza para poder mirar a mi padre aun sosteniendo la tela con la mano –dale a mamá un beso cuando despierte.

Abrió los ojos lentamente y me miró directamente a los míos con expresión sería, provocando un leve destello de color dorado en la penumbra de la habitación.

-Ten cuidado.

Sonreí aún con más ganas. A veces podría sonar demandante, o simplemente grosero, pero sabía que esa era su manera de preocuparse de nosotras.

-¡Adiós papá!

Y un segundo después salí disparada de la pequeña casita dejándola atrás a gran velocidad.

Me impulsé con gran fuerza hasta llegar a las ramas más altas de los árboles, saltando de una a otra para poder llegar lo antes posible a la casa de mi amigo. Sentía como el viento provocado por la rapidez de mis piernas chocaba contra mi rostro, moviendo mi flequillo con rebeldía. Mi madre había dicho más de un vez que había heredado este "extraño" gusto a la velocidad de mi padre, decía que le recordaba a él cuando años atrás cuando se conocieron y se dedicaban a recolectar los llamados fragmentos de la esfera.

Hasta hoy.

Me paré en seco en la rama más alta del árbol en el que me encontraba, situado justo en frente de la cabaña en la que residía mi mejor amigo. Apoye mi mano en el tronco y cerré los ojos mientras agudizaba mis orejas perrunas. Podía escuchar los pajarillos cantar mientras volaban alrededor del bosque, el agua movida del pequeño riachuelo que había más allá, e incluso la suave respiración de los que aún estaban durmiendo en aquella casa. Pero había algo más, el sonido de un arma afilada siendo cogida con delicadeza.

Sonreí.

Abrí los ojos y salté al suelo con un salto ágil, quedando justo a unos metros de la entrada. Entonces, una milésima de segundo después apareció por detrás de la cortina de mimbre.

-¡Buenos días Izayoi!–saludó con una sonrisa mientras se acercaba a mí y me despeinaba el flequillo como siempre hacía. Sabía que me molestaba, por eso aprovechaba cada oportunidad que tenía.

Me zafé de él sin poder reprimir la risa.

-Buenos días Ganku –le respondí con una sonrisa apartándome los mechones de la cara -.

Me observó unos segundos con una mirada radiante. La luz el sol que le daba levemente en el rostro hacía que sus ojos azules se vieran más profundos de lo normal. Me lo quedé mirando por un momento también. Ganku era realmente hermoso, mucho. Su cabello caía hasta sus hombros en forma irregular, y su rostro, –igual que el de su padre – había pasado del de un niño al de un hombre.

-¿Nerviosa? –me preguntó con una sonrisa arrogante mientras se colocaba su enorme arma en la espalda con agilidad.

Levanté una ceja.

-Mi espada puede hacer más que eso que llevas –bromeé colocando una mano sobre la empuñadura de mi Colmillo-.

-Já-já –fingió-, yo si fuese tú lo estaría –contestó mientras me daba la espalda. Giró el rostro y me miró sobre el hombro – ¡Te hecho una carrera! –y comenzó a correr a dirección al claro.

Le comencé a seguir mientras me reía a carcajadas.

A la mínima oportunidad que teníamos siempre aprovechábamos para hacer carreras. Lo hacíamos desde pequeños, y el tiempo no había hecho que desapareciese la costumbre. Le miré la espalda mientras corría varios metros detrás de él. La verdad es que Ganku tenía un don o algo parecido con la velocidad, corría muchísimo, ¡incluso con su enorme Hiraitetsu en su espalda como ahora!

Le oí reír entre dientes seguramente al pensar que llegaría antes que yo. Pero no lo iba a permitir. Oh, y tanto que no. Salté con agilidad hacía una rama y comencé a pasar de una a otra con astucia.

-¡Eso es trampa! –me gritó desde abajo mirándome sin dejar de mover las piernas.

Le sonreí con orgullo.

Esto era una de las cosas que más me gustaban. Poder hacer cosas que un humano –pero del todo humano- no podía hacer, como por ejemplo esto, saltar con gran agilidad de un árbol a otro. Claro que también había otras cosas, como tener más fuerza, mejor vista, mejor oído y un muy desarrollado olfato gracias a la sangre Inuyoukai que corría por mis venas y también la curación de las heridas, que por muy serias que fuesen, tardaban poco en sanar. Pero bueno, eso no quitaba que cada vez que me presentaba con algún rasguño insignificante mi madre se preocupara como si me fuera la vida en ello. Me gustaba ser una Hanyou, me orgullecía, pero también me orgullecía tener a la madre que tenía. Yo no la consideraba una humana cualquiera sino más bien todo lo contrario. Ella era una de las pocas sacerdotisas más conocidas de la región gracias a sus fuertes poderes.

Conforme avanzaba sobre las ramas, pude ver como los árboles se abrían camino hasta quedar muy separados entre sí, dejando a la vista el pequeño claro de color verde intenso.

Ganku me miró de reojo dese abajo y aceleró la carrera, adelantándome la distancia que había conseguido recuperar.

Entrecerré los ojos.

Llegué al último árbol del frondoso bosque y cuando pude ver por fin el claro ante mis ojos, me impulsé con fuerza en un gran salto para llegar lo más rápido a él. Pero antes de que pudiera ni siquiera tocar el pasto con los pies, un cuerpo duro como una roca me interceptó en el aire, reteniéndome ente sus brazos y haciendo que ambos cayéramos rodando por el suelo.

Cuando mi cuerpo quedó sentado encima del de él, apoyé las manos al lado de su cabeza en un acto reflejo de mantenerme en equilibrio.

Ganku comenzó a reírse –seguramente por mí expresión –a carcajadas a escasos centímetros de mi rostro, inundando el lugar con su risa. Me quedé estática sin poderme moverme ni un milímetro y sin poder decir alguna palabra, sintiéndome el corazón latir con tanta fuerza que creía que me rompería las costillas.

-¡Te he ganado! –Gritaba entre risas.

Le miré incrédula a los ojos y redujo la risa al silencio, devolviéndome la mirada. Nuestros rostros estaban tan cerca que incluso podía sentir su respiración chocar contra mi nariz. Fue entonces cuando todos mis sentidos de demonio desaparecieron como por arte de magia, que aunque sabía que era imposible, así lo sentía en ese instante. Todo a mí alrededor desapareció. Mi olfato se redujo a la nada, solo pudiendo oler su aroma, y mi vista, quedó nublada.

Sentía sus ojos mirándome fijamente, como si sus ojos azules me traspasaran por completo. Me sentí vulnerable por un segundo.

Despegó una de sus manos de mis caderas con las cuales me mantenía sujeta y la acercó a mi rostro con cautela. Acarició mi mejilla con la palma de su mano con mucha delicadeza, como temiendo poder hacerme daño. Su mano, que era tan grande como mi cara, me acunó con suma timidez, haciéndome sentir la calidez de su palma por todo el contorno de mi cara.

Proferí un leve suspiro sin poder evitarlo.

Pero antes de que mi mejor amigo pudiera acercar más su rostro al mío, una de mis orejas perrunas giró automáticamente en dirección norte del prado, justo en el lado opuesto en donde nos encontrábamos, captando con atención varios sonidos conectados al compás. Aparté la vista de los ojos azules que ahora me miraban con atención y la enfoqué a la nada, concentrándome. Distinguí tres pares de piernas corriendo a gran velocidad acompañadas de… ¿perros?

Zurcí el ceño y él, entonces lo entendió.

REVIEWS

¡Hola! Por fin estoy aquí de nuevo, y después de tanto tiempo... me he decidido a continuar la saga de Almas Conectadas.

Aunque tengo que adelantarme y decir que sí, será la continuación pero con cosas que no concordarán demasiado entre ambos fics. así que si notáis algo no os extrañéis.

Millones de gracias por seguir ahí, y espero que os haya gustado este primer capítulo. Prometo subir uno cada semana sin falta, puesto que ya lo tengo casi terminado.

¡Besos!