CRONICAS DE LA ARENA: LAZOS.

SINOPSIS: ¿Qué son los lazos? Nunca antes se había hecho esa pregunta con tanta seriedad. En su joven vida solo había deseado saber que había sido amado por su madre; y ahora lo sabía, y era reconfortante, pero… ese solo era un lazo, de los tantos que tendría en su vida. El más importante, pero no el único.

Esos lazos serían los que lo pondrían a prueba, en esa nueva etapa que estaba comenzando.

De sangre, amor, odio, amistad, poder… ¿Qué lazo prevalecería en su vivir? ¿Lograría soportar el peso de estos?

Como si no fuese suficiente, los problemas políticos de la Nación del Viento, serían más notorios, producto de la no tan deseada paz, para algunos.

Segunda temporada de "Crónicas de la arena".

CAPITULO 1.

Las olas se acercaban apacibles a la playa desértica.

Un hermoso fondo, mescla de rojo y dorado, adornaban el cielo.

El océano copiaba su color, haciendo imposible saber, dónde, este se unía con el firmamento.

Ahí se encontraba él.

Sentado de forma solitaria, en uno de los pequeños peñascos que se habían formado de manera natural a varios metros de la playa.

En su maduro rostro, se dibuja una serena expresión. Su cabello rojo, que antes parecía una flama salvaje, ahora se encontraba estrictamente peinado, y aun no conocía el pavor de las canas.

― Sabia que estaría aquí, padre.

La voz de Shinki irrumpió en su atmosfera tranquila, mientras se materializaba, luego de haber llegado en una especie de remolino, oscuro por el metal.

Gaara lo observó de lado, manteniéndose sentado.

Su mirada estaba llena de orgullo, el orgullo inconfundible que reflejaba un padre por su hijo.

Descruzó sus manos, para luego usar una de ellas, y palpar el suelo a su lado, a modo de invitación, para que lo acompañase en lo que sea que estuviese haciendo.

El muchacho, que ya había superado su veintena de edad no hace mucho, obedeció en silencio.

Al igual que su padre, no era alguien de muchas palabras.

Pasaron varios minutos, hasta que uno de ellos se animó a romper el silencio.

― El ocaso puede llegar a ser hipnotizante ―emitió Shinki, con cierta perplejidad, mientras sus ojos se inundaban con el paisaje.

― Yo lo definiría como "tranquilizante", pero supongo que tu definición también es acertada ―agregó el pelirrojo, mientras volvía a fijar su mirada en él, notando que parecía un tanto inquieto―. ¿Nervioso por mañana? ―terminó diciendo.

El castaño de ojos verdes, soltó un suspiro, al notar que su padre había notado el motivo de su acercamiento.

Gaara al ver que no respondía, confirmó su sospecha.

― Yo también estaba nervioso el día en que fui nombrado Kazekage ―prosiguió hablando, descruzando y volviendo a cruzar sus piernas, para evitar el adormecimiento―. Ahora que lo pienso, es como si hubiese sido ayer…

Una expresión de nostalgia invadió su rostro al decir eso último.

― Ah, lo sé, pero… siento que aún no es tiempo ―soltó Shinki con notoria preocupación.

― ¿A qué te refieres con que "aún no es tiempo"? ―el pelirrojo arqueó su frente, ante la idea.

El usuario del elemento magnético se encorvó con cierta timidez, mientras su rostro reflejaba una mescla de tristeza y desorientación, algo que era raro en él, ya que siempre mostraba una actitud seria y serena.

― Yo… he empezado a sentir, que no seré capaz de llenar el puesto que dejas ―dijo de golpe y con total honestidad, su hijo.

― Nadie es capaz de llenar la huella que otros dejan. No tienes porque "llenarlas", sino asegurarte de dejar tu "propia" huella ―le respondió su padre, quien parecía estar listo para hablar de ello.

Shinki volvió a quedar en silencio, normalmente lo hacía cuando no tenía con que defender sus ideas, pero también callaba al no estar de acuerdo con algo, siempre y cuando fuese su padre quien lo decía.

― En el pasado, conocí a una persona que solía afligirse por cuestiones parecidas ―siguió hablando Gaara, intentando otra forma de lograr convencerlo y animarlo―. Tampoco tuvo un inicio fácil, su destino se le había sido impuesto y les costaba hacer muchas cosas que alguien normal haría con facilidad…

― ¿Te refieres a ti mismo, padre? ¿O tal vez el séptimo Hokage? ―preguntó Shinki, totalmente concentrado en su narrar.

Esta vez fue Gaara quien soltó un suspiro, mas no era de decepción, sino más bien de ironía y hasta un poco de gracia.

― Ciertamente, la descripción podría ser usada para mí, o Naruto, mas no nos estaba tomando como ejemplo ―aclaró―, de verdad conocí a alguien que tenía pensamientos similares a los que estás viviendo ahora.

― Ya veo… ¿Y esa persona pudo resolver sus temores? ―dijo Shinki, con total interés.

― Puedo contarte la historia de esa persona, y las que estaban cercanas a su vida, mas estaría en ti, deducir si logró o no encontrar la solución a sus temores ―se explicó Gaara, mientras se levantaba.

El sol estaba por desaparecer y ese no era uno de los lugares más cómodos para pasar las frías noches que ofrecía el desierto.

― Ven, volvamos a la aldea ―terminó diciendo, para luego caminar en dirección contraria al océano.

Shinki asintió, para luego levantarse en silencio y seguirlo, caminando a su lado.

Se sentía un tanto somnoliento, al haber tenido una larga y extraña noche.

Tomó un sorbo de su bebida caliente, mientras inevitablemente recordaba por ratos, el mal momento que había tenido que pasar horas atrás, antes de llegar a su despacho.

La puerta se abrió de golpe, para dejar ir a la jefa médico, quien era seguida por el pelirrojo en bata.

Temari salió al pasillo, media vestida, al igual que Kankuro, para saber la causa de tanto alboroto.

Estaban seguros que habían escuchado a alguien gritar.

― ¡¿Pero que esta pasand…?! ―articulo Temari a medias, mientras observaba como la parca blanca corría desorientada por el pasillo y sala de su hogar, siendo perseguida por su hermano menor.

― ¡Lo mismo pregunto yo! ¿Dónde demonios estoy? ¡¿Y por qué estaba en la misma habitación que esta cosa?! ―articuló la Taiyō, deteniéndose, pero manteniendo la expresión alterada en su rostro.

― En verdad lo siento, déjeme explicarme… es un malentendido, yo…

El pelirrojo, también afligido, trataba de calmarla, pero apenas se acercaba a ella, esta se alejaba más y volvía a alterarse más.

― Maldita sea, no sé qué demonios pasó ahora, pero Gaara, anoche te trajo inconsciente, luego de que te desmayaras ―se explicó Temari, molesta por la escena―, la que tendría que disculparse y dar explicaciones aquí, eres tu ―refutó.

La Taiyō los miro con confusión, al mismo tiempo que desaparecía sus nervios.

― ¿Yo perdí la conciencia? Lo último que recuerdo es que ―se llevó una mano a la cabeza, mientras observaba a su rojizo anfitrión y familia, y recordaba que lo había visto en el cementerio, para luego irse caminando y… su expresión se tornó de dolor, al notar que tenía una herida en la cabeza, producto de un golpe, posiblemente algún material filoso y rígido, como una piedra―. Estaba caminando en dirección a mi hogar… y ya no logró recordar más…

― Pues olías a alcohol, así que posiblemente estabas ebria ―dictaminó Temari, indignada, mientras se acercaba a ella y le recordaba que estaba vestida con un pijama que le prestó.

Ann se quedó en silencio, con una mescla de vergüenza y odio contenido en su rostro.

Parecía que volvería a estallar en enfado, más su expresión se apagó y caminó hacia los hermanos de la arena que se encontraban juntos.

― Me disculpo por mi actuar, sé que no es excusa, pero no logro recordar lo que pasó. Agradezco que me hayan acogido, a pesar de no haber sido vuestra obligación…

Con la mirada baja, se agacho a modo de disculpa.

― Ah… hum… no fue nada ―articulo apenas Temari, muda ante el imprevisto actuar de la Taiyō. Pensaba que esta respondería de manera más agresiva.

Sus hermanos también quedaron en silencio ante lo escuchado.

― Descuide, no fue nada grave ―añadió Gaara―, aunque quisiera aclarar otros asuntos menores, luego.

"Seguro debe referirse a lo que sucedió en el baño… si es listo, podría sacarme una gran indemnización económica a modo perdón", pensó la rubia, con preocupación y agobio.

― Esta bien, con vuestro permiso, ahora debo retirarme ―se limitó a decir, mientras se encaminaba con dirección a la salida.

FIN DEL CAPITULO.

NOTAS DE LA AUTORA:

¡Hola gente!

Bueno, tengo tantas cosas que decir, mas no sé por dónde empezar…

Estoy un tanto corta con el tiempo, así que las explicaciones las daré en el próximo capítulo.

Bye bye.