N/T: ¿será que dejaré de traducir para ponerme a trabajar en mis propios FF? La respuesta es sí, pero no. Éste es el trabajo que me hizo abrir una cuenta en FF, sólo para dejar un review y enterarme si la autora (una chica brasileña) se animaba a actualizar. Desafortunadamente, es una de las mejores historias que he leído… y está inconclusa. Sufro un poco porque creo que éste es el mejor FF en inglés de todo el sitio. El mejor, sin lugar a dudas. De haberse concluido, no habría tenido competencia. Por eso, me animo a traducirlo… sin su permiso, porque la autora no se ha conectado a FF desde 2010. Ay.

Respecto a mis otros proyectos de traducción, voy a agendarlos para subir un capítulo por semana. Así, esperen Friend or foe pronto. En el caso de Soul giver, todavía no actualizan. En cuanto a mis propios proyectos, voy a descansar de Karma por un tiempo (espero que lo lean), Ceguera es una cosita extraña que está saliendo de forma improvisada (se agradece un review), y The alchemist in the castle, un crossover de FMA con cierta película de Ghibli, verá la luz en español próximamente, porque me estoy imaginando esa historia en dos idiomas y ¡pum! Pasan cosas extrañas en mi cabeza.

Luego de esta biblia de su seguro traductor (¿o traductora? Me divierte cómo todos asumen que nada más hay mujeres en FF), pasemos a lo mejor de lo mejor del fandom en este sitio.

12 lados de L

Sinopsis: luego de un extraño accidente, el equipo y Raito se encuentran en un lugar donde nadie había estado antes: en la mente del gran detective L. Están por explorar lugares que nadie debería pisar y descubrirán cosas que desearían no haber sabido. Va a ser un viaje con muchos baches.

Disclaimer: ¡Sin demandar! No poseo a ninguno de los personajes: L, Raito, Watari, Yagami Soichiro, Matsuda, Aizawa y Mogi. Tampoco Death Note. El resto es mío.

Prólogo

— Dime por qué estamos aquí otra vez — gruñó Raito. Con los brazos cruzados sobre el pecho, estaba recargado contra la pared. Ryuzaki y él estaban en un cuarto que, sospechaba, estaba cinco pisos bajo tierra.

— Bien, Raito-kun, parece que la última tormenta eléctrica voló las conexiones eléctricas de la fuente de poder y tenemos que repararla si deseamos continuar con la investigación. A menos, claro, que Raito-kun tenga visión nocturna y no le importe trabajar sin usar tecnología… — llegó la respuesta del detective desde su posición agachada en el piso.

El insomne estaba en su posición usual al frente de lo que Raito pensó sería la fuente de poder y uno de los generadores del edificio. Tenía una caja de herramientas junto a él y estaba explorándola con interés usando su agarre de dos dedos. Su mano libre tenía al pulgar presionando su labio inferior. Salía humo de ambas maquinarias.

— Además, el generador principal sufrió daño también. Los menores son para las computadoras, puertas eléctricas, elevadores y luces de emergencia. Sólo deben usarse para salvar cualquier trabajo y cuando sea necesario. Difícilmente podremos trabajar en estas condiciones. — tras dejar de lado una llave dirigió una mirada inocente a Raito.

— ¿Raito-kun no desea continuar con la investigación? — el chico suspiró, presionando sus dedos a través del cabello castaño. Siempre tenía que sacar lo de Kira, ¿verdad?

— Por supuesto, Ryuzaki, es sólo que… ¿no deberías llamar a un profesional para este tipo de asuntos? — dijo el chico esperanzado. Quería estar en cualquier otro lado excepto ese cuartucho que sólo contaba con luces de emergencia.

L dirigió su atención de nuevo a la fuente de poder.

— Sí, Raito-kun, traigamos a un electricista dentro de la base la investigación confidencial del asesino en masa más buscado de la historia. Vendrá entre hoy y el jueves para arreglar un simple fallo eléctrico del que pueden encargarse dos mentes brillantes. — Raito rechinó los dientes ante el golpe de la voz monótona. L siguió manipulando la fuente de poder.

— Además, Raito-kun, estaré bien en tanto nadie encienda la corriente mientras trabajo. Ser atravesado por 7000 voltios no es una forma placentera de morir — el detective murmuro mientras se escuchaba un repiqueteo más. Los ojos de Raito observaron el enorme interruptor de mano en la pared; algo que parecía más de una película de Frankenstein y no de un edificio de investigación. Suspiró, cruzando los brazos de nuevo.

— Bien. ¿Pero qué hacen ellos aquí? — Raito señaló al equipo que estaba silencioso al otro lado de la habitación.

— Bueno, por algo fue que Ryuzaki quiso que estuviéramos aquí y, por otra parte, no podemos trabajar sin energía. — respondió uno de los hombres encogiéndose de hombros.

L sacó la cabeza de detrás de la reja.

— También me gustaría tener testigos en caso de que Raito-kun decidiera matarme ahora, que la disponibilidad de cámaras es limitada — habiendo dicho esto, L procedió a meter la cabeza tras la reja otra vez.

Raito observó la espalda encorvada por un rato. Luego rodó los ojos y volvió a mirar a la pared. El cuarto se ahogaba en un silencio incómodo, interrumpido solamente por el tamiz de los cuerpos, los chasquidos de L trabajando y el zumbar de las luces de emergencia.

Pasaron diez minutos antes de que L rompiera el silencio con su voz.

— Debería estar listo pronto. Alguien debería ponerse junto al interruptor principal y activarlo cuando lo diga.

Siempre dispuesto a ayudar (y muriéndose por hacer algo) Matsuda corrió hacia el interruptor. Desafortunadamente, el joven y torpe policía tropezó sobre sus propios pies antes de alcanzar su objetivo. Al caer, el hombre trató de sostenerse antes de golpearse con el piso. Tomó lo único que podía alcanzar para evitar su caída.

El interruptor principal.

El equipo sólo podía ver horrorizado.

Hubo un zumbido. Todas las caras voltearon hacia los hombres encadenados. Lo que se veía del cuerpo de L tras la reja estaba sacudiéndose. Las máquinas de la habitación empezaron a generar un silbido. Raito también se sacudía. Los ojos puestos hacia detrás de su cabeza, y su cuerpo daba violentas sacudidas cada pocos segundos. La corriente pasó a través de la cadena que L y Raito usaban.

Víctima del pánico ante la vista de su hijo, Soichiro dejó la lógica a un lado y corrió hacia su único hijo mientras gritaba "¡RAITO!". Rendido en su propia histeria, Aizawa y Mogi siguieron al jefe de policía, tratando de detenerlo. Matsuda, quien seguía tirado en el piso, se lanzó a las piernas del jefe.

A nadie se le ocurrió apagar el interruptor.

Todo pasó al mismo timpo. El jefe de policía se las arregló para tomar la mano de su hijo, y al mismo tiempo Aizawa y Mogi juntaron sus pesadas manos en cada uno de los hombros del jefe, justo cuando Matsuda había capturado sus piernas.

Ahora los siete hombres estaban atrapados en el flujo de corriente eléctrica, todos los cuerpos sacudiéndose por el poderoso voltaje que pasaba a través.

Las luces empezaron a parpadear. Pequeños estallidos se escucharon desde la reja y…

¡BOOOOOOM!

Una explosión. Luego, obscuridad.