Konnichiwa, sweet people! Este es mi segundo fic de Naruto y el segundo que publico también :D Si alguien que esta leyendo mi otro fic Emotional Innocence se pasa por aquí, no piensen que a aquel no lo continuaré, esta es sólo otra idea que estaba escribiendo en el mismo momento. Al igual que el otro fic, a este también le tengo unos cuantos capítulos más ya escritos y si me dejan reviews actualizo más rápido ;D Se aceptan todo tipo de criticas constructivas y motivacionales.

Sé que el capitulo parece corto, pero es sólo una breve introducción. Los demas son el doble de este. Bueno, sin más que decir, espero que disfruten la lectura y me dejen algún review :)

Disclaimer: Ni Naruto ni ninguno de sus personajes me pertenecen. Todos y cada uno de ellos son de Masashi-sama. Creo que no tengo una clase de imaginación como esa para crear un mundo tan genial u.u

Behind His Artificial Aspect

Detrás de su Aspecto Artificial

Chapter 1: Adverse Situation

Capítulo 1: Situación Adversa

Sentía como su cuerpo flaqueaba, sus piernas temblaban cada vez más y así todo su cuerpo empezó a dejarse llevar por el incontenible e incesante estremecimiento que la recorría de pies a cabeza. Se había puesto de pie demasiado pesada y dificultosamente. Ahora sentía que no podía mantenerse levantada por mucho tiempo. Se tambaleaba mientras sentía que un líquido espeso corría y había bañado más del setenta por ciento de su cuerpo.

No entendía como seguía en pie y caminando lentamente, pero caminaba al fin y al cabo. Sentía el escozor de cada herida. Ardían y molestaban cada vez más. Se debilitaba y su vista se nublaba. Entrecerraba sus ojos en un intento de enfocar mejor su entorno. Podía jurar que escuchaba como cada gota de ese líquido carmesí intenso que la cubría casi completamente, caía al suelo y se fundía con la tierra de ese infernal y tenebroso bosque.

Maldijo en su interior al sentir como un líquido de menor densidad y muchísimo más frio, empezaba a mojar su cabello y así por consiguiente, mojar el resto de su cuerpo. Sentía como el agua lavaba sus heridas y se llevaba las impurezas de su ser a pesar de causarle más dolor aun, ya que parecía que esas gotas traicioneras e inoportunas estaban mezcladas con alcohol haciendo que cada centímetro de su cuerpo ardiera mucho más que antes.

La lluvia nublaba aun más su camino y empezó a emitir pequeños quejidos de dolor que se ahogaban con el incesante e intenso gotear del agua al impactar con la tierra ahora convertida en barro. Esto le dificultaba mucho más el andar, resbalaba un poco pero se mantenía de pie milagrosamente.

Empezó a llorar incontrolable e inconscientemente, pero debido a la lluvia que arreciaba no lo notaba. Respiraba agitadamente mientras sentía que ya empezaba a perder el aire y por más que inhalaba parecía como si sus pulmones se comprimieran y no dejaran pasar ese oxigeno tan vital a ellos. Le dolía inmensamente y en un momento deseó morir ahí mismo para acabar con su sufrimiento.

Escalofríos empezaron a recorrer su cuerpo débil, bañado en agua, barro y sangre. Podía jurar que más del treinta porciento del líquido que corría por sus venas se había fundido con el fango del suelo de ese asqueroso y andrajoso bosque. Su pierna derecha le fallaba cada vez más y su brazo izquierdo ya ni lo sentía. Ahogó un grito ante tal descubrimiento.

Empezaba a recordar como era que toda su travesía había comenzado. Vio a su maestra dándole una simple misión de recolección de hierbas para así poder investigar sus propiedades y determinar si podían resultar buenas para realizar alguna medicina. Ella se negó a aceptar compañía a pesar de que su maestra le había dicho que si quería enviaría a Naruto o a Ino con ella. Le aseguró que si le decía al rubio aceptaría encantado después de quejarse un buen rato de lo insignificante de la misión, pero al meditar un poco la posibilidad de estar a solas con la pelirrosa, se daría cuenta de que era una oportunidad que no podía desperdiciar así como así. La rubia aceptaría la misión encantada ya que ella también era una médico ninja y le emocionaban los nuevos descubrimientos medicinales. Aun así, Sakura se negó porque quería estar sola un rato y meditar un poco todas las nuevas cosas que empezaban a pasar por su cabeza.

Y fue así como se encaminó a un bosque cercano a la frontera de la Aldea de la Lluvia pero no del lado del País de Fuego sino de la frontera que colinda con el País del Viento, cerca de la aldea de Suna. No le pareció arriesgado estar tan cerca de la Aldea de la Lluvia porque sólo iba al bosque y pensaba que encontrarse con algún Akatsuki era tan improbable como que Sasuke regresara a la aldea con ellos. Sí, Sakura Haruno, la pequeña niña llorona y molesta, que pasaba día y noche alabando al Uchiha menor, había aceptado que su querido Sasuke-kun había cambiado y nada ni nadie lo iba a hacer cambiar de parecer; ni siquiera Naruto que podía ser mas insistente que un infomercial los fines de semana en la televisión, de esos que se te meten en la cabeza tan profundamente que terminas comprando el producto que te ofrecen; y crean que eso era demasiado.

Sonrió al recordar a su querido amigo. No se daría por vencida tan fácilmente, seguiría adelante porque sabía que él nunca se rendiría y por más irónico y extraño que pudiera resultar, Naruto la impulsaba para seguir adelante porque era una especie de motivación y ejemplo para ella. Siguió caminando mientras se tragaba sus lágrimas y su dolor para si misma en su interior. Tenía que regresar a la aldea o por lo menos lograr que alguien la encontrara y la ayudara. Se decía a si misma que era una estúpida por haber recurrido a su fuerza vital para salir con vida, pero pensándolo bien no le quedó de otra. Era irónico que fuera una médico ninja y que no pudiera hacer nada para remediar su estado.

El viaje había pasado sin ninguna novedad. Todo era tranquilo y normal. Llegó al bosque y era un lugar realmente tétrico. Entonces si se preguntó una y mil veces por que había rechazado la oferta que le había hecho Tsunade-sama para llevar compañía. Era muy absurdo que fuera una ninja y ese bosque le produjera tan mala espina, pero sabía que no era sólo porque sus arboles se alzaran imponentes y amenazadores, oliera peor que una carnicería o un basurero, el suelo fuera tan escabroso y en otras partes tan pantanoso, que siempre hubiera bichos y anfibios merodeando y cruzándose en su camino, además que no entendía por que había tantos buitres sobrevolando un lugar como ese, como si esperaran una inminente carnicería o un festín que se avecinaba; el punto era que tenía un muy mal presentimiento pero trató de relajarse un poco.

Buscó lo que iba a buscar, lo consiguió y así procedió a marcharse de ahí lo antes posible. Antes de salir del lugar, sintió como dos presencias se acercaban rápida y amenazadoramente a ella. Su corazón dio un vuelco y empezó a bombear sangre demasiado rápido por todo su cuerpo. Se tensó y puso posición defensiva mientras veía que de los arbustos salía alguien con una socarrona sonrisa que reconoció a la perfección, no sólo por su particular y distintiva vestimenta, sino porque ya lo había visto antes cuando habían ido a rescatar al Kazekage de Sunagakure.

Un estremecimiento recorrió todo su cuerpo pero se controló. Ahora veía que alguien más aparecía saltando desde dentro de la espesura de los arboles y se sentaba en una rama de un árbol, muy seca y endeble pero aun así podía sostener todo su cuerpo. Era otro de ellos y también lo reconoció al instante porque le recordaba demasiado a su ex-compañero, en especial ese vacío en sus ojos y esa típica inexpresividad que siempre acompañaba a su semblante serio y sereno.

Ya no pudo más. Su cabeza daba vueltas y se precipitó al piso húmedo y pantanoso. Un ruido sordo se produjo al impactar contra el suelo de lleno. Su vista se nubló aun más y empezaba a perder el conocimiento, y también la movilidad de todas y cada una de sus extremidades. Lo último que vio fue la negrura del cielo nocturno, los arboles que se alzaban sobre ella y, una extraña y veloz ráfaga de color rojizo que pasó encima de ella a la lejanía como si de una estrella fugaz se tratase. En su estado de poca conciencia que le quedaba, le deseó y le rogó a esa extraña sombra, estrella o lo que fuera que halla sido, que la ayudara a salir de ahí porque no quería morir en ese momento. No ahí, ni mucho menos así.

...

Su cerebro empezó a activarse de nuevo, sentía estímulos del exterior y procesaba información de nuevo. Sentía una pesadez demasiado grande en sus ojos, como si los hubieran pegado o la tuvieran vendada sin posibilidad de despegarlos ni un centímetro. La misma pesadez se había apoderado de su cuerpo entero y no asimilaba muy bien que era lo que había pasado ni recordaba absolutamente nada. Su cabeza aún divagaba en una negrura infinita cuando escuchó unos pasos que se acercaban a donde ella yacía acostada, o eso le parecía. Era algo muy mullido y cómodo. A pesar de no poder mover el cuerpo sentía a la perfección los roces de su piel con lo que sea que estuviera tocando. Su respiración era entrecortada y forzada. Por un momento, empezó a jurar que no percibía ni la más mínima sensibilidad con uno de sus brazos y con una de sus piernas. Olvidó ese pensamiento ya que estaba segura que se debía a que aún estaba demasiado aturdida por lo que fuera que le había pasado.

Los pasos se escucharon de nuevo más cerca de ella y estaba tan sumida en su subconsciencia que no había notado que habían parado anteriormente. Escuchó una respiración cerca de ella y quiso alzar su brazo izquierdo para sentir quien estaba ahí pero no podía, además que no lo sentía. Era como si no tuviera brazo. Su respiración se aceleró y era realmente sonora.

La persona a su lado se percató de eso y ella sintió como se posaba una mano sobre su frente. Era dura, fría y podía jurar que sin vida. Ese ser a su lado emitió un pequeño suspiro y retiró su mano cuando ella empezó a respirar calmadamente después de unos segundos.

Sakura quiso hablar pero todo lo que salió de su boca fue un inentendible balbuceo. Otro suspiro se hizo escuchar en el lugar en el cual estaba, que al parecer era exageradamente silencioso. Esta vez ella suspiró y abrió la boca. Quería decir algo y aún no se atrevía a abrir los ojos a pesar de ya no sentir ninguna pesadez en ellos, porque tenía miedo de afrontar sea cual sea la realidad a la que se enfrentaba. Era una médico ninja y a pesar de aún no recordar que había pasado, ella sabía que no era buena señal el no sentir ni su brazo ni su pierna.

—M-Mi b-brazo… —tartamudeó al fin, con un hilo de voz que salió muy ronca de su garganta debido al tiempo que tenía sin articular palabra y además le ardía demasiado, cosa que acababa de notar. La persona rozó el brazo derecho de la kunoichi con sus dedos rígidos e inhumanos en una sutil caricia. —E-Ese no… —escuchó otro suspiro más mientras sus dedos se retiraban y eso la hizo exasperarse un poco. —¿D-Donde estoy? —preguntó después de un largo rato que estuvieron sumidos en un silencio. Ella sabia que sea quien fuera que estuviera ahí, no se había ido porque sentía su presencia, además de que creía que la miraba porque sentía una punzada en su costado que siempre le indicaba que alguien la observaba a la lejanía.

—Eso no puedo respondértelo —contestó monótona e inexpresivamente la voz de un hombre. Escuchó como sus pasos se alejaban.

—Espera… —susurró mientras levantaba su brazo servible y le hacía una torpe seña para que se acercara a ella. La voz le había resultado extrañamente familiar.

—¿Por qué no abres los ojos? —dijo cuando ya se había acercado de nuevo y ella pudo percibir un extraño olor a madera combinada con una esencia masculina.

—Tengo… miedo… —dudó un poco. Su voz ya salía de su garganta un poco más fácilmente pero aún susurraba.

—Te advierto que lo que verás no te agradara en lo absoluto, pero ten en cuenta que te salve la vida a pesar de que después me lo reproches y desees haber muerto —sus palabras fueron duras, secas y frías como su piel lo había sido al entrar en contacto con ella.

Se tensó aun más debido a eso. ¿Qué podía ser tan horrible como para que ella se arrepintiera del hecho que alguien le haya salvado la vida? Su corazón se precipitó de manera desbocada y podía jurar que casi se le salía del pecho debido a la angustia y la frustración que sentía. Apretó fuertemente sus ojos lo más que pudo, pero luego decidió que lo mejor sería afrontar de una vez por todas que rayos era lo que pasaba.

Sus ojos le ardían porque las lágrimas querían salir de ellos. Empezó a abrirlos pero la luz la cegó y cerró de golpe lo poco que los había abierto.

—¿Quién eres? —se atrevió a preguntar mientras meditaba abrir los ojos de nuevo.

—Esa es justo una de las cosas que no te gustaran —contestó tajante.

Esta vez sí lo haría, empezó a abrir sus esmeraldas de nuevo, parpadeó varias veces y mientras se acostumbraba a la luz de su entorno, pudo notar que estaba en un lugar techado, el cual era de madera pura pero prolija. Suspiró, con razón había un intenso olor a bosque a su alrededor. Apretó sus ojos con fuerza y los abrió de nuevo detallando el techo de la estancia en la cual se encontraba. Notó que en definitiva estaba en una cama y que yacía arropada, vio las paredes de los lados que eran de madera al igual que el techo y pudo notar que la habitación donde estaba era relativamente pequeña.

—¿Me ayudarías… a levantarme? No… te lo pediría… si no fuera realmente necesario… por favor… —comentó la chica que notaba como su cuerpo se mostraba demasiado renuente a moverse.

—No —respondió simple y cortante.

—¿Por qué? —preguntó la pelirrosa realmente perpleja.

—No querrías que me acercara a ti, así que para evitar uno de tantos problemas, hazlo tu misma… Lo entenderás al verme —finalizó con esa típica frialdad en su voz que hacía que ella se estremeciera de nervios.

Así ella comenzó a forzar a su cuerpo a que respondiera. Se apoyaba en una mano ya que la otra no la sentía y aún le carcomía demasiado la idea de que había perdido su brazo al igual que una pierna que tampoco sentía. Empezó a levantar su cabeza pesadamente y mientras se enderezaba, y se sentaba torpemente en la cama, mantuvo sus ojos cerrados. Hasta que su espalda formó un ángulo de noventa grados, su cabeza dejó de darle vueltas y los mareos del aturdimiento que tenía cesaron, se dispuso a abrir sus ojos mientras inhalaba demasiado aire y sus pulmones se forzaban demasiado hasta dolerle.

Vio el resto de la habitación y la verdad sólo tenía un pequeño armario de madera con unas formas abstractas talladas, bien trabajadas y esmeradas; dos mesas a cada lado de la cama individual sobre la que estaban, unas velas sobre una de ellas y sobre la otra unos cuantos medicamentos al lado de su ropa ninja doblada y limpia; también había una pequeña silla. Se dispuso a ver lo que tanto le preocupaba y se pudo dar cuenta de que su brazo izquierdo estaba totalmente vendado, lo que le imposibilitaba verlo. Se deshizo de la sábana que cubría sus extremidades mas largas, desarropándose, y pudo notar que su pierna derecha estaba en el mismo estado que su brazo. Se tocó sus vendas pero no sintió ni siquiera la presión que hacía con sus dedos. Notó que estaba vestida con una larga bata blanca que le llegaba hasta un poco más abajo de las rodillas.

Después de analizar la situación y recordar a la persona que se suponía que le había salvado la vida, se dispuso a buscarlo con la mirada y después de enfocar sus ojos se dio cuenta de que él estaba parado de espaldas en una esquina de la habitación cubierto por las sombras a donde no llegaba la luz de la vela.

—Gracias por salvarme la vida —dijo la chica con una pequeña sonrisa para llamar su atención. Podía notar que ese hombre sólo era un poco más alto que ella y que era algo flaco.

—No me agradezcas —musitó seca y cortantemente.

—¿Qué fue lo que pasó? —preguntó mientras se pasaba la mano por su frente.

—¿No recuerdas nada? —dijo el hombre volteándose pero aun así, Sakura no podía divisar su rostro bien.

—No… —respondió después de pensarlo un momento mientras veía a la nada. Lo último que recordaba era antes de salir a la misión que le habían asignado en su aldea. —Se que salí para una misión… bueno, la verdad no recuerdo haber salido de mi aldea.

—Saliste de tu aldea —le aseguró.

—Y… ¿Luego que pasó? —preguntó dudosa. Él suspiró y empezó a creer que lo mejor sería que saliera ya de la penumbra y enfrentara de una vez a la mocosa que tenía en frente y a la cual le había salvado la vida.

El hombre empezó a caminar hacía el frente mientras la atenta y expectante mirada de la chica estaba posada en él. Abrió la boca y sus ojos de manera desmedida visiblemente sorprendida al ver quien estaba frente a ella. No podía creerlo. Tenía que ser una pesadilla porque ella podía jurar haberlo visto morir. Empezó a temblar ligeramente sintiéndose como una presa ante su captor.

Cabello rojo, ojos color miel, tez pálida y sin vida. Esas eran las características del hombre que había salido de las sombras. La miraba sin expresión alguna en su rostro, como siempre lo hacía con todo el mundo. Esa expresión no cambiaba ni en sus peores o mejores momentos. La veía ahí tan débil y temerosa, y aun así lo miraba con odio y aversión reflejada en su rostro. Empezó a caminar de nuevo, acercándose un poco más a ella. Estaba vestido de manera sencilla, sin su particular capa de la organización a la que perteneció o pertenece, tenía unos pantalones negros un poco anchos, las típicas sandalias ninjas de color negro también y una camisa color vinotinto con mangas a medio brazo.

Sakura se arrastró un poco en la cama como pudo, pero luego se detuvo ya que si no lo hacía, sólo se caería de ella. No podía creer que ese hombre… ¿la salvara? Pero si ella había ayudado a Chiyo ba-sama a asesinarlo… o eso creía. Y ¿Qué tal si era él el que la había dejado en ese estado tan lamentable y atroz, y ahora sólo quería jugar con su mente? Su respiración se tornó agitada y él no paraba de acercarse. Su corazón enloqueció por el montón de emociones encontradas que tenía, pero para su sorpresa, el pelirrojo sólo sacó la silla de la penumbra y procedió a sentarse en ella al lado de la cama. Él no apartaba sus penetrantes y vacios ojos de ella.

La pelirrosa reaccionó, controló su respiración y trato de dominar su cuerpo para que dejara de temblar pero no lo logró del todo. Frunció el ceño con notable molestia y hostilidad hacía ese hombre. El también le frunció un poco el ceño de manera casi imperceptible y se volteó para mirar al frente a ningún punto en especifico.

—Akasuna No Sasori… —susurró la pelirrosa y después apretó un poco los dientes y su mano servible mientras miraba su pierna y su brazo. —¡¿QUE RAYOS ME HICISTE, MALDITO? —el grito atrajo la atención del susodicho pero este se mostró completamente imperturbable.

—Hmp…

—¡¿RESPONDEME? —le exigió mientras las lágrimas inundaban su rostro. No quería mostrarse débil ante al que consideraba el enemigo, pero la frustración era demasiada y para su desgracia, este era un impulso que ella no tenía la voluntad de controlar por más que quisiera.

—Te salve la vida —le dijo mientras se levantaba y se disponía a salir mientras los sollozos de la chica inundaba la habitación. —Cuando te tranquilices hablamos.

—¡ERES UN MALDITO! —le gritó mientras él cerraba la puerta de la habitación y ella le lanzaba la almohada que fue lo único que consiguió a la mano. Esta rebotó contra la estructura de madera y ella sólo pudo ahogarse en su llanto aun más que antes. Sollozaba y la dificultad para respirar acrecía.

...


Espero les halla gustado esta pequeña introducción y me dejen algún review para motivarme a actualizar ya que significan mucho para mi :)

Atte: Akasuna No Yulieth :3