Todos los personajes que aparecen en estos drabbles son propiedad intelectual de Rumiko Takahashi, los cuales utilizo sin ningún ánimo de lucro.
Momentos
I
Ayuda
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Ranma se hallaba dentro de la habitación de Akane, dando vueltas y haciendo piruetas alrededor; la razón, tenía una infección horrible de garganta y las pastillas y remedios caseros ya no podían hacer nada por él: necesitaba una inyección.
Y como ella estaba ahora en un curso de enfermería, toda la familia estuvo completamente de acuerdo en que fuera quien le aplicara tan dolorosa curación.
—¿Quieres quedarte quieto? —Farfulló la muchacha? Quien dividía su atención entre su prometido y la preparación de la medicina que iba a inyectar —. Me estás poniendo muy nerviosa.
—¡¿Nerviosa tú?! —Se detuvo el pelinegro, haciendo que los escalofríos de su cuerpo se volvieran más evidentes; mitad enfermedad, mitad miedo —¡Eres quien va a atravesarme la pierna!
—Ya tengo algo de práctica. Te prometo que no va a dolerte —Le confió, muy segura de si misma— Anda, ven a acostarte, ya está preparada—. Sentenció, mientras señalaba el futón junto a ella.
Ranma se acercó a regañadientes; aquello no lucía muy prometedor.
Antes de acostarse, se desabrochó el cordón de su pantalón y maldijo mil veces la hora en que el Dr. Tofú había desaparecido de la ciudad. De otro modo, no tendría que estar pasando por esta penuria.
—No quiero que sea muy arriba, ¿de acuerdo?—Se recostó el chico, mientras le daba instrucciones a su prometida, haciendo memoria de lo poco que sabía de jeringas.
—De acuerdo. "No muy arriba" —Repitió, con una sonrisa serena.
El ojiazul le dio la espalda a la artemarcialista y ella se acercó, esterilizando la zona con un pedazo de algodón impregnado de alcohol.
—… Y no vayas a mirar de más, ¿eh? —Añadió él, con voz quejosa.
—No te preocupes, no me gustan los niños llorones—. Akane replicó burlona.
A Ranma le picó el orgullo ese comentario, por lo que volteó justo en el momento en el que ella alzaba su mano.
—¡¿Quién es un llor…. ¡Oye, abre los ojos! —Gritó, lleno de pánico.
Akane se sintió cohibida porque el chico descubriera la fórmula para no temblar en su objetivo, pero aquello ya estaba empezado y debía terminarlo, por lo que rápido buscó una solución.
—¡Mira, se metió un gato a la habitación!
El chico enfermo se giró inmediatamente y aquello fue aprovechado por Akane, quien al grito de "¡Allá voy!" cerró los ojos y dejó ir la aguja sobre el cuerpo del moreno.
—¡Ahhh! —Se dejó oír la voz masculina por toda la casa. Unos segundos después, lanzó otro grito—. ¡Las piernas no me responden!
—Ranma… Creo…creo que he atravesado el hueso… está muy duro—. Balbuceó la muchacha, quien no se atrevía a abrir los ojos, pero se negaba a dejar de hacer fuerza con las dos manos sobre el plástico inyector.
—Estoy muerto —Añadió con voz grave el ojiazul—. No podré volver… a caminar.
—L-lo siento… yo, no deb..
—¡¿Qué sucede aquí?!
En ese momento, alertada por los desgarradores gritos de su hijo, Nodoka apareció en la puerta del cuarto de su nuera para averiguar qué había pasado.
Ranma estaba tirado sobre el futón, con el trasero al aire y la espalda y las manos encorvadas en un rictus de terror. A unos milímetros de él, Akane atravesaba la colchoneta hasta llegar a la duela de la habitación, luchando incansable por terminar de administrarle el líquido.
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Notas de autor
Hola, sé que ya tengo rato que no me paso por estos lados, pero háganme el favor de creerme cuando les digo que he tenido un año de perros. La verdad es que perdí la motivación para todo y pues, qué más, estoy en el camino de volver.
Saludos a todos, espero volvernos a ver pronto.
PD: No esperen gran cosa de estas historias, son más como idas de olla en las que estaré de aquí a año nuevo, intentando calentar motores, jaja.
Feliz navidad, por cierto n_n los quiero.
