Wow, otro fic a esta página. Si logran leerlo todo sin aburrirse les aplaudiré XD, la verdad es que me quedo muy largo perdonen eso, mas adelante los capítulos serán más bien oneshots. Sin nada más que decir, me despido. Disfruten el fic.
Capítulo 1
"Los recuerdos de Lituania"
Ese día había salido temprano de casa. No había dicho nada, no había si quiera desayunado, su semblante era duro a pesar de mostrarse tranquilo. Los países Bálticos se limitaron a saludarlo, sabían que día era, por ello no querían molestarle o… Lastimarlo.
La nación tomó sus llaves y abrió la puerta, se veía algo tenso y apurado.
-Voy a salir-anunció- cuiden la casa, ¿da?-sonrió.
Toris, que en ese momento estaba llevando ropa a lavar lo miró, algo distraído, luego asintió rápidamente.
Luego la puerta se cerró.
La casa se quedó en completo silencio por unos instantes. Toris suspiró y abrió la puerta de la cocina, el olor a especias invadió la habitación rápidamente.
A pesar de ser un día soleado el ambiente en la casa era tenso y algo triste. Algo muy extraño, ya que son exactamente esos días los que ponen de muy buen humor a Rusia.
Eduard, el cual cocinaba un platillo común en esa región, lo miró por encima del hombro. La luz se colaba por la gran ventana e iluminaba la habitación de manera natural, las partículas de polvo que se veían en los rayos de sol y el olor a la comida hacían la habitación más caliente y acogedora. Toris dejó la cesta de ropa en el suelo y se sentó, posó su mano en su rostro y soltó un largo suspiro, como si dejara salir los problemas con un soplido.
-El señor Rusia salió, ¿cierto?-preguntó Eduard mientras tomaba unas especias de la repisa y ponía el toque final.
-Si –contestó sin mirarlo- este no es un día agradable para Rusia…
-Me imagino, -dijo mientras servía el desayuno en tres platos- espero que les guste
Frente a el había tres raciones de huevos, salchichas cocidas, queso, en una cesta había pan y a un lado mantequilla y, claro, café. Todo se veía especialmente apetitoso.
-Que mal que el señor no se quedó a desayunar, ¡sencillamente este platillo me quedó estupendo!-dijo orgulloso mientras contemplaba su "obra maestra culinaria".
Toris no podía evitar mostrarse preocupado, así que solo contesto con un simple "umm" mientras tomaba su café humeante al cual dio algunos sorbos. Antes de que Eduard pudiera articular una pregunta llegó Raivis guiado por el olor a huevos y salchichas, parecía algo asustado.
-¡B-buenos días!, ¿s-saben dónde está el señor Rusia?-preguntó mientras temblaba-, tengo su ropa planchada para la reunión de mañana con Alemania
-El señor Rusia salió-contestó Eduard.
Raivis levantó las cejas.
-¿A dónde salió?-preguntó dejando de temblar.
-No se exactamente, siempre cambia de lugar cada fecha-puso su mano en su barbilla mientras miraba el suelo-, pero lo más seguro es que llegue en la tarde, a la hora de la comida
Raivis parecía sorprendido, miró a Toris, el cual parecía apesumbrado, como si buscara que le explicara. Pero Eduard volvió a hablar.
-¿No sabes que fecha es hoy, Latvia?
Este miró su plato y se dirigió hacia la mesa.
-Bueno, el calendario me dice que es 18 de Junio-tomó asiento y empezó a desayunar.
-¿Y no sabes que sucedió el 18 de Junio hace tiempo aquí?-le cuestionó Toris mirándole, el chico mordió su pan con mantequilla y sacudió la cabeza.
-Es lógico –dijo Eduard sentándose también-, eres el más joven de nosotros seguro que tú no conmemoras este día, no estuviste involucrado en nada en el terrible hecho
-Pero fue un escándalo en todo el continente -debatió Toris para luego ver al chico-, oye ¿enserio no sabes que se celebra hoy?
Este volvió a negarlo con la cabeza mientras tomaba café, pero luego hizo una mueca y miró a Eduard
-Hey, ¿Por qué café y no vodka, Estonia?-cuestionó algo decepcionado.
-¡¿Qué?! ¡Pero si ayer tomamos vodka en la cena!-exclamó tomando su tasa.
-No estaría mal volver a tomar en el desayuno-susurró siguiendo tomando su dulce café mirando hacia la ventana.
Eduard suspiró y miró también la ventana; el día era frío a pesar de que el sol saliera, pero eso no evitaba que se sintiera un calor interno en ellos, aunque esta fecha no era exactamente una muy agradable.
Desayunaron en silencio, nadie quería hablar, aunque el pequeño Latvia tenía demasiadas preguntas respecto a esa fecha en especial, no sabía si preguntarles o mejor callarse. Al final habló.
-Díganme, ¿el 18 de Junio que tan importante es para el señor Rusia?, ¿debemos hacer algo especial este día?
Los dos le miraron, luego intercambiaron miradas, como si se preguntaran quien le diría. No era exactamente un cuento con un final feliz. Todo lo contrario. Toris suspiro y dejó su pan en su plato.
-No, sólo dejarlo solo y no molestarle-le contestó sin verlo-, este día pone triste al señor, aunque ya pasaron casi cien años de los sucedido aun así duele recordarlo
Raivis se quedo inconforme. Realmente no le había dicho nada, ¿por que temían tanto decirlo?
-¿Pero qué sucedió?-volvió a preguntarle algo fastidiado-, ¿por qué no quieren decirme?
Se dieron cuenta que tenía razón; debían decirle, después de todo, eran familia (aunque no de sangre). Reinó el silencio por unos momentos, Eduard levantó las manos con impotencia, como si le dijera a Toris que él no tenía nada que ver. Este frunció el ceño, preocupado.
-¿Ehhhh? ¿Por qué debo decirle yo?
-Por qué tú eres el que más sabe-le contestó secamente.
Lituania se armó de valor, sabía lo mal que se la había pasado Rusia cuando le dio la noticia, a él le dolía decirlo. Tomó aire y miró a Raivis, él cual esperaba ansiosamente que le dijera.
-Hoy se conmemoran los cien años de la muerte de el Zar Nicolás II y el de toda su familia, la caída del zarismo -admitió- el señor Rusia comúnmente va al palacio o a la iglesia a rendirles tributo, o sólo para recordar los buenos tiempos. Nunca le fue fácil asimilarlo,-explicó lentamente, el chico escuchaba con muchísima atención- hace unos años lo tomó con más calma pero fue demasiado cercano a ellos… Quería mucho a Alexis, el hijo más pequeño y el único heredero al trono, y a la pequeña Anastasia cuyo paradero aun no se sabe con mucha exactitud-paró y miró su plato casi vacío- yo fui quien le dio la noticia de la muerte real…
-¿Y cómo reaccionó?-interrumpió el pequeño.
-No se si deba decirlo…-dijo sonriendo un poco, tratando de calmar la tensa situación.
-Vamos, Lituania-animó Eduard.
-Sí, dinos-imitó el adolescente.
La nación sonrió un poco, obviamente tenso, y desvió la mirada.
-Pues… Lloró-los dos abrieron los ojos. Nunca habían visto llorar a Rusia y esperaban que nunca fuera así- primero fue un gran impacto y después lo encontré llorando en la habitación de las duquesas
Después de aquello nadie hablo durante casi la mitad del día. No era un tema muy agradable de hablar. Limpiaron la casa, lavaron la ropa, e hicieron la comida.
Raivis se sentía impresionado, no dejaba de pensar en lo que dijo Lituania, su mente formulaba preguntas que tal vez nunca sabría su respuesta ¿qué tan importe eran para Rusia?, ¿los asesinaron o simplemente murieron de enfermedad?, ¿cómo sería Rusia llorando?, ¿Qué era eso del paradero de Anastacia? Hubo un momento en que las preguntas se abultaron tanto en su cabeza que debía dejarlas salir. En ese momento entro Eduard con unos libros y los empezó a acomodar en la gran estantería. Pensó que era su oportunidad.
-Este… ¡Estonia! –la nación le miró sorprendido, no habían hablado en toda mañana cuando de repente el pequeño le dirigió la palabra.
-¿Si, Latvia?, ¿qué sucede?
El chico tembló un poco, avergonzado.
-E-este… Q-quisiera saber más sobre la familia Zar-dijo atropelladamente. Quisiera saber que sucedió con ellos, quienes eran, que relación tenían con Rusia…
Estonia sonrió con algo de tristeza y dejo los libros en una mesa.
-La verdad es que yo también,-le dijo- Lituania guarda esos recuerdos como secretos –tomó un libro sobre la historia rusa y lo empezó a hojear-, he estado investigando pero siempre aparecían preguntas, hubo un tiempo en que traté que Lituania me contara, pero no logré sacarle gran cosa-se sentó y buscó una hoja en especifico- sólo me dijo como era la vida en el palacio, pero nada más, no quiso hablarme sobre la matanza…
-¡¿Los asesinaron?!-exclamó el niño sorprendido.
-Sí-encontró la página y se la enseñó- mira, son ellos
Latvia se acercó casi corriendo.
Y así era, una foto de una familia a blanco y negro aparecía en casi la mitad de la hoja, Estonia empezó a señalarlos
-El es el Zar Nicolás II Romanov–señaló a un hombre sentando, con gran porte, parecía amigable-, era un buen hombre al fin y al cabo, pero no estaba listo para reinar toda Rusia. Ella es su esposa, Alejandra –aparecía una mujer sentada junto a Nicolás, con un traje simple pero elegante, con el cuerpo un poco inclinado y en desnivel a su esposo-, fue una persona muy tímida, según me ha dicho Lituania, pero era una buena madre, -su dedo se dirigió abajo, vio a un pequeño que estaba sentado en el suelo, a la altura de las piernas de su padre, tomaba con sus manos entre lazadas una de las piernas del zar- él era el heredero, el hijo Zarevich Alexis, el único varón de la familia y uno de los más débiles de salud, padecía hemofilia…
-¿Qué es eso?-interrumpió de nuevo, completamente fascinado. Estonia sonrió ante la curiosidad del chico, nunca le había visto así.
-Es una enfermedad, es grave y trata de, si te cortas, la herida no cierra y puede causarte hemorragia, además, no podía caminar del todo, aunque claro, ese era un secreto familiar.
Raivis miró sorprendido. No tenía aspecto de un chico enfermo.
Estonia dirigió su dedo, ahora, hacia la chica que estaba sentada atrás de la zarina.
-Ella es María–Raivis abrió los ojos, la chica era linda, con su cabello adornado con un moño, un vestido largo y con holanes- una de las hijas, decían que era vivas y coqueta, fue la tercera hija-y en efecto, sonreía de una forma tierna y coqueta que hacía a Raivis ponerse nervioso.
Esa mujer que ves ahí se llamó Olga, la mayor de todas –la mujer estaba recargada delicadamente en el sillón en donde se había sentando su hermana María, que había sido en el borde, y sus padres. Con un corte de cabello algo extraño para su gusto y algo despeinado-, aquí esta Tatiana –su rostro era serio, pero elegante sin lugar a dudas, su pose era el de un brazo recargado en el sillón y una inclinación de cabeza, como si se asomara- y por ultimo la más pequeña de las hijas: Anastacia
Latvia le llamó la atención al instante. La chica estaba sentada en una especie de silla en forma de medio círculo de madera. Su rostro era redondo y, al igual que su hermana Maria, llevaba un moño que recogía su cabellera larga. No era la más agraciada pero sin duda llamaba la atención.
-¿Por qué no se sabe su paradero?
-Dios, Latvia, si que a ti las preguntas no se te acaban –suspiró y miró el retrato-dicen que sobrevivió a la masacre y que huyo, cuando afirman que es cierto que murió con su familia viene otra teoría que puede ser igual de cierta, no se sabe
En ese momento se oyó a Lituania decir: "¡Bienvenido a casa señor Rusia!" se miraron con horror y estos bajaron rápidamente, casi tropezándose.
-¡¡Bienvenido a casa señor Rusia!-dijeron armoniosamente
-¡Q-que bueno que regreso sano y salvo!-le dijo Latvia temblando.
Rusia sonrió un poco y se dirigió a la cocina
-¡Ah! ¡La comida esta lista!-anunció Lituania caminando junto a Rusia. L-le prepare de zakuski (1) una sopa Solianka
-Mmm-sonrió un poco mas-, que rico
-¡T-también ayer me tomé la molestia de comprar uno de los mejores vodkas rusos: Russki Standard!
Rusia sonrió y volteo a verlos, diciéndoles algo que sorprendió a todos los países Bálticos.
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(1) Eso vendría siendo un tentempié, así se les llama en Rusia.
