Disclaimer: Betty Atómica pertenece a Trevor Bentley, Mauro Casalese, Rob Davies y a Olaf Miller.
El peso de un secreto
Durante mucho tiempo Betty había logrado equilibrar su trabajo como guardiana galáctica y su vida en la tierra. Varias veces se había encontrado en situaciones de apuro, muchas veces tuvo que desaparecer sin dar explicaciones pero creyó que podía lidiar con ello. Hasta que un día sus amigos se sintieron traicionados y ella no pudo decirles la verdad. No era solo el hecho de que no le creerían, había un código que debía cumplir.
Le molestaba que sus amigos terrícolas le exigieran más de lo que podía dar, pero a la vez los comprendía. Muchas veces se iba sin decir nada y jamás daba una respuesta. No había sido solo una las ocasiones en que los había hecho cubrirla o cumplir con responsabilidades que no podía cumplir al estar luchando en el espacio.
Quería estar molesta con ellos pero no podía, a pesar de que existía la posibilidad de que ellos nunca la perdonaran no podía evitar seguir considerándolos sus amigos. Las aventuras vividas, las risas y los recuerdos compartidos era algo que no podía olvidar. Quería creer que no era la única que pasaba por algo así, que sus amigos la extrañaban y que la perdonarían del mismo modo en que lo habían hecho en el pasado.
Los extrañaba.
Cerró los ojos, recordando el inicio de ese día. Hubiera deseado saber desde el principio lo que sucedería aunque dudaba que eso hubiera cambiado algo. Era una heroína y como tal debía estar dispuesta a hacer sacrificios, a olvidarse de ella misma por el bien mayor y no pedir recompensas a cambio. Quiso vivir dos vidas diferentes, cargar con una responsabilidad quizás demasiado grande. No se arrepentía de sus decisiones, apreciaba cada uno de sus momentos pero le era imposible no sentir los ánimos por el suelo.
Fue durante un festival. Una feria se encontraba de visita y casualmente se iría el día antes de que las clases volvieran a empezar. Ella tenía deseos de visitarla y divertirse con sus amigos, incluso había hecho un montón de planes pero no pudo hacerlo. En algún lugar del espacio, un villano causaba problemas y era su deber detenerlo.
—Genial, otra vez tu brazalete —comentó Noah con fastidio y en esa ocasión pudo notar más molestia de lo usual —. ¿Qué excusa inventaras esta vez?
Betty no supo que responder en esa ocasión. Admitía que había dado muchas excusas en la última semana. El día anterior había dicho que necesitaba llevar al gato de su mamá al veterinario, y lo hizo, pero no se quedó en la veterinaria como dijo que haría. El día antes fue un dolor de estómago. Le había dicho a Noah y Paloma que debía cuidar de su abuela, terminar la tarea, que ni siquiera hizo o entrevistas de trabajo. Incluso dijo que había conseguido un trabajo de medio tiempo en una tienda pero Noah y Paloma quisieran visitarla y no pudo mantener la mentira por mucho tiempo. Quizás si no hubiera mentido con lo del trabajo o les hubiera dado una buena respuesta, no estarían tan molestos con ella.
—Debo repararlo —fue lo que dijo antes de buscar un lugar donde pudiera ponerse en contacto con su jefe. En ese momento supo que tendría problemas al regresar pero también sabía que de quedarse tendría aún más problemas.
—Prueba con comprarte otro —fueron las palabras que escuchó antes de desaparecer detrás de un arbusto.
No era la primera vez que le decían eso. Su brazalete sonaba cada vez que su presencia era requerida y eso ocurría en muchas ocasiones inoportunas. Una vez fingió escuchar esa sugerencia pues le habían entregado un nuevo brazalete, en apariencia similar al anterior pero con nuevas armas y herramientas de camuflaje pues bastaba una pequeña vista para notar la diferencia.
—Betty Atómica —le dijo su jefe en cuanto logró establecer comunicación —, tenemos reportes de un ataque a la fábrica de armas en el planeta Metalia. Deberás atrapar al o a los responsables, las armas que producen son muy poderosas y peligrosas en las manos equivocadas.
Segundos después, Betty se encontraba en su nave espacial y con su uniforme puesto. A pesar de que algunos agentes habían hecho peticiones para cambiar su diseño, seguía siendo el mismo uniforme que usaba desde sus doce años. La mayoría, incluyendo a Betty, se sentía cómodo utilizando el uniforme estándar.
—Betty Atómica reportándose — fueron las palabras de la chica cuando se presentó ante sus compañeros.
—¡Hola, capitana! —la saludó Chispa sin dejar de lado su bolsa de gusanos cubierto de chocolate. X-5 retiró los restos de chocolate de su metálico cuerpo.
—En marcha, chicos —ordenó Betty señalando hacia al frente, dejando de la lado sus problemas en la tierra o al menos intentándolo.
—¿Capitana, pasa algo?
—Mis sensores detectan un alto nivel de preocupación.
—No es nada, chicos, solo que discutí con mis amigos de la Tierra. Pero ya veré cómo arreglarlo, ahora lo más importante es detener un robo.
Llegar al planeta Metalia fue sencillo. La nave no alcanzaba la velocidad de la luz pero estaba bastante cerca de ella por lo que el recorrido fue algo que solo requirió de minutos. Infiltrarse a la fábrica no tanto. Dicho lugar no solo fabricaba las mejores armas de la galaxia sino que también contaba con uno de los mejores sistemas de seguridad, uno que únicamente era superado por el que poseían los guardianes espaciales.
El primero en comprobarlo fue Chispa. La puerta no era una opción por lo que intentó entrar por las tuberías pero lo único que encontró fue una barrera de rayos láser que lo hizo retroceder pero no lo hirió de gravedad.
—Eso debe ser nuevo —comentó X-5 mientras analizaba lo que les impedía entrar, pero también podría ser algo que pusieron contra nosotros.
Desactivar los láseres fue relativamente sencillo para X-5. Aunque X-5 la conocía pues era el mismo sistema que usaban los guardianes espaciales para proteger sus instalaciones, esa era la primera vez que debía desactivar uno y sabía que debía ser especialmente cuidadoso, un error por más pequeño que fuera y todos sabrían de su intento por romper la seguridad de la fábrica junto a su ubicación.
Betty Atómica y su equipo lograron infiltrarse en las instalaciones de la fábrica haciendo uso de las tuberías. Normalmente dicha tarea no sería tan sencilla, la fábrica contaba Interrumpieron su marcha cuando localizaron a los trabajadores. Se encontraban agrupados en parejas, cada uno dándole la espalda al otro. Se apresuraron en desatarlos, aunque liberar a los rehenes no era una prioridad era algo que consideraron necesario.
—Están en la bodega —les dijo el primer trabajador al que liberaron —, deben detenerlos antes de que se apoderen de nuestra arma hecha en base de antimateria.
—Chispa, X-5, pongan a salvo a los trabajadores, yo me encargaré de nuestros intrusos.
Los trabajadores le dijeron a X-5 como desactivar el sistema de seguridad y le dieron a Betty un mapa que le sirvió para llegar a la bodega. Trató de ser silenciosa pero sus pasos al avanzar por la tubería hacían eco, lo único que evitó que los criminales responsables del robo la descubrieran era que estaban discutiendo.
Chispa y X-5 asintieron y después de prometer reunirse con ella cuanto antes, continuaron con la evacuación del personal. A pesar de que no era la primera vez que lidiaban con ese tipo de situaciones no fue tarea sencilla pues los trabajadores tenían problemas para desplazarse y estaban demasiado asustados como para ser silenciosos.
—¡Mínimo, idiota! ¡Ten cuidado con esas valiosas armas!
Mínimo P.U se estaba esforzando por no dejar caer las armas que planeaban robarse pero le era difícil hacerlo cuando estas se encontraban agrupadas en una pila que lo superaban en estatura y su amo no dejaba de lanzarle más armas. Un pequeño tropiezo con sus propios pies le hicieron estar cerca de tirar su cargamento y girar su cabeza.
—No le haría daño cargar aunque sea unas pocas de SUS armas —murmuro Mínimo P.U con notable enfado en su voz pero al notar la molestia de su jefe volvió a su acostumbrado tono pasivo.
Betty no se quedó mucho tiempo observando. Sabía que debía darse prisa si deseaba evitar que Máximo I. Q se apoderara del arma más peligrosa de la fábrica. Tiró la reja y con un salto se ubicó frente a los villanos.
Haciendo uso de su brazalete, Betty atacó a Mínimo P.U provocando que tirara las armas que con tanto esfuerzo había tratado de mantener en su lugar. Lo primero que hizo Máximo I.Q fue regañar a su asistente pero en cuanto se dio cuenta de su presencia, fue Betty el centro de todo su enojo.
Un segundo disparo bastó para dejar a Máximo I.Q fuera de combate. No fue un ataque mortal pero le impidió al villano escapar con el armamento. Cuando Chispa y X-5 se reunieron con Betty los enviaron a una prisión de máxima seguridad. El trío de amigos esperaba que en esa ocasión no escaparan con tanta rapidez como en la vez anterior.
—Capitana, suerte con sus problemas en la Tierra— le dijo X-5 a modo de despedida.
—Sí, Capitana, invítelos a comer, la comida siempre ayuda— fue la respuesta de Chispa, en sus manos tenía una sopa que su madre le había preparado poco antes.
—Lo tomare en cuenta, nos vemos después chicos.
Betty Atómica llegó cuando faltaban cinco minutos para que el concurso de patinaje finalizara, apenas a tiempo para poder participar. Si bien era cierto que sus acrobacias fueron fabulosas y con un alto nivel de riesgo, que su victoria fue merecida, algunos se sintieron molestos al no verla practicar y como malos perdedores aseguraban que la pelirroja había hecho trampa. Dichas palabras no fueron escuchadas.
Betty estaba en su cama, viendo sus dos premios, el del concurso de patinaje y el del concurso de bandas. Había ganado pero se sentía como si hubiera perdido. Sus amigos estaban molestos y podía entenderlo, para proteger su secreto les había mentido muchas veces, los había decepcionado desapareciendo incluso cuando más la necesitaban.
—Por fin llegaste —la reprendió Noah —. Pero preferiste irte y nosotros ya estamos cansados de ello. Somos amigos, se supone que los amigos no deben tenerse secretos.
—Yo no tengo secretos —respondió Betty. Sintió una fuerte presión en su estómago, odiaba el tener que mentirles de esa forma.
Pero lo hacía porque era lo correcto. No era que no confiara en ellos. Su secreto era demasiado grande para confesarlo. El revelarlo sería exponerlos al peligro, sería arriesgarse a que la tomaran por loca, incluso que se enojaran más al creer que se estaba burlando de ellos. Quería hacerlo, de verdad que deseaba no tener que mentirles pero era algo que no estaba en sus manos.
—¿En serio? Siempre nos dejas solos, nos mientes.
Paloma y Noah se retiraron dejándola sola. Betty nunca los había visto tan molestos. No podía quejarse, desde el momento en que acepto ser Guardiana Galáctica supo que no era un juego de niños, que su vida y la de muchos correría peligro, incluso su planeta, por lo que era extremadamente cuidadosa cuando se trataba de su identidad secreta.
Había crecido y madurado incluso más que sus amigos, pues ellos tenían una vida normal y tranquila. Todo eso gracias a personas como ella, al trabajo de los guardianes galácticos que hacían su mejor esfuerzo y se sacrificaban para mantener el orden dentro de la galaxia. Incluso si por ello ganaban varios enemigos.
La pelirroja abrazó con fuerza sus rodillas, odiaba sentirse débil pero nada podía hacer para cambiar la situación, tan solo esperar a que olvidaran lo sucedido o revelar su secreto. Aunque esto último no era una opción y lo sabía. Ser un héroe no era tarea sencilla, no era parecido a lo que se veía en los comics que de niña le encantaban. En las historietas el héroe siempre se queda con la chica y en el caso de la heroína con el chico. En la vida real era diferente, la vida era solitaria, preocupándose por la seguridad de los demás, olvidándose incluso de ellos mismos.
Apartando el hecho de que no planeaba dejar de ser una Guardiana Galáctica por su sentido de compromiso, también estaban Chispa y X-5. Más que sus compañeros de equipo y subordinados eran sus mejores amigos y casi hermanos. Una débil sonrisa se dibujó en su rostro al pensar en ellos. En aquel extraterrestre y aquel robot con los que había vivido tantas aventuras, habían estado en las buenas y en las malas. Cuando sus vidas habían peligrado. Más que un equipo era una familia y sabía que podía contar con ellos.
El sonido de su ventana al ser golpeada llamó su atención. Grande fue su sorpresa al ver a Noah y Paloma, ninguno se veía molesto pero sí un tanto incómodos. El encontrar a Paloma y a Noah frente a su ventana fue una sorpresa. Días antes parecían tan enfadados con ella y sin embargo estaban allí, en su casa.
Los invitó a pasar, insegura de lo que debería hacer. Aquello era irónico, podía enfrentarse a todo tipo de criatura espacial pero temía ofender a sus amigos, hacerlos enojar más de lo que ya estaban. Y sí, ella seguía considerándolos sus amigos, los conocía desde hace tanto, no quería perder esa amistad.
—Lo sentimos.
Aquellas palabras la tomaron por sorpresa, no entendía porque se disculpaban. Al principio pensó que se trataba de una broma pero al ver sus expresiones preocupadas descartó dicho pensamiento
—Estábamos molestos pero no teníamos motivo para tratarte de ese modo.
—No se preocupen por eso, lo merecía —respondió Betty mientras servía unas bebidas.
—Es solo que nos gustaría que confiaras más en nosotros, a veces sentimos que estás en un mundo diferente.
Betty trató de no reír ante lo acertado del comentario de Paloma. A pesar de la frecuencia con lo que eso ocurría, no era algo a lo que se acostumbrara. A veces sentía que ella también tenía sus secretos pero no deseaba indagar, no se sentía con el derecho a hacerlo. Ninguno le pidió que le prometiera no volver a mentirles y agradeció por ello. Ninguno habló de amistad pero Betty sentía que todavía le quedaba una esperanza y que Chispa había estado en lo correcto cuando dijo que la comida lo solucionaba todo.
