"In Saus und Braus leben..."
Sasha meneó la cabeza, extrañada. ¿Por qué tenía que recordar eso justo ahora?
Algo de su infancia; un viejo dicho, en otro tiempo y otra lengua. ¿Qué significaba? "Vivir de lo que da la tierra"... No, era algo más: "vivir como un rey", "vivir por todo lo alto".
"Eso estaría bien", pensó.
Había sido su madre quien le explicó el sentido de aquellas palabras. Hacía tiempo que no pensaba en ella. ¿Por qué ahora?
Supo que no debería distraerse en un momento tan crítico; pero estar escondida sobre una viga de madera, en un sótano repleto de titanes hambrientos, en mitad de una ciudad invadida por aquellos monstruos... ¿Cómo no iba a querer escapar su mente a cualquier otro tiempo, a cualquier otro lugar?
"Es más, ¿¡qué coño hago aquí arriba!?"
Su cuerpo se había limitado a seguir a los demás cadetes, mientras ella intentaba ignorar el hecho de que se estaban metiendo en la boca del lobo.
"Espera un momento... Ya no somos cadetes, ¿verdad? Ahora somos soldados."
Precisamente había sido la noche anterior cuando el Instructor Jefe Keith Shadis anunció la lista de los diez primeros. ¡Parecía haber pasado una eternidad desde aquello!
Ella consiguió ser la nº 9 de la Promoción 104. ¡Fue una sensación fantástica! Todas las dudas, todos los temores del tipo "no voy a conseguirlo", habían quedado atrás en ese mismo instante. Próximo destino: ¡la Policía Militar! Darse la gran vida, sin tener que dar ni golpe. "In Saus und Braus leben", en efecto...
Ni siquiera le había importado que su amigo Connie Springer le restregase por la cara haber alcanzado el octavo puesto. Tampoco le importó que Jean "Caracaballo" Kirstein se quedase en el nº 6. Y se alegraba por Marco Bott y su séptimo puesto.
No le extrañó que Mikasa Ackerman fuese la nº 1, ni que Reiner Braun y Bertolt Hoover alcanzasen el segundo y tercer puesto respectivamente. Se alegraba por todos ellos: consideraba a Mikasa una amiga, ya que le daba a menudo su comida y eso ella no lo olvidaba fácilmente; Reiner era casi como el hermano mayor de toda la 104; y Bertolt, aunque era tímido y no solía hablar mucho, siempre había sido amable con ella.
Annie Leonhart había quedado la nº 4. Mikasa le había comentado, en alguna ocasión, que en ciertas culturas el cuatro representa la muerte. Quizás no fuese una broma; quizás Annie lo supiera y hubiese buscado quedar a propósito en ese puesto... aunque si lo que quería era darle miedo a Sasha, eso ya lo había conseguido desde el principio.
"A ver, quién me falta..."
Eren Yeager.
Eren había sido el nº 5 de la 104ª Promoción del Cuerpo de Cadetes, División Sur.
Eren, también conocido como "el idiota suicida", que desde el primer día había dejado claro que iba a exterminar a todos los titanes para vengar a su familia y a toda la humanidad. El chico infatigable que disimulaba sus temores con una decisión y un arrojo que le habían llevado al "top ten", a pesar de que al principio ni siquiera podía sostenerse con el equipo de maniobras en posición estática; pero así era él. Determinación a prueba de bombas, intentarlo una y otra vez hasta que por fin le salía bien... Podría haber elegido la Policía Militar, pero él ni siquiera podía imaginarse otra cosa que no fuera alistarse en la Legión de Reconocimiento. ¿Cómo, si no, iba a matar a todos los titanes?
Eren Yeager...
Y ahora él estaba muerto.
Caído en combate, sólo un día después de haberse graduado.
Junto con tantos otros.
Mina Carolina, Mylius Zeramuski, Nac Tius, Thomas Wagner, Franz Kefka, Hannah Diamant...
Todos muertos.
Y tantos, tantos más... Quizás no les conociera demasiado, ni recordase todos sus nombres, pero había compartido tres años de entrenamiento con ellos; eran rostros familiares con los que una se encontraba cada día en el comedor, o cuando tocaba dar vueltas a la pista, o en los ejercicios con el equipo de maniobras...
Y muchos de ellos se habían ido. Para siempre. Muertos... de la peor manera posible: devorados vivos por aquellos engendros demoníacos.
"No sé por qué tengo que darle tantas vueltas a esto... Total, si al final yo también voy a... Puede que no hoy, puede que no mañana, pero..."
Normalmente, ella era de las que actuaban primero y, si acaso, pensaban después en las consecuencias; como aquella misma mañana, en lo alto del Muro exterior de Trost, apenas unas horas antes... Ella se había acercado a sus compañeros, tan contenta, con la carne que había escamoteado de la despensa de los oficiales.
"Je, je... Aquello estuvo bien. Además, es lo justo; si Shadis cree que puede mandarnos sin más a limpiar los cañones del Muro Rose como si todavía fuésemos reclutas, lo mínimo que puedo hacer es buscar una compensación adecuada, ¿no?"
Cierto que no había preguntado ni pedido permiso a nadie, y tenía una vaga idea de cuáles serían las consecuencias si llegaban a pillarla, pero era carne de verdad... El riesgo merecía la pena ¿Qué era lo peor que podía pasar?
Y entonces, después de cinco años, justo en el momento en que estaban charlando animadamente sobre la reconquista del Muro María y toda la comida que tendrían cuando pudiesen volver a labrar aquellos campos... apareció el Titán Colosal. Delante de sus narices.
Como si algún ser superior perverso hubiese decidido hacerles a todos un enorme corte de mangas. "¿Así que estáis recuperando la esperanza? ¡Ja ja ja! Pues nada, aquí os dejo otra vez con mi amigo de sesenta metros, ¡que lo paséis bien!"
Y sin embargo, aquel momento había tenido algo bueno: pudo limitarse a actuar sin pensar, dejarse llevar por su instinto; fue casi... liberador. Se sintió bien. Se puso a cubierto justo a tiempo para evitar el chorro de vapor con que les atacó aquella aberración; no todos fueron tan rápidos, el pobre Samuel recibió un golpe en la cabeza y cayó inconsciente al vacío.
"Al menos a él sí pude salvarle. Claro que... Quizás atravesarle la pierna con uno de mis ganchos no fue la mejor idea. ¿Pero acaso había otra opción?"
Luego, después de la descarga de adrenalina, le había invadido el pánico. ¡Podrían haber salido mal tantas cosas! Podría haberle atravesado la cabeza a Samuel, o podría haber sido ella quien cayese al vacío al quedarse aferrada al Muro con un solo gancho... Además, el hecho de haberle llevado lo más rápidamente posible al pabellón médico no garantizaba nada.
"¿Quién dice que no haya salido ya mal? ¡Mucha suerte deberá tener Linke-Jackson, para que no terminen amputándole la pierna! O algo peor, con la pérdida de sangre y la infección. Con el día y la suerte que estamos teniendo, lo más seguro es que no vuelva a verle..."
La chica meneó la cabeza y apartó aquellos pensamientos tan funestos... Estaba intentando evitar pensar en el sótano oscuro en que se encontraba, pero la alternativa no resultaba mucho mejor; todos sus recuerdos de ese día eran igual de lúgubres...
A los cadetes recién graduados del 104 les habían destinado a la Guardia Media, formada por soldados de las Tropas Estacionarias con cierta experiencia. La idea era defender Trost tanto tiempo como hiciera falta, hasta que la Retaguardia hubiese podido evacuar a todos los civiles.
Sasha y sus compañeros no tardaron mucho en descubrir que la Guardia Media se había convertido de repente en la Vanguardia... porque casi los soldados de ésta había caído enseguida, ante la acometida implacable de los titanes que entraban sin parar por la brecha en el Muro, justo donde estaba antes el portón exterior.
Aquellos soldados lo habían sido durante años, tenían ya cierta experiencia... y no les había servido de mucho. Si esos hombres habían muerto con tanta rapidez, ¿qué esperaban que pudieran conseguir unos chicos recién salidos del campo de entrenamiento?
Encontraron a Armin sólo, aterrado... Cuando consiguieron hacerle reaccionar, les contó lo que le había pasado a todos los demás... incluyendo a Eren.
Ackerman no se lo había tomado demasiado bien.
Quizás, si ella no hubiera sido la primera en dar ejemplo y salir volando de regreso al Cuartel General, todavía seguirían allí paralizados; cómo podrían, después de que Mikasa les hubiera sacado los colores a todos con su discurso, ¡y acababa de perder a su hermano adoptivo! Pero la suya había sido una carrera desesperada, buscando una muerte en combate; Sasha quería creer que no fue algo deliberado, ni siquiera consciente... y aun así había temido que no volvería a verla.
Connie había sido capaz de hacer lo que ella no pudo y fue detrás de Mikasa; Sasha avanzó junto con Jean y los demás. "Caracaballo" la había sorprendido al convertirse, en el momento más terrible de sus vidas, en alguien tan decidido como Yeager... en un líder. Kirstein consiguió dominar sus miedos y tiró de todos los demás, guiándoles a través de aquella carrera de obstáculos que parecía sacada de una de sus pesadillas; pero era real, muy real.
Sasha perdió la cuenta de todas las veces que esquivó la muerte, en ocasiones por centímetros, al saltar de un tejado a otro mientras evitaba las calles plagadas de titanes; pero, avanzando todos juntos, como una unidad... había sido más fácil. O al menos había sido posible.
Más compañeros que cayeron para no volverse a levantar jamas... y sin embargo, sin su sacrificio, quizás ninguno de ellos estaría allí ahora.
Meterse dentro del Cuartel General le había recordado otro viejo dicho: "de la sartén al fuego". Había titanes rodeando el edificio; había titanes dentro del edificio, en el sótano... varios de los de tres o cuatro metros, aunque esto no lo supieron hasta más tarde, después que atravesar las ventanas.
"Al menos tuvimos suerte... ninguno se rebanó accidentalmente el pescuezo con los cristales."
Dentro del Cuartel, los soldados y cadetes recién graduados se había quedado paralizados por el terror; alguno incluso se había metido una pistola en la boca y...
Sasha podía comprenderles, al menos en parte; el miedo que le había "dado alas" para llegar hasta allí, escapando de los titanes, seguramente la habría dejado clavada en el sitio si ella hubiera estado en el Cuartel cuando los monstruos invadieron lo que se suponía que era un lugar seguro.
Pero otra parte de ella... se alegró cuando Jean casi estranguló a uno de aquellos bastardos; suerte para el cobarde que Marco intervino a tiempo.
"Ellos no han hecho nada y siguen vivos. Mis amigos han luchado y están muertos."
Esa parte de Sasha verdaderamente se había planteado, por un momento, coger a aquellos desgraciados y enseñarles lo que era el auténtico terror… lanzándoles por una ventana y dejando que intentasen esquivar a los titanes, como había tenido que hacer ella durante los minutos más largos de su vida.
Aquellas tendencias homicidas, claro está, sólo habían sido algo pasajero... Sobre todo porque, de repente, ocurrió algo que acaparó toda su atención y la de sus compañeros.
Algo que nadie había previsto; algo que nadie se habría atrevido a imaginar, no en su hora más oscura.
De pronto apareció un titán que empezó a matar a los otros titanes.
Antes de verlo, pudieron oírlo: primero, la tierra tembló con los pasos de aquella criatura; luego tembló todavía más, cuando fue soltando golpes y arrancándoles la cabeza a los de su especie.
En apenas un momento, de todos los titanes que rodeaban el Cuartel, no quedó ni uno con vida... salvo él.
A través de uno de los muchos huecos en la pared, pudo verle bien: era un ejemplar formidable, de quince metros por lo menos, cabellera negra salvaje, cuerpo esbelto y musculoso; nada del barrigón obsceno que podía verse en tantos otros titanes, no... el aspecto de éste sugería fuerza, sugería poder.
Incluso propósito.
La idea surgió cuando vio su rostro: dientes enormes apretados con furia... y unos ojazos clarísimos, grises, que parecían arder con una determinación que le resultó familiar.
No pudo explicarlo en aquel momento con palabras, pero... El titán no le daba miedo.
Lo que sintió al verle fue esperanza.
"Quizás... Quizás al final sí podamos salir de ésta."
Enseguida llegaron Connie, Mikasa y Armin. A Sasha no le pilló por sorpresa, al menos no del todo, cuando aquellos tres explicaron al resto que se trataba de un anormal anormal, una especie de "titán rebelde" que sólo atacaba a otros titanes; habían conseguido atraerlo hasta allí y, si seguía cargándose a los que rodeaban el Cuartel, lo tendrían más fácil para escapar hasta la Retaguardia... después de reponer suministros, claro está.
Y fue entonces cuando Jean salió a buscar unos rifles; Armin les explicó su plan para despejar el sótano...
