El Regreso del Pasado

Capítulo 1: "Dolor de cabeza y una carta inesperada"

Las calles de Londres estaban desérticas, entre la oscuridad que empezaba a cubrir la ciudad solo se distinguía una figura femenina que caminaba con pasos rápidos y seguros en dirección a su casa situada al final de la calle.

No había en aquellos momentos sonido alguno que perturbara la tranquilidad de las personas que habitaban aquella zona más que el ruido producido por el tacón de la mujer al pisar el asfalto. Al llegar a una puerta grande de madera la chica se detuvo para abrir su bolso con rapidez y buscar las llaves, al momento las encontró y mirando a ambos lados de la calle introdujo una de ellas en la cerradura abriendo la puerta y entrando por ella para cerrarla de nuevo.

-Hola señorita Granger -la saludó un hombre mayor y con sonrisa afable sentado detrás de una mesita de pino.

-Hola señor Barret -Murmuró la joven formando una suave sonrisa al tiempo que posaba una de sus manos en su frente y cerraba los ojos con fuerza.

-¿Se encuentra bien, señorita? -Le preguntó el hombre con preocupación y curiosidad en los ojos.

Hermione levantó la vista de nuevo hacia el portero de su edificio y asintió levemente.

-Sí, no se preocupe -El hombre entrecerró los ojos y Hermione negó con la cabeza -Buenas noches…-

-Buenas noches señorita Granger -

Sin preocuparse por aquel hombre que a pesar de ser una buena persona era demasiado entrometido para su gusto, subió hasta su piso dando gracias de que estuviera en la primera planta.

Con rapidez abrió la puerta y tras entrar y cerrarla de nuevo dejó las llaves en una mesita que tenía cerca.

Quitándose el abrigo de estilo tres cuartos negro que llevaba, caminó hacia el baño en busca de una poción para el dolor que le martilleaba la cabeza. Abrió el armario pero no encontró ninguna redoma. Maldiciendo por lo bajo buscó detrás de un bote de poción crece huesos y encontró un frasco pequeño con pastillas en su interior, cogió una con rapidez y llenando un vaso con agua se la tomó.

Posteriormente abrió el grifo del lavamanos y dejó que el agua fría corriera por sus manos y muñecas para después mojarse la frente y la nuca con ella. Cuando el dolor con esta acción hubo disminuido un poco, cerró el grifo suavemente y se dirigió hacia el sofá. Se acostó en él con el brazo derecho cubriéndole los ojos sin importarle estropear el maquillaje que llevaba en ellos y respirando profundamente intentó tranquilizarse y dormirse para que el dolor de cabeza desapareciera completamente como casi siempre ocurría.

Suspiró fastidiada al no poder dormir. Lo cierto es que había tenido un día horrible. Una sonrisa amarga surcó su rostro. Ya había intuido al cruzar la puerta que ese día no iba a ser agradable; hacía un año que no sabía nada de él, hacía un año que él se había ido y no había vuelto a tener noticias suyas, y lo echaba de menos, terriblemente. Y por si eso no fuera suficiente había discutido con Harry, con Ron, con Ginny e incluso con Tonks, con la cual era extraño discutir debido al humor alegre que la metamorfomaga siempre tenía.

Odiaba que le afectara tanto, odiaba no poder olvidarlo y sobre todas las cosas odiaba seguir enamorada de él como una quinceañera.

Aceptando que no iba a poder dormir decidió levantarse del sofá y con pasos lentos se dirigió a la cocina con la intención de comer algo a ver si el dolor de cabeza desaparecía. No había comido casi nada en todo el día, la sola idea de comer algo le provocaba nauseas así que llegando a la conclusión de que la cabeza le dolía por la falta de alimento abrió la nevera y sacó lo necesario para hacerse un sándwich.

Estaba terminando de prepararlo cuando un sonido en la sala de estar llamó su atención, alguien acababa de salir de la chimenea. Dejó con rapidez el tentempié en la mesa y sacó rápidamente la varita del bolsillo de su pantalón y con pasos largos y silenciosos se fue acercando a la puerta. Esperó unos segundos resguardándose detrás de un tabique.

Oyó unos pasos acercándose a la cocina, y levantó la varita dispuesta a lanzar un hechizo cuando vio una melena pelirroja.

-¡Maldita sea, Ginny! -Maldijo mirando a su amiga, al tiempo que bajaba la barita y la miraba con el ceño fruncido.

La menor de los Weasley simplemente se encogió de hombros mirando a su amiga con una sonrisa que pretendía ser de inocencia.

-Quita esa sonrisa, la conozco demasiado bien -

-Vamos Hermione solo era una broma –Dijo Ginny acercándose a la mesa donde estaban el sándwich y algunos ingredientes.

-¿Ha pasado algo? -Preguntó Hermione al tiempo que se acercaba hasta la mesa, cogía su sándwich y se sentaba en un taburete mientras Ginny hacia lo mismo frente a ella.

-No –

Hermione entrecerró los ojos mirando a su amiga. Ginny podía derribar a un hombre en cuestión de segundos, podía ser la mejor espía, la mejor infiltrada e interrogadora pero definitivamente no era buena mintiendo. La miró y suspiró. O a lo mejor sólo era que ella la conocía demasiado.

-¿Y bien? -La pelirroja la miró mientras tragaba un trocito de queso que había cogido de un plato que había frente a ella.

Suspiró.

-Están de vuelta -dijo simplemente mientras observaba la reacción de su amiga.

Hermione la miró sin saber a que se refería su acompañante pero al ver los ojos marrones sobre ella esperando una reacción, lo entendió.

Respiró con suavidad intentando tranquilizarse, sin conseguir que la sensación de opresión que sentía en el pecho desapareciera.

-¿Cómo lo sabes? –Preguntó con un hilo de voz.

Ginny la miró fijamente. Hermione se había puesto pálida de repente y podía jurar que dentro de poco se desmayaría delante de ella.

-Una carta…-Dijo solamente, pero al suponer que la castaña quería saber más, negó con la cabeza saliendo de su ensimismamiento- le han enviado a Harry una carta hace unos minutos, en cuanto la hemos leído he venido a decírtelo-

-¿Quién…? -Dejó la pregunta en el aire

La chica al comprobar a que se refería Hermione la interrumpió.

-No sabemos con certeza quien de ellos la ha escrito… no había remitente -Ginny interpretando los pensamientos que suponía tenía su amiga en aquellos momentos, se adelantó a la pregunta -Son ellos, lo hemos comprobado, venía con el sello. Era un mensaje corto en clave diciendo que volvían…-

-¿Estas segura? -Ginny le cogió las manos entre las suyas sabiendo que le preguntaba por la autenticidad del mensaje y no por lo que había escrito en él.

-Estoy segura, el león y la serpiente arropadas por las alas de un fénix, sabes que nadie tiene el sello salvo los que pertenecemos a la organización…-

-Lo sé, lo sé…- Murmuró Hermione con cansancio mientras soltaba sus manos de Ginny y se sujetaba la cabeza con las manos.

-¿Estás bien?-

Hermione levantó la vista de nuevo hacia la Gryffindor y al ver que la miraba preocupada forzó una leve sonrisa.

-Sí, tranquila. Es sólo el dolor de cabeza de siempre-

-¿No has aprendido a hacer todavía ese hechizo para que desaparezca? -Preguntó Ginny aún con la preocupación reflejada en su rostro.

Hermione sonrió.

-No tengo al profesor para que me enseñe a hacerlo- explicó bajo la mirada de la chica.

Ginny no contestó pero se fijó en la cara de su amiga. Hacía tiempo que no la veía sonreír de verdad. La sonrisa actual de Hermione era siempre amarga, triste, cansada. Lo cierto es que no recordaba cuando había sido la última vez que Hermione Granger había sonreído con los ojos brillantes de felicidad. Negó mentalmente. La verdad era que sí lo recordaba. La última vez que Hermione había sonreído sin preocuparse por nada mas había sido cuando Draco Malfoy estaba allí. Cuando estaba con ella.

La pelirroja se levantó del sitio que había estado ocupando y se acercó a Hermione. La abrazó durante unos segundos pero al ver que no obtenía respuesta se separó de ella.

-Debo irme, ¿estarás bien?-

La chica giró la cabeza hacia su amiga saliendo de sus pensamientos y asintió.

-Estaré bien-

Ginny la miró escudriñándola con la mirada para asegurarse.

-Si necesitas cualquier cosa… -Comenzó Ginny mirándola.

-Lo sé, no te preocupes, no voy a salir corriendo ni nada que se le parezca- añadió con un amago de sonrisa.

Ginny asintió y dándole un beso en la frente para despedirse empezó a caminar hacia la sala de estar donde estaba la chimenea.

-Ginny –la llamó- Gracias… -murmuró cuando vio que la chica se giraba para mirarla.

Ginny movió la mano quitándole importancia y dándole a entender que no había porque darlas y siguió caminando hasta llegar a chimenea.

-¡Mansión Potter!- Gritó soltando los polvos flú sobre la chimenea y con una última mirada hacia la cocina donde permanecía aún Hermione y una promesa en mente, desapareció.

"Estarás bien, dentro de poco Hermione volverás a ser la de siempre, te lo prometo"


¿Qué os ha parecido? ¿Bueno, malo? ¿Mejor que me dedique a otra cosa? Opinad por favor, es mi primer Dramione, y mi segundo fic así que no tengo mucha experiencia.

Si tenéis propuestas no dudéis en dejarlas escritas ¿ok?

Un abrazo!

Silver