¡I'M BACK! ¡SORPRESA!
Bueno, mis queridos lectores os pongo en situación. Después de ver la buena acogida que tuvo Todo o Nada (aunque también lo tenía en mente), me animé a hacer una continuación. ¡Sí, estáis leyendo bien! Con esta continuación pretendo hacer un recorrido desde que los miembros de S.T.A.R.S. salen de la mansión Spencer hasta el momento en el que Jill se queda sola en Raccoon City y descubre que la infección ha llegado. Nuevamente, la historia volverá a ser contada desde el punto de vista de Chris y Jill, nuestros intrépidos protagonistas.
Así que, nada os dejo con el primer capítulo para que podáis disfrutadlo tanto como hice yo al escribirlo. Este relato va a ser mucho más corto que el anterior, pero eso no quiere decir que no tenga la misma intensidad o carácter; personalmente, me costó mucho menos desarrollar esta idea que la anterior, y la verdad que estoy bastante satisfecha con el resultado. A ver que opináis vosotros.
Una duda que os puede surgir al leerlo: ¿Necesito leer Todo o Nada para enterarme de la historia? La respuesta es Sí y No. Me explico. Ciertos detalles que se mencionan están relacionados con el anterior libro (personajes, cosas que pasaron (escarceos de Chris y Jill, etc). Entonces, para los que aún no hayáis leído mi historia anterior, os recomiendo que tengáis una ideal general de qué va para poder entenderlo mejor, pero no es necesario conocerlo todo.
P.D. Acabo de levantarme después de acostarme bastante tarde y con resaca xD y digo Venga, voy a dejar un regalo de Año Nuevo. Viernes próxima actualización, tal y como prometí!
Miro por la ventana del helicóptero de forma distraída. La cabeza parece que me va a estallar; demasiada información para asimilar en tan poco tiempo. Los primeros rayos del amanecer ya se vislumbran mientras volvemos hacia la comisaría. Me siento vacío, impotente, traicionado…
Wesker… maldito sea. ¡Nos ha traicionado a todos! Era un agente encubierto de Umbrella cuyo único propósito era conseguir datos de combate de unas armas biológicas que estaban desarrollando. Y todo ese sacrificio… para perder a la mayoría de los miembros del equipo. Joseph, Richard, Edward, Enrico, Kenneth, Forest… Dios, aún recuerdo todo su cuerpo picoteado por esos cuervos zombis.
Brad pilota en completo silencio, con los cascos quitados y sin apartar la mirada del horizonte. El muy cabrón salió corriendo cuando vio que nos atacaron esos perros zombies justo antes de entrar en la mansión Spencer. Suerte que pudimos contactar con él con la radio de Richard y nos rescató justo a tiempo en el laboratorio de la corporación.
Quién iba a pensar que la mansión ocultaba todo un laboratorio donde los científicos investigaban con seres vivos para convertirlos en armas biológicas. Posiblemente tenían como objetivo venderlas en el mercado negro… Nunca lo sabremos. Alguien activó el sistema de autodestrucción y toda la mansión y el laboratorio salió volando por los aires hace unos minutos.
A mi derecha Jill duerme sobre mi hombro. Pobre. Ha sido una experiencia traumática para todos nosotros… ¿Y qué decir de Rebecca? ¡Su primera misión y todo por lo que ha tenido que pasar! También duerme sobre el banco en el que está sentado Barry comprobando su revólver con el ceño fruncido.
Wesker le manipuló de alguna manera para que nos tendiera trampas a los demás miembros del equipo. Jill estuvo a punto de perder la vida cuando Barry, en un acto para salvar a su familia, la dejó sola contra una de esas criaturas propiedad de Umbrella. Wesker había engañado a Barry diciéndole que había secuestrado a su familia, y que tenía que hacer todo lo que le dijera si no quería perderla.
Sé que se siente muy culpable por todo lo que ha hecho, pero me reconforta saber que lo hacía porque el capitán le había mentido. Aun así… todo esto podría haber acabado mucho peor.
Hemos descubierto algunas pruebas con las que queremos desmantelar a la compañía, documentos que demuestran que en esas instalaciones se estuvieron llevando a cabo experimentos ilegales. Sé que lo primero que tenemos que hacer es hablar con Irons y explicarle todo lo que ha pasado. Aunque conociéndole… quién sabe si nos va a creer.
Ya veo a lo lejos la comisaría. Barry ha empezado a despertar a Rebecca, y yo debería hacer lo mismo con Jill. Zarandeo suavemente su hombro mientras repito casi en un susurro su nombre. Incluso con todo lo que ha pasado y todo lo que acabamos de ver… no puedo dejar de pensar en lo guapa que está durmiendo.
Jill tiene toda la cara llena de tizne y algún que otro arañazo. Debemos tener un aspecto lamentable, como si acabáramos de tener una pelea a vida o muerte. ¿Acaso no lo ha sido?
-¿Ya hemos llegado? –me pregunta Jill con un suave gruñido y frotándose los ojos.
-Casi… -respondo mientras veo a Barry acercarse a Brad para decirle algo. Rebecca se sienta en el banco de enfrente y nos mira a Jill y a mí. Sus ojos están apagados, y algo llorosos.
Barry vuelve a la cabina y se sienta junto a nuestra joven compañera. Su rostro sigue mostrando culpabilidad. Desde que descubrió la traición del capitán apenas ha abierto la boca, sólo para decirnos lo mucho que siente habernos puesto a todos en peligro.
-Chicos… Tenemos que hacer todo esto público… Umbrella no puede salirse con la suya –opina Barry rascándose distraídamente la barbilla. Yo asiento con lentitud; era lo mismo que estaba pensando hacer.
-Pero ahora con quien tenemos que discutir eso es con nuestro querido jefe… -contesto un tanto abatido. Sé que no va a ser nada fácil explicarle todo por lo que hemos vivido esta noche. Ni el más sensacionalista se lo creería.
Barry resopla apoyando una mano en la pared del helicóptero. Ha empezado el descenso. Yo me pongo también en pie y ayudo a Jill a levantarse. Su mano agarra con fuerza la mía, completamente decidida. Brad aterriza con un suave movimiento y las hélices del helicóptero empiezan a apagarse poco a poco.
Barry abre la compuerta y salimos al exterior. Yo ayudo a Jill a bajar, y Barry hace lo propio con Rebecca. Brad aún está apagando los controles y haciendo alguna que otra comprobación en los paneles.
Barry y Rebecca avanzan con paso decidido hacia el interior de la comisaría, y yo me quedo un poco atrás. Jill cojea ligeramente. La herida que le produjo ese engendro enorme del laboratorio no se le ha curado. Tiene un corte que va desde la rodilla desde el tobillo; tiene casi todo el pantalón rajado por el lateral.
-¿Necesitas ayuda? –le pregunto preocupado. Ella niega en silencio.
-Creo que… puedo hacerlo.
Da un paso y se trastabilla casi cayendo al suelo. Corro hacia mi compañera para evitar que caiga y me paso su brazo izquierdo por mis hombros. Sin decir ni una palabra entramos en la comisaría. Algunos polis uniformados se nos quedan mirando cuando pasamos por su lado. No les hacemos caso.
Barry y Rebecca ya deben estar cerca del despacho de Irons. Algunos guardias nos señalan y cuchichean sorprendidos al ver el lamentable estado en el que nos encontramos.
-Dios… Chris, ¿qué ha pasado? –se interesa Elliot cuando pasamos por su lado. Ha sido un gran amigo dentro de la comisaría, pero ahora no estoy de humor para responder a ninguna pregunta. Sólo quiero tener cara a cara a Irons.
-¡Largo todo el mundo! ¡Apartaos! –exclamo pasando con Jill por la puerta que conduce al pasillo donde se encuentra el despacho. Los polis no se lo piensan dos veces al oír mi advertencia y nos dejan pasar.
Avanzamos los últimos metros a un ritmo más lento. Jill aprieta los dientes aguantando el dolor; no sé cuánto más va a poder resistir así. Sé que debería llevarla a la enfermería lo antes posible, pero no puedo hacerle eso. Jill ha estado presente en todo lo que ha sucedido esta noche en la mansión Spencer, y se ha dejado la piel para sacar a la luz toda la verdad. Todos nos merecemos una respuesta.
Lo primero que veo es a Barry aporrear con fuerza la puerta del despacho. Rebecca está apoyada contra la pared con el gesto serio. La puerta se abre, y el alterado gesto del jefe de policía nos recibe. Mira a Barry sin decir nada, luego posa su mirada en Rebecca, y por último en Jill y en mí.
-¿Qué demonios es todo este escándalo, Burton? ¿Dónde está el resto del equipo? ¿Y el capitán Wesker? –le espeta Irons situándose a unos palmos de mi compañero. A pesar de que está intentando intimidarlo, Barry no se echa hacia atrás.
Y para mi sorpresa, Barry le da un empujón a Irons que lo manda de nuevo a su despacho. Me quedo boquiabierto; nunca lo había visto tan enfadado. Siempre es un hombre muy tranquilo. Rebecca abandona su posición y accede también al interior. Yo dejo a Jill contra la pared y entro rápidamente en el despacho.
Irons se levanta del suelo apretando los puños y refunfuñando. Barry se cruza de brazos delante de él, y yo me pongo a su lado observando al cabrón que nos tiene que ayudar a sacar todo este asunto adelante. Veo que Jill también entra en el despacho acompañada de Brad, y se colocan detrás de nosotros junto a Rebecca.
-¿Se puede saber qué coño os pasa? ¿Es ésa una forma de dirigirse a un superior? –nos recrimina Irons con las mejillas completamente encendidas y fijando sus ojos porcinos en cada uno de nosotros.
-Tú sabías algo –le suelto sin pensarlo. Algo en mi interior me dice que este cretino santurrón se ha estado escondiendo un as bajo la manga desde el principio.
-¿De qué mierda habla, Redfield? ¿Dónde está el resto del equipo?
-¡Muertos! ¡Están todos muertos! –exclama Rebecca con un grito que me hiela la sangre. Aunque no está llorando, sé que está aguantando las ganas. Irons se nos queda mirando como esperando una confirmación por nuestra parte.
El jefe de policía retrocede hasta sentarse en su asiento tras la mesa. Barry y yo damos unos firmes pasos hasta situarnos enfrente. No nos vamos a ir de allí hasta que aclaremos con este mequetrefe todo lo que ha ocurrido.
-¿Qué es eso que dice la señorita Chambers de que están todos muertos? ¿Es…?
Doy un golpe en la mesa.
-Se acabaron los formalismos –grito perdiendo por completo la compostura -. Vas a escucharnos tanto si quieres como si no –guardo silencio para ver si alguien habla. Nadie lo hace. Miro una última vez a mis compañeros y vuelvo a centrar mi atención en Irons -. Umbrella lo tenía todo planeado desde el principio. Nos ha tendido una trampa para sacar datos de combate. Experimentaban con humanos y otros seres vivos no sabemos si para venderlos como armas en el mercado negro o vete a saber… En esa casa hemos visto todo tipo de horrores: zombis, perros asesinos, plantas caníbales… ¡Todo obra de Umbrella!
-¿Qué clase de paranoia me está contando, Redfield? –estalla casi a punto de reírse al escuchar mi versión -. ¡Esa mansión lleva deshabitada muchísimo tiempo! ¡Umbrella lo afirmó numerosas veces en su última rueda de prensa!
-Bajo la mansión se ocultaba un laboratorio secreto donde realizaban todos sus experimentos… -comenta Jill desde el fondo, casi al lado de la puerta -. Hemos leído diversos documentos que lo muestran… ¿Y a qué no sabe quién estaba al mando de todo? ¡Albert Wesker! –Irons nos mira entre sorprendido e incrédulo -. ¡Sí, nuestro capitán era un traidor!
-¡Bobadas! Sospecharía de cualquiera de vosotros antes que del capitán –contesta Irons resoplando y agitando las manos como quitándole hierro al asunto.
Doy un nuevo puñetazo en la mesa y saco de mi bolsillo algunos de los documentos que hemos rescatado de la mansión y los laboratorios. Se los tiro en la mesa antes de volver a hablar.
-Aquí tienes las pruebas de lo que estamos hablando –digo sabiendo que no puede rechazar una verdad tan auténtica como la que tiene delante. Ojea por encima alguno de los documentos con el rostro desencajado, como si le hubieran pillado haciendo algo que no debería -. Pruebas de que la corporación ha estado trabajando en secreto, delante de las narices de toda la población de Raccoon y la policía.
-Estos papeles… no tienen ningún valor –responde tranquilamente volviendo más o menos a la normalidad. Me quedo boquiabierto. Barry se mueve a mi lado.
-¿Qué? ¡Debe ser una broma!
-No hay ningún sello ni nada que notifique que pertenecen a la corporación… No puedo hacer nada con ellos salvo llevármelos a los servicios para entretenerme mientras…
-¡Serás…! –grito completamente fuera de mí. Intento abalanzarme contra Irons, pero Barry y alguien más me sujetan los brazos. El gilipollas me sostiene una mirada burlona mientras se levanta de su asiento.
-Les agradecería que me dejaran tranquilo. Voy a reunirme con los directivos de Umbrella para tratar todo este asunto… y ya veré qué hago con ustedes después de todo el desastre que han montado –se queda unos instantes en silencio antes de situarse delante de mí. Barry y Brad me siguen sosteniendo -. Por lo pronto, les recomiendo que mantengan el pico cerrado y no hablen con nadie de sus alucinaciones y mentiras.
-Vamos, Chris… -murmura Barry haciendo menos fuerza. Consigo soltarme con un brusco movimiento y sin apartar la mirada de ese cretino que tenemos por jefe.
Brad y Rebecca son los primeros en abandonar el despacho, y luego Barry. Jill me pone una mano en el hombro y la acompaño hacia el exterior sin dejar de mirar a Irons. Sólo sé que nuestros problemas acaban de empezar.
