Los personajes utilizados en esta historia son propiedad de Masashi Kishimoto.

Historia realizada sin fines de lucro.

No se acepta la publicación de esta obra sin previa autorización.


- ¿Quieres oír una historia?

- ¿No tendré pesadillas ni traumas?

- Si te da miedo la vida real, prepárate para dormir con mamí.

El rubio juntó sus claras cejas.

- Que sea interesante.

- Con el tiempo he aprendido que tu definición de interesante se basa en tonterías infantiles...

- ¿Contarás la estúpida historia o seguirás jodiéndome la existencia?

Una sonrisa torcida se formó en los labios del azabache. Mientras que su amigo apretaba los puños advirtiendo un movimiento violento de su parte.

- ¿Alguna vez te conté sobre Hinata Hyuga?

- Nunca he escuchado que una chica forme parte de tu vida... - el ojos zafiros cruzó los brazos tras el cuello-. Empezaba a creer que te inclinabas hacia el otro lado.

- Que una sea digna de mencionar es otro asunto, idiota. Pero de la que te contaré formó parte de mi vida antes de conocerte, antes de que supiera que no todos podemos hacer dos cosas al mismo tiempo.

- Pensé que dejarías de molestar, imbécil. - el rubio apretó la mandíbula.

- Ese es tu problema, cuando piensas sobre-exiges a tus neuronas.

- ¡Basta, cabrón! - la pelusa rubia se levantó de su puesto en el banco a un lado de su amigo, para colocarse en posición de ataque frente a él - ¡Levántate, Uchiha engreído, deja de hablar y defiéndete!

El Uchiha negó con la cabeza, con manos en bolsillos y una leve sonrisa en su rostro níveo, se levantó obedeciendo las exigencias de su ruidoso amigo. El Namikaze ubicó sus puños a la altura de la barbilla, pero su defensa se vino abajo al ser tomado de la nuca por el azabache, siendo obligado a inclinarse para ver la tierra suelta a sus pies.

- Lamentablemente en la batalla del conocimiento caes con el primer golpe - le dijo el Uchiha, que, al igual que su sorprendido amigo, se había inclinado para apoyar todo su peso sobre él.

- ¡Eres un maldito, deja de filosofarme! - el chico, humillado, dio manotazos al aire sin resultados favorables por su parte.

Después de un sonido gutural que el Uzumaki tomó como una risa, el Uchiha soltó al chico. Aunque aquel rubio escandaloso pareciera competir contra la inteligencia de un niño de tres años, él era el mismo que le recordaba a tomar la vida con un pensamiento más ameno. Detenerse y ver el lado bueno de las situaciones. Le estaba eternamente agradecido a aquel inepto rubio, como es de esperarse, nunca saldría esa declaración de sus labios.

Después de haber recuperado el equilibrio, Naruto sonrió.

- Bueno, bueno, calmémonos - Sasuke rodó sus negras pupilas -. Ven y cuéntame qué hizo esa chica para que la tomaras en cuenta - Naruto se sentó de nuevo en el banco y palmeó el espacio vacío a su lado indicando a su amigo tomar asiento, cambiando radicalmente de humor.

- Como sea... - el azabache se sentó -. Todo comenzó en los años en donde mis ideas se basaban en las dichas por mis padres, donde aun creía que eran los más poderosos de este mundo...

- ¡Aww! - el rubio exclamó sonriendo de una forma que el Uchiha tomaba como una advertencia para alejarse y para sumar a su repugnancia las manos de Naruto se unieron para apoyar la cabeza inclinada del chico -. Un Sasuke de seis añitos.

- Nunca vuelvas a hacer eso. - sentenció el pelinegro clavando su dura mirada en su amigo"Y en estos momentos, dudo de las preferencias sexuales del idiota".

Los hombros de Naruto se tensaron.

- Bien, no interrupciones.

Sasuke bufó. Empezaba a arrepentirse de haber dado pie a aquello.

- Una familia alabada con una poderosa, es una gran combinación en el mundo de los negocios. Y así pensaban las dos familias, Uchiha y Hyuga, cuando escribieron el futuro de los dos miembros de sus familias más jóvenes en ese entonces. Como acuerdo inquebrantable, cuando estos dos fueran mayor de edad, se les considerará la unión entre los dos clanes. No obstante, estos dos no se verían hasta el día de su casamiento por petición de los Hyuga, dando como insolencia que dos jóvenes de poca edad anduvieran por las calles sin estar unidos como cónyuges.

- ¿Ah?

- Casados, esposos...

- Pero, eso es demasiado estúpido ¿En que época viven?

- Sus tradiciones se basan en antiguas reglas de la sociedad, idiota.

El rubio reflexionó las palabras, que para él, eran confusas. Después de entender a medias la explicación, dijo:

- ¡Ey...!

- Sólo se les permitió conocerse cuando estos aun permanecían a la etapa de la infancia, cuando aun no sabían sobre el significado de codicia y matrimonio, a estos no se les explicaría nada sobre el tratado, hasta entrada la edad madura, a los dieciocho...

- ¡Espera! - cortó Naruto clavando su mirada en un punto vacío.

- ¿Ahora qué? - dijo hastiado el narrador.

- ¿Habías dicho Uchiha y Hyuga?

- Al menos tu cerebro retiene información...

- ¡Tú eres menor a Itachi! ¡Te vas a casar a los dieciocho! ¡No, amigo mío! - el ensordecedor grito provocó que los presentes en el parque volvieran su atención a la curiosa escena en que un rubio llorando abrazaba con fuerza demoledora a un pelinegro que intentaba zafarse de él - ¡Eres muy joven para eso! ¡No, mi Sasuke!

Sasuke, después de un codazo, logró quitarse a su húmedo amigo de encima. No tenía por qué soportar eso. Una medía vuelta en sus talones y zancadas largas, sirvió para alejarse del rubio. En cambio, Naruto intentaba limpiarse las gruesas lágrimas con su franela azul cielo mientras que corría tras su amigo.

- Continua, por favor, continua - imploró arrodillándose frente a Sasuke, obstaculizando su camino. Juntó las manos a la altura de la frente para hacer énfasis en sus palabras -. Se puso interesante.

El Uchiha gruñó algunos insultos, antes de ser obligado a inclinarse.

- Naruto, suéltame. - amenazó en un tono bajo, apenas un murmullo. Pero esto fue suficientemente aterrador para el rubio, así que soltó la camisa del azabache y se colocó de pie. Sasuke observó a su amigo sonreírle y por tercera vez en el día se preguntó cómo había aquel rubio terminado siendo su mejor amigo "Necesito más amistades" -. Sígueme.

Naruto obedeció sin objeciones, siguió los pasos del azabache hacia las afueras del parque. El Uchiha con las manos en los bolsillos y el Namikaze exagerando el bamboleo de sus brazos al caminar, muy animado.

- Bueno... nos permitieron vernos en dos encuentros. Uno formal y el otro casual. El primero fue el antes dicho, a los seis, nos permitieron jugar como niños que eramos en los terrenos vigilados de la vivienda Uchiha. El último, no fue planeado, este ocurrió a la edad de la adolescencia, a los trece...

Naruto se dejó caer a las faldas de un gran árbol, cruzó las piernas y se recostó en su tronco. Esperó la misma acción de parte de su amigo, pero esto nunca ocurrió, Sasuke se mantenía de pie observando directamente al rubio, cosa que afloró su nerviosismo.

- Amigo... ¿Estás clavado al suelo o qué? - intentó el chico de piel bronceada, pero al ver que no dejaba de observarlo, comenzó a preocuparse - Oye, ¿qué te pico?

- Tienes un bicho en la frente...

- ¿Dónde? ¡Ah! ¡Quítamelo! - Naruto se golpeó con fuerza el área confiando en su amigo, quedando semi-inconsciente, semi-noqueado.

- Escucha, idiota. Ésta será la última vez, me lo prometo a mí mismo, la primera y la última... - Naruto dejó de masajearse la frente (que comenzaba a tornarse roja y Sasuke prefería no comentárselo), para concentrarse en su amigo, ya que este había adoptado un tono más serio que lo requerido por la situación -... Necesito tu ayuda.

Naruto dejó escapar una carcajada.

- ¿De cuál te fumaste, eh, amigo? - dijo entre risotadas el que estaba hecho un ovillo en el suelo.

Sasuke esperó a que recuperara la compostura... y dejara de reírsele en cara.

- Sé que eres la última persona en la faz de la tierra a quien le pediría apoyo para cualquier situación, sé que es sorprendente hasta para ti que te necesite con tu poco intelecto y tu olímpica torpeza e ineptitud, pero en esta sí necesito tu ayuda. - se agazapó para quedar cara a cara con su divertido amigo, hablando con una mezcla de severidad y asco -. Espero que hayas escuchado bien, porque no volveré a repetirlas en lo que me queda de vida.

- A tus ojos soy un verdadero idiota, ¿verdad? - preguntó sorpresivamente Naruto. Sasuke no respondió, ¿para qué responder? Ya lo había dejado en claro con indirectas muy directas en el trayecto de tiempo que se llevaban conociendo. Pero podría pasar que el rubio le diera por sentirse herido con sus palabras y terminara sin ayudarle, un contratiempo en su plan era lo que menos deseaba.

- Te necesito idiota o no. - simplificó, evadiendo la pregunta.

Naruto sonrió satisfecho.

- Bien, ¿para qué necesitas los servicios Uzumaki?

- Se relaciona con la historia.

- ¡Ya sé! - saltó el rubio - ¡Quieres escapar! Conozco algunos moteles fuera de la ciudad donde podrías alojarte sin dejar registro...

- No voy a escapar de mi compromiso. - confesó de mala manera.

- Entonces, sí te casarás. - Naruto colocó una mano sobre su pecho, en señal de asombro.

- Aun falta un fragmento de la historia, que es la que nos lleva a que me ayudes. - el Uchiha terminó sentándose en la grava junto a su amigo. Pronosticaba que lo atacaría con una montaña de preguntas y que tendría que explicar su plan para saciar la sed de curiosidad de su amigo. Al menos el chico era lo suficientemente normal para no meterse en asuntos tan serios antes de estar enterado... de una parte, esto ocurría en escasas situaciones.

- ¿Sabes esa sensación que te da cuando crees sentir que algo está mal? - interrogó dubitativo.

- Conciencia. - ¿Ahora se la daba de ser precavido? ¿Él, Naruto Uzumaki? ¿El tipo más arrojado que conocía?

Naruto subió la mirada e hizo un ademán para restarle importancia a esa desconocida sensación para él.

- ¡No importa! parlaméntame, Uchiha, ¿qué te tiene tan abstraído?

"¿El imbécil conoce tal palabra? ¿Al menos, sabe el significado?" Ese día había sido muy peculiar para Sasuke y sabía que se volvería a un más fuera de lo común al pasar las horas.


- Yo la acompañaré, señorita Hinata. - anunció el hombre de cabellera castaña e iguales orbes perlas.

- ¿Lo cree necesario? - la chica sostuvo con más fuerza la correa que tenía entre sus manos. Si no lo hacia estaba segura que quedaría estampada contra el suelo.

- Es mi deber y gusto servirle, señorita, y veo conveniente tener compañía en las calles a estas horas de la noche. - respondió en medio de una reverencia el hombre con tono gentil -. Y más una linda joven como usted.

La chica sonrió, sintiéndose sonrojar.

- Aun pienso que es un insulto tener que ser mi niñera, señor Ko, miembro de la rama secundaria o no, sigue siendo parte de la familia. - la joven de lacios y largos cabellos negros ladeó la cabeza. Aun, después de toda una vida, aun veía denigrante que un miembro de su propia familia fuera expuesto a la humillación de ser su guardaespaldas.

- ¿Nunca le han contado cómo llegué a ocupar el puesto de su cuidador, señorita Hinata? - Ko, por fin, se irguió en su totalidad, sacándole varias cabezas de más a Hinata.

- No se han tomado el tiempo, señor...

- Fue mi mera suplica, señorita, la que actuó. De sólo pensar que cualquier individuo ajeno a nuestra familia se haga cargo de su bienestar y protección es simplemente inaceptable. - el hombre negó con la cabeza acompañando sus palabras -. Prefiero mil veces servirle a usted, a exponerla al riesgo.

Hinata se sonrojó levemente. Y antes de poder mostrar su agradecimiento, el enorme perro de proporciones poco comunes jaló una vez más la correa que sostenía Hinata, mostrando que no quería escuchar más habladurías. Y como un acto-reflejo, Ko sostuvo la correa con una mano y con la otra ayudar a la chica a recuperar el equilibrio.

- ¿Podría recordarme cómo es que llegó a sacar a pasear a canes de otras personas? - en varias ocasiones Ko podía parecerse a su primo Neji en lo de sobre-protector y receloso.

- Gracias. - Hinata sonrió al verse sostenida por sus dos piernas. Luego de que Ko soltara su brazo, contestó:-. Le hago un favor a Kiba.

- ¿Kiba Inuzuka?

- Sí, es mi mejor amigo, ¿recuerda?

- Por supuesto. - sonrió Ko -. El chico de transparentes sentimientos.

Hinata pidió la correa con un ademán de la mano, en parte para comenzar con su tarea de pasear al perro y otra para darle tiempo a analizar las palabras dichas por su protector. Caminando por el parque permitió que el enorme perro blanco hiciera sus necesidades en un árbol, dándose la vuelta para encarar a Ko, dijo:

- ¿A qué se refiere? - interrogó dudosa la chica. También había que recordar que Ko era un poco echador de broma. Le encantaba ponerla incómoda.

- Sabe usted que mi deber es vigilar con detenimiento a cada persona que se le acerque... - comenzó el Hyuga, con una sonrisa que Hinata conocía bien y sabía que no podría unírsele a sus risas cuando el clímax de la broma comenzara -... Y calcular sus movimientos y gestos, señorita.

- Esto no me huele bien... - comentó.

- El can a vaciado su contenido, señorita. - indicó el mayor, señalando la ubicación próxima del animal.

"Vaya, ¿Kiba qué le da de comer?" Hinata, frunciendo la nariz, siguió su camino para alejarse del fétido olor, con Akamaru guiándola hacia unos arbustos. Bueno, arrastrando sería una palabra más conveniente. Y siguiéndole los pasos, Ko se mantenía a una escasa distancia de ella.

- Me parece, señor Ko, que usted quiere decirme algo. - insinuó, viendo de reojo al hombre.

- Para dar una mejor explicación, por la mansión una apuesta esta haciendo revuelo, yo he apostado una buena suma en que Hiashi sacará a patadas al joven Inuzuka... - una sonrisa socarrona se posó en los labios del hombre, para sumar nervios en Hinata.

- ¿Y...? ¿Por qué mi padre haría tal cosa? - empezaba a formarse una idea, pero ella la negaba rotundamente.

- Hiashi no permitirá que el joven Kiba se le acerque más de lo conveniente. - era cuestión de tiempo para que Ko riera descontrolablemente, lo sentía.

- Pero Kiba a sido mi amigo desde la infancia, mi padre lo conoce. - saltó en su defensa.

- Sabe usted que el apellido Inuzuka no es muy conocido... ¿Qué digo? Es nulo. ¿Entiende, usted? - explicó articulando lentamente.

Hinata alzó una ceja.

- ¿Trata de decirme que Kiba, mi mejor amigo desde el jardín de niños, pretende casarse conmigo?

- Estoy diciendo que el joven tiene muy buen gusto, señorita. - la sonrisa del hombre se agrandó al ver el fuerte rojo de las mejillas de la Hyuga menor.

Y de un momento a otro, la chica se encontraba corriendo para seguirle el paso a Akamaru, quien había encontrado un perfecto lugar para marcar territorio junto a una fuente que estaba a varios metros de distancia. ¿Había escuchado bien? ¿Kiba? ¿Queriéndose casar con ella? ¿Soñando con un futuro juntos como matrimonio? Eso no podía ser, ese chico era como su hermano, su confidente, su hombro para llorar... No podía perderle por aquellas ideas absurdas.

Hinata siguió corriendo distraídamente, con su cabeza siendo un verdadero embrollo potencial. Su corazón no se decidía entre detenerse o latir desaforado, sentía que sus rodillas se flexionarían en cualquier momento, que comenzaba a perder consciencia y se desplomaría en el suelo desmayada en cualquier segundo.

- Admito que el joven Kiba me agrada, es bueno jugando al poker, es un competidor habilidoso, señorita. - alegó Ko al alcanzar a Hinata, quien aun permanecía en un estado de shock -. Cuando piensa en el futuro, piensa en grande. Y se puede observar sus buenas intensiones, pero aun así no logrará nada con pedirle su mano a su padre.

- ¿Es decir que, de llegar la oportunidad, mi padre no me dejaría casarme con Kiba? - preguntó distraída la chica.

El hombre a su lado enarcó una ceja.

- ¿Me está diciendo que le interesa el Inuzuka como marido?

Los pómulos de la chica se encendieron como un semáforo.

- ¡No, no, no! - la chica negó con su mano libre frenéticamente. No había medido sus palabras antes de decirlas.

- ¿Entonces, sólo quiere una relación corta, algo así como...? ¿Cómo es que le llaman? ¿Una aventura, señorita? - el hombre jugó con su mentón.

- ¡¿Qué?! - exclamó a gritos la Hyuga, ganándose la atención de algunos presentes en el parque. Estaba al borde del colapso al imaginar tal cosa, sólo quería repeler las ideas que se le metían en la cabeza. Pero su aerodinámica imaginación no se hizo esperar, revelando algunas imágenes no aptas para una joven de su categoría y más, para su inocencia. La chica ocultó sus ojos para reprimir aquellas imágenes de su amigo. Tal vez había visto algunas veces a Kiba sin nada que cubriera su bien formado abdomen y sí que era agradable a la vista... ¡No, no! ¿En qué cosas estaba pensando? El tiempo que llevaba con Ko, la estaba afectando.

- Ah, entonces, no es eso. - dijo el hombre con inocencia en los ojos.

- N-no es nada relacionado co-con eso, señor. - consiguió pronunciar la chica, aun con vergüenza -. Sólo preguntaba el motivo de que Kiba no podría tomar mi mano ¡Sin referirme a que lo quisiera!

Después de unas cortas risas comprimidas por el hombre, que se la estaba pasando bomba, dijo:

- Ya se lo he dicho, los Inuzuka no son una familia de prestigio. No digo que por ende sean menos, pero usted conoce los ideales de su señor padre. - explicó lacónico Ko, sabedor de las otras razones.

- ¿Quiere decirme que no podré escoger a mi marido sin la autorización de mi progenitor? - Hinata frunció el cejo.

- Está consciente de las reglas de nuestra familia, yo estoy en desacuerdo, pero no tengo voto en ello y menos en usted, señorita. - comentó con tristeza antes de que la chica fuese arrastrada nuevamente por Akamaru.

- No me sorprendería enterarme que mi padre ya tiene planeada mi vida. ¿Qué? ¿Acaso ya sabe cual será mi esposo? ¿Ya tiene apartada la iglesia donde se celebrará la boda? ¿Ya tiene la lista de poderosos invitados a la mano? En serio, señor Ko, en constantes ocasiones me siento enjaulada. - explotó la chica, pero sin salirse de un tono de voz moderado. Proviniendo de su familia, sabía como no formar una escena.

Ko sabía que en el tema de Hiashi y matrimonio, la chica podía ser muy defensiva.

- Lastimosamente nuestra familia pone como prioridad cómo nos vemos a los ojos de la sociedad. Les importa más las ganancias que los comentarios de nuestros miembros. - Hinata había estado a su cargo desde que la pequeña había dado sus primeros pasos. Le había tomado afecto a la chica, y le preocupaba los secretos que se le ocultaban a ella. Pero él debía callar, aunque Hinata le tuviera confianza -. Lamento esto, señorita.

Hinata exhaló para suspirar derrotada. Sabía que ella no tenía destino, ya que la cabeza de su familia lo escribía a su conveniencia. Conocía su deber como Hyuga y más, como primogénita de Hiashi y Hina Hyuga. Ella aceptaría su destino, porque para ello fue preparada a lo largo de su vida. Pero aun así, no era fácil reconocer que la libertad no ocupaba espacio en su vida.

- Si usted lo desea puede retirarse a su dormitorio. Sé que tiene mucho en qué pensar, entiendo que deba reflexionar... Yo puedo terminar de pasear al can. - Ko extendió una mano hacía la correa de Akamaru.

- No es necesario, gracias. Prefiero el exterior a quedar recluida en los límites de los territorios Hyuga. - dijo sonriente la joven, pero Ko detectó el tono agrio en su voz.

- Perdóneme por haberle hecho sentir abatida, no fue mi intención. Usted bien sabe que somos algunos en los que estamos en desacuerdo con las decisiones de su señor padre y de poder tener voto en ello, la sacaría de el embrollo...

- No malgaste saliva en pedir perdón, señor, esto ha estado decidido desde el día en que llegué a este mundo, es inevitable ya que... - la entristecida sonrisa de la chica vaciló -... Pertenecemos a los Hyuga, una familia poderosa en el mundo de los negocios.

Ko se sentía escoria. Mientras que Hinata hacía un esfuerzo inhumano para no sacar a luz pública las lágrimas que querían salir de sus ojos.

- ¿Y cuándo quedaré atada al brazo de aquel prospecto que mi padre me consiguió?

Ko no tenía el valor de pedirle que no viera de esa forma su próximo matrimonio, pero no podía, no era capaz de decirlo mientras que él mismo lo veía de esa manera. Le heria saber que por las estrictas reglas de las cuales ninguno de ellos tenía la culpa de ser impuestas, aquella joven estaba condenada a formar su futuro con un hombre no deseado. Y le amargaba saber que podía ser un canalla codicioso como el propio Hiashi había sido convertido por el tiempo. Le aterraba saber que podía ser infeliz en ese matrimonio forzado, porque después de tanto tiempo, ya consideraba a aquella chica de largo cabello oscuro y pupilas perlas como a su propia hija.

- A los dieciocho. - contestó con el mismo tono comprensivo que había adoptado al comenzar con la conversación.

Hinata asintió.

- Falta más de un mes. - comentó entre sonrisas la chica que mantenía su mirar perla clavada a sus pies. Mientras que Akamaru, sintiendo el aura depresiva de la humana que se encargaba de pasearle cuando su dueño estaba fuera de la ciudad, se sentaba a un lado de la joven.

Ko se mantuvo en silencio, esperando el momento en que Hinata preguntara el nombre de su futuro esposo, pero al transcurrir los minutos sin palabras dichas por la chica, comenzó a dudar que le interesara la identidad del chico.

- Señorita Hinata, ¿no le gustaría saber el apellido de la familia a la que pertenecerá? - la curiosidad lo venció.

La chica exhaló una vez más, luego, alzó el rostro.

- No tiene importancia, sé que, cualquiera que sea su apellido, es una persona perteneciente a una familia poderosa. Y sin reparar en detalles, yo aceptaré como lo dicta mi deber. - Hinata posó sus perlas ojos en los de Ko, buscando seguridad. En cambio, él pudo observar detenimiento y seguridad en los orbes de ella. Sin poder evitarlo, el Hyuga mayor se sintió orgulloso de aquella que consideraba una hija, sin embargo, no le agradaba que Hinata se tomara tan a la ligera el descubrimiento de su matrimonio forzado. Sin protestas, ni quejas.

Hinata sonrió y alzó el rostro de su guardaespaldas con un dedo índice. El hombre se sorprendió ante la acción de la chica, y al instante, se dejó inundar con la tranquilidad que emanaba de aquella sonrisa cariñosa tan común de la Hyuga.

- Sé que debe estar en desacuerdo con mi decisión, señor Ko. Entienda, esto lo hago por nuestra familia, por todos nosotros.

- Pero, señorita Hinata, su opinión...

- Mi opinión, de ser contraria, no será escuchada, lo sé. Pero no tengo intensiones de negarme. - le interrumpió la chica de diecisiete.

Después de reflexionar, sonrió.

- Bien, bien. Dejaré de convencerla, señorita. - se rindió -. Permítame decirle... estoy orgulloso de usted.

Y el carmín volvió a las mejillas de la joven, dándole la apariencia infantil que se había perdido al comenzar el tema del matrimonio.

- ¿Y, si puedo preguntar, en qué consiste esa apuesta, señor? - interrogó curiosa.

Ko rió, contento de que la conversación diera un giro.

- Verá, imagínese que la señorita Hanabi...

- ¡POR TROYA! - el gritó provocó que ambos Hyuga agudizaran los sentidos.

Y de entre los árboles un proyectil de color amarillo apareció a gran velocidad y antes de que Hinata pudiera advertir el atentado, lo que resultó ser una bomba llena de un líquido de dudosa procedencia, impactó contra la espalda de Ko, provocando así que un millar de gotas rosearan levemente a la chica. Una maldición por parte del Hyuga, una exclamación de parte de ella y otro grito proveniente de ningún sitio:

- ¡POR MI NACIÓN! - y de los arbustos una persona apareció. Ambos Hyuga alzaron una ceja, centrándose en el recién llegado.

Llevaba una mascara de Hockey, pero tras esta podía vislumbrarse una cabellera azabache y lo que pudo reparar tarde Hinata fue del arma de juguete que llevaba en las manos. Una monstruosa pistola de juguete. La chica no pudo ver más al extraño individuo, porque Ko interpuso su visión con su cuerpo.

- ¡Carajito impertinente! - ladró el hombre.

- Es hora de la retirada. - dijo la voz de aquel joven al instante en que Ko hizo el ademán de comenzar una persecución.

Hinata escuchó los pasos rápidos de aquella persona alejarse, mientras que sostenía con fuerza la correa de Akamaru, que peculiarmente se mantenía tranquilo a un lado de ella. Y cuando Ko se giró hacia ella, Hinata pudo ver la camisa del hombre empapada en agua.

- Esos jóvenes con sus juegos y pistolitas de agua. - decía entre dientes mientras se sacudía el agua.

La pelinegra iba a aconsejar la "retirada", cuando una mano ajena se aproximó a su cuello.

- ¡Aaah! - logró gritar antes de que el collar que llevaba colgando consigo fuese arrancado bruscamente por aquel rubio.

- ¡A CORRER!

Y en el momento Ko dejó de concentrarse en su preciada camisa mojada con agua y otro líquido extraño, para correr tras el ladrón de la prenda de su custodiada. El rubio infernal era rápido. Hinata llevó una mano hacia donde había estado algunos segundos antes su preciado collar. El vacío en su pecho le produjo de sobre manera una sensación repugnante de soledad, de haber sido abandonada. No debía perderle, si de una posesión material podía aferrar sus sentimientos era de aquel collar.

Comenzó a caminar hacia el sitio en donde el rubio y Ko habían corrido en persecución, olvidando por completo a un Akamaru concentrado en recibir la brisa en su lengua.

- ¿A dónde vas? - el andar dubitativo de la chica se detuvo.

- No tengo por qué responder preguntas de desconocidos, señor. - Hinata volvió su nívea rostro hacia un pelinegro a su lado, recargado casualmente de un árbol.

- Es desilusionante saber que me consideras sólo un desconocido. - una sonrisa de medio lado decoró el rostro de lineas marcadas del joven.

Y aunque Hinata estaba obligada por sus modales a responder, siguió con su camino.

- ¿Dice usted que nos hemos encontrado antes?

- Desearía yo que fuesen más los encuentros.

La chica frunció el ceño. Ya aquello se estaba saliendo de lo definido como normal y Ko no se encontraba cerca como para estar discutiendo con raros.

- Discúlpeme, pero debo dejar esta conversación hasta aquí...

- No dejaré que te vayas esta vez.

La mano pálida del joven atrapó su brazo, aprisionándolo en una cárcel de largos dedos. Hinata observó aquella mano ajena sobre su piel, notando que eran de muy parecida tonalidad y entonces se dio cuenta, estaba en problemas.

- ¿Cómo se atreve? ¡Suélteme! - exigió Hinata comenzando a forcejear.

- Dejaré de obedecer. - intentaba zafarse por todos los medios del chico, cuando inmovilizó su único brazo libre -. Romperemos algunas reglas, Hinata.

- ¿Qué?


El teléfono repicó.

- ¿Halo? - contestó una voz masculina al otro lado de la línea, soñolienta y en medio de un bostezo.

- Quiero que me digas lo que sabes. - dijo, sentado en la esquina de aquella gran cama, observando sobre su mano el único decorativo del collar de plata. Un corazón.

- ¿Quién es? - interrogó Naruto después de una pausa.

- ¿Acaso no tienes registrador de llamadas? - siseó.

Naruto, desde su casa, se pasó una mano por los ojos para aclarar su visión, luego de lograr abrir un ojo vio en la pantalla de su teléfono el nombre de su interlocutor.

- Sasuke, ¿maldito, qué haces llamando a esta hora? - el rubio ocultó su rostro bajo una almohada -. Estás mal de la cabeza, son las dos de la madrugada.

- Deja de quejarte como nena. - el pelinegro juró escuchar los dientes crujir desde el teléfono, sonrió -. Me parece que tengo tu atención.

- ¿Qué quieres ahora? ¿Que mate a alguien? - el rubio respetaba la hora de dormir y ¡a esa hora debería estar durmiendo!

- Esa es una buena sugerencia... - murmuró el Uchiha, volviendo el rostro por encima de su hombro para ver el bulto que permanecía sobre las almohadas de la cama -... Como he dicho, quiero que me hables de ese tal Kiba.

Naruto frunció el cejo en confusión.

- No me agrada ese tono tuyo. - masculló el rubio -. No tienes intensiones de gravedad con Kiba, ¿verdad?

- Me has dicho que conocías a Hinata, por medio de tu amigo Kiba Inuzuka. - el Uchiha ignoró la pregunta de su amigo -. Sólo quiero asegurarme que nadie le tenga puesto el ojo encima a mi Hinata.

El Uzumaki se rascó la nuca. Sí, había sido una pésima idea comentar aquello al ver a la heredera Hyuga en carne y hueso, y un error colosal el haberle comentado al próximo esposo que su amigo estaba como perrito guardián tras ella. Su fuerte no era mantener la boca cerrada y hasta él mismo lo reconocía.

- Verás, Sasukito, Kiba no sabe nada sobre ese tratado y, pues, Hinata y él son sólo amigos, Kiba no a intentado nada con ella. - de estar soñando sobre una ración para un año de ramen, ahora se encontraba intentando salvar el pellejo del chico-perro, que injusta podía ser la vida.

Y una placentera sensación de alivio se instaló en el pecho del azabache, pese a que su ira por aquel desconocido con apellido Inuzuka iba mermando, aun apretaba con fuerza el corazón plateado en su puño.

- ¿Nada?

- Nada de lo que debas preocuparte. - el rubio sonrió radiante aunque no estuviesen en la misma habitación, o al menos en la misma ciudad.

- ¿Sólo amigos?

- Sólo amigos... Sasuke no piensas hacer nada respecto a ello, ¿verdad?

Los ahogados sonidos guturales que salieron del teléfono le dijeron que el Uchiha se reía y eso no le agradó nada.

- Pienso que sería divertida una competencia... Digamos, que llevo ventaja.

Su rubio amigo frunció el cejo en confusión.

- Sasuke, ¿qué harás con Hinata? - y ahora comenzaba a pensar que de haber preguntado eso antes de que todo aquello ocurriese habría sido una inteligente idea. Antes de haber raptado a Hinata y peor, a la heredera de la poderosa familia Hyuga que eran poseedores de bienes y de mucho dinero. No importaba si su raptor fuese su futuro esposo, Sasuke aun no tenía derecho sobre Hinata.

"Oh, oh" Naruto se sentó sobre su cama como resorte.

- ¡Imbécil, cabezota! ¡Te meterás en serios problemas si le llegas a tocar un sólo pelo a Hinata! ¡Estás de...! - y Sasuke no escuchó el resto, apartó el aparato de su oído. No le interesaba escuchar aquello.

- Lo que ocurre dentro del hogar, queda entre marido y mujer. - musitó, para luego colgar.


N.A: Nuevo proyecto, tal vez sólo un capítulo más o dos. Lo tenía en mi Hotmail perdido desde hace tiempo. Pretendo que sea mucho "humor", no sé si funciono bien en esto u.u pero creo que el próximo será algo más cómico. Sólo que como este lo tenía listo, no quise cambiarlo mucho. Digo de antemano que no se trata sobre los impulsos sexuales reprimidos de un puberto hormonal e_e quiero divertir un poco con esto, y claro, la pareja tendrá su momento de brillar, con unas buenas y razonables intenciones de parte de Sasukito... Tomé prestado una frase de Los tres Mosqueteros xD creo. ¿Gustó? ¡Dejen review! :3

20/03/2013

*Cambio y Fuera*