Hola a todos! Hoy traigo una historia un poco larga. XD una de las que he estado trabajando últimamente. Espero les guste tanto como a mí que he estado escribiéndola y si no, pues agradezco al menos la molestia que se toman por leer, las actualizaciones se realizarán los domingos o lunes. Agradecimientos a Thomas Astruc y compañía porla creación de tan grandes personajes y ya estamos a poco de ver la segunda temporada! Y sin más qué decir… COMENZAMOS!

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Capítulo 1.

Avanzar sin mirar atrás.

¿Alguna vez alguien se ha sentido perdido? Yo sí, durante los últimos cinco, casi seis años. Me llamo Bridgette, y tengo 25 años, y bueno...no recuerdo nada de mi pasado.

Hace cinco años desperté de un largo coma en un hospital en Marsella, me dijeron que sufrí un accidente, no lo sabía, no recordaba nada, nada de nada. Bueno, recordaba mi edad y mi nombre, pero no mis apellidos. Me dijeron que estuve en coma durante casi dos años así que fue un gran shock enterarme de ello. Esperé un mes en recuperación para ver si alguien venía a verme, pregunte si alguien podría estar buscándome, preguntándose qué fue de mí. Pero no, nadie jamás preguntó por mí, nadie jamás vino por mí. Cuando me fui del hospital me dieron unos documentos, una tarjeta médica que incluía un apellido para rellenar el espacio perdido en mi nombre, Marchand, al menos fue algo. Pero no tenía dinero, tampoco una identificación legal, y ni siquiera un lugar donde quedarme, no sabía qué hacer.

Las primeras semanas fueron un calvario, había terminado de una cama de hospital a una caja de cartón que terminé perdiendo por otro vagabundo. Estaba sucia, hambrienta, con tantos problemas que cualquiera ya se hubiese echado a llorar… pero yo no. Y lo que haría sería salir adelante con o sin pasado.

Lo primero que hice fue buscar puntos donde pudiera asearme, comer, y ganar dinero, aprendí a asearme en las estaciones de trenes con el jabón de los lavamos de los baños. La comida fue difícil, para eso necesitaba dinero y no me atrevía a mendigar, por lo que recogiendo carros de equipaje o carritos de súper mercados, abrir la puerta a ciertas tiendas y ayudar a estacionar a los autos con avisos la gente me daba una moneda y podía comprarme algo para calmar mi estómago por un tiempo. Mi ropa la conseguí en una iglesia del lugar, eran muy amables, me daban comida y me ofrecí en ayudar con la oportunidad de limpiar ganando unas monedas extras. Agradecía la ropa donada, eran muy buenos conmigo. Cuando necesité cubrir necesidades más primordiales gane dinero dando mi cabello a una peluquería, el cabello corto me sentaba bien, no me podía quejar y aprendí que crecía rápido, los de la peluquería estaban encantados con mi cabello.

El invierno en Marsella fue cruel, me quedaba en los albergues y era una pelea constante por quién se quedaba con las mejores camas, en poco me di cuenta que lo mejor era quedarse en los pequeños albergues de la iglesia porque así no tendría que cuidar mis cosas todo el tiempo. Los de la iglesia nos daban arroz, alubias y pan, no era mucho pero igual se agradecía, teníamos suerte si nos tocaba algo de carne por lo que cuando llevaron pollo en navidad todos estábamos muy contentos. Me enseñaron a zurcir y coser, todos se sorprendieron, incluyéndome, de mi habilidad con la aguja. Así que me dejaron quedarme en un cuartito de la iglesia y pase el resto del invierno en paz y componiendo ropa.

A veces iba al hospital, debía volver con mi cartilla cada seis meses a contestar algunas preguntas y pasar por el examen médico básico, pero empecé a faltar regularmente, ya no le veía el caso a aquella visita de rutina.

Al pasar el tiempo aprendí que se me daba bien la cocina, por lo que me dejaron hacerme cargo de cocinar y vaya que muchos me lo agradecieron. Hacía de todo para ganar dinero, desde zurcir, coser, lavar, barrer, cocinar y recolectar botellas o plásticos por las calles, y cada vez que me crecía mucho el cabello lo cortaba y me pagaban muy bien por este. Estaba muy a gusto, pero no podía evitar preguntarme si de verdad estaba sola o alguien estaría buscándome, y si no era así... ¿qué clase de persona era para que no lo hicieran? El padre de la iglesia solo me decía mantener la esperanza, pero mi esperanza hacía tiempo se centraba más en vivir tranquilamente y con una buena vida a futuro.

A los dos años el padre me envió a Paris, con una buena amiga de este que tenía un edificio de departamentos, ocupé un cuartito de la azotea pero también, la azotea la convertí en un lugar más acogedor. Después los del edificio me empezaron a tratar y les caí bien, la casera dijo que les había contagiado algo de mi energía, yo solo sonreí ante la idea. Después conseguí un trabajo de medio tiempo en una tienda de abarrotes en turno rotativo y en la noche cuidaba los niños de los vecinos, me encantaban los niños y no fue un problema tratar con ellos, y me también confiaban en mí porque no tomaba nada sin pedir permiso, no le gustaba mucho tomar cosas de los refrigeradores y creo que eso hacía que me quisieran más. Pero ante todo tenía un sueño, comencé a comprar ciertos objetos para esto, papel, hilo y un poco de tela para comenzar a diseñar. La ropa vieja la transformaba en hermosas obras de arte y dibujaba vestidos o trajes dignos de una pasarela, una vecina me sugirió ir a la escuela de moda, pero terminaron literalmente echándome a patadas al no tener papeles ni pasado. Dolió pero decidí darme un empujón para salir adelante y entré a una escuela técnica de secretaria y contabilidad, era aburrido, nada que ver con crear vestidos, pero se enteró que los que se graduaban recibían un trabajo con una muy buena paga. Poco a poco hacia mi camino, quizás no de la manera más convencional pero estaba feliz, no creía pedir nada mejor por ahora, podía estar en paz…

Y Bridgette no tenía idea que su tranquila vida cambiaría drásticamente al conocerlo a él…

Bridgette regresaba de su trabajo de la tienda, usaba unos jeans algo gastados pero que se ajustaban a su pequeña cintura, una camisa de manga corta color roja con mangas color negro que tenía el logo de la tienda en el lado izquierdo del pecho, además de una gastada gorra de beisbol roja que combinaba con el "uniforme". Ya se estaba haciendo noche y solo quería darse un baño y dormir, de camino escuchaba algo de música en una vieja radio de casettes, en una época de reproductores e internet era sorprendente que hubiese encontrado eso y funcionando perfectamente. Y últimamente había cierta música que le había llamado la atención…

-¡YO! Es que estoy siguiendo, mi rumbo sin midiendo, las posibles sorpresas que la vida va poniendo, pero paso a paso con mi corazón latiendo voy tan solo donde este mejor vaya respondiendo. Yipi yo-yo, yo soy la rapera más increíble del lugar y muevo a todo el mundo con mi rima singular ¡YO!- al subir los cuatro pisos de su edificio hacia la azotea vio feliz una bolsa grande atiborrada con botellas plásticas.

-Ah vaya, creo que ya mañana puedo cambiar todas las botellas y latas reunidas.- entró a su pequeño cuarto. Su cama era una hamaca improvisada de sabanas y edredones, había un agujero en su techo para que dejase ver las estrellas que tapaba con una lámina solo en invierno o lluvias, un librero improvisado de tres hileras repleto de libros, una hielera, una mesa sencilla de madera, un par de sartenes, platos y cazuelas, una pequeña estufa eléctrica, un par de sillas, una pequeña televisión, que casi no veía, una cajonera de tres y un par de baúles grandes donde guardaba telas o materiales, a veces se sentía como un ratón al hacer eso. En una esquina estaba una bolsa repleta de latas y puso a lado la otra de botellas plásticas.- Al fin llena lo que quiere decir que me voy a dar mi gustito hoy.- tomó de la cama un bolso que tenía la cara de un gato negro, un poco grande y se encaminó hacia las regaderas públicas que estaban cercas. La casera le había permitido usar su baño pero ella prefería no abusar, después de todo cada quien tenía derecho a su espacio personal. Y las regaderas públicas era un lugar barato y con bastante agua caliente. Rentó una por media hora y disfrutó cada minuto enjabonándose y lavándose bajo el chorro de agua caliente. Al salir la noche ya había caído por completo y suspiró al pensar en calentar esa mini pizza que tenía guardada sobre la sartén en mantequilla, ya podía saborearlo. Se secó un poco su corto cabello que apenas y empezaba a rozar sus hombros y se puso su gorra ocultando también ese mechón rebelde. Pasó por un lado de la pequeña plaza que estaba cerca de su casa cuando un sonido la paralizó, era del filo de un cuchillo saliendo de su funda.

-O me das lo que tengas rubito o tu bonita cara será un recuerdo.- Bridgette se escondió cerca de un árbol y poco a poco se movió hasta quedar detrás del árbol asomándose con cuidado, vio a dos tipos, uno de ellos con un gran cuchillo de cocina amenazando a un hombre de traje ejecutivo oscuro y de cabello rubio, solo podía verlo de espaldas.

-Inténtalo si tienes agallas.- dijo el ejecutivo, a Bridgette casi le da un infarto, ¡ese tipo estaba loco! Sacó su celular para llamar a la policía y hablar en voz baja escuchando las risas de los asaltantes.

-Policía, hola, estoy en la calle Riveau en la plaza esquina con Crevant, se está cometiendo un asalto y uno de los asaltantes tiene un cuchillo, puede matar a alguien.

-Valiente el tipo.- dijo el otro y el rubio solo le miró de reojo.

-Tu también terminaras en el suelo imbécil.- las risas de ambos tipos se acallaron y Bridgette casi se le caía la quijada.

-Olvide lo que dije VAN a matar a alguien ahora.- el asaltante del cuchillo fue el primero en atacar, pero el rubio se hizo a un lado haciendo que tropezara y de un rodillazo en el estómago lo dejó en el suelo, el otro fue contra él, un golpe, dos, tres y el rubio los esquivaba para ser después él que con un golpe certero le rompiera la nariz. El otro se levantó sin su arma y fue contra él pero el rubio le dio un merecido derechazo dejándolo en el suelo. Bridgette estaba sorprendida, jamás había visto a alguien pelear así excepto en las películas, pero el tipo estaba tan entretenido con ese tipo que no vio como el otro estaba levantándose con el cuchillo de su amigo en mano. ¡Al diablo! Aquello no era una película y lo iban a matar.

El rubio volteó al escuchar un golpe sordo y miró a alguien con gorra que había golpeado con una rama grande al tipo, este solo trastabillo, fue contra la chica y Bridgette le esquivó y golpeó más duro esta vez en la cara dejándolo en el suelo, el rubio se hizo cargo del otro con un buen golpe en la cara dejándolo tirado inconsciente, todo había terminado, pero no esperó que esa chica de gorra le tomara del brazo y le jalara.

-¡Corre! ¡Corre! ¡Corre!- no le dio de otra que seguirla al ser halado de forma tan brusca. Corrieron varias calles arriba hasta que Bridgette no pudo más y giro a ver al rubio.- Oye ¿estás bien?- se quedó pasmada, el hombre que estaba frente a ella era guapísimo y vaya que sintió su cuerpo estremecerse ante esos ojos azules que la miraban como estudiando cada aspecto de su persona hasta que de un brusco movimiento quita su mano de su manga.

-¿Quién le dijo que necesitaba ayuda atrás? ¿Es estúpida?

-... ¿Qué?- Bridgette reaccionó, le miro pensando que había escuchado mal.

-Creo que estúpida.- dijo en un tono seco. Bridgette sintió la rabia subir por su garganta ante la forma en que se había expresado.

-¡Oiga! ¿Quién se cree para hablarme así? ¡Le acabo de salvar la vida!

-Nadie se lo pidió. ¿Y quién no me dice que usted estaba con ellos?

-¿Qué?

-Como vio lo que iban a hacer sus cómplices era salvarme o ir a prisión, es demasiado extraño que una mujer ande a estas horas de la noche y más con un aspecto sospechoso.- Bridgette le miró bajo la gorra.

-Imbécil.- el rubio le miró ahora pensando que él había escuchado mal.

-¿Qué?

-Es un imbécil que se monta una película, imbécil.- l varón le miró molesto y ofendido.

-¿Cómo se atreve?

-Es un imbécil, ¡IM-BE-CIL con letras mayúsculas! ¡Me voy! ¡No me gusta pelear con imbéciles!

-¡Vuelva aquí!

-¡Vete al diablo!- le gritó mostrando su dedo medio dejando a un molesto rubio que maldijo a la grosera chica.

Bridgette regresó y lanzó su bolso y su gorra dejando que saliera libre su mechón incontrolable de cabello, se puso su pijama que era un pantalón de cuadros azules y una camiseta de tirantes blanca. Estaba furiosa contra aquel tipo que la insultó, ¿quién se creía? No por ser rico debía tratar así a los demás, se cubrió con las sabanas, bueno, ya lo olvidaría, no creía volverlo a verlo por su barrio, y mañana sería un mejor día… oh, qué tan equivocada estaba.

Félix regresó a la mansión gracias a su chofer, había tenido un mal día, una junta se extendió una hora más, otra reunión con los inversionistas japoneses que no lo dejaban paz, su automóvil quedo en medio de la nada y la batería de su teléfono estaba muerta, había olvidado recargarlo en la oficina, y para colmo al buscar un teléfono lo intentaron asaltar unos idiotas de los que se encargaría después con toda la discreción posible para que su padre no se enterase o lo regañaría como a un crío. Se había dado cuenta al regresar que esa chica sí había llamado a la policía, tuvo que admitir que aunque la chica era muy grosera, él no fue mejor. Se quitó la corbata y el saco lanzándolo por sobre su cama, estaba exhausto, necesitaba un baño y mataría por un combo de KFC, pero mientras se dirigía al baño casi tropieza cuando su gato pasó entre sus piernas.

-¡Plagg!- ese negro gato gordo le ignoró, ¿qué mosca le había picado? Normalmente ese gato no le gustaba correr pero pasó tan rápido entre sus piernas que de no ser por su pelaje negro y su volumen pensaría que hubiese sido la gata de la novia de Adrien, gata que cuidaba y que estaba ese día en el veterinario por una indigestión de la que su hermanito hizo un drama pidiendo que la gata se quedara en observación. Retomó su camino al baño para poder tomar una relajante ducha cuando un sonido llama su atención. Se detuvo sorprendido y al voltear Plagg estaba en la cama metiendo su nariz en su saco y ronroneando. Aparte de Tikki, la gata que estaba en la veterinaria y la novia de su hermano, solo otra persona lo hacía ronronear así, pero era imposible. Lo vio acomodarse con la nariz justo en su manga, ronroneó gustoso con lo que fuese que estuviese oliendo. Un escalofrió recorrió todo su cuerpo y sin mucho tacto quito a Plagg que rodó sobre la cama molesto con él, el saco estaba lleno de pelo pero no le importó, llevo la manga a su nariz intentando captar algo y sutilmente captó un aroma lo hizo estremecer, se tuvo que agarrar de un mueble para mantener el equilibrio. Un suave aroma a vainilla impregnaba la manga de la prenda, a su mente llegó la imagen de la sonrisa de una chica de hermosos ojos color zafiro con radiante sonrisa.

Félix.

Su voz volvió a su cabeza después de tanto tiempo, sintiendo en su pecho una calidez que se extendió por completo. El maullido molesto de Plagg lo hizo regresar a la realidad, aquello era imposible, simplemente imposible, intentando recordar a la chica que apenas y vio, pero... ¿y si fuese posible? Una extraña ansiedad le invadió arrugando entre sus manos la manga del traje. Tenía que comprobarlo, tenía que hacerlo aunque fuera una locura para tranquilidad de su mente... buscaría a esa chica de la gorra de nuevo.

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Y… esto es todo por el momento. KYAAA! NO ME TIREN COSAS! DX Bueno chicos, los primeros capítulos serán un poco cortos, pero no desesperen que después ya serán largos para disfrute de todos. Y espero que les haya gustado, dejen review, que recuerden que el review es el alimento del escritor, y a mí me encanta leerlos XD nada de tomatazos, y sin más que decir… UN ABRAZO! UN GUSTAZO! Y HASTA LA SIGUIENTE!