Mi favorito... mi primogénito

Sentada como toda una Black, así se encontraba Walburga en el salón de dibujo, contemplando la ventana pensativa…

La noche había llegado hacía demasiadas horas, pero no le importaba, se sentía decepcionada, frustrada y furiosa.

Su hijo, su mayor orgullo, el niño de sus ojos, la había traicionado… se había ido de la casa esa misma tarde cuando le había anunciado su compromiso con Adria Lestrange, una chica de sangre pura bastante atractiva y sobretodo inteligente, ¿qué más podía pedir?

Al parecer mucho más…

Meneó su cabeza lentamente, le dolía que se hubiera marchado, pero no aprobaba que se juntara con sangre sucias, mestizos y traidores a la sangre. Ella hasta cierto punto había permitido que se juntara con ellos, incluso que los invitara a la Mansión Black, siempre y cuando, fuera buen Black al crecer.

Algo que nunca sería.

Su mente comenzó a divagar, recordando la primera vez que lo vio, que sus ojitos grises se encontraron con los suyos...

"La lluvia arreciaba azotando con fiereza la ventana, y un hombre de cabello azulado la contemplaba con aire calmado, pasaba la media noche, pero aun así continuaba despierto, en espera de que su mujer diera a luz...

Un grito se escuchó por encima de la tormenta, seguido por el llanto de un bebé…

De su hijo…

Su primogénito...

Dentro de la habitación se encontraba una mujer tendida en una cama, con la frente perlada de sudor y su respiración entrecortada...

- Puje otra vez - ordenó el medimago

La mujer haciendo un esfuerzo pujó con todas sus ya escasas fuerzas.

Un grito se le escapó de entre sus labios al sentir la cabeza del bebé pasar por sus caderas, echó su cabeza hacia atrás agotada, con los huesos y músculos adoloridos... dejó que sus ojos se cerrasen.

Un llanto se escuchó por la habitación.

Olvidando por completo las penurias del parto, se despabiló dispuesta a observar a la creación de su vientre.

- Felicidades Señora Black, tiene un precioso niño - anunció el medimago dándole a su bebé envuelto en una manta.

Rápidamente lo cogió en sus brazos, sonriendo.

Su bebé era una cosita pequeña, con una pelusita negra azulada por cabello, su piel rojiza por el parto reflejaba una piel albina debajo.

Justo en ese momento el pequeño abrió los ojos:

Grises…

Como los de su padre.

Como los suyos...

Pasando olímpicamente la tradición que dictaba que su hijo se llamaría Hydrus un nombre feo y corriente para ella, escogió otro...

Sirius la estrella más brillante del cielo nocturno...

Sirius su pequeña estrella...

- Sin importar lo que seas, brillarás - susurró mirando orgullosa a su hijo. Su primogénito"

Se paró lentamente.

Recorrió la estancia hasta alcanzar el nuevo manchón que había en el árbol familiar, debajo de él decía "Sirius Orión Black". Acarició con delicadeza donde horas antes había estado el rostro de su hijo… lo había borrado del árbol familiar de la casa de sus padres donde residía desde que Sirius había entrado a Hogwarts, pero no de la Mansión Black, sabía que si era borrado del árbol familiar que había allí, su hijo no tendría derecho a llamarse Black nunca más, sería un renegado dejado a su suerte...

Y eso era algo que nunca permitiría.

Porque después de todo…

Era su hijo, su estrella en la oscuridad de su vida, su primogénito.