"Steven Universe", pertenece a Rebecca Sugar y Cartoon Network, hago esto sin ningún fin de lucro.
Primer fic del reto "15 días de fanfics"
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HUMANS
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Oneshot de tu personaje favorito "para Franco Rathian"
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"Vale la pena cuidar sus vidas Pearl, los humanos son maravilloso, si por lo menos te dieras la oportunidad de conocerlos".
Esas eran las palabras que una y otra vez Rose estaba diciendo, y ella solo tragaba sus propias opiniones y le sonreía porque ella amaba a los humanos y ella misma amaba a su líder aunque no compartiera su opinión. Pero con el tiempo Rose ya no estaba conforme con verla sonreír y saber que no creía nada de lo que le decía. Así que hizo de nuevo, como siempre, algo para complacer a Rose, aunque eso significara separarse de ella.
Había abandonado el templo y había empezado a conocer el mundo de los humanos.
Al principio no había visto nada de lo que Rose siempre hablaba, desde su punto de vista los humanos eran sucios, violentos y salvajes. Había viajado por solitarias estepas donde solo había encontrado animales salvajes y escondidos de todos, pequeños grupos de humanos que habían salido huyendo de ella como si fuera alguna clase de amenaza. Había visitado también ciudades donde parecía que había humanos en todos los rincones posibles, comerciando, conviviendo, quizá aguantando la presencia de unos a otros, en esos lugares ella había sido casi invisible, nadie parecía preocupado por la gema en su frente o su extraño color de pelo, con el tiempo había visto que las modas humanas no la hacían verse tan diferente en relación a ellos.
Si tuviera que escoger se habría quedado con los humanos temerosos de las aldeas en la selva, al menos ellos parecían más inofensivos.
Se esforzó por ver lo que Rose veía en ellos pero no podía entenderlo. Los humanos vivían como si fueran dueños de todo lo que tocaban, ellos creían poseer la tierra, el agua, los granos, incluso creían que podían poseer a otros seres humanos y usarlos para su beneficio, eran egoístas y mezquinos y mientras más los conocía más crecía el deseo de irse, de poder demostrarle a Rose lo que ella podía ver de esta especie y salir de ese planeta juntas.
Al menos eso es lo que pensaba hasta que había llegado a otro de esos parajes insólitos y apartados de ese planeta. Todo el tiempo nevaba, ella no era capaz de percibir el frio, al menos no de la misma manera que lo hacían los humanos así que cuando llegó a ese lugar y de hecho tuvo frio, supo enseguida que tenía que la temperatura debía ser muy baja. Sus músculos eran más lentos se sentían más pesados y cansados hasta el punto que se resguardó en una cuerva y quizá quedo inconsciente o se refugió en su gema, no lo sabía de seguro.
Pero supo donde despertó. Era una habitación sencilla son adornos, con solo una pieza de tela bajo ella y una pequeña hoguera que apenas la mantenía caliente, un hombre estaba sentado con las piernas cruzadas delante de ella, parecía dormido, solo tenía sus ojos cerrados y su respiración era tan calma que no quiso interrumpirlo, lentamente se levantó y apenas se había alejado un poco sintió de nuevo el frio que calaba por su piel.
— Ven a tomar algo caliente.
Tuvo que voltear sorprendida a ver al hombre a su espalda estaba en la misma posición que había estado un par de segundos antes, pero una pequeña tetera estaba frente a él, pudo percibir un ligero olor a hierba aunque no podía distinguir de seguro que sería.
— Sé que las de tu especie no comen o beben pero te hará bien para que te mantengas caliente hasta que termine la tormenta.
— Tú sabes…
— Sé que vinieron de más allá de las estrellas – dijo abriendo finalmente sus ojos parecían tan tranquilos y pacíficos — y sé que salvaron nuestro hogar, no necesito saber más.
Pearl regresó cautelosa cerca del hombre, lo observó con cuidado: una túnica deslucida y vieja aunque muy limpia, era delgado y de piel raída y reseca sin nada de cabello, tenía la apariencia más extraña que había visto en los humanos hasta ahora, parecía débil pero parecía completamente tranquilo a pesar del clima a su alrededor, suportar los cambios climáticos del este planeta tan inconstante había sido un reto aún para las gemas. Junto a él tomó la pequeña taza de barro que había servido para ella, el brebaje era amargo y sabía mal, pero sin duda la hacía sentir caliente por dentro.
— ¿Cuál es tu nombre? – preguntó Pearl.
— ¿Importa? – respondió.
— Supongo que no – reconoció ella.
— ¿Qué es lo que estas buscando? – preguntó el hombre en su lugar.
— ¿Por qué tendría que estar buscando algo? – respondió a la defensiva tomando sorbitos del té.
— La mayoría de las criaturas que viajan hasta un lugar como este están buscando algo. Los animales viajan por esta tierra en busca de la vida del cuerpo, un lugar más cálido para poder sobrevivir, los humanos viajan hasta este lugar en búsqueda de vida del alma, la soledad, la redención de su alma, buscando la luz, quiero pensar que las criaturas como tú buscan algo parecido.
Pearl miró a otro lado sin saber que responder, no podía decirle la verdad, los humanos estaban tan orgullosos de su propia especie que no pensaban tener defectos o que fueran la mitad de malos como especie de lo que en realidad lo eran, había convivido con los suficientes para notar que eran criaturas que se creían perfectas.
— ¿Qué quieres decir con la redención de sus almas?
— Oh eso es… — dijo con una sonrisa tranquila – cuando el hombre sabe que ha fallado como ser vivo, busca la raíz de su ser, a lo que los humanos llamamos alma, es el núcleo de nuestra existencia.
Pearl escuchó con cuidado, eso sonaba casi como… una gema.
— Muchos de nosotros en algún punto de nuestra vida olvidamos que tenemos siquiera un alma – siguió aquel hombre - una parte de nosotros mismos que está conectada con toda la vida en el planeta, cuando lo olvidamos quedamos vacios y solos.
— Todos los humanos son así – respondió ella.
— Lo sé, descubrir el alma es un camino que no todos quieren seguir porque significa perder todo aquello que llena de frivolidad tu vida y solo queda cuidar de los otros para poder curarte a ti mismo.
Pearl casi sentía la voz de Rose diciéndole todo eso, ella siempre se lo había dicho, una y otra vez que no todos los humanos eran como ella lo imaginaba, que había quieres tenían una gran capacidad de amor. Quiso hacerle más preguntas pero notó al hombre poniéndose de pie.
— La tormenta terminó y hay mucho que hacer, sería muy valiosa su ayuda.
Salió de la habitación dejándola sola, pronto decidió seguirlo para averiguar qué es lo que lo hacía tan diferente de todos los humanos que había conocido.
Durante poco más de un año se dio cuenta de que es lo que lo hacía diferente y que es lo que Rose veía en los humanos.
Todos los humanos en ese templo se dedicaban a la contemplación de su espíritu, se sentaban largas horas en silencio y solo exploraban su mente y su alma, era un ritual agradable, era como si con cada una de esas meditaciones ellos… se regeneraran.
El resto del tiempo lo dedicaban a proteger y cuidar todo en su entorno, cuidaban de los arboles, los animales grandes o pequeños, no tomaban ninguna vida sin pedir permiso al universo por ello.
Y eran felices.
Después del tiempo que pasó aprendiendo de ellos decidió regresar a casa. Sabía que había muy pocos humanos que fueran como esos, pero de algún modo si había por lo menos un puñado aquí y allá, quizá Rose tenía razón y esta especie sí valía la pena.
Fin.
