Capítulo 1
Amigos
En el primer piso de un edificio en el centro de Londres se encontraba un departamento sencillo. Tenía apenas una sala con tres sillones de diferentes tamaños, un mueble para TV, DVD y reproductor de música; una cocina integral con una pequeña mesa de cuatro personas. En uno de los pasillos eran visibles dos puertas más correspondientes a las habitaciones con baño propio.
Sentado en el sillón más grande se encontraba un pelirrojo que tenía fijos sus intensos ojos azules en la pantalla frente a él en la cual de transmitía uno de los partidos de su equipo favorito de futbol el cual no había tenido una de sus mejores temporadas. El chico gritaba ocasionalmente según las jugadas lo ameritaban, jalaba su naranja camiseta en acto de desesperación y se llevaba las manos a la cabeza cuando los Chudley Cannons no anotaban en las oportunidades "perfectas" que se les presentaban. Destapó la tercera cerveza de la noche y comenzó a beberla sin despegar la mirada del aparato.
Unos cuantos minutos después la puerta se abrió abruptamente y fue azotada con una brusquedad increíble haciendo resonar las ventanas y dando paso a una castaña muy molesta y con una coloración roja por esa causa.
Ronald Weasley la miró caminar hacia su habitación murmurando cosas inteligibles. En el momento en el que volvió la vista al televisor su equipo había anotado. Se debatió entre quedarse y seguir viendo el partido e ir con su amiga.
— ¡Demonios! —susurró para sus adentros y se levantó para auxiliar a la chica que había llegado.
La puerta estaba entreabierta, señal conocida por él que le indicaba que su amiga necesitaba de apoyo. No se molestó en tocar y aún con la cerveza en la mano abrió por completo la puerta y se quedó parado en el umbral.
— ¿Hermione? —preguntó con cautela.
Ella se encontraba tirando algunas cosas en el cesto de basura, se había quitado la blusa y caminaba por los alrededores sólo con el sostén y el pantalón como prendas.
— ¡Es un idiota! —Gritó aventando una carta al cesto— Lo detesto, ¡lo detesto! —dio una patada al suelo y miró al chico en el marco de la puerta. Sus ojos sólo podían reflejar la furia que la invadía.
— ¿Y ahora qué te hizo? —preguntó cansinamente y sin inmutarse al ver a la chica en ropa interior por la parte de arriba.
— ¿Que qué hizo? ¡¿Que qué hizo?! —Contestó ampliando los ojos— Tengo que hacer demasiados viajes. No creo que esto funcione. Te amo pero será mejor dejarlo por la paz —dijo con una voz más grave como intentando imitar la de un hombre— ¡Es un idiota! —volvió a gritar.
Ron entró a la habitación y se sentó en la cama mientras su amiga caminaba de un lado a otro aventando una que otra cosa al cesto de basura y aún murmurando entre dientes. La vio ponerse una camiseta grande y holgada, quitarse el pantalón y pararse frente a él.
— ¿O a ti te parece lógico? —le preguntó con los brazos en jarra y estacionando su mirada en la de él.
El pelirrojo la miró. Tenía las mejillas enrojecidas, el cabello desordenado, los labios rojos de tanto que ella los mordía con nerviosismo, bajó por su cuello, sus pechos ocultos detrás de la enorme camiseta, un poco más al sur pudo mirar sus blancas y largas piernas; su mirada volvió a sus castaños ojos. Su amiga no era para nada fea, al menos él no la consideraba de esa manera. Sí, tal vez era algo molesta en ocasiones, tal vez prefería quedarse en casa un sábado por la noche a leer un buen libro que salir de fiesta, pero no había una verdadera razón para que su novio terminara con ella.
—No —respondió el pelirrojo.
—Yo tampoco lo creo —dijo ella con ojos severos.
La castaña continuó tirando algunas cosas y moviéndose de un extremo a otro por la habitación. Ron la miraba atentamente, su amiga intentaba enmascarar el dolor que sentía con una actitud molesta y orgullosa y él tenía que estar junto a ella como lo había hecho durante todos los años que tenía de conocerla, de eso estaba completamente seguro.
En un momento Hermione terminó con la tarea que se había autoimpuesto, se colocó un pantalón de pants y se acercó bruscamente a su amigo provocando que él retrocediera instintivamente. La castaña no notó el acto, pues su principal objetivo era la botella que estaba en la mano de Ron, una vez que se hizo con ella bebió casi la mitad del contenido y miró a su pelirrojo amigo atentamente.
—Pongámonos ebrios, borrachos hasta que no podamos caminar —propuso la chica.
Ron sonrió un poco.
—No hay con qué, sólo hay una cerveza más en el refrigerador.
—Eso no es problema —Hermione sacó de inmediato una botella de tequila de su bolsa.
El pelirrojo alzó una ceja y amplió su sonrisa dejando ver sus blancos dientes. Tomó la mano de su amiga y la llevó a la sala. Esa sería una larga noche.
Hermione sirvió un poco del líquido en los vasos que su amigo se encargó de llevar.
—Brindo por la soltería, porque es la mejor cosa que podemos tener —dijo al tiempo que alzaba su vaso, lo chocaba con el de Ron y bebía todo el contenido de golpe.
Él bebió un poco de su vaso y la miró seriamente. La conocía mejor que cualquier otra persona, incluso que sus padres, vivir con ella desde hacía casi cinco años le había enseñado mucho más de lo que había aprendido en todo el tiempo que tenía de ser su amigo.
Ella hizo ademán de tomar la botella y llenar su vaso nuevamente, pero su acción fue interrumpida por una mano que se colocó sobre su brazo ejerciendo la fuerza necesaria para que ella detuviera la acción. Hermione miró hacia la persona a la que pertenecía esa mano y comprendió en sus ojos que no podría engañarlo más.
—No intentes hacerte la fuerte. No conmigo.
Esas sencillas palabras habían sido suficientes para derrumbar las paredes que le refugiaban. Se lanzó a los brazos de él y comenzó a llorar desconsoladamente. Él la abrazó lo más fuerte que pudo y acarició su cabello con una lentitud y ternura no muy características de él.
Después de un rato, cuando Hermione logró tranquilizarse, el pelirrojo le tomó el rostro con ambas manos y le dijo:
—Jamás dejes que alguien te haga llorar de nuevo, ¿de acuerdo? Él no vale la pena y no sabe el tesoro que ha dejado ir. Te mereces algo mucho mejor que eso.
La chica asintió con la cabeza e intentó sonreír aún con los ojos cristalinos. Ron depositó un tierno beso en su frente y volvió a abrazarla. Ella no puso resistencia alguna, se sentía en paz en los brazos de su amigo.
Estaba pensativa, quería entender lo que su ex novio le había dicho horas antes, no podía creer que su relación de dos años terminara por la distancia, a ella no le parecía un problema. Miró de repente hacia la playera de su amigo, la había dejado muy mojada por llorar en ella, el brillante color naranja se había manchado con la pintura de ojos que usaba. Frunció el ceño y se enderezó para mirar a su amigo.
—Hoy era el juego, ¿cierto? —preguntó.
—No hay problema, estaban perdiendo de todas formas —le respondió con una sonrisa.
—Lo siento mucho, Ron. No quería interrumpirte, sé que el juego era importante para ti. Soy una tonta, yo… —el chico colocó su mano sobre la boca de ella.
—Silencio. Hablas demasiado, Granger.
La castaña se quitó la mano de su amigo.
—Sólo una cosa más —él asintió—. Gracias, eres un amigo estupendo. Mi mejor amigo. No sé qué haría sin ti. Y lo siento, no fue mi intención.
—Tú también eres mi mejor amiga y creo que deberías demostrar que me quieres y traerme otra cerveza, terminaste con la mía y eso no te lo puedo perdonar.
Hermione lo miró sorprendida. Se levantó del sillón, sacó la cerveza y la entregó al chico.
—Gracias.
El pelirrojo encendió el televisor, marcó un número en el control remoto y el partido apareció en la pantalla, faltaba poco para que terminara y él al menos sabría la conclusión del mismo.
—Ronald, ¿es en serio? —preguntó su amiga escéptica.
— ¿Qué?
— ¿Vas a ver el fútbol? Creí que estábamos en "terapia"
—Ven si es lo que quieres.
Ella resopló.
—Olvídalo, me voy a mi habitación —dio media vuelta e hizo su camino al lugar.
—No te enojes —gritó él.
Pero ya no hubo respuesta.
Ron miró el televisor, seguían perdiendo y faltaba poco tiempo para que terminara, después miró hacia la habitación de su amiga.
— ¡Demonios!
Se levantó y caminó hacia la habitación de su amiga, porque ella lo necesitaba, porque él debía estar con ella, porque su amistad funcionaba justo así porque ellos eran verdaderos amigos.
