Capítulo 1. Editado.
Acto 1: La muerte de una Hyuga
El destino.
"Lo he escuchado toda acerca del destino desde que nací. Pero ¿qué es el destino? ¿Es acaso un camino único? ¿O es más bien un camino que se bifurca en muchas direcciones? No lo sé, pero francamente, después de todo lo que me ha pasado, ahora puedo decir que el concepto de "destino" no es más que una estupidez, un concepto al cual los seres humanos nos aferramos inútilmente, pensando en aquello que nos deparará el futuro, tratando de convencernos de que todo pasa por una razón, que hay una fuerza mayor que rige los destinos de las personas.
Con esto no quiero ofender a nadie, pues sé que todos tenemos concepciones distintas, simplemente pretendo destacar mi punto de vista ¿Qué si soy una psicóloga o algo así? Pues no, soy una simple mujer, una mujer como cualquier otra, una mujer que siempre creyó en el destino. Claro, hasta aquel día. El día en que mi vida cambió para siempre."
Flashback
La heredera de la Rama Principal de la Familia Hyuga, una chica de larga cabellera negra azulada y hermosos ojos color de luna, acababa de llegar a casa. Había sido un agotador día de clases en la Escuela de Informática de la Universidad de Kioto. Ya estaba a punto de anochecer.
La mansión Hyuga, una casa del siglo décimo, emplazada en uno de los vecindarios más prestigiosos de la ciudad, era el hogar de Hiashi Hyuga y sus hijas, Hinata, la mayor, de 24 años y Hanabi, cinco años menor que ella.
—Bienvenida a casa, señorita Hinata —saludó una mujer de cabello púrpura y ojos oscuros, ataviada con una yukata de color salmón, sujeta con un obi marrón. La joven Hyuga hizo una leve reverencia.
—Muchas gracias, Guren —Hinata se quitó los zapatos y dejó su abrigo en el recibidor —¿Serías tan amable de llevarme un té al jardín?
—Enseguida, señorita —la mujer se retiró. La heredera caminó hacia su habitación, una estancia amplia, con una gran cama de forma circular. Dejó su bolso sobre la cama y salió hacia el amplio jardín de la mansión, sentándose en el suelo de madera —Aquí tiene —Guren regresó trayendo una bandeja con té y unos bocadillos dulces.
—Te lo agradezco, Guren —la mujer se retiró haciendo una reverencia.
En cuanto la mujer se hubo marchado, Hinata dejó escapar un profundo suspiro de sus labios, mientras su cuerpo se tensaba y el temor se iba apoderando de ella.
—Si mi padre llega a enterarse que perdí el curso de Programación y debo repetirlo por tercera vez… —se decía —¿Qué voy a hacer? —la preocupación abordaba a la joven Hyuga, pues dentro de su familia, no había espacio para el fracaso, todo debía ser perfecto, notas perfectas, amistades perfectas —No soy tan buena en Informática, si tan sólo mi padre me hubiera permitido estudiar lo que yo deseaba desde niña.
—Disculpe señorita —apareció una mujer de cabello corto, castaño y ojos grisáceos, vestida igual que Guren —El señor Hyuga llegó y quiere verla en su despacho.
—Enseguida voy —la joven se puso de pie, tomando la bandeja —Muchas gracias, Kamizuru.
—No se preocupe, yo me encargo señorita —la chica agradeció y caminó hacia el despacho de su padre.
Pronto se hallaba enfrente de un par de amplias puertas corredizas, con grabados de flores de cerezo. La joven llamó tímidamente a la puerta, escuchó un frío "adelante", así que corrió las puertas e hizo una pronunciada reverencia a su padre. Hiashi era un hombre alto, de porte elegante, cabello castaño y ojos plateados. Iba vestido con un elegante traje azul marino y corbata a juego. El hombre estaba de pie, detrás de su amplio escritorio de madera oscura, dándole la espalda a su hija.
—Buenas tardes, padre —susurró Hinata.
—Siéntate, por favor —la joven se sentó en una silla de tapiz rojizo, sintiendo cómo su ritmo cardíaco se aceleraba. Hiashi tomó asiento en su alta y elegante silla, juntando sus manos y colocando su barbilla sobre ellas.
—¿Quería verme, padre?
—Hinata, tienes 24 años, ingresaste a la Universidad de Kioto, no por tus notas, sino gracias a mi influencia y amistad con el rector —empezó el hombre, mirando con severidad a su hija mayor —Primero ingresaste a la Facultad de Medicina, estuviste allí por un año, que, francamente, fue una pérdida de tiempo —Hinata se sonrojó y empezó a temblar, evitando, a toda costa, mirar los ojos de su progenitor.
"Después, decidiste que lo mejor era dejar la carrera de Medicina y concentrarte en un área que se ha extendido ampliamente en la actualidad, la Informática, bien, entonces te permití cambiarte. Tuviste un comienzo decente, tus calificaciones estaban lejos de ser excelentes, pero al menos vi algún progreso en ti, sin embargo, algo salió mal.
¡Perdiste el curso de Programación una vez, lo dejé pasar, una segunda vez y no dije nada, pero ahora ¡resulta que por tercera vez tendrás que repetir el maldito curso! —gritó el hombre, furioso, poniéndose de pie y mirando amenazadoramente a su primogénita —¡Explícame de una vez por qué! ¿¡Cómo es que a tus 24 años sigues siendo un fracaso, Hinata!? —la chica abrió los ojos, asustada, siendo incapaz de articular palabra —Es cierto, la razón es simple, eres una deshonra, una desagradecida. A pesar de que te he dado todo ¡tú me pagas de esta manera! ¿Por qué no puedes ser como tu hermana? Es cinco años menor y ya trabaja como Subgerente Financiera de Konoha Corp."
Konoha Corp. era la mayor empresa de Japón, especializada en la producción de microprocesadores y demás componentes computacionales.
—Padre, si me permite, —intervino finalmente la muchacha, levantando la mirada —usted fue quien me impidió trabajar, dijo que debía terminar mi carrera antes de…
—Estoy consciente de mis actos, Hinata —la interrumpió Hiashi —No permitiría que deshonraras más el noble apellido de nuestra familia, por eso no te permití trabajar. Ahora bien, no te llamé aquí para hablar de tus fracasos, —Hinata sintió cómo las lágrimas empezaban a acumularse en sus ojos —que ya de por sí son bastantes. Es increíble que no hayas podido rendir al máximo en ninguna de las dos carreras, pero…
—¡Padre! —se atrevió a interrumpirlo Hinata —Usted sabía que mi verdadero sueño siempre ha sido… —Hiashi le dio una bofetada.
—¡Ya basta! —el hombre miraba encolerizado a su hija —No empieces con tus tonterías. Nada más quería decirte que he tomado una decisión —él la miró fríamente —Quiero que abandones la mansión —Hinata lo miró, confundida —Te marcharás de mi casa, desde hoy no serás más mi hija, quiero que dejes de usar el apellido Hyuga, no deseo que una persona que deshonra de tal manera mi apellido y a mis antepasados siga viviendo bajo mi techo.
—Pa-Padre… usted… acaso… —las lágrimas empezaron a rodar por las mejillas de la joven, quien se puso de pie y lo enfrentó —¡Soy su hija! ¿Cómo puede decirme esto? Qué pensaría mi querida madre de su comportamiento? ¿Es que acaso ya olvidó el amor que siempre dijo tenerle a Akasha?
—¡Ya cállate, mujer imprudente! —Hiashi golpeó a su hija, provocándole una herida en el labio. Hinata se limpió la sangre y le lanzó una mirada desafiante —¡No te atrevas a mencionar su nombre! ¡Quiero que te largues de esta casa! ¡Recoge tus malditas cosas y sal de mi vista! ¡No quiero que uses el apellido Hyuga nunca más! ¡Desaparece!
Hinata abrió la puerta de golpe y corrió por el largo pasillo que llevaba a su habitación.
—¡Estoy en casa! —anunció la voz de Hanabi, su hermana menor, desde el recibidor. Hanabi vio pasar a su hermana mayor rápidamente, y pudo notar que en su rostro había sangre —¿Hinata? —la joven dejó sus cosas en el sillón y se apresuró a llegar a la habitación de su hermana.
Hinata sacó de su armario una gran maleta negra y empezó a colocar sus pertenencias dentro. Había tenido suficiente, suficiente humillación, suficiente sufrimiento y desprecio, había sido así durante toda su vida y estaba lista para hacerse respetar. La decisión de su padre la había tomado desprevenida, sin embargo, pensó, era lo mejor salir de esa casa, de esa mansión que se había convertido en su prisión.
—Hinata, ¿estás ahí? —escuchó la voz de su hermana del otro lado de la puerta —¡Abre por favor!
Hinata la ignoró y terminó de recoger sus pertenencias. Tomó en sus manos la foto donde aparecían su padre, más joven, junto a ella y su hermana menor en el parque de diversiones. Sonrió con cierta nostalgia para después arrojarla con fuerza al suelo, provocando que el portarretratos se rompiera
—¡Hinata, voy a entrar! —Hanabi se quedó extrañada al ver a Hinata con una enorme maleta —¿Vas a alguna parte, hermana? —Hinata esbozó una ligera sonrisa.
—Hermana… no sé si es correcto que me sigas llamando así, Hanabi Hyuga —la menor la miró, confundida.
—¡Espera! —Hanabi caminó tras ella —¿Qué rayos estás diciendo?
—Puedes preguntarle a ese hombre —la mayor señaló a su padre. Hinata dio la vuelta y abrió las puertas de la mansión.
—Padre ¿qué está sucediendo? Mi hermana…
—¿Hermana? —respondió Hiashi —Tú no tienes ninguna hermana.
—¿Pero qué disparates estás diciendo? ¡Hinata es tu hija!
—¿Mi hija? Creo que estás equivocada —el hombre empezó a caminar hacia la cocina —Esa mujer no es mi hija, sólo tengo una hija y esa eres tú, Hanabi Hyuga.
—¡Estás loco! —gritó la castaña, sin dar crédito a las palabras de su padre —¡Hinata es tu hija!
—Hinata… esa mujer está muerta para mí. Y te voy a pedir que hagas el favor de respetarme, no tienes ningún derecho a hablarme de esa manera —Hiashi simplemente siguió su camino, dejando a su hija menor visiblemente enfadada.
Flashback End
"Bien, esa soy yo, Hinata. En algún momento fui Hinata Hyuga, pero ahora simplemente soy Hinata, una mujer de 24 años, sin familia, sin dinero, sin un lugar al cual ir, sin un trabajo, en resumen, no me queda nada. Cuando me fui de casa, tomé un taxi y me dirigí a una pequeña posada en las afueras de la ciudad. Pasé la noche allí y me levanté temprano para tomar el tren a Tokio.
¿Por qué Tokio? Bueno, mi esperanza es dejar atrás mi antigua vida y empezar una nueva en Tokio. Además, allí vive una de mis amigas más antiguas, Ino Yamanaka, quien me aceptó en su casa, temporalmente, mientras consigo un trabajo y trato de rehacer mi vida. Allí viene mi tren, supongo que ha llegado la hora de decirle adiós a la ciudad que me vio nacer."
H&N
Tokio
Hinata finalmente había llegado a Tokio. Estaba exhausta, después del largo viaje de 513 kilómetros y dos horas treinta minutos de duración. La mujer arrastró su equipaje fuera del metro y se sentó en una de las bancas de la estación.
—Hinata Hyuga —dijo una voz femenina a sus espaldas. La joven se volteó para encontrarse con una muchacha rubia, de ojos celestes, que llevaba una gabardina blanca. Hinata sonrió y abrazó a su vieja amiga de la infancia.
—Sólo Hinata, por favor —dijo la peli azul.
—Ven, vamos a desayunar —Ino tomó el bolso de Hinata y la guio hasta el estacionamiento. La rubia se detuvo frente a una camioneta BMW, de color negro, la cual Hinata miró sorprendida —He tenido que trabajar mucho para comprarla —Ino desactivó la alarma y ambas ingresaron al vehículo —Y bien, cuéntame qué te ha traído a Tokio.
—Es una larga historia, Ino —dijo Hinata, mirando por la ventana. Era temprano aún, alrededor de las siete de la mañana, así que la actividad en las calles apenas empezaba.
—No tengo nada que hacer, así que puedes empezar —el estómago de Hinata reclamaba alimento, pues no había comido nada desde el día anterior. Ino rió —De acuerdo, me contarás en cuanto comas algo —la rubia se detuvo enfrente de una pequeña cafetería. Ambas entraron al lugar y ordenaron huevos con tocino, tostadas y jugo de naranja —¿Entonces?
—Verás…
Hinata empezó a relatarle su historia; acerca de cómo su padre la había desterrado de su familia. Ino escuchaba atónita la historia de su amiga, sin dar crédito a sus palabras.
—¡No puedo creerlo! —exclamó la rubia, indignada —¡Eso es inhumano! ¡Eres su hija! ¿Cómo fue capaz de hacerte eso?
—Ya olvidemos eso —dijo Hinata, con un ligero gesto de fastidio —En lo que a mí respecta, Hiashi Hyuga es un completo desconocido. Vine a Tokio para rehacer mi vida, Ino. Sé que no tengo nada, así que espero no ser una molestia para ti.
—¡Claro que no! —Ino negó con la cabeza —Tú eres mi amiga, sabes que siempre te apoyaré. Es por eso que quiero que te sientas como en casa, eres bienvenida todo el tiempo que sea necesario.
—No sabes cuánto te lo agradezco.
"A partir de ese día, inició mi nueva vida. Hinata Hyuga estaba muerta, una nueva Hinata había renacido. Ya no sería más esa mujer tímida, sumisa, que se dejaba pisotear por los demás. Ya nadie tomará las decisiones por mí, seré libre de hacer lo que me plazca con mi vida. Sí, ahora soy una mujer nueva, saldré adelante por mi cuenta. Lo primero que debo hacer es deshacerme de mi apellido Hyuga.
Ese día, Ino me acompañó al registro, para poder cambiar mi apellido. Desde este día, mi nuevo nombre será Hinata Ikeda. Ikeda fue el apellido de soltera de mi madre, Akasha.
Después de arreglar el asunto de mi apellido, fuimos a la peluquería, donde pedí que cortaran mi largo cabello, dejándomelo hasta los hombros, la verdad me gustó cómo quedó, claro que me veo muy diferente, pero estoy contenta con el cambio. También me coloqué lentes de contacto y ahora mis ojos son de color violeta."
H&N
Tokio, dos semanas después.
—¡Ya regresé! —exclamó Hinata, al entrar en la sala.
La casa de Ino se encontraba en un exclusivo vecindario en la parte sur de la ciudad. Se trataba de una casa de dos pisos, muy amplia, de estilo victoriano. Los muebles eran de estilo contemporáneo, los electrodomésticos de acero inoxidable. Hinata no pudo evitar pensar que su amiga de verdad tenía una gran vida. Ino trabajaba como Asesora Legal en la sede en Tokio de Konoha Corp., además estaba terminando su Maestría en Derecho Comercial en la Universidad de Tokio. Sí, definitivamente Ino Yamanaka era una mujer exitosa.
—¿Cómo te fue? —preguntó Ino, bajando las escaleras y sentándose al lado de su amiga. Hinata suspiró profundamente —Pregunta tonta, lo siento.
—¡Fue un completo fracaso! —exclamó Hinata, con frustración —No puedo creerlo, ya tengo dos semanas de estar en Tokio y no he logrado conseguir trabajo. En todos los lugares donde intento aplicar, piden experiencia y/o carrera terminada, de verdad soy un fracaso.
—No digas eso, Hina —la reprendió la rubia —Ya verás que pronto algo aparecerá, hablaré con unos conocidos en el trabajo.
—No me agrada ser una carga para ti —Hinata tomó el periódico y empezó a ojearlo.
—¡No te permito que digas eso! —replicó Ino —Tú eres mi mejor amiga, además siempre me ayudas con los quehaceres de la casa, en especial cuando tengo que trabajar hasta tarde.
"Eso es algo que he notado. Hay días en los que Ino no aparece en todo el día, regresa hasta entrada la madrugada o no vuelve del todo hasta el día siguiente. Me pregunto qué clase de trabajo realizará. Debe ser algo muy importante, claro, ella debe tener un puesto bastante alto dentro del Departamento Legal de Konoha Corp., sino ¿cómo rayos tendría tanto dinero para mantener una casa tan lujosa, más su hermoso auto, sus cursos en la universidad y la membrecía del gimnasio?"
—Hinata ¿estás escuchándome? —la peli azul no respondió, pues tenía los ojos clavados en un anuncio del periódico.
—¿La Academia Le Cordon Bleu está impartiendo lecciones en la Toudai?
—Sí, recientemente se firmó un convenio y ahora quienes deseen estudiar Administración Hotelera pueden ingresar allí, sin necesidad de presentar el examen de admisión. Creo que la matrícula está abierta en este momento.
—Estudiar en Le Cordon Bleu —suspiró Hinata —Siempre ha sido mi sueño, pero —el rostro de la chica se ensombreció —no deber ser nada barato.
—Eso puedes apostarlo.
—Maldición —Hinata cerró el periódico y lo dejó sobre la mesa —Ino, necesito desesperadamente un trabajo ¡haría lo que fuera! ¡Trabajaría en lo que fuera! —Ino permaneció en silencio, mirando fijamente a su mejor amiga, con un rostro lleno de astucia —¿Qué pasa?, siempre que pones esa cara es porque tienes una idea —la rubia no respondió —Ino, sabes dónde puedo trabajar ¿cierto? —nuevamente la chica no recibió respuesta alguna —¿Estoy en lo correcto?
—Bueno, es que… —Ino titubeó —es un trabajo muy… como decirlo… peculiar, la verdad no creo que te agrade —Ino negó con la cabeza – Sabes que, mejor olvídalo.
—Lo lamento, señorita Yamanaka —dijo, mirando seriamente a su amiga —Tendrás que hablar —la rubia volvió a negar con la cabeza —Por favor Ino, necesito un trabajo.
—De acuerdo, pero estoy segura de que lo rechazarás al instante —Hinata iba a replicar, pero Ino la interrumpió —Lo haré porque eres muy insistente, espera un segundo —la rubia sacó su celular —Hola, Madame Senju, soy yo. Sí la misma, tengo una amiga interesada en el puesto —Ino sonrió tenuemente —No, dejaré que sea usted quien se lo explique ¿A su casa? De acuerdo, estaremos allí en quince minutos —la rubia dejó el celular y se volteó hacia su amiga —Prepárate, iremos a ver a la jefa.
"En ese momento no comprendí a qué se refería Ino, sin embargo asentí emocionada y ambas subimos a su camioneta. Nos dirigimos a la casa de una persona que se hacía llamar Madame Senju. Durante el trayecto, Ino me preguntó si yo había estado alguna vez en un Cabaret, lo cual me tomó desprevenida.
Por supuesto respondí negativamente. En mi vida me habrían permitido poner un solo pie en un lugar así. Cuando quise saber el porqué de tal interrogante, ella me dijo que lo olvidara, que no era de importancia, así seguimos nuestro camino hasta que nos detuvimos en las afueras de una enorme propiedad de estilo barroco, con extensos jardines y portones metálicos flanqueando la entrada."
—Buenas tardes, he venido a ver a la señora Namikaze —dijo Ino, e inmediatamente los portones se abrieron. Ino siguió su camino, estacionando su vehículo cerca de la entrada principal de la imponente mansión. El mayordomo, un hombre moreno, de cabello y ojos oscuros abrió la puerta.
—Adelante por favor —dijo él, haciendo una reverencia —La señora las espera, si son tan amables de seguirme —siguieron al mayordomo hasta una elegante entrada, flaqueada por dos estatuas de musas griegas. Las muchachas entraron y allí estaba una mujer rubia, de ojos miel, con una gran delantera, vestida con un conjunto verde oscuro.
—Oh ya llegaron —dijo la mujer con una sonrisa —Asuma, tráenos el mejor vino que encuentres en la bodega —el hombre asintió y se retiró —Por favor, siéntense —ella señaló un elegante sofá blanco que estaba enfrente de ella —¿Cómo has estado, Ino?
—Muy bien, señora Tsunade, ella es la persona de quien le hablé antes.
—Sí, tú amiga —Tsunade se puso de pie, acercándose a Hinata y estudiándola con detenimiento —Creo que tenías razón, califica para el puesto.
"Al escuchar las palabras de la señora Tsunade me entusiasmé, aunque me extrañó que, con sólo una mirada, ella pudiera afirmar que calificaba para un puesto desconocido. No importa lo que sea, lo aceptaré, necesito trabajar, necesito probarle a todos los que me despreciaron que puedo convertir mis sueños en realidad, el primer paso es trabajar y luego entrar a la universidad, pero esta vez, para estudiar lo que en verdad deseo."
—Soy Tsunade Namikaze —dijo ella, tendiéndole la mano a la peli azul.
—Mucho gusto, señora Namikaze, soy Hinata Ikeda.
—No tienes que ser tan formal, puedes llamarme Tsunade —Tsunade volvió a tomar asiento, al tiempo que Asuma regresaba, trayendo tres copas y una botella de vino tinto. El hombre sirvió el vino y se retiró, haciendo una reverencia —Por favor, bebamos —ella levantó su copa e Ino hizo lo mismo, sin embargo Hinata no estaba muy convencida, pues no solía beber, ya que su antigua familia no se lo permitía.
"Nunca he tomado alcohol. No sé si debería. Un momento ¿qué estoy pensando? Soy una persona nueva, ¿por qué debería pensar en el pasado que decidí dejar atrás? ¡Al diablo con todo eso! ¡Voy a beber! Entonces tomé mi copa y bebí un trago del vino tinto, el cual estaba delicioso, jamás había probado una bebida tan exquisita. Estoy segura de que debe ser carísimo, pero se nota que la señora Tsunade tiene mucho dinero, sólo hay que ver esta casa."
—¿Lo ves? Hay que disfrutar los placeres de la vida —Tsunade sonrió, complacida, sirviendo un poco más de vino en las copas —Así que estás interesada en el trabajo. Supongo que aún no sabes de qué se trata —Hinata negó con la cabeza —Entonces Hinata ¿alguna vez has estado en un Cabaret?
—No señora, nunca —Hinata se sonrojó —Honestamente, no sé qué tipo de lugar es.
—No te preocupes, verás…
—Disculpe, señora —la mujer guardó silencio al ver llegar a su mayordomo —El señor Jiraiya llamó, dice que consiguió las entradas para la ópera de esta noche.
—Perfecto —respondió Tsunade —Dile que estaré lista —el hombre se retiró —Mi marido, siempre tan considerado. En fin, antes de explicarte en qué consiste el trabajo, quiero llevarte a un sitio.
—Señora Tsunade, no me diga que va a…
—Claro que sí. Si Hinata quiere formar parte de nuestra familia, tiene que conocer el lugar donde trabajamos. Asuma, —Tsunade tomó un comunicador —dile por favor a Izumo que prepare el auto.
—Enseguida señora —respondió la voz de Asuma por el comunicador.
"La señora nos guio hacia la parte delantera de la casa. Allí aguardaba un elegante auto de color dorado, un Mercedes Benz para ser más precisa. Fuera esperaba un joven castaño, de cabello largo hasta los hombros, con el fleco cayéndole al lado derecho del rostro. El joven vestía un traje negro, con una corbata negra. Él abrió la puerta y las tres entramos. El hombre condujo durante unos veinte minutos, deteniéndose en la parte trasera de un elegante edificio de dos pisos, con una fachada de cristal, además noté que había una especie de molino gigante. En la parte más alta yacía un enorme letrero que no pude leer."
—Gracias Izumo, te llamaré —dijo Tsunade.
Ambas siguieron a Tsunade, que abrió una puerta y se hizo a un lado para que sus acompañantes pasaran primero. Entonces, se encontraron en una amplia oficina. Tenía un escritorio en el centro, varios sillones de tapiz rojo alrededor, una mesa de cristal con dos sillas, un amplio librero y varios cuadros con paisajes
—Pónganse cómodas —Ino y Hinata se sentaron en uno de los sofás —Bienvenida al Moulin Rouge.
"¿Moulin Rouge? He escuchado ese nombre antes. Se trataba de un famoso Cabaret parisino. Ahora, si hablamos de la era actual, se podría decir que esto es un club nocturno, uno de esos lugares donde las mujeres dan espectáculos".
—Hinata, yo trabajo aquí —dijo de pronto Ino. Hinata la miró sorprendida.
—Pero, tu trabajo en Konoha…
—También trabajo en Konoha, podría decirse que este es mi segundo trabajo, el que me permite vivir tan bien.
—Vamos al grano —intervino Tsunade —Esto es un Club Nocturno, aunque a mí me gusta llamarlo Cabaret, pues suena más sofisticado. El trabajo de las muchachas aquí es entretener a los clientes. Ofrecemos espectáculos, striptease, sesiones privadas. Mis chicas son "damas de compañía".
"Claro, ahora entiendo todo. Me parecía increíble que Ino viviera entre todos esos lujos con sólo su salario de Konoha Corp. Siempre supuse que habría algún "secreto" oculto, algo más y ahora entiendo a la perfección, Ino es… ella es…"
—Entonces… —empezó Hinata, con voz nerviosa —esto es una especie de harén, quiere decir que… las mujeres tienen sexo por dinero…
—Sí básicamente, aunque no es lo único que mis chicas hacen —respondió Tsunade.
—Ino tú… —Hinata miraba a su amiga sin poder creerlo. Su inocente amiga de la infancia era básicamente una prostituta.
—Lamento no habértelo dicho antes, Hina —dijo Ino, sin una pizca de arrepentimiento luego de que su amiga descubriera su secreto —Pensé en decirte sobre esto porque estabas desesperada por conseguir un empleo. Te advertí que no iba a gustarte la idea, pero tú insististe.
—Eres libre de aceptar unirte a nuestra familia —intervino Tsunade, al notar la tensión en el ambiente —No te obligaré a nada, pero sí debo decir que eres una mujer hermosa, nuestros clientes estarían deseosos de conocerte.
"¡Absolutamente no! Esto va en contra de mis principios. No puedo ¿cómo podría vender mi cuerpo por dinero? Eso no fue lo que me enseñaron en casa… No, un momento, si yo no tengo una familia, toda mi familia ha muerto, soy una mujer sola, libre, puedo hacer lo que me plazca con mi vida ¿Qué acaso no fue eso lo que me prometí el día que salí de la mansión? Necesito un trabajo, pero nadie me contratará en mi condición actual. Necesito dinero si es que quiero empezar a construir mi sueño y demostrarle al mundo que soy capaz de llegar a la cima por mi cuenta. Creo que, pensándolo bien, no estaría mal intentarlo."
—Dígame, señora Tsunade…
—Ah, por cierto, cuando estemos aquí, llámame Madame Senju.
—Claro, Madame Senju, dígame qué es lo que tendría que hacer si acepto su oferta.
—Serías una bailarina, darías espectáculos exóticos con las demás, además te encargarías de atender a los clientes que soliciten una cita contigo. Déjame decirte que nuestros clientes son personas importantes de Japón, hombres de negocios con mucho dinero, algunos casados que desean venir y relajarse, olvidar sus problemas por un rato. Este es un sitio muy exclusivo, querida.
—Ya veo, pero ¿qué no hay riesgo de una enfermedad de transmisión sexual?
—La protección es nuestra prioridad —respondió Madame Senju —Nosotros mismos le proporcionamos al cliente y a la chica la protección adecuada. En todos mis años, jamás una de mis chicas ha contraído ninguna ETS, mucho menos un cliente.
"Madame Senju piensa en todo. Es una mujer astuta, que sabe cómo convencer a la gente. La verdad es que no sé si estaré haciendo lo correcto al aceptar este tipo de trabajo, ¿qué pasa si alguien me reconoce? ¿Qué pasaría si logro ingresar a la universidad y alguno de mis profesores resulta ser un cliente? Tengo que pensar en mi privacidad."
—Pero ¿qué pasaría si alguien…?
—¿Si alguien te reconoce? —Hinata asintió —Todas las novatas me preguntan eso. Aquí no usamos el nombre real, todas las chicas tienen un sobrenombre, por ejemplo… —Tsunade miró a Ino.
—Yo soy la Reina de Corazones.
—Además, si lo deseas puedes cambiar el color de tu cabello y tus ojos mientras trabajas. Los productos para hacerlo los tenemos aquí, cada chica tiene su propio camerino, donde se prepara para sus compromisos —el celular de Tsunade comenzó a sonar —Si me disculpan. Hola querida, estoy en la oficina, sí pasa, está abierto.
—Hola —una chica rubia, peinada con cuatro coletas, de ojos verdes entró en la habitación, saludando animadamente —¿Qué tal, Ino? —la chica se fijó en Hinata —¿Visitas?
—Algo así —dijo Ino.
—Claro. Temari Sabaku —Hinata estrechó la mano de la rubia recién llegada —Disculpe, Madame Senju, sólo venía a decirle que la ropa nueva ya llegó, está en mi casa.
—Gracias querida, más tarde enviaré a alguien a recogerla.
—¿Tú eres la nueva? —preguntó Temari, con curiosidad. Hinata se sonrojó ligeramente —Lo lamento, no era mi intención incomodarte. Pero serías feliz aquí, te lo aseguro, somos como una gran familia, además la paga es extraordinaria —la chica le guiñó un ojo —Bien, tengo que irme, tengo una clase en media hora ¡Nos vemos!
—Nunca cambiará —dijo Ino.
—Esa chica, me parece conocida – reflexionó Hinata.
—No es de extrañarse, ella es una Sabaku —dijo Tsunade —Su familia fue de las más importantes de Japón, hasta que su padre falleció, dejando a tres chicos huérfanos. Ella es la mayor de tres hermanos y tuvo que salir adelante sola con sus hermanos, claro que ellos ahora son unos hombres.
—La familia Sabaku. Claro, es por eso que me resultó familiar. Los Sabaku siempre fueron socios de los Hyuga.
—¿Conoces a la familia Hyuga? —preguntó Tsunade con curiosidad.
—Sí, bueno… una vez conocí a la hija del jefe.
—¿Te refieres a Hanabi? —agregó la mujer rubia —La familia Hyuga es muy extraña. La última vez supe que Hiashi tenía dos hijas, pero resulta que al parecer no era así y sólo tiene una, Hanabi. Bueno, supongo que los rumores de que Hiashi tuvo dos esposas eran falsos.
"Así que ese hombre ya ha desaparecido el nombre de su hija mayor de la historia de la familia. Eso está bien, porque ella está muerta, es mejor que no sufra más por las crueldades de Hiashi. Sin embargo, no puedo evitar preguntarme dónde quedó todo el amor que decía tenerle a su primera mujer, Akasha Ikeda."
—Madame Senju, entonces tendremos ropa nueva —intervino Ino, para desviar el tema, antes de que Hinata se incomodara.
—Sí, Temari se encargó de conseguirla en su último viaje a Italia —respondió Tsunade, centrando su atención nuevamente en la joven rubia —Hinata, ha sido un placer conocerte, espero que alguna vez puedas pasar por aquí y beber algo al menos. También siento mucho si no te agrada lo que hacemos, pero no tengo ningún arrepentimiento, mi conciencia está tranquila.
—Madame Senju, —dijo Hinata, con el rostro serio —soy yo quien lo lamenta. Lamento si le di a entender que lo que hacen es inadecuado, no soy nadie para juzgar las acciones de los demás. Es cierto que antiguamente lo hubiera repudiado, debido a la crianza que se me dio desde niña, sin embargo, la antigua yo ya no existe, ahora soy una nueva persona y estaré encantada de trabajar con usted.
—¿Acaso escuché bien?
—Por supuesto, Ino, he tomado mi decisión —afirmó la peli azul, con total seguridad en su voz —Sé que este será el inicio de la realización de mi sueño.
—Entonces, bienvenida – Madame Senju se puso de pie y abrazó a Hinata.
—Madame Senju, sólo tengo una pregunta… usted… alguna vez ¿tuvo que hacer esto?
—¿Qué si tuve que ser una prostituta? La historia de mi vida carece de importancia, pero sí, este fue el primer paso para cumplir mis sueños.
—Ya veo, lo siento si mi pregunta fue indebida —dijo Hinata, sonrojándose.
—No tienes que ponerte nerviosa, tienes que empezar a tomar confianza, pues todas aquí fueron novatas alguna vez y tuvieron sus dificultades, pero no te preocupes, tus compañeras te ayudarán en todo lo que necesites —la mujer tomó asiento nuevamente —Ahora nos falta "bautizarte", veamos cómo te pondremos. Delicada, recatada, educada, sí, tengo el nombre perfecto para ti, Geisha.
"A partir de ese día, me convertí en miembro del Cabaret Moulin Rouge. Me fue dado un nombre clave. Dentro de este mundo soy Geisha, debido a mis características únicas, según dijo Madame Senju. Me gusta pensar en mí como una dama de compañía, en lugar de una simple prostituta.
Cuando llegué a Tokio, jamás pensé que conocería a una mujer que me insertaría en este mundo, mucho menos que mi mejor amiga fuera también parte de este mundo, que, según palabras de mi mentora puede abrirte muchas oportunidades en la vida, exigiendo al mismo tiempo mucho de tu parte.
Después de ese día, conocí a mis compañeras de trabajo y tuve mi gran debut en el Moulin Rouge. Mi debut… Vaya que estuvo lleno de emociones".
