¡Hola! Espero que les guste este fic. Se me ocurrió escribirlo porque he visto que hay muy pocos fics de los Jóvenes Titanes en español y hay menos aún que traten de Flinx, así que me propuse escribir uno y terminarlo :D Intenté apegarme lo más posible a la serie y a algunos cómics, de hecho, este capítulo se basa en el último capítulo de la quinta temporada (ese donde por fin derrotan a la Hermandad del Mal), espero que lo noten.
Y bueno, he visto que otros escritores hacen esto, así que también lo haré: Los Jóvenes Titanes no me pertenecen a mí, sino a DC y a todos los colaboradores de la caricatura y los cómics.
Je finis! ¡Qué lo disfruten!
Capítulo I Indigna de confianza
Jinx nunca en su vida se había sentido tan incómoda como en aquel preciso momento.
Incómoda en todos los sentidos posibles de la palabra. Para empezar, se encontraba sentada en el sofá justo entre Cyborg y Speedy, quienes se debatían en una intensa batalla de "Monos Locos 3", un tonto juego de video que los hacía gritar y agitarse con cierta violencia, dejando a Jinx el espacio suficiente para poder respirar con poca facilidad. Luego, estaba el hecho de que todos en la Torre T parecían estarla pasando de lujo, menos ella, lo cual, era comprensible, teniendo en cuenta que no conocía a nadie, que no tenía nada realmente interesante que decir y que apenas llevaba un par de semanas de haberse cambiado de bando. Finalmente, la única persona con quien podía hablar con relativa confianza, estaba por ahí, corriendo de un lado a otro, coqueteando con todas y cada una de las jóvenes titanes.
Estaban en algo que Starfire había descrito como petgryes bournef, que Jinx conocía como pérdida de tiempo, y que cualquier otro titán llamaría celebración de la victoria. Festejaban, obviamente, el haber derrotado a la Hermandad del Mal, con una fiesta organizada en la Torre T de Jump City. Estaban ahí tantos titanes como Jinx jamás había visto, algo que representaría una pesadilla para cualquier villano: Robin, Raven, Cyborg, Starfire, Chico Bestia, Bubble Bee, Speedy, Aqualad, Más y Menos, Argent, Hot Spot, Kole, Wildebeest, Bushidõ, y otros tantos a quienes no conocía por nombre.
Era una fiesta, en donde cada quien parecía estar contento con lo que hacía; algunos no se separaban de la mesa de bocadillos, otros platicaban y reían sin parar; Kid Flash, cuando no estaba coqueteando, jugaba carreritas con Más y Menos; Cyborg y Speedy seguían con su épica batalla de "Monos Locos 3" y los restantes bailaban como si nadie estuviera observándolos. La única persona que parecía estar disfrutando de esa reunión tanto como Jinx (es decir, nada), era Raven, quien permanecía en un rincón de la sala, meditando con las piernas cruzadas, mientras recitaba Azarath, Mitrion, Sinthos.
«¡Azarath Mis Trocitos!» se burlaría Gizmo.
¡Ah, Gizmo! ¡Qué bueno sería tener a ese cabezón cerca en ese momento!
No era que Jinx disfrutara especialmente de su compañía, simplemente le sería más placentero el tener cerca a alguien con quien pudiera hablar, o golpear, o insultar, o alguien con quien interactuar, no importaba si era Gizmo, Jinx necesitaba urgentemente alguien con quien socializar.
Resopló con un dejo de enfado. ¡Se sentía tan patética! Su situación incómoda en aquella fiesta, era tal, que anhelaba poder tener al idiota de Gizmo con ella.
Hizo de lado aquél pensamiento que la hacía sentir aún más ridícula, y se enfocó en alguien con quien pudiera hablar. Speedy y Cyborg estaban descartados, los dos estaban enajenadísimos con su juego y ni siquiera se molestarían en prestarle atención. También estaba Bubble Bee, pero la chica le intimidaba un poco, por lo que tampoco parecía una buena opción en aquél momento. A Raven ni hablar, ella decididamente jamás le caería bien, así que ni siquiera intentaría establecer una conversación con ella. Con Robin parecía ocurrir lo mismo. Starfire estaba muy ocupada dando palabras cariñosas a todos los titanes, volando de un lado de a otro. Los velocistas estaban sumergidos en sus absurdas carreras y Jinx desconocía al resto de los titanes. La única opción era Chico Bestia, que estaba sentado cerca de la mesa, devorando todos los tipos de comida aptas para un vegetariano como él.
Pasaron varios minutos antes de que Jinx finalmente se pusiera de pie y avanzara hasta su verde objetivo.
–¡Hey, hey! ¡No tapes! – exclamó Cyborg agitándose de un lado a otro para poder ver la pantalla del televisor.
Jinx corrió rápidamente hasta la mesa de los aperitivos. Chico Bestia se metía los bocadillos con ambas manos, y apenas era capaz de masticarlos. La joven hechicera no estaba segura de cómo iniciar una conversación con quien había sido su enemigo hasta hacía poco tiempo, por lo que abrió su boca y dejó que ésta dijera lo que se le antojara.
–Chico Bestia, ¿qué es esto? – preguntó, señalando los cubitos blancos que el chico comía sin parar.
«¡Sí Jinx, qué elocuente!» se dijo para sus adentros.
–Fofu – respondió el chico, con la boca llena.
Jinx arqueó una ceja.
–¿Fofu?
Chico Bestia tragó sus alimentos y volvió a decir:
–Tofu.
–Ah, tofu – repitió, sintiéndose nerviosa y ridícula.
Fofu, tofu… qué más daba, Jinx seguía sin entender.
–Sí, tofu. ¿No conoces el tofu? – Jinx permaneció perpleja – ¿Jinx, no conoces el tofu? – Repitió y la chica negó con la cabeza – ¿Cómo es eso posible? ¡Es tofu! La cosa más deliciosa que podrás probar en tu vida. ¡Las personas de verdad comemos tofu! – y con esto dicho, zambulló varios trozos de tofu dentro de la boca de Jinx.
La hechicera casi se cae del brusco movimiento, y después de volver a mantener el equilibrio, masticó el suave e insípido bocadillo que al instante le pareció agradable por su sabor tan neutral. Tenía los cachetes tan inflados por el dichoso tofu, que parecía que éstos no tardarían en reventar.
–¿Y? ¿Qué dices? El tofu es perfecto, ¿verdad? – preguntó Chico Bestia.
Jinx asintió con la cabeza ya que no era capaz de pronunciar palabra alguna.
–¡Chico Bestia, detente! Jinx es amiga no enemiga, no intentes atragantarla – exclamó Kid Flash, acercándose a la mesa, sonriendo ladinamente –. Hey, lindos cachetes, Jinxy – dijo guiñando un ojo y dándole unas suaves palmaditas en la cara.
Jinxy.
Jinxy.
¡Oh, ese idiota!
Jinx tragó inmediatamente los pedazos de tofu dentro de su boca y miró amenazadoramente a Kid Flash.
–¡No soy Jinxy!
–Por supuesto que no. Pero es que ese nombre te queda tan adorable…
¿Jinx, adorable? Ya vería Kid Flash lo que era adorable.
Jinx lo apuntó con sus rayos rosas.
–¿Cuántas veces te he dicho que no me llames así?
–Mmm… con ésta, creo que ya son ochenta y dos. Oye, no me mires así. ¿Estás enojada, linda Jinxy?
Suficiente, la chica le disparó y, naturalmente, Kid Flash esquivó el rayo rosa con facilidad.
–Creí que tenías mejor puntería, preciosura – Jinx rechinó los dientes y le lanzó otro rayo, que Kid Flash evitó de nuevo –. ¿Es lo mejor que puedes hacer? Me decepcionas, princesa.
–¡Eres un idiota! ¿Lo sabías?
–¡Estás hermosa! ¿Lo sabías?
–¡Arrrg!
Jinx sintió cómo sus ojos se tornaban de un rosa brillante, y lanzó múltiples rayos de mala suerte, que caían en todo y todos menos en Kid Flash, causando un pequeño desastre dentro de la Torre T. Kid Flash reía y corría de un lado a otro, Jinx lo acechaba a donde quiera que fuese.
Al poco rato, aquello se convirtió en un juego, que no sólo Kid Flash disfrutaba. Por fin Jinx tenía algo que hacer, y pelear un rato con Kid Flash no estaba nada mal. Él le decía halagos y ella lo insultaba, pero era divertido así. Incluso comenzó a reír, algo que creyó que no sería capaz de hacer en esa fiesta. Se sentía como si fueran un par de niños chiquitos, jugando a atraparse, y causando alboroto por donde quiera que pasaran. Sin embargo, la diversión les duró poco.
–¡Slowpoke, estoy aquí! – canturreó Kid Flash, sacándole la lengua.
–¿Crees que no te he visto?
–Creí que dijiste que era de las nuestras – interrumpió Robin, interponiéndose entre los dos y cruzándose de brazos.
Jinx al instante dejó de apuntarle a Kid Flash y desapareció las ondas de mala suerte que ya pensaba lanzarle al chico pelirrojo.
–Sólo estamos jugando, viejo – le explicó Kid Flash –. Jinx ahora está de nuestro lado.
La Torre T estaba parcialmente destruida, como si un tornado acabara de pasar por ahí. Jinx se dio cuenta de que eso había sido su culpa por andar jugando ahí dentro.
Robin la escrutó de pies a cabeza; con seguridad pensó que Jinx de verdad quería hacerle daño a Kid Flash y por eso había intervenido.
–Robin si… – intentó decir Kid Flash pero el líder de los titanes lo interrumpió.
–Estará en vigilancia – sentenció como si ella no estuviera ahí, y dio una vuelta, marchándose, de regreso a sus asuntos.
Jinx, en ese momento, notó que todos habían dejado de hacer lo que estaban haciendo para prestar atención al conflicto que se había creado. Toda la felicidad que había sentido momentos antes, se desvaneció en aquél instante y se sintió más intrusa de lo que ya antes se había sentido. Así que el líder de los titanes no sólo la detestaba, sino que también la consideraba indigna de confianza. Eso era desmotivador.
Los titanes, poco a poco, volvieron a sus actividades interrumpidas, y en un momento todo volvió a la normalidad. Jinx apretó los labios y frunció el entrecejo. Robin la había humillado, ahora todos la considerarían como una especie de ser inadaptado que no era digno de llamarse titán.
A grandes zancadas, se dirigió hacia la puerta para salir de la sala de comando y largarse a su pequeño departamento en Central City; no podía soportar ni un segundo más en aquella estancia. Kid Flash intentó detenerla, cogiéndola por el brazo y diciendo algo que en cualquier otra ocasión la hubiera hecho reír, pero Jinx no se sentía ya con el humor para bromear y seguir jugando.
–Hazte a un lado, Flash – profirió, empujándolo con cierta brusquedad y reanudando su marcha.
Cuando llegó a las puertas dobles de acero inoxidable, éstas se abrieron automáticamente, pero el chico del spandex amarillo se interpuso en su camino.
–Espera, Jinxy. Robin no quiso…
–¡Muévete!
Kid Flash, le hizo caso pero la siguió por todo lo largo del pasillo.
–No te vayas, Jinx. Nos la estábamos pasando genial.
–Nunca debí haber venido – dijo sin detenerse en su camino hacia el elevador.
–Espera un poco, por favor. Las cosas se salieron de control pero…
–¡Déjame en paz! – exclamó la hechicera, metiéndose en el elevador y embrujando las puertas para que éstas se cerraran lo más rápido posible y no dejaran que Kid Flash entrara con ella.
Cuando estuvo sola, pudo por fin dejar correr el par de lágrimas que querían salir desde el incidente con Robin. Era ridículo. Se sentía enojada, triste, avergonzada, estúpida, confundida y herida, todo al mismo tiempo. Al llegar a la planta baja, se secó la cara con las mangas de su vestido, y esperó a que las puertas del elevador abrieran. Lo primero que vio fue a Kid Flash esperándola ahí afuera. Ignoró cualquier cosa que tuviera que decirle y salió de la Torre T.
Mientras caminaba por la isla y se preguntaba cómo rayos haría para salir de ahí, Kid Flash, con su súper velocidad, se situó frente a ella y la detuvo con firmeza tomándola de los brazos.
–¿¡Quieres escucharme!? – Preguntó, su tono de voz demostraba que quería hablar en serio – Jinx, estás exagerando un poquito, ¿no crees? Si te pones a pensarlo, Robin tan sólo…
–¿Te parece que estoy siendo exagerada? – Repitió Jinx, sintiéndose realmente ofendida y herida, pues de todos los titanes, esperaba que fuera Kid Flash quien la entendiera–. Ninguno de los titanes cree en mí y su líder acaba de decirme que va a vigilarme, ¿te parece poco? – sintió las lágrimas acumularse dentro de sus ojos, otra vez –, ¿sabes lo difícil que está siendo esto para mí?
–Sé que esto es difícil, pero tienes que verlo desde su punto de vista porque…
–¡No me interesa su punto de vista! – Estalló Jinx – Te salvé la vida, traicioné a mis amigos y ayudé a detener a Madame Rouge, esas son suficientes pruebas, ¿por qué tendría que intervenir su punto de vista en esto?
Jinx hubiera querido seguir hablando, pero su voz se quebró con aquellas últimas palabras y le fue imposible continuar. Como no podía alejarse de ahí, ya que Kid Flash la sostenía, se limitó a apretar los labios y desviar la mirada hacia las olas del mar. Al cabo de unos instantes, sintió el cálido abrazo de Kid Flash, intentando animarla y eso le sentó de maravilla. Después de algunos minutos en aquella posición, Jinx se sintió más tranquila y el chico la soltó con cuidado.
–¿Necesitamos hablar de esto? – cuestionó Kid Flash y Jinx asintió con un hilillo de voz.
Los dos se sentaron sobre la arena de la playa y Jinx se tomó su tiempo para comenzar a hablar.
Se sentía tan estúpida… ¿qué hubiera dicho su antiguo equipo si la hubiera visto así? See–More, Mammoth, Gizmo, Kyd Wykkyd, Billy… ¿qué hubieran pensado ellos al ver a su antigua líder, a la fuerte y sarcástica Jinx, convertida en una boba adolescente promedio, que aparte de llorar se desmoronaba en los brazos de un súper héroe?
Esa no era ella.
Jinx sentía que había dejado de ser Jinx desde que se unió al lado de los buenos. No era que sintiera que estaba haciendo algo malo, al contrario, estaba más que segura de que el lado de los súper héroes era el correcto; eso ya lo había pensado hasta el cansancio desde la primera vez que Kid Flash habló con ella, aquella noche en el museo, y luego de varias noches de desvelo y muchos dolores de cabeza, había llegado a la resolución de cambiar de bando y no se arrepentía de haberlo hecho. Sin embargo, aún quedaba algo dentro de ella que la hacía sentirse mal y muy extraña, y esa tarde por fin había descubierto qué era.
Primero, el hecho que le hacía sentirse la persona más culpable del mundo, era el haber traicionado a su antiguo equipo. Porque, eso era lo que había hecho, los había traicionado. Y eso, a pesar de que lo hizo siguiendo una buena causa, la hacía sentir la peor escoria del universo. Eran un equipo, eran camaradas y aliados; vivían juntos, cenaban juntos, realizaban los crímenes juntos y eran como una pequeña familia disfuncional. Y una familia, por más disfuncional que fuera, no debía traicionarse, no era correcto. Pero Jinx lo había hecho, les había dado la espalda, y había contribuido a su perdición, dejándolos congelados a cientos de kilómetros de su hogar. Antes de la batalla final, Jinx los había intentado convencer de que cambiaran de lado también, pero no le hicieron caso y se aliaron con la Hermandad del Mal. Sin embargo, Jinx no tenía demasiado control sobre ellos ya, si les hubiera dicho que se unieran a la Hermandad del Mal, con seguridad se habrían aliado con los Jóvenes Titanes. Aparte, ellos no tuvieron un Kid Flash que les hiciera entrar en razón, que les hiciera ver que ellos valían más y que podían hacer mejor uso de sus habilidades, ellos no tuvieron la oportunidad de percatarse del mal que estaban haciendo… por eso Jinx se sentía mal, no había hecho lo suficiente para ayudarles, y los había traicionado.
Aquella tarde, al pensar en Gizmo, todos los otros se le habían venido a la mente también, y por eso ahora era capaz de reflexionar todas aquellas cosas.
Luego, el segundo hecho que la hacía sentirse extraña en el lado de los Jóvenes Titanes, eran precisamente ellos, los Jóvenes Titanes. Jinx lo había dejado todo al unirse a su causa, su hogar, su dinero, sus aliados y toda clase de comodidades y privilegios que gozaba con su antigua vida; ahora tenía que conformarse viviendo en un departamento más o menos decente, que Kid Flash le ayudaba a pagar, y tenía la tarea de conseguir un empleo para poder sobrevivir. Pero los Jóvenes Titanes (o por lo menos, algunos de ellos), no veían las cosas que ella sacrificaba y se enfocaban únicamente en los errores del pasado, en su vida criminal. Robin le había dejado claro aquello. Las cosas que Jinx había hecho, no valían nada para él. Y eso dolía.
Jinx soltó un resoplido y le contó todo aquello a Kid Flash, esperando que así, fuera capaz de entenderla, haciéndole ver que no estaba exagerando ni siquiera un poquito, sino que estaba en todo el derecho de sentirse como se había sentido y de actuar como había actuado.
Kid Flash, cuando se lo proponía, tenía este don maravilloso de escuchar a las personas, lo que resultó excelente para Jinx, ya que pudo desahogar todos sus pensamientos con él, y una vez que hubo acabado, sintió como si hubiera perdido buena parte del peso que le oprimía desde hacía ya varios días. Kid Flash, permaneció en silencio durante algunos segundos, muchos segundos, que se le antojaron larguísimos a Jinx.
–Jinx – comenzó diciendo –, no es justo que te culpes a ti por lo que pasó a tus amigos… a tu viejo equipo – corrigió al instante –. Intentaste ayudarlos y convencerlos, tú misma lo dijiste, pero ellos escogieron seguir por el lado del mal. Nadie te culpa de ello. Ni siquiera Robin. Pero de lo otro, de los Titanes y eso… – Kid Flash se detuvo unos instantes, como para pensar bien sus palabras antes de decir – Tienes que entender, que la del problema no eres tú, ni ellos tampoco; es decir… Robin es así, todo el tiempo. Hubo una chica, una vez… Se llamaba Terra, creo, y los traicionó, después se hizo buena de nuevo… pero el punto es que Robin siente que no puede permitirse más Terras traicioneras, por eso te habló así. Dale tiempo, ya verás que pronto cambiará de opinión – añadió con una sonrisa.
Jinx se encogió de hombros, como diciendo: "si no hay de otra".
–Y ten por seguro que hay por lo menos un Titán que confía plenamente en ti – dijo después de un rato.
–¿Ah, sí? – se sorprendió Jinx.
–Sip.
–¿Quién?
–¿No adivinas? Te daré pistas. Es alto, guapo, gracioso e inteligente.
–¡Cyborg!
–¡Hey, no! – Exclamó Kid Flash haciéndose el ofendido – Te daré otra: es el chico más rápido con vida.
Jinx sonrió de lado y le lanzó un pequeño hechizo. En ese momento llegó Argent.
–Tenemos trabajo que hacer – dijo, mirando primero a Kid Flash y después a Jinx.
Minutos después, se encontraban todos los titanes (y Jinx) afuera de un banco de Jump City. La pared que lindaba con la calle explotó y dejó un agujero enorme, a través del cual salió el Doctor Luz, con varias bolsas repletas de dinero. Jinx se sintió extraña, pues hasta hacía poco tiempo, ella era quien robaba bancos, y ahora estaba a punto de detener un crimen que ella con mucho gusto hubiera hecho tiempo atrás.
–Vamos a mostrarle a lo que se enfrenta – dijo Cyborg.
–Creo que quedará muy sorprendido – añadió Raven, con su monótona voz.
–¡Titanes, al ataque! – ordenó Robin.
