Estaba de muy malhumor.
Disfrutaba y adoraba su trabajo, y la verdad era que los días ocupados como ese, Lexa solía disfrutarlos mucho. Pero era imposible concentrarse en contratos, firmas, nuevos modelos, nuevas ideas y sobre todo en dirigir una empresa tan grande como Polaris Tech, con el intenso y molesto dolor de muela que en ese momento hizo que pusiera una mueca de dolor.
Cogió con sus largos dedos cubiertos por guantes de cuero, el espejo retrovisor de su BMW de color negro, y sus ojos verdes se reflejaron en él. Siempre le habían dicho que eran bonitos, hermosos, penetrantes… ella solo veía dos globos oculares verdes, que además estaban cubiertos con unas gafas sin las cuales estaba bastante ciega.
Bajó un poco el espejo y se miró la mejilla izquierda. Se veía un poco hinchada.
Maldijo y seleccionó el botón automático de llamada del teléfono que tenía integrado al auto.
-¿Si, señorita Woods?-La voz agitada de Octavia se escuchó en el moderno auto, que contaba con asientos de cuero que tenían calefacción propia y sistema de masaje.
-Octavia…-Lexa cerró los ojos masajeándose la mejilla-Cancela por favor mi reunión de las once y llama enseguida a mi dentista personal. Dile que es urgente.
-Sí, señorita Woods. Le recuerdo que a las doce tiene un almuerzo con el gerente de la empresa China…
-Cómo olvidarlo-Dijo con un suspiro-Estaré en el restaurante a esa hora-Le aseguró.
Octavia era una excelente asistente personal. Era eficiente, discreta y no hacia preguntas.
Todo lo que Lexa necesitaba.
Después de todo, ser la Directora Ejecutiva de una de las principales empresas de tecnología de Estados Unidos ubicada en Nueva York, requería una asistente que estuviera a la altura. Y Octavia lo estaba sin duda.
Lexa siempre había crecido sabiendo que tarde o temprano, se encargaría de la empresa de su familia.
No podía decirse que había tenido una infancia triste, a pesar de que siempre supo que era adoptada. Sus padres le habían dado todo el cariño y todos los lujos que podía pedir.
Pero también le habían dejado una responsabilidad que a veces no estaba segura de que como manejar.
Había tenido que privarse de muchas cosas en sus primeros años de juventud. Nada de fiestas, nada de amigos, nada de amores… lo que importaba era estar lo suficientemente preparada para tomar el cargo de su padre una vez que este hubiese decidido que era hora de hacer innumerables cruceros por el mar caribe con su esposa.
Lexa casi sonrió imaginándoselos en medio del caribe mientras ella estaba allí en pleno Noviembre congelándose el culo.
Sus padres eran el matrimonio perfecto.
Sin embargo ella nunca había podido imitarlos.
Sus relaciones habían pasado de ser nulas a ser un completo desastre.
Eso sin mencionar que le gustaban las chicas… y que era increíblemente mala coqueteando con estas. Por lo que estaba casi segura de que moriría sola.
El recuerdo de lo ocurrido en su última relación, que había acabado hacía solo un par de semanas hizo que el dolor de muela se hiciera más fuerte.
Maldijo una vez más y puso el auto en marcha.
Esperaba que Maggie, su dentista, pudiera dejarla como nueva.
-¿Te han dicho que tienes unos ojos muy bonitos?-Le preguntó Maggie con una mascarilla sobre su boca, mientras Lexa estaba recostada con la boca abierta y la adorable mujer metía utensilios en esta cavidad.
Lexa recordaba que nunca fue como los demás niños.
A ella no le daban miedo los dentistas. Todo lo contrario. Solía adorar ir al dentista porque luego, su madre solía llevarla a comer helado y a comprar un nuevo vestido (aunque Lexa siempre terminaba convenciéndola para que le comprara pantalones o unas zapatillas nuevas), no era una amante de los vestidos.
La morena puso los ojos en blanco y se estremeció cuando la dentista comenzó a taladrar.
-Eres una vaga, eh, Lex… te dije que vinieras hace más de un mes…
Lexa balbuceó algo y se llevó un regaño por parte de Maggie.
La mujer era bastante bajita, bueno, para Lexa la mayoría de las chicas lo eran. Desde que había cumplido los catorce años, había crecido de una forma que casi la avergonzaba. Incluso su madre le sugirió que contemplara hacer carrera como modelo. La morena casi había entrado en pánico. Le tenía fobia a las cámaras y odiaba que la gente la mirara fijamente. Por lo que en las reuniones con el personal solía pasarlo fatal.
-Sí, ya sé que eres una persona ocupada. Pero eso, bonita, no lo saben tus dientes-Dejó que Lexa se levantara para escupir.
-Gracias por hacer esto sin previa cita… porque no aguantaba más.
Maggie sonrió a medias.
-Dame las gracias con el cheque que vas a dejarme-Le guiñó un ojo y Lexa hizo un amago de sonrisa volviendo a recostarse para que Maggie siguiera introduciendo utensilios en su boca.
Odiaba cuando la luz le daba en los ojos, pero en ese momento, se dio cuenta de que era la primera vez en mucho tiempo que se sentía tranquila.
Nunca había tenido una vida demasiado calmada o relajada, sobre todo luego de entrar en la universidad y tener la gran presión de convertirse en la heredera de Polaris Tech y en la jóven talentosa que era ahora. Pero allí, en aquella silla, se sentía relajada.
Bueno, eso era patético. Pensó luego.
Sentirse relajada en la silla de tu dentista tenía que ser un nuevo nivel de frikismo.
-¿Mejor?-Preguntó luego Maggie y Lexa asintió relajándose aún más.
Volvió a levantarse y escupió.
La dentista le pasó un vaso con un agua azulada que sabía a menta para que se enjuagara.
-Tus manos son mágicas, Mag.
La mujer rio entre dientes quitándose los guantes y la mascarilla.
-Intenta no faltar a nuestras citas-La miró en forma de reprimenda-Y entonces no tendrás que pagarme más por estas visitas imprevistas.
-Sabes que no tengo problemas de dinero-Bromeó Lexa cogiendo las gafas para ponerlas de nuevo en sus ojos.
-Oh, lo sé. Créeme-Le dijo mirándola de arriba abajo.
Probablemente admirando su traje gris, sobrio y elegante, Dior y sus zapatos Manolo Shoes.
Lexa se despidió ya muy aliviada y tranquila, y caminó por el pasillo mirando su Rolex.
Tenía exactamente veinte minutos para llegar al almuerzo con el chino.
Se detuvo frente el ascensor luego de apretar el botón y saco su Grounder X10C, el nuevo modelo de móvil que Polaris Tech tenía en el mercado y que había sido toda una revolución. Los críticos decían que los iPhones eran cosa del pasado con los nuevos Grounders. Todos querían tener uno. Y no era para menos. Tenía un sistema operativo que difícilmente Apple pudiera equiparar, pero con un interfaz mucho más fácil e interactivo, incluso que el de un Android.
Respondió algunos correos de forma rápida y luego le envió algunos mensajes importantes a Octavia para que delegara el trabajo antes de que ella llegase.
Levantó la vista cuando las puertas del ascensor se abrieron y entonces se quedó paralizada.
Dos mujeres bajaron de este y una de ellas, la miró con la misma sorpresa.
Era más bien pequeña, y tenía el cabello castaño recogido en un pulcro moño encima de su cabeza.
Lexa sintió su corazón latir con fuerza.
Mantuvo el contacto con sus ojos marrones durante varios segundos y finalmente apartó la vista cuando pasaron a su lado.
Miró el suelo con intensidad, intentando no sentir que su cuerpo se desvanecía.
Tragó hondo y apretó mucho la mandíbula.
Sintió su móvil vibrar en la mano y dejó salir el aire que había estado conteniendo, leyendo el mensaje que Octavia acababa de enviarle. Pero apenas se enteró.
Costia.
De todas las personas con las que había podido cruzarse ese día… tenía que hacerlo con ella. Con la mujer que capturó su corazón y luego lo aplastó con mentiras y engaños. Con promesas que no eran ciertas…
Había creído que Costia podía ser la indicada.
Pero resultaba que ya era la indicada de alguien más… porque ya estaba casada.
Miró hacia atrás casi con temor pero ambas ya habían desaparecido.
Nunca había visto a su esposa… y ahora que acababa de verla, tenía que aceptar que era muy guapa.
Cogió aire y se subió al ascensor, deseando que ese día acabara cuanto antes.
El almuerzo con el chino fue tal y como ella lo esperaba. Una charla enfocada en negocios y en nuevas ideas. Exactamente lo que Lexa necesitaba para olvidarse de lo terrible que estaba siendo ese día.
Eso era lo que le gustaba de los negocios, de la tecnología y de los días interminables de trabajo.
Eso nunca te traicionaba. Eso no te mentía ni te hacía sentir miserable.
En realidad, Lexa no era muy fan de la gente… pero sabía que socializar era una parte importante de la vida.
Había tenido apenas tres relaciones en toda su vida.
La primera cuando tenía unos dieciocho, y había sido cuando había descubierto que prefería a las chicas antes que a los chicos. En ese momento entendió porque ninguno de los chicos del instituto le parecían guapos… pero si sus novias.
Había sido una relación muy inocente, en donde eran más amigas que otra cosa.
Luego había tenido una relación en medio de la universidad. Allí había tenido su primera experiencia sexual. Pero la chica no soportaba que Lexa prefiriera pasar horas en la biblioteca antes que ir de fiesta con ella.
Y finalmente… y a su ya veintinueve años, había estado Costia.
Todo había pasado casi sin que ninguna se lo propusiera.
La chica había entrado como pasante en la empresa, habían intercambiado miradas, sonrisas, algún café… algún consejo… y luego todo se había salido de control, tomando en cuenta que el padre de Lexa había puesto una regla muy estricta donde prohibía las relaciones amorosas dentro de la empresa. Lexa ni siquiera había estado segura de que Costia supiera lo mucho que a ella le gustaba… ya que sus técnicas de seducción eran nulas.
Pero había pasado, y Lexa no había tenido ni idea de que Costia, con su sonrisa dulce y su manía de cogerse el lóbulo de la oreja, era ya una mujer casada.
Entró por las puertas de la empresa y no tuvo que enseñar su carnet. El cual ni siquiera usaba.
Pike, el guardia de seguridad la saludó rápidamente envarándose al ver a su jefa y la dejó pasar a través del detector de metal, aunque este sonó porque Lexa aún tenía las llaves en las manos.
Le dio una mirada de disculpa al hombre quien le quitó importancia.
Al llegar al octavo piso, se dejó envolver por el bullicio de una oficina que nunca dejaba de trabajar.
Todos la saludaron enseguida.
Lexa no era conocida por ser una jefa con mal carácter o por dar malos tratos. Pero si era exigente, y si no rendías podías dar por seguro que tu permanencia en la empresa no iba a durar demasiado.
Octavia se acercó con sus tacones marrones y con un pequeño bluetooth en el oído y un vaso de café que le tendió a su jefa de inmediato.
-Descafeinado y con dos de vainilla.
-Gracias, O-Lexa la miró de reojo-¿Ese es un nuevo perfume?-La chica pareció sorprendida de que lo notara. Lexa hizo un amago de sonrisa-Trabajas conmigo más de ocho horas al día. Créeme que ya se cómo hueles.
-De hecho, sí. Lo he comprado en rebaja…
-Recuérdame que te dé un aumento pronto para que no tengas que esperar las rebajas…
El rostro de Octavia se iluminó con una sonrisa.
-La reunión de personal es a las dos, y a las tres tiene una visita al departamento de nuevos proyectos…-Comenzó a decir rápidamente sin dejar de caminar a su lado mientras miraba una moderna tablet-… Adam Grease ha dicho que le llame de forma urgente, ha habido un problema con una de las tablets que están a punto de salir al mercado…
-¿Qué problema?-Quiso saber Lexa, mientras pasaban por un enorme ventanal que dejaba ver la Ciudad de Nueva York en todo su esplendor.
-No lo han especificado, pero quieren que usted esté presente para que consultar los pasos a seguir…-Lexa asintió una vez-... y por último, no se olvide de la entrevista con la revista Times…
Lexa se detuvo de golpe.
-Oh cielos-Suspiró-Lo había olvidado por completo-Miró a su asistente-¿A qué hora es?
Se había puesto nerviosa enseguida. Enserio odiaba las cámaras y las fotos.
Y odiaba ser el centro de atención.
Pero era parte del trabajo y de la promoción de su marca…
Aunque tenía que aceptar que el hecho de que la revista Times quisiera hacerle una entrevista por ser la mujer más joven en convertirse en la Directora General de una compañía como Polaris Tech, y estarlo haciendo tan bien que la compañía se había convertido en una referencia mundial, la hacía sentirse orgullosa. Sentía que todo el trabajo y los sacrificios habían valido la pena.
Aunque al final del día ella no había hecho esos sacrificios para obtener fama ni atención.
-A las cinco. La hemos pospuesto unas tres veces ya…
Volvió a suspirar y le dio un sorbo a su café.
-Bien. Necesitaré que vayas a casa y cojas algo mejor que esto…-Dijo señalando su pulcro traje-Supongo que querrán tomar fotos.
Octavia la miró sin entender demasiado.
Su jefa no era alguien vanidosa. Obviamente vestía de las mejores marcas y las mejores ropas, pero Octavia estaba segura de que era más bien porque debía y porque así había sido criada, que porque realmente le importaran esas cosas.
Y viéndola allí, con su traje de miles de dólares se preguntó… ¿Qué demonios podría ser mejor?. Tampoco es como si el traje fuese feo. Era de alta costura y de muy buen gusto. Ademes se adhería a la esbelta figura de la mujer.
La primera vez que Octavia la había visto, se había preguntado si Lexa no habría desfilado alguna vez para Victoria's Secret. Era muy alta, esbelta, su cabello era de un color caoba cautivante y su rostro no tenía nada que envidiarle a las modelos profesionales, con pómulos muy marcados y labios carnosos. Pero al conocerla, supo enseguida que no. Era alguien a quien no le gustaba la atención sobre su persona y que no era demasiado sociable. Pero era una buena jefa, sin duda.
-¿Algo mejor…?-Preguntó dudosa.
-Confío en ti-Le dijo sin más, metiendo las manos en sus bolsillos para seguir caminando.
Octavia le indicó algunas cosas más y Lexa finalmente llegó a su oficina, dispuesta a comenzar a trabajar cuanto antes.
Se acercó con paso rápido a su escritorio mientras se quitaba la gabardina y los guantes.
Estaba justo frente al ventanal y al sentarse, sintió la familiaridad de la silla de piel bajo su trasero.
La oficina estaba llena de cuadros y estatuas que Lexa disfrutaba enormemente cuando no estaba inmersa en papeles o en la pantalla de su ordenador.
Se giró y miró la ciudad que se rendía ante ella.
Podría quedarse admirando esa vista todo el día… había pasado unos cuantos atardeceres, admirando el cielo y las luces de la ciudad.
A veces se preguntaba… si tanto trabajo valdría la pena cuando apenas tenía tiempo para admirar las cosas sencillas de la vida.
Como en ese momento, en el que tenía que ponerse manos a la obra.
Estaba segura de que había sido la peor idea que había tomado en toda su vida. Y había tomado un montón de decisiones, desde muy corta edad, sin embargo esta… esta había sido fatal.
Anya, su Gerente en Recursos Humanos y mejor amiga, la había convencido de ir hasta el bar que estaba muy cerca de la empresa.
The Ark.
Era relativamente nuevo, y estaba ambientado de una manera psicodélica y moderna. Con luces y música actual, con sillas y tumbonas, con una zona vip y con bartenders sonrientes y que no paraban de servir bebidas a los sedientos clientes que se amontonaban en la barra luego de una larga jornada de trabajo.
Lexa miró una vez más su flamante y moderno móvil y frunció el ceño.
Anya le había escrito que estaría allí en diez minutos, sin embargo, habían pasado quince y aún no llegaba.
Lexa no solía visitar este tipo de lugares. De hecho a veces la música la aturdía. Pero Anya había insistido y al final, y luego de estar de muy buen humor ya que la entrevista con la revista fue muy bien (aunque lo hubiese pasado fatal con el tema de las fotos y con el tema de su sexualidad que había salido a relucir como siempre…) le había dicho que sí.
Maldita Anya.
Alguien pasó a su lado, haciendo que casi perdiera el equilibrio mientras estaba sentada en la barra y maldijo otra vez, esta vez en silencio.
Anya: Lex! Lo siento estoy atascadísima en el trafico… no sé si pueda llegar…además está cayendo una lluvia torrencial y está helando.
Yo: Como no vengas, mañana mismo preséntame tu carta de renuncia… primer aviso.
Yo: Podría estar adelantando trabajo que tengo pendiente y sin embargo aquí estoy... esperándote.
Anya: Sé que eres la persona mas ocupada de este mundo pero jo, mis intenciones eran buenas :(
Resopló frustrada. Sabía que su propia amenaza no era cierta, pero estaba muy molesta.
Suspiró de forma amarga e intentó apartarse de un hombre que se había puesto a su lado para pedir una cerveza.
Cuando levantó la vista vio a una chica que la miraba con una sonrisa y no pudo evitar encogerse.
Odiaba esas situaciones.
Siempre había tenido muchas chicas detrás porque... bueno, sabía que no era fea, aunque no le daba mucha importancia a su aspecto físico. Además, su posición social y en el trabajo, hacía que las mujeres se sintieran atraídas a ella como abejas a la miel. Pero ella encontraba pocas mujeres a quienes podía sentirse atraída porque buscaba mucho mas que una cara bonita.
Y diminutivamente no solía ligar en bares.
Se frotó las manos. No se podía decir que el bar fuese frío, y el calor de los cuerpos humanos amontonándose hacía que hubiese una temperatura normal, pero siempre que se ponía nerviosa le entraba un poco el frío.
-Mal día ¿eh?-Aquella voz ronca hizo que Lexa levantara la vista.
Unos ojos azules la miraban de forma penetrante desde el otro lado de la barra.
Era del tipo de azul con el que se hacían poemas… pero Lexa no se sabía ningún poema, ella prefería las cuentas y la economía... así que simplemente asintió.
-La verdad es que si-Respondió finalmente.
-¿Qué te pongo, guapa?-Aquel cumplido la tomó por sorpresa. Pero supuso que la chica solía hacerlo con todos sus clientes.
-En realidad no suelo tomar alcohol…
La chica rio entre dientes.
Era una risa gruesa y profunda que hizo que Lexa se estremeciera.
-Sabes que estás en un bar ¿no?
Las comisuras de los labios de la morena se levantaron divertidas.
-Lo sé, pero una amiga me ha arrastrado hasta aquí y resulta que ella al final no vendrá…-Movió la cabeza-Quizás simplemente deba irme…
-No puedo dejarte ir sin que al menos pruebes el mojito que puedo preparar. Es de muerte, te lo aseguro-Lexa miró de forma distraída las manos de la chica.
Tenía las uñas cortas, pero sus manos eran muy delicadas y cuidadas. Dos anillos de plata adornaban dos de los dedos en su mano derecha, y observó un pequeño símbolo en la parte externa de su mano. Era el símbolo de "femenino".
No pudo evitar mirar otro tatuaje que sobresalía de su camisa de cuadros y parecía ocuparle gran parte del hombro derecho, destacando cerca de sus pechos. Era una figura llamativa, pero Lexa se dio cuenta que su vista se había dirigido al escote sin ningún disimulo.
Apartó la vista enseguida sonrojándose.
-Vale-Dijo finalmente-Supongo que no puedo decir que no luego de haber estado sentada aquí sin consumir nada durante casi media hora.
La rubia pareció divertida y comenzó a preparar el trago.
Lexa la miró una vez mas.
Era muy guapa. Sus labios eran preciosos y el lunar que tenía encima de estos, hacía que Lexa quisiera retorcerse en el asiento.
Colocó la bebida sobre la barra y la miró aún muy divertida.
Lexa lo cogió y lo levantó en modo de brindis dándole luego un trago.
El alcohol le quemó la garganta haciendo que carraspeara, pero la menta aligeró la sensación.
-Está…-Tosió un poco-Está muy bueno, gracias.
La chica sonrió ampliamente y Lexa tuvo ganas de sonreír. Su sonrisa era jodidamente contagiosa.
-Parece que es cierto eso de que no sueles tomar…
-No suelo mentir tampoco-Le explicó Lexa y sintió que sus gafas se resbalaban por el puente de su nariz.
Se sobresaltó cuando la chica se acercó, subiendo las gafas, en un gesto muy personal.
A Lexa no solían gustarle ese tipo de gestos con gente que no conocía. Pero por alguna razón, que esta chica lo hiciera, le aceleró el pulso.
-Y dime, chica sincera… ¿Por qué has decidido venir aquí luego de tu jornada laboral?
Lexa se preguntó cómo supo que venía de trabajar.
-Tu traje de marca te delata-Explicó la rubia apoyando ambos codos en la barra, como si le leyera la mente.
-Yo…-No solía abrirse sobre sus problemas con nadie que no fuese Anya… pero los ojos azules de esta chica, además de ponerla nerviosa, hacían que quisiera contarle todos sus secretos.
¿Sería el alcohol?
Le dio otro sorbo a su mojito de todas formas.
-Supongo que problemas con el corazón.
La chica tamborileó de forma alegre sobre la barra con su mano derecha.
-Entonces estás de suerte, porque soy famosa por dar los mejores consejos amorosos.
Lexa casi sonríe.
-¿Eres terapeuta o algo así?
La rubia rio de nuevo con esa risa gruesa que estaba comenzando a gustar a Lexa.
-No, solo soy una chica que ha escuchado muchas historias-Sirvió un par de tequilas que alguien le pidió y volvió su atención a Lexa-Entonces… ¿Cuál es la tuya?
Lexa suspiró.
-¿Mi historia?-Le dio otro sorbo al mojito. Comenzaba a bajar mejor por su garganta ahora que se había acostumbrado al sabor-Supongo que la de muchos… algo que no funcionó… ella estaba casada…
-¿Ella?-Los ojos de la rubia brillaron-Bueno, eso si no me lo esperaba-Sonrió.
Lexa sintió que se sonrojaba de pronto por la mirada que esa hermosa chica le estaba brindando.
-Déjame adivinar-Vio que estaba sirviendo otro trago para Lexa y se sirvió un shot para ella-Tu no sabías que estaba casada.
Lexa se dijo que daba igual si le contaba o no esto a esta extraña, probablemente nunca más volvería a verla.
No estaba segura de si volvería alguna vez a ese bar.
-No, no lo sabía-Brindaron cuando Clarke se sirvió otro trago. Lexa se preguntó cuántos shots de esos aguantaría. Supuso que muchos-Y eso es lo que me jode. Porque no me considero alguien tonta o estúpida ¿sabes?
-Cuando se trata del corazón creo que todos somos algo tontos-Comenzó a decir-Pero todos hemos pasado por eso, créeme-La miró de forma más seria-Tienes que pensar que fue ella la que no fue sincera. No tenías forma de saberlo-Lexa asintió-¿Al menos valió la pena?
La morena la miró sin entender.
-¿Cómo…?
-El sexo, ¿era bueno?
Lexa que se había llevado el vaso a los labios casi se ahoga.
Sintió que las mejillas se le teñían de rojo una vez más.
-Si… eh… supongo…-Balbuceó haciendo que la rubia sonriera.
La chica se apoyó en la barra sirviéndole más.
-Creo que no debería…
-Yo creo que si deberías-Le susurro cómplice-¿No te sientes mejor a medida de que el alcohol hace efecto?
Lexa lo único que sentía era un ligero mareo. Pero no por el alcohol. Sino por el aliento con olor a tequila de la rubia tan cerca de su rostro.
-Y esta chica de la que hablas… ¿Qué dijo cuándo todo se descubrió?-La rubia sacó un par de cervezas de debajo de la barra despachando a una chica de forma rápida.
-Que lo sentía, que no quería mentirme… blah, blah, blah.
-Todos los mentirosos dicen que no querían mentirte-Rio-¿Estás pensando en darle otra oportunidad?
-¿Qué? No, claro que no-Respondió Lexa de forma rotunda.
-Así me gusta-Asintió satisfecha-Créeme que podrías tener a cualquier chica que quieras, ojos verdes.
En ese punto no sabía si la chica estaba diciendo todo eso para que siguiera comprando alcohol o porque de verdad lo pensara…
-Sin embargo, sigue siendo una mierda-Lexa dio otro sorbo-Con el perdón de la palabra-Agregó luego. No solía tener un mal vocabulario.
La rubia pareció divertida por eso.
-Por supuesto que lo es. Pero date tiempo… conoce a alguien más…-Murmuró luego mojándose los labios. Lexa no pudo evitar mirarlos.
-No soy muy de conocer gente, mi trabajo…
-Seguirá allí cuando regreses-Finalizó-Eres demasiado guapa como para no divertirte, chica sincera-Le guiñó un ojo.
-¡Eh! ¡Clarke!-Una chica con rasgos latinos y un cuerpo de muerte, le hizo señas a la rubia, que ahora Lexa sabía que se llamaba, Clarke.
-Un placer poder aconsejarte sobre tus penas.
-Yo… gracias…-Dios, Lexa. Cállate. No la cagues. No digas nada más.
Se le daba fatal este tipo de cosas con chicas guapas. Y vaya si Clarke era guapa...
Sin embargo Clarke parecía muy cómoda con toda la situación. Así que supuso que estaba acostumbrada a coquetear con todos sus clientes. Probablemente facilitaba su trabajo.
Se alejó y Lexa miró su reloj.
Tres mojitos eran suficientes para hacer que se sintiera mareada y obnubilada.
Clarke era jodidamente buena en hacer que la gente tomara y hablara. Se dijo divertida.
Se puso de pie y dejó el dinero de los tragos… junto a una jugosa propina para la rubia.
Se lo merecía.
Además desde allí podía ver que tenía un culo que merecía ser admirado.
Se encaminó hacia la puerta y pensó que lo mejor era coger un taxi.
Bueno, nuevo fic! :) ¿Que tal les parecen Lexa y Clarke?, déjenme saber que opinan en la cajita de reviews o en twitter. Y mil gracias como siempre por leer!
PD. No se si este fic lo actualizaré tan frecuentemente como Passenger Side pero les prometo que lo intentaré.
Twitter: ButtonUpJuno
