-Déjalo estar, Peridot.
Las palabras-amargas, deprimentes-que había dejado caer tan de pronto el que una vez fue su amigable y positivo amigo, la hicieron detenerse de forma abrupta. Acallando sus movimientos bruscos contra el viento y las malas palabras que lanzaba-además-frente a las figuras imaginarias de los tres muchachos; considerados "geniales" por el resto, pero "tontos" por ella.
-Siempre es lo mismo-Ronaldo veía el cielo estrellado, aun casi oscuro por la neblina, desde el borde del acantilado. Arropado sobre sí mismo como cuando era niño y Lars comenzó a burlarse de él-… No importa lo que haga, siempre-agachó la cabeza; cubrió de golpe su boca con los codos (enredados entre sí)-… vence la realidad y tengo que despertar de todo lo que me hace feliz…
Haciéndose entonces el silencio prolongado, Peridot suspiró, pisoteando los hierbajos bajo sus pezuñas alienígenas (de parecido color a estas, de hecho), sintiéndose incapaz de animar o ser animada de su furia y frustración. Podría enviar fácilmente sus drones a acabar con la vida de los responsables de aquel panorama… Pero rápidamente comprendió que Steven (bueno, no solo Steven…) se enfadaría con ella y ya podría decirle adiós al granero, sus inventos y-especialmente-a Lázuli.
La ira invadía cada vez más su corazón, obligándola a no solo pisotear, sino también a aniquilar aquellas simples plantas que-como no-no eran capaces de defenderse ante el poder destructor de la gema iracunda.
-¡Esto es un asco!-profirió finalmente, lanzando la bola de papel en el que se había convertido aquel cartel. Aquel cartel que anunciaba premios, un concurso, participantes… Aquel cartel que los unió a ambos en busca de monstruos que solo resultaron humanos-¡simples humanos!-disfrazados que se reían a sus espaldas.
Ronaldo le echó un vistazo fugaz: la pequeña infló sus mofletes y de culo en el suelo tocó, simplemente gimiendo incoherencias y bravuconerías.
El joven tampoco evitó bufar, como anteriormente ella había actuado. Levantándose de su lugar para quedar a su costado, en una posición similar que desprendía un sentimiento ácido.
El letrero había quedado debajo sus nalgas; prácticamente destrozado por la rabia de Peridot, que aún continuaba rezumando, maldiciendo:
-Primero mis drones les perseguirán hasta que lleguen a la punta más alta de este dichoso planeta. ¡Luego! Me aseguraré bien de que me rindan culto, ¡A mí! ¡A la gran Peridot! Antes de patearles el trasero a esos tontos… ¡Pero no me pienso olvidar de-
Ronaldo dejó de lado su depresión para reírse. Al principio bajo, pero después saltando a carcajadas que asustaron a la de menor tamaño, pidiendo explicaciones y rezando porque no fuera una de aquellas aneurismas-de las que hacía poco había oído hablar-.
-¡Peridot-chilló el muchacho, llorando (Peridot desconocía si de risa o tristeza)-, eres estupenda! ¡La mejor amiga que he tenido!-el rostro de la alíen fue haciéndose pequeño, sonrosado de oscuro-¡Eres… Eres mi mejor amiga!
-¿A-se encontraba confundida. Ella podía llegar a ser nerviosa, pero no lograba comprender tales comportamientos-… ¿¡A qué viene todo esto!?
Pero Ronaldo dejó de lado las palabras, dándole palmadas en la espalda de forma amistosa a pesar de sus quejas.
Era igual que él (¡incluso con su asertividad!).
