Discleimer: Estos personajes no me pertenecen. Son de la magnífica Stephanie Meyer. La trama es de mí autoría, prohibida su reproducción total o parcial sin mi consentimiento.


La llave de tus recuerdos

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Maru M. Cullen


Capítulo 1


—Bella… —escuché que alguien decía desde abajo.

Dirigí mi mirada al pie del árbol en el cual estaba recostada. Allí estaba Marcus con su capa negra, mirándome fijamente. Le sonreí con desgana y salté de la rama más alta del árbol; aterricé justo a su lado y me traté de peinar el cabello con mis manos.

—Marcus, hace tiempo que no te veía.

—He estado algo ocupado —respondió, haciendo un gesto con su mano, indicando que no le prestara demasiada atención a aquel hecho—. Quería verte hoy, para preguntarte como estabas. Jane y Alec también están preocupados por ti.

—No tendrían por qué —repliqué con una sonrisa enternecida—. Es duro saber que ha pasado ya mitad de siglo desde la última vez que los vi. Estoy melancólica, pero eso nunca me ha detenido, y eso lo saben tú y ellos.

—Sabes que aunque nos repitas eso todos los años no podemos evitar sentir preocupación por ti. Eres como una hija para mi y para ellos eres como la madre que nunca tuvieron, simplemente no puedes pretender de que te dejemos hundirte cada vez más en la depresión, Bella. —terminó suspirando.

Suspiré y clavé mi mirada en el cielo azul. Era tan difícil vivir sin ellos, aquí había encontrado personas que poco a poco se habían ganado mi corazón pero no podía dejar a los Cullen atrás, cada día que pasaba era un suplicio y perdía las esperanza de que alguna vez lo vaya a ver nuevamente. La duda de que Edward pudo haber encontrado a otra persona a lo largo de estos años me torturaba bastante seguido, pero sabía que si eso era una realidad no podría hacer nada, él merecía ser feliz y si su felicidad era a lado de otra persona no me interpondría pero dolía en demasía en el pecho.

—No diré que estoy en el mejor momento de mi vida —acepté con una sonrisa—, pero tampoco creo que estoy hundida en una depresión, ¿sabes? Fui consiente de que tardaría mucho en volver a verlos, pero si ellos están a salvo toda esta espera habrá valido la pena, Marcus. Sé que los volveré a ver en algún momento, solo que en estos últimos años se me ha hecho más notable su ausencia que antes.

—Sigo creyendo que esto es injusto para ti.

Le mandé una sonrisa irónica— ¿Desde cuando la vida ha sido justa? Pero estas son las consecuencias de las decisiones que he tomado y no puedo simplemente olvidar ese hecho. Sabía lo que significaba entrar en la guardia Vulturi y que ellos no tuvieran recuerdos míos —O por lo menos que ellos sepan que los tienen, pensé—. Pero creo que debo recordarte que no me arrepiento de lo que he hecho.

—¡Bella! —escuché que gritaron dos voces antes de sentirme aprisionada por dos pares de brazos.

—¡Chicos! —exclamé sorprendida—. Pensé que llegarían mañana.

—Al principio eso íbamos a hacer, si —respondió Alec mientras se levantaba y nos ayudaba a su hermana y a mi a levantarnos, algo innecesario pero caballeroso—. Pero luego nos acordamos de la fecha y nos apresuramos para llegar aquí antes.

Los miré fijamente con el seño fruncido— Le he dicho interminables de veces que no hagan esas cosas por mi. En verdad lo aprecio, pero no me parece del todo acertado lo que hicieron, se supone que ustedes siguen siendo los mismos mellizos fríos que es mejor evitar y yo sigo siendo la vampireza misteriosa sin tener, aparentemente, puntos débiles, ¿qué pensarían los demás si supieran que se llevan bien conmigo y que es recíproco? Saben que tengo algunos enemigos allá afuera que les complacería mucho tener esta información.

—Si supieran quién en verdad eres no pensarían así. —replicó Jane con el ceño fruncido.

—No es algo que ella puede ir gritando, ¿sabes? —le respondió su hermano con tono jocoso.

—A demás —agregué—, esto no es algo que tengan que preocuparse. Son mis niños, dejen estas cosas para los adultos.

—Técnicamente tú podrías ser nuestra nieta. —rebatió Alec con una sonrisa.

—Pero no lo soy —dije con una sonrisa—. Y aunque tengan muchos más años que yo, ustedes parecen tener a lo sumo catorce años mientras que yo si me arreglo puedo parecer de veintitrés.

—Podrías hacer que se parezcan más grande si así lo deseas incluso tú, Bella —intervino Marcus.

—Pero no quiero, así que lástima por ustedes, se quedarán así por el resto de la eternidad.

—No es justo, cuando quieres que estemos junto a los humanos nos haces parecer niños de tres años. —se lamentó Alec, haciendo pucheros.

—Es que se ven tan tiernos de esa manera —me reí al traer la imagen a mi cabeza—. A demás, así es la única forma que me digan "mamá" sin que les dé demasiada pena.

Estaba segura que si pudieran se habrían ruborizado, con Marcus nos reímos de los pequeños. Era increíble como me había encariñado con las personas más frías de la guardia Vulturi. No había sido fácil, había que ser sincera, pero poco a poco había podido llegar hasta ellos. La más difícil había sido Jane ya que hasta que había llegado yo era la preferida de Aro y cuando se vio desplazada comenzó a guardar algo de rencor hacía mi.

—¿Cómo les fue en la misión? —pregunté. Ellos desviaron la mirada y las sonrisas que antes adornaban sus rostros desaparecieron.

—Tuvimos que usar nuestros dones —sentí con tragaban dificultosamente—, te juramos que no quisimos hacerlo pero estaban Félix y Demetri, no podíamos no hacerlo.

Suspiré apesumbradamente— Está bien, sé que no quisieron hacerlo, porque no se sintieron bien haciéndolo ¿no?

—¡Pues claro que no! —exclamó Jane algo indignada.

—Lo siento, pero tenía que asegurarme. —dije, sonriéndoles apenada.

—Está bien, hicimos eso mucho tiempo —me sonrió Alec—, es entendible que quieras estar segura si no hemos caído en la tentación nuevamente.

Todavía recordaba lo que había tenido que hacer para que entraran en razón.

Flash Back—

Caminaba por el castillo, aburrida. No pasaba mucho tiempo aquí, me era incomodo estar rodeada de vampiros sádicos que no les importaban nada ni nadie. Pero la razón por la que estaba aquí era porque Aro me había pedido que me quedara un tiempo. Ya habían pasado cinco años desde que había dejado a los Cullen, dolía demasiado pensar en ellos pero no podía dejar de hacerlo.

Había trabado algún tipo de lazo con Marcus, y también una pequeña "amistad" con Jane y Alec. Con la primera había sido duro ya que estaba celosa de mí pero después que pasó un tiempo y que se dio cuenta de que no me agradaba ser la "preferida" de Aro dejó de ser tan borde conmigo, su hermano era bastante más social que ella y no tardé tanto tiempo en hablar con él. Los otros me miraban como la vampiro misteriosa que se quedaba poco tiempo y que solo venía unas semanas cuando el "maestro" Aro la necesitaba.

Después de conocer a los mellizos como en verdad eran me quedé prendada de ellos, no podía creer que habían pasado por tanto en su tan corta vida humana. No tenían padre y su madre los utilizaba para hacer toda clase de cosas que un niño no debería hacer. Por eso no me sorprendía la cantidad de ira acumulada que tenían solo la podían sacar dañando a los demás. Muchas veces les había dicho que esa no era la forma pero ellos simplemente no escuchaban.

Doblé una esquina y me encontré a los niños mirando fijamente a dos vampiros que estaban tirados en el suelo. Uno tenía la expresión vacía, veía como los ojos se movían frenéticos pero estos estaban desenfocados y desorbitados, el otro tenía la cara completamente desfigurada por el dolor pero parecía demasiado orgulloso como para gritar.

¡Jane! ¡Alec! —exclamé con horror. Ellos dejaron de mirar a los vampiros y estos visiblemente comenzaron a relajarse. No pasó ni siquiera un minuto cuando los vampiros desaparecieron del lugar.

¿Qué quieres, Bella? —preguntó aburrida Jane.

No pueden seguir haciendo eso. No pueden hacer eso simplemente porque estaban aburridos.

¿Y qué puedes hacer al respecto? —pregunto Alec con sorna.

No era justo que hicieran eso a personas que no se lo merecían. Bueno, tal vez esos vampiros se merecían algo por haber matado a tantas personas pero esto no era un escarmiento, si no simplemente una forma de diversión, una sádica y horrible forma de diversión. Suspiré, sabía que tendría que hacer para que se den cuenta de que lo que hacían era incorrecto pero no me era satisfactorio hacerlo. Me convencí de que era la única forma de que ellos entendieran lo que era sufrir su don.

Miré fijamente a Jane y esta se dobló del dolor, mientras lanzaba un grito de dolor. Aspiré para mantener mi postura, era por el bien de ellos mismos, tenían que tener conciencia de su don. Solo mantuve un minuto la tortura. Alec miraba a su hermana y luego a mi con los ojos desorbitados.

¿Qué haz hecho? —preguntó con algo de enojo.

Mostrándole como se siente su don. —respondí

Luego lo miré a él y este calló a suelo como un peso muerto, Jane que se estaba recuperando miró a su gemelo con angustia y luego se paró para tratar de llegar a mí. Sabía que iba a hacer eso, así que había puesto un escudo alrededor mío, cuando ella quiso llegar hasta a mí chocó con la pared invisible. El minuto pasó y dejé a Alec. No tardó mucho tiempo antes de que se levantara y se parara junto a su hermana que me miraban desconfiados y — cosa que me molestó hasta cierto punto— con algo de temor.

Esto, a diferencia de ustedes, no es algo que me guste hacer pero creo que es necesario que se den cuenta de que sus dones no son algo como para jugar. Cada vez que me entere que ustedes los han utilizado simplemente para divertirse lo haré.

Me di media vuelta y los dejé en aquel solitario pasillo.

Fin del Flash Back—

—¿Murió alguien? —seguí preguntando cuando volví al presente.

Ellos negaron— Eran simplemente dos, al principio se quisieron rebelar pero cuando usamos nuestros dones en ellos dejaron de hacerlo.

—No entiendo por qué los mandaron a ustedes cuatro si eran solo dos vampiros.

—Claro, pero tenían unos dones realmente impresionantes —dijo Alec, luciendo asombrado—. Uno de ellos puede controlar los elementos y la otra puede desaparecer.

Abrí los ojos desmesuradamente. No podían estar hablando de Ben y Ángela ¿no? Hacía cincuenta años que nos los veía, desde antes de que me marche de la casa Cullen. Cuando había ido a Alaska los Denali me había dicho que se habían marchado y que no sabían en donde localizarlos. A ellos les borré los recuerdos y en especial a Tanya. Asombrosamente, cuando me vio no había sido tosca conmigo, algo distante, si, pero no como lo había sido cuando visitó a los Cullen. Tal vez era por aquel nuevo vampiro, Riley, que estaba junto a ella en todo momento. Había buscado a Ben y a Ángela, pero nunca podía llegar a tiempo, luego de dos años jugando al gato y al ratón decidí que ellos no estaban en la mira de Aro y que eran nómadas así que dejé que hicieran su "vida" lejos de mí.

—¿Dónde se encuentran? ¿Aro ya les leyó la mente? ¿Se encuentran bien? —pregunté frenética.

—Están en los calabozos. No, Aro todavía sigue fuera. Y se encontraban relativamente bien cuando los dejamos allí —respondió Jane con el ceño fruncido—. ¿Sucede algo?

—Tengo que verlos. —dictaminé, mirando a Marcus que se había mantenido en silencio todo el rato.

Marcus asintió sin preguntar nada ya que sabía quienes poseían esos dones y quieres eran para mí, él comenzó a correr en dirección al castillo. Yo le seguí de cerca, mientras Alec y Jane estaban a mis costados mirándome curiosos. Llegamos después de un tiempo y nos detuvimos frente a una celda que era custodiada por dos vampiros de a guardia.

—Váyanse. —dijo Marcus con un tono que no dejaba lugar a réplica. Los vampiros se miraron y luego asintieron y desaparecieron por los múltiples pasillos que había. Nadie dijo nada hasta que estuvimos seguros que nadie podría escucharnos.

Marcus abrió la celda y entró, yo entré segunda mientras los mellizos se quedaban fuera para vigilar la entrada. Las antorchas estaban apagadas pero no era necesario ya que podíamos ver como si estuviéramos fuera y el sol nos iluminara. En una esquina se encontraban los dos, estaban abrazados, nos miraron con los ojos entrecerrados pero no veía nuestros rostros ya que los teníamos cubiertos por nuestras capas.

—¿Quiénes son? ¿Por qué estamos aquí? —preguntó Ben con voz destilando veneno.

—Tendrías que tener que tener más respeto por tus superiores. —dijo Marcus con la voz monótona.

—Ustedes no son nuestros superiores, solo conozco una persona que lo era y ella no está en esta celda. —respondió Ángela con rabia.

Marcus se quitó la capa que le cubría el rostro y se giró a verme, me sonrió— Tus amigos son muy fieles, no podía esperar menos de tus elecciones.

—¿Dé que demonios estas hablando? —preguntó bruscamente Ben.

—Me sorprende que no hayas reconocido mi aroma, Ben —dije sacándome la capa que cubría mi rostro—. Tanto tiempo sin verlos, chicos. —terminé mientras sonreía por sus caras de estupefacción.


¡Hola, girls! ¿Cómo están?

Bueno, aquí está la secuela de Mi unica esperanza.

El capítulo fue entretenido de escribir, a que no se esperaban que Alec y Jane vieran a Bella como madre. En los capitulos iré mostrando más de la vida de Bella con los Vulturi.

Espero que les haya gustado, espero no decepcionarlas con el decenlace de la trama.

No creo que suba seguido, todo es cuestión de cuan inspirada me encuentro, puedo subir cada dos día o cada 4 meses. El 5 de marzo comienzo el colegio y mis horas en la compu serán controladas asíque vamos a ver que sale de todo esto.

La canción que me inspiró para hacer esta secuela es: "Me voy" de Casi Angeles. Si quieren la buscan si no bueno... no. jajaj

Gracias por los reviews que me dejaron en Mi última esperanza, los amé

Nos leemos en la próxima.

Las quiere con todo su corazón,

Maru M. Cullen