Disclaimer: Los personajes, la trama y todo lo demás pertenecen a J.K Rowling

Por: Dominique Cullen Weasley

Una silueta oscura semejante a un enorme murciélago salió por la ventana del castillo y se perdió de vista en la negrura de la noche…

Anduvo hasta llegar a una desvencijada casa, de mísera apariencia donde aterrizó e ingresó en su interior. Él no huía por miedo –no- Severus Snape podía ser cualquier cosa, excepto un cobarde.

Necesitaba un lugar tranquilo donde pensar y aquella pocilga parecía el lugar oportuno para ello. Algo en su interior le decía que su final estaba cerca, que aquella noche se iría junto a él; sabía que ese lugar sería testigo de su muerte- sonrió con ironía al pensar que ya se había enfrentado a morir en ese mismo lugar- por una broma planeada por esas detestables y arrogantes personas: Potter y sus amigos. Sólo que esta vez no saldría de ahí para contarlo; así empezó este hombre a repasar en silencio su vida: una vida llena de sombras, de engaño, de rencor y odio; era únicamente el recuerdo de la mujer amada que lo mantenía aun en este mundo, a pesar de que ella estaba lejos desde hacia tanto tiempo. La recordaba hermosa; sus rojos cabellos como el fuego ondeando alrededor de su rostro, sus verdes ojos viéndole con calidez, su sonrisa que todo lo iluminaba con su brillo… era ella la única que lo había conocido realmente; a la persona que se ocultaba tras esa mascara de frialdad.

Los minutos habían pasado con rapidez, el solemne silencio en el que se había sumido con sus pensamientos, se vió interrumpido por la llegada de alguien más; un ser espectralmente blanco, alto y pálido cual cadáver acompañado por una monstruosa serpiente que se arrastraba a su lado…En sus fulgurantes ojos rojos del recién llegado había solo una determinación –la él supo que no había escapatoria alguna, aunque teniéndola, no la habría tomado; sino que afrontaría lo que viniera.

El señor tenebroso le recriminó, sellando con ello la sentencia de su destino, dijo sentirlo profundamente, pero que tenía que hacerlo. Con un sonido silbante ordenó a la serpiente que se abalanzara, mordiéndole y haciéndole manar abundante sangre. La criatura y su amo se fueron, dejando a su paso la sombra de la muerte cerniéndose sobre el agonizante hombre…

Aquella escena había tenido como único testigo a un muchacho de alborotado cabello negro y gafas redondas quien salio de su escondite mirando con escepticismo. Por un momento el moribundo llegó a pensar que el chico sentiría regocijo de verle ahí tendido, impotente e indefenso. Aquel chico que era tan parecido su arrogante padre.

Moria lentamente y era incapaz de evitarlo, frente a sus ojos pasaban las imágenes de su vida y en todas estaba presente ella; moría y dejaba atrás esa cruel e injusta vida; moría y llevaba con él su secreto mejor guardado…

Entonces recordó las palabras de aquel sabio anciano, el que había creído en él dándole otra oportunidad, no podía fallarle, no al final. Fue así como se dirigió al chico ofreciéndole sus recuerdos mas preciados, la verdad sobre su vida y con ello su secreto mejor guardado en aquella sustancia plateada. En ese momento lo vio por vez primera con otra perspectiva, el niño ese no sólo era el hijo del egocéntrico Potter, sino que era la prueba viviente de la existencia de su amada, su legado en la tierra, la persona por la cual había ofrendado su vida. Usó su último aliento para decirle MIRAME!... dejando este mundo con los ojos clavados en los de él –exactos a los de ella-, dedicándole a Lily su último pensamiento:

-Después de todo este tiempo Severus?

-Siempre…

¡Oh mujer querida! Mi amor es mayor que el tiempo y la muerte; y en el ocaso de mi vida, lleno mi mente de recuerdos para soñar contigo…En la eternidad.