CELOS DE FAMILIA
Capítulo 1: De vuelta al nido
Trunks era de esos hombres que lo había conseguido todo. Estaba por cumplir los veintiocho años y ya había sido considerado uno de los hombres más guapos de los negocios y el soltero más codiciado según los tabloides de moda. Pero no sólo era admirado por su belleza física, a tan corta edad ya tenía en su poder varios postgrados, magísteres, un par de doctorados en el extranjero y además, era el presidente de una de las compañías más importantes del orbe. Llevaba unos siete años viviendo lejos de la Corporación, ya que desde su último título universitario no veía la necesidad de seguir en casa de sus padres. Vivía junto a su novia hacía un año, en el piso más alto de una gran torre en el centro de la Capital del Oeste.
Tampa era una mujer tan inteligente como su novio, médico de profesión y experta en genética molecular. Nació al otro extremo del planeta pero al terminar los estudios decidió quedarse a vivir en Capital de Oeste, trabajando en la división de farmacología y biología celular de Capsule Corp. Conoció a Trunks cuando éste le pidió investigar en secreto ciertos aspectos sanguíneos entre los humanos y los saiyajins. La chica supo de inmediato que el estudio no podía terminar allí, y le rogó que le explicara en detalles quiénes eran esa raza extraterrestre que tenía tanta similitud genética con la gente de la Tierra. El profesionalismo y la confianza que el mayor de los Vegeta Brief depositó en la experta, se fue transformando poco a poco en una relación que terminó uniéndolos como pareja. Ella era de carácter tranquilo, pero lo que más llamó la atención en Trunks fue la discreción de Tampa ante los hechos que conocía con el tiempo. Cuando llevaban cuatro meses le confesó que en su sangre también corría la de sus investigaciones, pero Tampa no se alarmó en lo absoluto, al contrario, le rogó a su novio que también fuera parte del estudio, ya que la hibridación era algo que aún no había tomado en cuenta.
A los seis meses de noviazgo Trunks llevó a Tampa para presentarla a sus padres. Era la primera vez que lo hacía a pesar de haber salido con muchas mujeres antes que la científica. A ella le tomó un tiempo acostumbrarse a la singular familia de su novio, y era de esperarse, debido a las personalidades tan dispares que tenían todos. Sin embargo, se ganó el respeto de cada uno de sus integrantes, incluso del gruñón de su suegro, al enterarse que ella era la principal responsable del proyecto de su raza. Bulma no se quedaba atrás, trató a su nuera como su propia hija. La confianza era tal que Tampa visitaba la corporación más que el propio Trunks, quien siempre se excusaba por el trabajo o nuevas alianzas empresariales. Como no tenía hermanos, la mujer se apegó incluso a Bra, que pasaba por la difícil etapa de los dieciséis años. Salían de compras, hablaban de chicos o simplemente criticaban la telenovela de moda. Admiraba a Vegeta, Tampa podía conversarle horas sobre sus últimas investigaciones, sobre cómo lograr que aunque pasaran cien generaciones la sangre saiyajin no perdería potencial; sobre las desventajas de quienes nacían con cola, ya que limitaba el desarrollo de la fuerza en híbridos, o sobre cómo modificar las células para evitar que la genética humana fuera más poderosa con el paso de los años.
Todo parecía marchar perfectamente. La familia asumía que tarde o temprano Tampa y Trunks se casarían, pero llevaban más de dos años de noviazgo, uno viviendo juntos y nada pasaba, menos esperar la llegada de algún nieto. En más de una ocasión Bulma trató de sacarle el tema a quien ya consideraba su nuera, pero Tampa la evadía por completo o cambiaba forzadamente el tema. La peliazul sabía que ella amaba a su hijo más que a su carrera, que lo único que le faltaba era formar su propia familia para no extrañar a sus padres que vivían tan lejos de ella, pero la joven bajaba la cabeza, hablaba otra cosa o se escabullía a la habitación de Bra.
-Quiero nietos. No quiero ser una abuela vieja -le dijo un día a Vegeta. Éste permaneció callado mirando la televisión, para variar- No quiero reconocerlo pero presiento que Trunks es el problema, ¿pero qué será?
-A mí me da lo mismo, mientras no deje de lado sus obligaciones.
-¿Hablas de Trunks? Pero si todo marcha bien en la empresa.
-Me refiero a la chica. No quisiera que por ponerse a tener familia se le olviden sus compromisos.
-No seas así, todos tienen derecho a ser felices. Siento que lo único que le falta es ser madre.
-Es la única de esta casa que le han interesado los saiyajin -Bulma lo miró con resentimiento.
-Lo dices como si yo no hubiera contribuido en nada.
- Mujer, tú lo hiciste en lo que sabías. La chiquilla lo hace en las cosas que ella sabe.
-Sí, pero de todas formas creo que ya ha pasado mucho tiempo. Tengo un mal presentimiento.
Bulma no estaba tan equivocada. Una decisión gatilló todo. La excusa era la remodelación del piso de Trunks, pero lo único cierto era que Tampa se iría al país de sus padres por tiempo indefinido. Nadie en la familia Brief pudo creerlo. Habiendo tanto espacio en la Corporación, la perfecta mujer del semi-saiyajin se pudo haber quedado allí, pero sin embargo ella se había marchado sin dar explicación. Bulma se puso firme, si el gran departamento de Trunks se iba a remodelar y la novia se había marchado, el hijo debía volver a casa. Él se negó, prefería quedarse en un hotel o en cualquier lugar que no fuera su antiguo hogar, pero la madre insistió lo suficiente hasta prácticamente obligarlo.
Y así fue como el mayor de los hijos volvía al nido, con la familia interrogándolo innecesariamente, con la hermana menor revolucionada en hormonas, con el padre tan inexpresivo como siempre y con una madre sumamente desconcertada.
-Si quieren saberlo, sí… Tampa y yo rompimos -fue lo único que dijo a la hora de la cena, después de cientos de preguntas sobre la chica que parecía la perfecta para él- Es lo único que les diré, lo demás no les incumbe.
Parecía su padre, tenía el rostro pegado al plato de comida, la mirada seria, sin una pisca de movimiento facial o algo que delatara el pleito que había ocurrido entre la pareja. Bulma en parte lo comprendía, o al menos sabía de dónde venía esa cara. La vio durante años en el padre de sus hijos y prefirió callar. Sabía que si insistía demasiado el chico se cerraría para siempre. Sin embargo, la hermana menor no dejaba reclamar, o de criticarle. Tampa era la única persona en la que realmente había podido confiar, y sentía que nadie había pensado en el daño que le había hecho al resto de la familia, o más bien a ella.
-Sí hermanito, nos quedó claro que arruinaste todo -dijo ella inmediatamente después de Trunks - El hijo mayor, el que nunca se equivoca, el que todo lo hace estupendo, acaba de dejar ir a la única persona que me había caído bien en esta familia -declaró en uno de sus ataques de histeria adolescente- Ahora se nota que no eres tan perfecto como aparentas. Egoísta como siempre, no pensaste en nadie más que en ti. Seguramente ella debe estar llorando ahora mismo, a miles de kilómetros de aquí -Bulma bajó la cabeza en señal de estar pensando lo mismo que su hija menor- ¡Pero claro! A ti eso no te importa, porque en lo único que piensas es en ti mismo. No sé en qué momento se te ocurrió volver a la casa, sabiendo que todos estaríamos en tu contra -el heredero apretó los puños, él tampoco tenía la más mínima intención de volver a la Corporación.
-¡Cállate Bra! -bramó la madre enfurecida. Vegeta seguía con la cabeza enterrada en su plato - Yo fui la que le dijo a Trunks que se quedara. Ésta es su casa también. Y no se irá a ninguna parte porque YO lo digo -la menor de la mesa se levantó de un golpe.
-Eres un cobarde hermanito -sentenció.
-No vine aquí para que me insultaran de esa forma -contestó Trunks mientras Bra corría a su habitación.
-Déjala, no le hagas caso -dijo Bulma tomando la mano del joven para evitar que también se levantara de la mesa- No tienes idea cómo se ha comportado en los últimos meses. Está en una edad muy difícil, nadie le controla el mal humor -dijo mientras observaba de reojo a Vegeta- Sólo recuerda cómo eras tú a su edad. Con la diferencia que por tus conocimientos te graduaste antes y te fuiste al extranjero. A Bra le quedan un par de años en la preparatoria aún, no tiene la madurez para dejar la casa. Trunks volteó la cabeza para mirar a su padre.
-¿Y tú no me dirás nada, para variar? -preguntó Trunks al ver cómo Vegeta había disfrutado del espectáculo sin pronunciar palabra alguna. El padre levantó por primera vez su rostro, miró a su hijo mientras masticaba el último bocado. Tragó lentamente para lograr que su hijo perdiera aún más la paciencia.
-A mí no me interesan tus asuntos. Mientras no le grites a tu hermana o a tu madre me da lo mismo lo que hayas hecho.
-Suficiente, mañana me iré -dijo finalmente el joven.
-Tú no te mueves de aquí -le gritó su madre nuevamente- Mejor que tu padre no opine nada, para variar.
Trunks no tenía más apetito y decidió levantarse también de la mesa. Deseaba irse lo antes posible pero sabía que sería imposible desobedecer a su madre. Estaba resignado a esperar las tres largas semanas en su antiguo hogar, uno del que había huido por pleitos muy similares. Sí. Y es que en el magnífico, guapo e inteligente empresario aún quedaban ciertas heridas que nunca había dejado escapar del todo. Lesiones que también fueron la causa de su rompimiento; traumas que inevitablemente volverían durante su estancia.
-Se nota que nada ha cambiado -sentenció el joven mientras salía de su silla- Tendré que soportar que siempre defenderán a mi hermana y a mí me harán callar.
-¡Pero si a la que hice callar fue a…!
-¡Déjalo! -gritó el patriarca a su mujer- Lo único que demuestra es que sigue siendo un mocoso.
-¡Pero Vegeta!
Ya era demasiado tarde, Trunks había abandonado la habitación.
-No puedo creer que aún tenga esa actitud -dijo Vegeta al quedarse solo junto a Bulma.
-¡Mira quién lo dice! -dijo la mujer levantando una ceja- Como si tú hubieras aceptado de inmediato que yo era el amor de tu vida y que no podías vivir sin mí -dijo mientras reía. Pero inmediatamente su semblante cambió- Trunks sacó tu orgullo, difícilmente querrá contarnos lo que pasó realmente.
-No me refiero a eso. A mí no me interesan esas cursilerías del amor.
-Yo creo que en fondo sí. Tú le tenías estima a esa muchacha.
-El que haya sido la única de esta familia interesada en los saiyajin no tiene nada que ver. Además no me refería a eso, ya te lo dije.
-Y entonces, ¿qué es lo que aún no puedes entender?
-Qué poco observadora eres, Bulma. Después de todos estos años…
-Pero si Tampa se veía tan enamorada.
-Me refiero a Trunks. Y ahora que Bra está insoportable será aún peor.
-¿Ah?
-Él… -dijo elevando su rostro y mirando algún punto fijo hacia la ventana- aún la detesta…
Bulma seguía sin entender a qué se refería su marido. Por una parte justificaba el comportamiento de Bra. Ella misma había pasado por esa etapa de rebeldía a su edad, pero creía tener razones para ello. Sus padres eran demasiado despreocupados, y ella se sentía fuera de lugar. Toda la atención la tenía la empresa, los animales, la casa, la decoración y los postres. Cuando quería ser el tema principal su madre decía que exageraba y su padre sólo reía. Escapó de casa muchas veces, y ni aún así ellos se alarmaron. Al contrario, le decían que estaba bien, que había madurado a corta edad y que podía cuidarse sola. Por eso quería un novio, necesitaba que alguien viviera sólo para ella, a todo momento y lugar. Buscó en la escuela y en la ciudad, pero con su personalidad y belleza los chicos le temían. Esa fue la razón por la que revolvió el cielo y la tierra buscando las esferas del dragón. El tener un hombre no era sólo un capricho, era encontrar una razón para vivir. Pero años después maduró, aceptó a sus padres, que ellos simplemente eran así, era su manera de dar afecto. Fue por eso que cuando se convirtió en madre les dio a sus hijos lo que a ella le había faltado. Siempre estuvo al pendiente de Trunks y Bra, llegando a excederse en más de una ocasión: juguetes, ropa, paseos, viajes y todo el amor que tenía dentro de su ser. Trunks fue un niño sumamente consentido, obtuvo todo cuanto quiso… hasta la llegada de Bra. Ese día su hijo mayor cambió completamente de actitud, de alegre preadolescente a discreto chico de primaria. Pero era de esperarse, una hermana menor es muy diferente a otro varón. No podía competir con ella ni enseñarle a pelear y sus gustos eran totalmente diferentes, Bra era una damita de gran carácter pero sumamente femenina. El único gran cambio es que desde su nacimiento ya no era todo para Trunks, ahora las cosas se debían compartir. Según Bulma esto era natural, parte del proceso de maduración. Trunks no cuidaba ni estaba pendiente de su hermana, pero sí la respetaba… ¿o sólo la evitaba?
-¿Celos? -Vegeta levantó una ceja. No podía creer el tiempo que le había tomado llegar a esa conclusión- ¿Trunks siente celos de Bra?
Intentó hacer memoria mientras terminaba de cenar. El nacimiento de ambos hijos había sido en circunstancias totalmente diferentes. Trunks creció en una época muy difícil para su padre, Vegeta prácticamente no le dirigió la palabra hasta los tres o cuatro años, cuando decidió que era momento de entrenarlo. Ella como madre trató de suplantar al máximo esa falta, pero con Bra la historia fue distinta. Vegeta había aceptado el hecho de tener una familia, eso era cierto, pero fueron años donde la empresa comenzaba a sobresalir. No pudo pasar tanto tiempo con ella como lo había hecho con Trunks. Pero a ninguno de los dos les faltó amor, afecto, atención, simplemente no era posible.
-Es natural que no lo entiendas -le dijo Vegeta al ver como su mujer seguía reflexionando- no tienes idea lo que es tener hermanos.
-¿Y tú sí? No te criaste con Table y ni siquiera sabías que estaba con vida hasta que vino a la Tierra en aquella ocasión.
-Nunca tuve problemas con él directamente, recuerda que lo mandaron a un planeta lejano desde su nacimiento -Vegeta volvió a mirar un punto fijo lejos de los ojos de su esposa- Si un hijo del rey nacía con bajo poder de pelea debía morir. Y a él no lo mataron, lo protegieron, lo enviaron lejos, pero no fue asesinado.
-Hicieron lo mismo que con Goku.
-Se supone que eso no debía pasar con los descendientes de la familia real. Era injusto, Table debería haber muerto, su vida no era digna, pero aún así lo protegieron… eso pensaba. Pero claro, en ese tiempo yo era sólo un chiquillo. Ese tipo de peleas deben ocurrir en la infancia, no es natural que a estas alturas Trunks siga actuando de esa manera.
-Hablaré con él. Está pasando por un rompimiento, esa es la razón por la que debe estar aquí. Su casa no puede ser una guerra, debería ser su refugio. Después regañaré a Bra, no es justo que trate así a su hermano.
-No te metas en esto, no es tu batalla. Ellos deberán arreglar sus problemas por sí mismos.
Trunks cerró la puerta de su antigua habitación con brusquedad y caminó a oscuras hasta el lugar donde se encontraba su mesa de estudio. Se sentó apoyando los codos en la mesa y envolvió la frente con sus manos, como lo hacía cada vez que necesitaba descansar. Tenía la vista perdida en la madera caoba del escritorio donde la laptop que permanecía cerrada. No era sólo por Bra, Tampa, ni por su padre o su madre, era él mismo. Sabía que en algún momento tendría que enfrentar algo así, pero sentía que no estaba preparado. Tres semanas, era demasiado tiempo. Por más trabajo que pudiera distraerlo sabía que en cualquier momento iba a lanzar verborragias de las que después se arrepentiría. Más encima Bra estaba simplemente incontrolable, ¿cómo se atrevía a gritarle de esa forma? Antes sólo eran chillidos por cambiar el canal de la TV, porque quería jugar a las damas del té o simplemente porque quería aprender a pelear, cosa que nunca le iba a enseñar, ¿cómo darle además ese beneficio? Era lo único de lo que podía sentirse orgulloso y de lo único por lo que era valorado. Ahora no eran sólo pataletas y gritos sin sentido, esta vez se sumaron las palabras hirientes y los comentarios hostiles. Era dar justo en el blanco de su mayor dolor, uno del que escapó cuando fue aceptado en una universidad al otro extremo del planeta. No quería explotar, no quería el jaque mate, menos tener que confesar la verdad.
La luna no iluminaba su habitación ni se oía música desde la pieza de su hermana, eso era un alivio. Verse a sí mismo de manera tan vulnerable era vergonzoso, y escuchar esos grupos románticos o chillones a todo volumen era aún peor. Ni siquiera en gustos musicales se parecía a su hermana, en realidad no tenían nada en común que no fuera la sangre y los padres. Prendió la computadora buscando distracción, pero encontró dos correos de la persona que lo acompañó por tanto tiempo. Tampoco podía ignorarlos, ella le prometió avisar cuando llegara a Capital del Oriente. Todo parecía marchar bien, se había reunido con sus antiguos suegros y en unas horas saldrían a cenar. Era tan extraña a veces, a pesar de la discusión y la decisión de alejarse, ella seguía preocupándose por él. Más encima tenía el descaro de entender perfectamente por lo que estaría pasando en esos momentos: "Bra se compró unos audífonos polarizados. Los únicos oídos que se van a reventar serán los de ella". No pudo evitar sonreír. Lo conocía más de lo que él se conocía a sí mismo. Sabía que si escuchaba los estruendos musicales de Bra discutiría con ella nuevamente. Leyó el resto del mail más seriamente. Al parecer no tenía intenciones de volver pronto ni menos de seguir escribiéndole hasta que las cosas se calmaran. El otro correo de Tampa no lo tocó, no era hora de revisarlo. Cerró la computadora portátil, necesitaba un descanso y un bocadillo. La noche era el único momento del día en que la casa no giraba en torno a Bra Brief. Salió de su habitación y bajó la escalera en silencio para no hacer ruido.
Bulma no podía dormir. Intentaba buscar la razón de por qué sus hijos no se llevaban bien. ¿Por qué no se dio cuenta antes? Vegeta parecía notarlo desde siempre y eso le molestó aún más. Pero lo que no lograba comprender era a Trunks. Tuvo todo lo que quiso en cada parte de su vida. Una educación privilegiada, una inteligencia evidentemente superior a la de Bra, muchísimos títulos universitarios, en fin, no tenía nada que envidiarle a su hermana. "Celos". Esa palabra resonaba en su cabeza intentando llegar a conclusiones que simplemente no aparecían. Para ella los celos surgían cuando no le prestaban atención, cuando no era el centro del banquete, cuando perdía protagonismo, y Trunks siempre había sido el mayor, el más valorado, el guerrero que protegió la Tierra, el que se convirtió en supersaiyan siendo apenas un infante y el exitoso hijo que nunca había dado problemas. Tenía que haber algo más allá, el problema de su hijo sólo debía deberse a su rompimiento. Sí, seguramente esa discusión fue grande, aunque le extrañaba porque Tampa parecía una mujer sumamente calmada. Algo le debe haber dicho, algo que destruyó su orgullo, algo que desató en él esos sentimientos infantiles que ahora salían a la luz. No tenía razones para sentir envidia, incluso ella misma llegó a sentir celos de sus hijos. La dedicación y el amor incondicional, la eterna atención y un amigo tan cómplice como Goten. Sí, ella también sentía celos de Trunks. Había conocido a Goku y se había convertido en su gran compañero de aventuras, pero no era una chica. El pequeño con cola de mono era divertido, la razón de sus aventuras, pero no un amigo al nivel de lo que había vivido su hijo.
Esa niñez tan simple, un planeta en tiempos de paz, un padre que lo entrenó y lo dejó listo para la batalla, él nunca lo tuvo. Vegeta había pasado por una infancia sumamente traumática. Fue criado por esclavos de Freezer y por ese grandote calvo que era lo único de clase alta que había quedado de su raza. Su linaje había muerto, jamás sería príncipe ni rey, su raza había sido exterminada, no tenía poderes suficientes y su orgullo era siempre reducido a cenizas al darse cuenta de la gran cantidad de poderes que tenía el tirano que lo había dejado con vida. Muchas veces prefirió la muerte, ¿por qué no estuvo en la destrucción de su planeta? En cambio sus hijos nacieron en una época distinta. Tenían quién los defendiera, quién diera su vida por ellos, tenían a Bulma para el amor de madre y la protección de su padre. Sí, Vegeta también tenía celos, y era la principal razón por la que no quería meterse en el pleito de Trunks y Bra. Tampoco podía dormir, sentía a su mujer revolcarse entre las sábanas, él en cambio se mantuvo quieto. No debía comportarse igual que los débiles terrícolas. Pero aún así, encontraba inconcebible esa actitud tan infantil de ambos, siendo que ellos tuvieron lo que él nunca pudo tener.
Antes era entrenar por ser el más fuerte, "tienes el deber de continuar mi legado", de ser el más fuerte de la segunda generación de los saiyajin. Le hizo caso, quería que estuviera orgulloso de él. Era mejor que Goten, entrenaba más que él. Aunque fuera su mejor amigo también era su rival. La generación de enemistad entre guerreros de sangre pura había acabado, pero él de todas formas tenía el deber de ser mejor que los Son. Así lo quería su padre, nunca quiso decepcionarlo. En el fondo quería su aprobación, era la manera de sustituir el amor que nunca obtuvo de él. Pero nació Bra. Cada entrenamiento era por superar a su padre, por ser mejor que él, en parte por ser el siguiente que defendiera a la Tierra. Pero cuando llegó su hermana el discurso cambió. "Debes proteger a tu familia, a tu hermana". Hablaba del futuro, porque mientras el príncipe de los saiyajins estuviera con vida protegería a todos, eso incluía a su madre. Eso significaba que el entrenamiento ya no era por las razones de la raza, no era por ser un saiyajin, era por la vida de Bra. Él cambió tanto después de su llegada, era distinto con ella. Nunca le exigió lo mismo que a ella, jamás le pidió nada, ella podía hacer lo que quería. Bra podía besarle, abrazarle, decirle lo mucho que lo amaba. Pero si él se atrevía a hacerlo era signo de debilidad, el hijo debía ser igual al padre, pero Vegeta también olvidó al aquel fuerte y orgulloso guerrero. Pasó a ser un padre, uno que en el fondo siempre quiso, que hacía lo mismo que los de sus amigos en la escuela. Pero al hijo mayor, al heredero, no se le permitían las cursilerías de los demás. Bra podía expresar sus sentimientos pero él no. Por eso calló, por eso dejó de sonreír. En el fondo deseaba poder decirle lo mucho que lo amaba, que lo admiraba. Pero no estaba destinado que el primer hijo varón de un saiyajin demostrara sus sentimientos. Su padre lo quería tan fuerte como él, por eso se volvió hostil, por eso calló, por eso dejó esa actitud que era tan característica cuando era niño. ¿Por qué Bra pudo abrirse con él de esa forma? Mientras fue creciendo su padre ya no le interesaba tanto el entrenamiento, era suficiente con él, más que mal, la Tierra estaba en paz. Trunks decidió entonces refugiarse en los estudios, parecía la única forma de mitigar su dolor más íntimo. Su madre le dio todo el apoyo en ese ámbito. Y cuando quiso irse a estudiar al otro extremo lo aceptaron, a su madre le extrañó, pero lo aceptó.
Trunks llegó a la cocina por fin, había pensado demasiado para tan corto trayecto. Le extrañó ver la luz prendida, era el único resplandor que aún sobresalía en la Corporación pero supuso que a sus padres se les había olvidado. Simplemente caminó hacia el refrigerador. Pero ahí estaba ella, sentada en la mesa donde habían discutido, la causa de sus últimas reflexiones, la guinda de la torta, la protagonista de todos los espectáculos.
Ella lo miró con resentimiento, como si hubiera escuchado en voz alta todos lo que había dicho su mente. Pero su rostro, era como si se sintiera culpable de un crimen que no había cometido. No dijo una palabra, él tampoco lo hizo. Trunks caminó hacia el refrigerador y tomó lo primero que encontró. Ella se mantuvo alerta de sus movimientos, con la vista fija en su hermano mayor. No le deseó las buenas noches como siempre lo hacía cuando era pequeña. Tomó el pequeño trozo de carne que había quedado de la cena, un vaso de jugo y se dio vuelta para volver a su habitación.
