ACLARACION: TODOS LOS PERSONAJES EN ESTE ARREMEDO DE OBRA SON PROPIEDAD DE LA BRILLANTE STEPHENIE MEYER, YO SOLO ME DIVAGO UN POCO CON ELLOS.

Hola chiquillas!

No saben cuanto me entusiasmaba este cap. La verdad soy nueva en estas cosas y pues no se bien que rollos, pero de corazón espero que la disfruten tanto como yo disfrute escribirla. Repito, soy nueva en estas cosas, solo les piso que no sean tan crueles conmigo n.n

Tengo una dedicación especial de este primer Cap. Y esa es mi querida Lucia Boggiano; por mucho tiempo busqué apoyo y ella fue la única que me tendió su mano, creo que incluso el subir este Cap se lo debo a ella. Mujer hermosa muchísimas gracias, siempre estaré eternamente agradecida contigo ^^ y bueno sin más las déjo. Disfruten y sonrían!

DE ENTRE LAS CENIZAS

CAP 1- "El retorno"

"En el crepúsculo de la memoria volveremos a reunirnos, volveremos a hablar juntos, y cantaréis para mí un canto más profundo: y si vuestras manos vuelven a encontrarse en otro sueño, construiremos otra torre en el cielo" (Khalil Gibrán)

El boleto temblaba en mi mano, como si temiera, al igual que yo, llegar a su destino.

Ahora era muy tarde, debía enfrentar el destino por muy doloroso que fuera. Hace 8 años había huido de Forks por el dolor, y regresar a eso me estaba costando más de lo que creía. No era lógico, para nada, pues en aquellos tiempos no tenía más de 15 años, ¿Qué culpa podía haber tenido en ese accidente? Exacto, ninguna.

Pero en el pequeño pueblo que crecí existe gente cruel, a quien no le importa el daño causado a terceros, solo se preocupan por salvar su pellejo. ¡Oh si lo sabré yo!

De cualquier forma ya estaba en el avión y debía ser valiente.

— Si puedes Isabella Swan, no más cobardías - me repetía para darme fuerza apretando los ojos y respirando profundo. Y es que llevar toda una vida escapando no era la vida que había soñado para mí. Aquel dicho tiene razón "La mejor solución no es escapar de los miedos, sino enfrentarlos"

"Ok aquí voy" me dije al bajar del avión.

Salí del aeropuerto y tomé el primer taxi que encontré, pues las gotas de lluvia ya bajaban tímidamente y me hacían estremecer.

El conductor era delgado, con cabello cano corto y quebrado. Su rostro era indiferente y sin embargo no me inspiraba temor. Ya lo había visto antes, sin duda era de Forks, y se hacia llamar amigo de la familia ¡Bha!, encabezando el grupo de quienes nos culparon, puras hipocresías, pero no recordaba su nombre, y, para ser sincera, tampoco me interesaba.

Todo aquello que me llevara a esa época, más me valía esquivarlo, si no quería que el miedo y el dolor regresara e invadiera hasta el último rincón de mi mente. Así que solo mire por la ventana, esperando llegar a mi destino. Como si con el movimiento del auto mi mente arrullara y adormeciera el dolor que por mucho tiempo mantuve congelado y que ahora, involuntariamente, debía volver.

Mientras recorría una calle muy familiar, y sentía que unas emociones extrañas y olvidadas me invadían, el conductor me sacó de mis pensamientos:

— Es una pena lo que paso con aquella casa, debió ser muy bonita - me dijo al momento que pasábamos frente a un caminito de tierra que conducía a las ruinas de lo que parecía ser una casa de 3 pisos consumida por el fuego. ¿Es que no me reconocía?

— Si, así fue — dije con un matiz de melancolía. No pude evitar las nubes de recuerdos que me invadieron...

Fuego, solo percibía fuego por doquier y el sonido de las sirenas a lo lejos. Mi rostro surcado por las lagrimas y una sensación de impotencia, miedo y desesperación.

"¡Alice!" gritaba desesperada "¡Tienen que ayudarlos!" Y aquellas manos de hierro no me soltaban. Por más que me retorcía, mi cuerpecito de 15 años, que de siempre fue menudo, simplemente no podía vencer ni tantito aquellos brazos tan pesados.

Fuego...

Apreté mis ojos para regresar a la realidad, y atender lo que decía el chofer:

— He escuchado que fué quemada por envidias - dijo como si conociera la historia muy bien.

— Si bueno, en el mundo se dicen muchas cosas, y la mayoría son pura basura. — dije con coraje. Creo que lo sorprendí, pero a quién le importaba; era solo la verdad.

— Sea lo que sea, quien lo halla hecho debió ser alguien desalmado. — dijo mirando por el retrovisor sarcásticamente, como si conociera a aquellas personas y estuviese viendo a una de ellas. Claro que me reconocía.

No era el primero en brindarme esa mirada, la diferencia era que ahora tenía la fuerza para defenderme.

— Suena como si supiera de lo que habla. Cosa que dudo mucho. — dije sosteniendo su mirada.

Él solo miro al frente con cara de pocos amigos, y agradecí al cielo haber llegado a mi calle.

— Creo que sabe donde detenerse. — dije no queriendo.

Se estaciono en frente de mi casa y baje apresurada, ya había pagado desde el aeropuerto y me alegre de no llevar muchas maletas, pues habría demorado mas cuando lo único que quería era que aquel hombre se fuera. Azote la puerta y escuche las llantas avanzar en el asfalto húmedo, hasta que por fin quede rodeada de un frío silencio.

Mi casita de dos pisos, con pintura blanca desgastada y un pino tan viejo como el hogar mismo, parecían darme la bienvenida. Aquel ambiente tan conocido se sentía ahora extraño, y el dolor volvió a dar de golpe en mi corazón al mirar la ventana que daba a mi cuarto en el segundo piso.

La patrulla de mi padre ahora era moderna, pero seguía teniendo su esencia. Mire al bosque detrás de mi que se extendía a lugares muy lejanos, y mis ojos se llenaron de lagrimas retenidas. Qué feliz había sido ahí.

Respire ondo y talle mis ojos, el aire fresco estaba haciendo efecto. Tome mi maleta y mi bolsa de mano y avancé por el pasillo hacia mi puerta. Entré y de inmediato sentí una cálida sensación de hogar. Todo, incluso las llaves de mi camioneta estaban como las había dejado, el piso, la salita, todo me había estado esperando. Escuche ruido en la cocina y decidí ir a saludar a mi padre.

¡Cómo lo había extrañado!

La mayoría de nuestras despedídas habían sido repentinas. Pero era mi padre, y siempre lo iba a amar sin importar lo que me dijeran de él.

Lo encontré junto al refrigerador sacando algo en una bolsa.

- ¡Hey! - sonreí sinceramente y me apresure a su encuentro. Sus ojos chocolate, al igual que los míos, brillaron de sorpresa.

— ¡Bella, hija! No te esperaba. ¿Qué haces aquí? ¿Por qué...? — dijo sorprendido, poniendo la bolsa sobre la mesa y dando unos pasos.

— Quería sorprenderte. — le dije hundiendo mi rostro en su pecho.

Acarició mi largo cabello.

— Habría ido por ti al aeropuerto.

— No fue necesario, ya estoy aquí.

— Me da gusto hija — y deposito un beso en mi coronilla.

— Has envejecido ah — le dije mirandolo a la cara sonriendo de oreja a oreja.

— ¡Que tonterías! Estoy mas fuerte que un caballo — me dijo con tono orgulloso. En realidad era el mismo Charly de siempre. Incluso el bigote estaba igual, la única diferencia eran unas cuantas canas, pero su alto y delgado cuerpo aun se sentía fuerte.

— Me doy cuenta — y le di un pequeño puñetazo en el brazo.

Era tan sencillo estar ahí, que parecía que los años no habían transcurrido.

Después de preguntarme sobre mi viaje y sobre mi madre Reneé, cene un poco de cereal con yoghurt, mi "platillo" favorito. Supuse que me quería hacer la pregunta obvia: "¿Cómo es que decidiste volver?" Pero no dijo nada, solo me miraba silencioso con una leve sonrisa en los labios. Esperando paciente, tal vez en vano, a que diera explicaciones. Pero eso era lo que menos quería en esos momentos. Hasta que por fin hablo:

— ¿Cuánto estarás aquí Bella? - estaba sentado en la mesita frente de mi.

— Todo el verano, tal vez un poco más, uno nunca sabe. — dije llevandome la cuchara a la boca.

— Esta bien, espero que visites a Jacob, no hay fin de semana que pase sin que pregunte por ti.

— Claro, iré mañana, ahora estoy muy cansada.

— Tu habitación esta como la dejaste. — me dijo con sincera felicidad de tenerme ahí.

— Gracias papá.

— Bella hija, se que han pasado muchos años desde… aquel accidente. Y se que será difícil enfrentarte a muchas personas, pero creo que debes saber algo. — me dijo con tono repentinamente serio.

— Esta bien, dime. Se que crees que soy débil, pero de ser así ni siquiera estaría aquí ¿No te parece?- parecía que debía convencerme mas a mi que a él.

— Es verdad - me dijo desviando la mirada, respiro ondo y dijo: — Los Cullen están aquí.

¡Diablos! Se me dificulto pasar el bocado de la boca. No es que esperara algo sencillo al llegar aquí, pero a quien menos esperaba era justamente a ellos.

— ¿Han vuelto? - Pregunte sorprendida — ¿Que hacen aquí?

— Su casa, o lo que queda de ella, esta aquí ¿Lo recuerdas? - Claro que tonta, Isabella ¿es que creías que todo terminaría tan fácil? — Además el director del hospital es Carlisle, y su trabajo es demandante. Remodelaran la casa. Así que TODA la familia esta aquí. - resalto TODA.

¡Genial! La cereza del pastel. De repente una extraña emoción invadió mi estomago, y hasta el hambre me quito. Tenía 8 años que no los veía.

— Tranquilo — dije tratando de sonar relajada — Estos años he pensado mucho, y ahora se que las cosas se deben aclarar tarde o temprano. No somos culpables de nada, muy a pesar de todo. Y si ellos no lo quieren comprender, solo entonces me rendiré.

— He hablado con Carlisle hija — dijo como si el problema se esfumara así de fácil. — Me ha dicho que cree en nuestra inocencia, y que todo estará en paz de ahora en adelante.

Si claro, y los malos ratos ¿Quien los quita? Pero eso a Charly parecía bastarle. Y mientras no le volvieran a hacer nada, también me bastaba. Lo que a mi me pasara era harina de otro costal.

— Eso me tranquiliza — dije honestamente. Los que me preocupaban eran "ellos" — Sabes que aun así será difícil para mi - dije mirando fijamente mi tazón.

— Lo se Bella, pero yo siempre te he considerado con una fortaleza sorprendente - dijo suavemente — y se que harás lo correcto.

No pude mas que sonreirle. Odiaba esa sensación de inseguridad e incertidumbre sobre el futuro.

"Paso a paso, una cosa a la vez" me repetí al subir las escaleras rumbo a mi cuarto jalando mi maleta.

No sabia si lo preocupante era dar explicaciones o que no se me diera la oportunidad de hacerlo. Era miedo puro, o combinación de todo, mi cabeza ya estaba demasiado desgastada como para seguir pensando.

Gire la perilla y recorrí con la mirada mi vieja habitación, los colores tenues y el olor a madera vieja me hicieron sentirme adolescente de nuevo. Era algo agradable y melancólico a la vez.

Mi cama resalto al centro, con sus burós a los lados, y a la derecha del cuarto junto a la ventana frontal una mesa con lampara, lapiceros y papeles. ¡Wow! Seguramente encontraría hasta tareas viejas. Camine y deje en algún lugar mi maleta, después me encargaría de ella. Tenia que comprobar que no era una ilusión, y que de verdad estaba ahí; así que toqué mi mesita de noche, la cabecera de mi cama, el edredón y todo estaba ahí, como había dicho Charly, igual que siempre. Me asome por la ventana y al ver a lo lejos el bosque que se extendía, las copas de los pinos que se movían en un suave vaivén, el sonido apagado del beso del viento al bosque y las nubes oscuras amenazantes en el cielo, me perdí en el pasado.

"Corre Alice" gritaba feliz. Todos reíamos y corríamos evitando a Emmet.

— ¡Edward eso es trampa! ¡Bella no es la única a la que debes atrapar! ¡Ademas tu no eres el lobo! — gritaba la pequeña Alice agitando sus manitas al aire.

— No soy lobo, pero si un León — le respondió Edward jalandome por la cintura y muy divertido.

— ¡Vamos Edward debemos jugar con los chicos! — le decía dándole palmaditas en sus manos sobre mi cintura y riendo ante su atrevimiento.

— ¡Vamos Ed! No abrumes a mi prima. — gritaba Jacob

— Esta bien — dijo un vencido pero feliz Edward — esta vez los atrapare yo — y comenzamos a correr y gritar en toda la extencion de nuestro hermoso prado.

Aquellos eran buenos tiempos. Y no pude evitar sonreír ante tan bello recuerdo. Una lagrima callo por mi mejilla y me hizo reafirmar lo que ya tenía en mente: debía hablar con ellos. Una vibración en mi pantalón me regreso de golpe a mi presente.

Mi celular. Mire la pantalla y conteste de inmediato.

— ¡Hola Reneesme! — mi mejor amiga abandonada en LA. Desde hace 8 años se había vuelto mi confidente y hasta mi psicóloga personal una vez terminamos la carrera. Claro, toda psicóloga, incluso yo, necesitamos a una. Y ella sabia mi pasado, me comprendía y apoyaba. Excepto cuando hacia tonterías, siempre me decía que atraía la mala fortuna, que hasta un pez seria capaz de ahogarse si estuviera conmigo. Ja. Un poco exagerada, si, pero siempre ahí. — ¿Como te pinta la fortuna por allá?

— ¡A caso el tornillo que te arregle se te volvió a safar! Ni si quiera me dijiste "adiós loca, nos vemos en la otra vida".

— No es para tanto Nessi, te dije que necesito vacaciones, y es un buen momento, no sabia nada de Charly, así que no me sermonees ahora, no lo necesito, pequeña saltamontes.

— Ok ok, respiremos hondo... - dramatizo un profundo suspiro — Estas en Forks, el lugar que evitaste por años. Y ¿Me dices que no es para tanto?

— A pesar de todo sigue siendo mi hogar, no lo olvides.

— Si esta bien. Por lo menos dime ¿Todo bien hasta ahora?

— Si, todo... Tranquilo.

Sin mencionar que las personas a quienes en realidad he evitado están en el mismo pueblo que yo, si, todo bien. Pero si respondía eso, se preocuparía demasiado, y la tendría al teléfono cada hora para saber los pormenores. No quería eso, no. Esto era un poco de terapia reconstructiva; se la había recomendado a muchos pacientes, y jamas creí que simplemente debía aplicarmela a mi. Irónico ¿No?

— Espero que no mientas Isabella Swan. - amenazó

— No hay razón para hacerlo - por lo menos no del todo.

— Esta bien, cambiando de tema hable con Carl... - y nos entablamos en una platica de pacientes pendientes y chismes sin importancia, hasta que decidió dejarme descansar.

— Cuidate Bella, y por favor llama de vez en cuando.

— Lo haré Nessi, cuidate y gracias.

Colgué y me sentí cansada, las ultimas semanas antes de mi viaje no había dormido bien, pasaba las noches pensando en lo que podría ser, y en lo que no también. Tal vez me preocupaba de mas, pero me resultaba inevitable. Ese año Reneé, mi madre, me saco de Forks porque creía protegerme, pero lo único que hizo fue prolongar una agonía que día a día crecía. Tanto cariño, amor y buenos momentos se habían ido por la borda justo en el mismo instante. Y yo simplemente continúe sin mirar atrás, estudie Psicología y ahora que había iniciado mi propio consultorio, que era consiente de lo que había pasado, mi desicion solo era una: volver...

Tuve que sacudir mis cobijas y mis almohadas color púrpura, porque la soledad lo empolva todo. Y después de hacer lo necesario, me metí bajo las frías sabanas y acomode mi cabeza. Quería darle vuelta a muchas ideas, pero afortunadamente me gano el sueño.

Al día siguiente debía ir a visitar a Jacob, tenía mucho que no lo veía. Hablábamos de vez en cuando, pero no era lo mismo escuchar su voz que presenciar que se encontraba bien. No solo era mi primo, también era mi mejor amigo. Crecimos juntos, y sabia tanto o mas de mi que mi propia madre.

Charly subió a despedirse de mi y asegurarme que ya había desayunado, le desee un buen día y me dijo que no me pusiera en riesgo, como cuando era niña y me perdía por el bosque, o eso creía, pues conocía muy bien los alrededores de la casa y solo me gustaba buscar nuevos lugares en compañía de mi mejor amiga.

Justo así es como Alice y yo encontramos nuestro bello prado.

Recuerdos.

Desayune algo ligero y salí a revisar que mi vieja pic-up se encontrara en buen estado. Un gran regalo de XV años, pero no la había usado mucho. Batalle para hacerla arrancar, pues, aunque Charly le daba el mantenimiento necesario cada año, no era lo mismo que usarla diario. Cuando mi vieja camioneta decidió obedecer, me dirigí, por el camino que conocía muy bien, a la casa de mi primo. No maneje mucho, pero me emocionaba y por alguna extraña razón siempre me relajaba. O tal vez era solo que tenia mucho tiempo que no lo hacia.

Las calles y las casas parecían las mismas, pero tenían detalles nuevos.

Por fin llegue a su extenso terreno, y el sonido -nada discreto- de mi camioneta me delato, por lo que vi salir a un nuevo Jacob con el cabello corto, robusto y alto con su sonrisa tan sincera como siempre. Su piel morena se veía tan suave y sus facciones eran de todo un adulto. Muy guapo. Baje de inmediato pues la emoción de verlo pudo mas. Sus oscuros ojos castaños brillaron al afirmar que era yo.

— ¿Cómo estás loca? - me dijo al tiempo de darme un fuerte abrazo que me elevo del piso.

— ¡Jake! - dije aferrandome a su cuello. ¡Lo había echado tanto de menos! — Pequeño lobo. He estado bien. - me deposito en el suelo — tu cabello... Te queda muy bien. - dije con una enorme y natural sonrisa.

— Ya lo ves, me hace ver mas joven- dijo levantando las cejas varias veces.

— Tampoco es que seas tan viejo. Pero si, te da un poco mas de modernidad. - le dije guiñando un ojo.

— Lo se. - sonrió — Pero dime ¿Que haces aquí? Creí que la onda hippie de la Psicología te había consumido.

— Ja ja, muy gracioso Jake. Ya te he dicho que no soy... Tan hippie - dije pensando mis palabras.

— ¡Ja! ¿Tan? Eso es algo que solo una hippie diría. - y ambos reímos. Nos conocíamos muy bien, éramos polos opuestos; y seguramente esa era la clave de nuestra amistad.

— Pues no estoy segura de lo que me trajo de regreso, podría decir que fue un loco impulso, un llamado o lo que sea, pero también extrañaba a mi familia. - le dije aun un poco divertida dándole un codazo.

— Si, nos tenias abandonados - y comenzamos a caminar hacia el bosque que se extendía detrás de su casita.

— Lo lamento en verdad, aun siento que fue un acto cobarde de mi parte dejar todo así.

— Ya te lo he dicho Bella, no tenias porque irte, no fue tu culpa ni la de Charly. Pero esos Cullen amigos tuyos pusieron mucho de su parte al creer estupideces.

— También eran tus amigos. - Dije volteando a verlo, levantando una ceja.

— ... Fueron buenos tiempos, no lo niego, pero éramos niños; además alguien que es tu amigo no se deja llevar por lo que extraños les dicen ¿O si? - comento encogiendose de hombros.

— Sabes que no pongo en juicio nada de eso. Lo hecho, hecho esta, y ahora solo importa que he vuelto ¿No? - claro, y el dolor deja huellas lo quisiera o no.

— Así es - se volvió a mi y me sonrió — anda dime ¿Cómo has estado? ¿L.A. es tan genial como dicen? ¿Viste a algún famoso? - Definitivamente Jake era el mismo, tan fácil de tratar y siempre tan cálido.

No pude evitar reír ante sus preguntas — No eres el primero en preguntar eso. - ¿Por qué es la primera pregunta que se le ocurría a las personas? A lo mucho llegue a ir al Hollywood Boulevard, y era lo mas cercano a una estrella, literalmente. XD — ahmm no, no he visto a ninguna. - puse cara de decepción — Casi no salía, solo a la playa de Santa Mónica, y eso para distraerme un poco con mi amiga Reneesme. Por cierto, si tanto interés tienes por los hippies creo que te llevarías bien con ella. -

Se río a carcajadas. — Si claro, tendrás que presentarmela uno de estos días. - y así sería. Continuamos nuestra caminata. Platicamos de nuestras rutinas, me contó de sus nuevos amigos, y de los deportes extremos que ahora le gustaban practicar. Siempre había sido algo arriesgado mi primo, y no me sorprendía que hubiera tomado ese camino, eso explicaba su tan torneado cuerpo. Hacíamos bromas, reíamos y de vez en cuando nos golpeábamos. Como en los viejos tiempos. Ya de regreso a su casa me dijo:

— Hablando en serio Bella, ¿De verdad quieres hablar con ellos? ¿De verdad, de verdad?

— Pues... si. Digo, no pierdo nada. - y era cierto, en las películas, el destino afortunado llegaba a los protagonistas por obra de magia, pero en este caso tenia que hacer algo, debía ayudar al destino un poco, aunque me costara mas trabajo.

— Siempre has estado loca - lo dijo casi asegurando — pero quiero que seas conciente de que tal vez ni siquiera te quieran escuchar. Me refiero a que ha pasado mucho tiempo. ¿Por que hasta ahora? - nos detuvimos.

— ¡No lo se Jake! - lo dije con desesperación. Esa pregunta había pasado por mi mente infinidad de veces, y nunca le había podido dar una respuesta. Era frustrante. — Siento que es lo correcto. No quiero que esa incertidumbre continúe carcomiendo mi alma. Ya no. Eran mis amigos, Alice era como mi hermana, y Edward... - su nombre ardió.

— Ya salió el peine - dijo cruzándose de brazos como si lo hubiera visto venir — Todos fuimos testigos del gran cariño que se tenían, era una química increíble que iba mas allá de la amistad, saltaba a la vista Bella. Pero ¿El que hizo? ¿Te creyó? ¡No! Siguió a su familia, ignorando lo que decía sentir por ti. Nosotros teníamos 17, éramos confidentes, y después de eso no me volvió a hablar para nada. No eres la única que sufrió. ¡Date cuenta maldita sea! - lanzo una piedra a la tierra. Tenia tanta razón. Aquello fue como separar a 2 familias de tajo. Tan doloroso y desgastante que el simple recuerdo removía muchos sentimientos que creíamos haber dejado en el pasado. Lamentaba haberlo hecho recordar, porque su dolor era el mío también. Un frío viento se coló en mi cuerpo. Sentí escalofríos y los recuerdos me abrumaban y escurrían por mis ojos en forma de lagrimas. No quería recordar. Me abrase y apreté mis ojos tratando de extinguir mi llanto.

— Bella... - susurro y se acerco a mi — no quiero que sufras mas, eso es todo - y me rodeo con sus fuertes brazos — por 6 meses fui testigo de lo mucho que lloraste, de la forma en que te desmoronabas ante la situación. Es por eso que no permitiré que te pase de nuevo, simplemente no lo concibo. - mis sollozos salían involuntarios. ¡Diablos! Ya no quería llorar mas.

— Lo se - dije con un hilo de voz — y te lo agradezco de corazón, lo sabes, te pido un poco de fe, nada mas. Quiero seguir a mi corazón por una vez en mi vida... y así lo haré, estés o no estés de acuerdo - me separe despacio de él para mirar su rostro.

— Siempre lo has hecho así - se agacho y suspiro fuerte — lo único que me queda es... apoyarte; y lo haré - acaricio mi mejilla y me sentí mas reconfortada. Era lo único que quería. — Pero te advierto que si te vuelven a lastimar, esta vez si les retorceré el cuello hasta que se disculpen. - dijo simulando exprimir algo. Su comentario causo un poco de alegría en mi. Siempre protegiendome. Aunque era una idea tentadora.

— No hará falta ya veras. - y seque mi rostro, era increíble lo rápido que me podía hacer cambiar de humor.

— Me sorprende aun la fe tan ciega que le llegas a tener a las personas Bella, aun cuando no la merecen.

— Pues tal vez sea lo que le falta al mundo: un poco de fe en el prójimo. - mi filosofa interna relucía. — y soy 100% pacifista, no golpes, no violencia - ¡Ja!

— Eso es porque no has visto a un chico rudo como yo defenderse.

— Ni lo necesito, tengo lo necesario para sobrevivir. - le saque la lengua :P

— Si como no, esa cara pálida me dice que necesitas de mis lecciones. - pero mis armas eran mas poderosas, así que me eche a correr lo mas rápido que pude gritando:

— ¡Se te olvida que sigo siendo mas rápida!

...

Aun no tenia una idea de por donde comenzar a buscar a Alice. No sabia nada. Dónde se estaban quedando, ni siquiera un numero. ¡Que rayos! Habían pasado 3 días desde que llegue, y me sentía mas relajada, pero aun con el pendiente principal. Charly me había asegurado que los Cullen estaba en una casa prestada, a las afueras de Forks, pero no sabía con exactitud cual casa. O era eso, o no quería informarme. Solo el sabía.

Me sentí sin opciones y decidí ir a caminar al bosque, después de todo no había ido a mi preciado prado desde... hace mucho.

Prepare mi vieja mochila con agua y unos emparedados. Y me vestí con ropa cómoda: unos jeans viejos, playera de manga larga y cuello de tortuga color gris y mis converse negros que no usaba desde los 15. Algo retro, pero cómodo. Recogí mi cabello en una coleta y ahora si, toda una excursionista.

No me costo mucho encontrar el caminito que me llevaba a mi destino, lo había recorrido muchas veces cuando niña. Aunque las hierbas ya cubrían mas parte y estaba un poco diferente. No me fue tan difícil encontrarlo.

Seguía igual que como lo deje,las hierbas estaban mas altas y casi no había flores y los pinos que lo rodeaban ahora se veían mas viejos, pero cintinuaban ahí, como si supieran que regresaría. Sin su otra dueña no era lo mismo pero no quería ponerme triste, yo solo quería lo bueno de aquellos años.

— Yo se que se quieren - me decía Alice una hermosa tarde medio soleada sobre la hierba — Solo se necesita ver sus miradas ¡Dios! Les brillan tanto los ojos. - teníamos unos 14 años entonces.

Me sonroje ante su observación, claro que era casi obvio. Quería demasiado a Edward, aunque no sabia que las señales eran tan evidentes.

— Lo se Alice - me puse nerviosa — lo… quiero mucho. - Levante la mirada y la vi tan feliz como yo ante la confesión. Sonreímos.

— ¡Oh Bella! ¡Por fin lo admites! ¡Me ha costado casi 4 años sacarte esa frase! - dijo dando ligeros aplausos.

— ¡Alice! Debes jurar que él no se enterara. - Tal vez era tarde para ocultarlo, pero podía tratar aun.

— Tonta, jamas lo haría. - la abrace pues sabia lo que eso significaba. Era confianza y el mas puro cariño de una hermana a otra. — Te quiero mi enana traviesa - le dije bajito — y yo a ti mi frágil Bella - y nuestro abrazo se hizo mas fuerte…

Una corriente de aire me despertó. Y una lagrima de anhelo bajó por mi mejilla. La echaba de menos. Esas travesuras, las risas, lo secretos, las noches viendo las estrellas desde su grande habitación en su casa, que estaba mas adentrada en el bosque, pues la mía aun se rodeaba de vecinos -ellos siempre fueron solitarios, pero felices- y sobre todo las alegrías estaban tatuados en mi corazón, y pasara lo que pasara, jamas se irían.

Escuche voces acercándose ¡Rayos! Tal vez Charly ya me buscaba. Eso era exagerado porque no llevaba mas de 1 hora fuera. Debía ser alguien mas. Agudice mi oído y me parecieron 2 voces, aun no distinguía ninguna, pero debo admitir que entré en pánico. No podía ser posible. Esa voz, esa voz. "Es imposible" me dije mas de una vez.

Las voces se acercaban:

— Te digo que es un lugar especial para mi, anda ya falta poco, veras que vale la pena. - dijo esa voz tan familiar. Un hormigueo recorrió mi cuerpo y me dejo completamente inmóvil.

— Me siento cansado, y se que tu también, así que mejor regresemos. - dijo una voz seria y cansada, pero amigable.

— ¡No! Ya estamos aquí.

Sí era posible.

Repentinamente ya estaban frente a mi...

Mis músculos estaban paralizados y no me dejaban huír. Mis ojos solo la enfocaban a ella, el derredor se oscureció. ¿Quién mandaba ahí? Parecía que me había dividido en 3: lo que mi corazón sentía, lo que mi mente pensaba y lo que mi cuerpo hacía. No había fusión, nada controlaba nada.

Mi corazón se emocionó, mi mente decía que saliera de ahí, que escapara de lo que se avecinaría si me quedaba, pero mi cuerpo en absoluto pretendía quedarse a afrontar al destíno. Después de todo no fue necesario buscar nada, y ahora sé que el destino simplemente te encuentra cuando estas lista, lo desees o no. Pero ¿Yo estaba lista?

Alice caminó unos pasos, tortuosamente lentos, hasta que me reconoció. Sus ojos estaban abiertos a mas no poder, y su boca parecía querer decir algo pero solo temblaba. Se quedo parada.

¿Qué debía hacer? ¿Y si no quiere saber de mi nunca más? ¿Y si me rechaza? Mi lado negativo formulo mas de 100 preguntas, de ese tipo, a la vez.

¡Basta! Esto es lo que quería; para esto había regresado. Resulta increíble lo rápida que es la mente humana.

Me descongele -o eso traté- y di el primer paso levantando un poco la mano, debía convencerme de que no estaba alucinando. Ella solo alzo la mano, pero le tembló y la volvió a bajar.

—... A-Alice... - susurre, pero supe que me había escuchado.

—... Eres tú... - respondió. Estaba hecho, el hielo ya no existía.

Mi corazón desbordo la alegría de volver a verla y salió en grandes y continuas lagrimas. Mis labios le demostraron una sonrisa tímidamente. Camine otro paso hacia ella.

Ahora venia la verdad.

Ella ya estaba sollozando y sonriendo de oreja a oreja. Lo que pasó, ni en mi mas alegre sueño me lo había esperado. Corrió hacia mi, y en un segundo hice lo mismo.

Chocamos, pero no dolía, nuestros cuerpos, nuestras almas se habían extrañado tanto. La apreté como si retuviera mi vida misma. Ella me correspondió. Un flashaso paso por mi mente en un instante.

— No llores más Alice, aquí estoy - su pequeño cuerpo de 10 años temblaba en mis brazos.

— Bella... Lo escuchaste, dijo que era demasiado pequeña para jugar con ellos - su vocecita cantarina también temblaba e incluso sonaba mas aguda.

— Ese Seth no sabe lo que dice, es más, no sabe ni lo que hace. La estatura no importa, a mi no me importa. Eres una hermosa niña, y la mejor amiga que pude haber encontrado. - le decía frotando su espalda.

— Pero tiene razón soy muy pequeña, soy la mas pequeña del salón, y así nadie querrá jugar conmigo nunca. - no dejaba de llorar.

— ¡Tonterías! Tienes a los chicos mas populares del colegio como hermanos. Emmett golpeará a quien se meta contigo y Edward jugará contigo toda la tarde si es necesario para lograr que sonrías de nuevo, lo sabes.

— ¿De verdad lo crees? Ellos solo me molestan también. - me miro a los ojos y me vi reflejada en ellos. Sus lagrimas estaban cesando.

— Lo hacen porque son hombres y no saben otra forma de demostrar cariño. - Si lo sabré yo — Pero eres lo mas importante para ellos, harían lo que fuera por ti, simplemente lo sé. - acomode su alborotado cabello.

— Esta bien - era buena hablando, o tal vez no, pero había funcionado — ¡Al diablo Seth! Además su camisa no combina con el conjunto. ¿No tiene sentido de moda? - dijo realmente molesta. Podía jugar con todo, menos con la moda. Increíble para su edad, pero ella siempre deliro con eso, algo que yo jamas comprendí. Tallo sus ojitos y me dedico una sonrisa.

— Esa es mi chica - le sonreí también.

— Anda Bella, tienes razón, busquemos a mis hermanos, algo encontraremos para hacer. - me tomo del brazo y su mirada era algo macabra. Esperaba que no decidiera mandar a golpear a Seth, no es que no lo mereciera, pero Emmett seguro lo mandaría al hospital.

— ¿Les estafaremos un helado de nuevo? - sonreí pícaramente ante la idea.

— Yo lo haré, en tu caso no cuenta porque Ed lo haría sin necesidad de estafas. - puse cara seria. Se río divertida.

— ¡Qué sentida! - dijo aun riendo.

Y continuamos caminando entre la multitud del colegio...

Eran los mismos sollozos que escuchaba ahora. Instintivamente frote su espalda, como viviendo mi deja vù, y le susurre:

— No llores más Alice, aquí estoy, y siempre estaré.

— Oh Bella, yo... lo siento, yo... debí... - logro decir entre sollozos.

— Ahora no digas nada, todo se aclarara en su momento. - mis lagrimas también se derramaban, y todo tipo de emociones se mezclaron en mi corazón. Por primera vez mi mente, cuerpo y corazón eran uno, era difícil decir una emoción que dominara pues sentía tranquilidad, felicidad, gratitud, cariño, melancolía, y otros sentimientos indescriptibles al mismo tiempo ¿Era posible? No importaba.

— Anda mi enana traviesa - esa frase se sentía nueva, no la había dicho desde hace 8 años. — Ya no llores, o tampoco dejare de llorar yo.

Solo movió su cabeza negativamente y nuestro abrazo se extendió por unos minutos mas. Imagine que lo necesitábamos. Seguimos llorando, desahogando lo que habíamos guardado todos estos años.

— Aún no puedo creerlo - dijo levantando su rostro para mirarme.

— Dímelo a mi - el peso de mi pecho seguía ahí, pero me sentía con la fuerza para removerlo, incluso aventarlo si era necesario.

— Espera un momento. Debemos hablar, pero... - se giro y hasta ese momento me percate de la presencia de su ¿Amigo?

— Le diré que vuelva por el mismo camino, espero que no se pierda - sus ojos estaban rojos, y su bello maquillaje solo estaba un poco removido. Dio unos toques al rededor de sus ojos y respiro hondo.

El chico era delgado, alto, con cabello rubio y peinado sin sentido, casi despeinado. Sus azules ojos nos miraban como tratando de entender, pero la sorpresa no la podía ocultar; no lo culpaba, yo estaba en el mismo estado.

Alice camino hacia el, y al encontrarse él la abrazó fuertemente y le dio un beso en la mejilla. Ella se separo sin dejar de rodearlo con sus brazos, se miraron a los ojos y se dijeron algo. Alice movía su cabeza afirmando mientras el me miro rápidamente, regresando la vista a ella. Guardaron silencio, y la atrajo a su cuerpo de nuevo. Se separaron y mi amiga le dio un beso en los labios, corto, lento y muy tierno. Caminó de regreso conmigo, y le dijo adiós con la mano, el chico desapareció por donde habían llegado. La escena me lleno de ternura y felicidad. No era solo su amigo.

— Muy bien, presiento que debo darte mucha explicaciones Al - le dije bajando la mirada, pues lo tormentoso estaba apenas por llegar.

— Y yo a ti Bells - suspiró.

Descubrí que los miedos eran mas difíciles de disipar que el mismo cariño hacia una persona. Difícil de creer, pero los sentimientos siempre serán frágiles, mas aun si los simientes tienen huecos y a menos que los huecos sean rellenados con la verdad, la amistad esta destinada a caer.

El rechazo ha formado parte de mi vida, tal vez, mas que en una persona normal. Siempre insegura había sido mi estilo de vivir.

Cuando tenia 6 años y recién había ingresado al colegio, ocurrió lo que hizo que mi vida tomara el rumbo en el que ahora estaba.

— ¡Dame esa paleta! - y arrebato de mi manita la paleta de caramelo que Charly me había dado, con la condición de no llorar más a la hora de entrada.

— Es mía, ¡Regrésamela! - por mas que traté, la niña era mas alta que yo, y ni saltando podía alcanzarla.

— Me parece que algo tan rico no puede estar en manos de alguien tan feo - y me miro con ojos de repugnancia. La niña se llamaba Irina y tenía cabello rizado rubio, unos ojos grandes azules y sus labios eran de tamaño regular color rojo que solo la hacia ver mas bonita. Mi pregunta siempre era ¿Como puedo tener la oportunidad de sobresalir, si ponen en mi camino a alguien tan bonito? Muchas veces hizo que, a mi corta edad, le tuviera miedo a asistir a clases.

— Yo no soy fea - solo pude murmurar jugando con mi cabello y agachando la mirada. Mi madre siempre me decía que era la niña mas bella del planeta, por eso amaban decirme Bella, era con doble sentido. ¿Por qué Irina era tan cruel?

— Solo mírate, tu cabello no es amarillo, lo ha quemado el sol, igual que tus ojos, los míos son mas puros. Mi madre dice que la gente de otros colores no merecen lo bonito de la vida. Y tu no eres de mi color. - El racismo siempre me ha parecido una forma miedosa de ver a los de otros países. Me costo 4 años, estudiando Psicología, para superar ese comentario. Y aún hoy me sorprende el grado de crueldad que algunos niños llegan a tener por el descuido y malos ejemplos de los padres. Lo viví, y se que existe.

— Todos somos diferentes, ¿no ves? - dije señalando a otros niñitos que jugaban despreocupadamente.

— No me importa, los demás no son tan feos como tú - y me empujo tan fuerte como pudo, tirándome al suelo — así que mantente alejada de mi. - y se fue, tirando en el contenedor de basura mi paletita.

El llanto quería salir de mis ojitos, pero me daba pena que vieran que sufría, así que solo se formaron pucheros en mi rostro, y mis ojos se humedecieron dejando escapar un par de lagrimas.

Camine al contenedor, cuando vi que Irina no estaba a la vista, y busque el caramelo, lo saque pues no quería que terminara ahí; Charly mi padre me lo había dado. Mis manitas temblaban y sin querer calló al suelo. Me agache y un par de zapatitos negros estaban frente a mí, la pequeña de ojos verdes se agacho y la levantó por mi. Nos incorporamos y me la ofreció con una sonrisa amigable en su boquita. Yo sonreí tímidamente con un nudo en la garganta.

— No deberías dejar que te traten así - su vocecita era chillona — Mamá Esme dice que si alguien me agrede debo acusarlos con algún adulto. Tal vez debas hacer lo mismo.

— Gracias, pero... lo he hecho, y no consigo nada. - dije mirando la paletilla entre mis manos, nerviosa. Nunca, ninguna niña se me había acercado a hablarme, y ella se veía tan amable que me asustaba que también me hiciera daño.

— Entonces empújala tu también. - volvió a sonreírme — eso es lo que dice mi hermano Emmett, pero mamá dice que el es 3 años mas grande que yo y que sus problemas son diferentes. Como sea no supe que significa. - parecía a gusto contándome eso.

— Eso si podría intentarlo - y por primera vez le sonreí sinceramente. — Me llamo Isabella, pero me gusta más Bella, Reneé dice que no solo es un nombre, pero tampoco se que significa eso.

— ¿Quieres un M&M? Siempre traigo una bolsita, según mamá para que los comparta con mis amigas, pero hasta ahora las niñas solo me dicen que soy rara. - y extendió la bolsita con bolitas de colores. Yo nunca los había probado. Su cabello cortito y alborotado le daban un toque como de duendecillo, a mi me agradaba eso.

— Gracias - sonreí y tome la primera que vi.

— Mamá dice que ayuda a sentirse feliz - se llevo uno a la boca — Así no lloraras más. Tus ojos se ven mas bonitos sin lagrimas. Son color M&M, mira... - y me mostró una bolita color café — Yo amo el chocolate. - su sonrisa me alegró completamente el día.

Desde entonces, a los 6 años, la pequeña Alice y yo nos volvimos inseparables, compartíamos los dulces, y me defendía de los desplantes de Irina, siempre admire su fortaleza, y su nobleza.

Yo no lo sabía en ese entonces, pero ella se convertiría en mi mejor amiga y confidente. Como si estuviera escrito que debíamos encontrarnos.

Ahora en el prado debía dar explicaciones, y ser yo quien la sacara de dudas. Busque en mi vieja mochila un mantel plastificado que traía por si me daban ganas de estar mas tiempo en el bosque, lo extendí y le dije que nos sentáramos.

— ¿Quieres comenzar Bella? - sus ojos me miraban sin rencores, como si el tiempo se hubiera detenido y nada hubiese pasado en realidad.

— Si, debo hacerlo - dije resignada. — Hace 8 años, justo el día del incendio, Charly me había dicho que debía estar temprano en casa, que lo habían solicitado en la comisaría para una misión especial apoyando a Seattle. Como recuerdas a las 5:30 de la tarde te dije que debía irme, lo había olvidado y tenía que apresurarme a llegar a casa. No creí importante darte explicaciones y por eso salí casi corriendo. Al llegar con mi padre, yo no quería quedarme sola, y pretendía regresar a tu casa, pues ahí estaría mas segura que sola en la mía, pero me dijo que Jake estaba en camino para acompañarme, así que no dije nada mas. Ahora me arrepiento de no haberlo hecho. Pasamos la tarde encerrados viendo películas. Hasta que una señora llamó diciendo que parecía que salía humo de tu casa, ella no sabia a quien llamar pues no conocía familia tuya, solo sabia que eras mi amiga, naturalmente sabia que mi padre es policía y tal vez podíamos hacer algo. Como Charly no estaba Jacob llamo a emergencias, y yo salí en mi viejo regalo de cumpleaños rumbo al origen de las fumarolas, que apenas se veían en el cielo. Me asuste mucho. ¿Como podía originarse un incendio en Forks? ¿Y en su casa? Si apenas 2 horas antes había estado ahí. Llegué y el fuego no estaba tan acrecentado. Tuve tanto miedo, y a lo lejos ya sonaban una sirenas, pero tenia que saber donde estaban todos, así que baje de mi camioneta y corrí decidida a entrar, cuando unos brazos me detuvieron. Era el señor Vulturi - ¡Claro! ¡Ese era el apellido del hombre del taxi! Hasta ahora lo recordaba — yo lloré de impotencia, quería saber cómo estaban, que era de ustedes, pero no me dejo hacer nada - reviví la sensación y volví a llorar desconsolada mientras hablaba — el señor dijo que no tenía caso, pero no me daba por vencida. Patalee y no logre ni una pizca de libertad. El señor Vulturi me arrastro, según el por mi seguridad, a mi camioneta, y dijo que los bomberos se encargarían ahora. ¡No podía permitir eso! ¡Tenia que saber de ustedes! - grite llorando. Alice se sobresalto con rostro atento, recordando. — El señor dijo que me llevaría a casa, porque mi padre era amigo suyo y que me tenia que proteger. ¿Como decía eso? ¿Como me pedía calma cuando la casa de mis mejores amigos se estaba consumiendo segundo a segundo? - no aguante mas y deje que el llanto saliera de mi corazón, lavando mi dolor. Pero debía continuar — Aun en contra de mi voluntad, me saco de ahí en su auto, mi camioneta estaba en la entrada al caminito que lleva a tu casa. ¡Es por eso que me inculparon! ¡¿Comprendes? ¡Yo no quería... No iba a dejarlos así! - llore y grité desesperada.

Alice se puso de pie y dijo decididamente:

¡Suficiente! No necesito mas.

...

¿Quñe tal? Esperare y aceptare los comentarios que me hagan chicas, serán invaluables para mí, y no me queda más que agradecer que hallan leído. El sig lo estare subiendo en un par de semanilas porque esto de escribir requiere su tiempo y dedicación, y con las tareas y examenes que se me juntan de repente no se ni que onda xD

Las quiero chiquillas y nos leemos pronto!

Aloha