EL RUSO MÁS FEO
Hacía media hora atrás que el reloj del buró al lado de la cama había marcado la alarma, 7:00 a.m. fue la hora; lástima que el hombre que la había fijado aún luchaba con poder levantarse o más bien contra el reloj para que se callara. Claro que se hizo tarde, al menos tomar una ducha con agua fría no fue el problema, no diremos lo mismo de aquel "desayuno" consistido en solo un trozo de pan acompañado con un vaso de leche gracias a la falta de vodka.
El elevador no estaba funcionando y su apartamento se encontraba en el 5to piso, pero vamos que eso no era nuevo, desde que llegó no servía. Bajó las escaleras lo más rápido que pudo, claro que no había sido buena idea haberse llevado un saco encima de una camisa de mangas largas ¿Recuerdas? Ya no estás en Rusia, le decía su subconsciente. Al menos el autobús se tomaba frente al edificio, al parecer tendría suerte en tomarlo pues no se veía muy lejos…
Esperen, no tan de prisa, que al parecer este hombre no tiene eso que se llama "suerte" y apenas notaba que no traía su portafolio. Ninguna se las maldiciones que masculló le salvó de regresar a su piso subiendo de nuevo aquellas infernales escaleras, al menos ejercicio si había hecho ese día.
Fatigado, molesto, con hambre y con su rostro rojo a más no poder gracias al esfuerzo físico, se encontraba por fin en la parada del autobús. Al menos lo tomó pronto, lo malo fue que estaba más lleno que un auto en días de auto sardina de ciertos parques de diversiones. Esperemos que en su entrevista de trabajo no se fijen mucho en el olor corporal.
Llegó después de 30 minutos en ese autobús que para él terminó siendo un sauna rodante.
Allí estaba, frente a las oficinas del congreso de Naciones Unidas en España, donde una posible plaza como asesor de asuntos externos le esperaba. Podía valer la pena el hecho de no estar en Rusia y de aquella serie de eventos desafortunados como dicen "por ahí".
Se apresuró a la entrada del lugar donde un guardia que parecía luchador de sumo en vez de... ¿Guardia? Le detuvo el paso.
-Permítame su identificación -Ordenó el guardia, que miraba con curiosidad al hombre.
Se buscó entre sus ropas la identificación pero no la encontró, tampoco en su portafolio y nuestro luchador de sumo uniformado parecía desesperarse. ¡Oh, sí! Su identificación estaba en el bolsillo del saco que usaba al salir de su piso, pero que dejó al verse obligado a subir de nuevo y claro, gracias al calor.
-Y yo creía odiar más el frío -Masculló nuestro hombre sin suerte.
-Si no la trae no puede pasar -Objetó el "guardia".
-Tengo programada una entrevista, Iván Braginski es mi nombre y...
-Felipe Muñoz el mío -Contestó el guardia- Mucho gusto señor, pero no puede pasar. -Vaya que no solo luchador de sumo y guardia, sino comediante resultaba ser aquel hombre.
Era lo único que le faltaba, perder la entrevista por solo no tener su identificación, bueno, casi por nada.
*******
-Evidentemente no puede ser ninguna de esas mujeres que tú escogiste, idiota -Decía un chico de cabello castaño y ojos del mismo color, que parecía estar de mal humor mientras hablaba por teléfono - No Francis, esas mujeres embelesaron más a Antonio, tenemos que encontrar a alguien para nada agraciada, que sea fea, que use lentes, tenga frenos y sea... ¡Hombre! - gritó aun con el teléfono en el oído, al parecer por su acento, era italiano.
Iván seguía tratando de convencer en vano al guardia. Se dio la media vuelta e iba a retirarse cuando fue interceptado por aquel joven castaño que hablaba por el teléfono.
-¿Ocurre algo? -Preguntó éste, mirando de reojo al guardia mientras trataba de mostrar su mejor cara a Iván.
-Éste hombre dice que viene a una entrevista, pero sin identificación no puede pasar –Respondió el guardia.
-¡Ya veo! Es usted el recomendado al puesto, muchos gusto mi nombre es Lovino Vargas y créame que lo estaba esperando -Mencionó el italiano con un brillo peculiar en sus ojos que Iván no pudo descifrar.
No importó mucho, ya que ese hombre fue su pase de entrada a la entrevista. Lo condujo hasta el interior del edificio, llegando primeramente a lo que parecía ser la recepción.
-Tómale su datos Francis y lo haces pasar a la oficina de Antonio, él es el indicado -Habló el italiano a un hombre de cabello medianamente largo y rubio, de ojos azules y algo distraído con una revista de moda. -¡Francis! -Gritó Lovino a lo que el pobre hombre alzó la mirada algo asustado.
-Oh querido, casi me provocas un infarto -Contestó aquel rubio con un acento francés, y bueno… estaban en un congreso de Naciones Unidas, que hubiera extranjeros allí debía ser normal.
-Idiota -Masculló Lovino, soltando un pesado suspiro mientras Iván les miraba con cierta indiferencia -He dicho que le tomes los datos y lo pases con Antonio -Dijo malhumorado mientras señalaba a Iván.
-¿Quién es el...? -Iba a preguntar, cuando giró un poco su mirada y vio a aquel hombre de casi dos metros (Claro, según su exagerado ser) de nariz prominente y cabello "desteñido" -Oh querido, en serio que me quieres matar con estos sustos y al parecer no solo a mí sino también a Antonio -Decía el francés con cierto o muy evidente desapruebo hacia Iván, cosa que a él le importaba muy poco.
-Sí, así no se le acercará nadie, está bien y anda a trabajar - Indicó Lovino mientras se retiraba dejando a aquellos hombres.
-Por eso Antonio le rehúye, con ese genio hasta yo... Aunque no negaré que es hermoso -Decía con una sonrisa de lado a lo que Iván se limitó a carraspear para que aquel hombre se apresurara en su trabajo. No fue precisamente lo más rápido del mundo, pues a cada momento ese francés saludaba a cualquiera que veía pasar, más que saludar parecía estar coqueteando pero al fin de cuentas le tomó los datos y lo anunció a con el dichoso Antonio.
*******
-Al parecer Lovino se tomó muy en serio lo de conseguirte secretaría ¡Ja! -Comentó burlón un hombre albino sentado frente al escritorio del "dichoso Antonio" mientras giraba de vez en vez en su silla.
-Ni me digáis tío, que eso de conseguir secretaria se ha vuelto un dolor de cabeza -Mencionaba Antonio, un hombre joven de ojos verdes, cabello castaño y español en regla.
-No le hagas caso, el grandioso Gilbert -Nombre del albino, cabe mencionar- Te conseguirá a una MUY buena secretaria.
-Eso veremos tío, de momento andad que tenéis que irte, tengo que recibir a ese tal Iván Bra... Bra... Branoséqué. -Comentaba rebuscando entre sus papeles un bolígrafo que traía prendido a su saco.
-Suerte con el secretario ¡Jajaja! -Se burló el albino, que si sirve de reseña era alemán y mejor amigo de Antonio.
Abandonó la oficina y echó un vistazo a su alrededor para ver antes que su amigo a ese tal Iván, pero al escuchar un acento francés acercarse, mejor salió lo más rápido posible de aquel lugar.
Francis Bonnefoy, el "curioso" por no decir más, recepcionista, después de anunciar a Iván lo acompañó hasta la oficina del español, dejándolo ahí, retirándose en seguida, sin prestarle más importancia.
Antonio seguía buscando el bolígrafo sin prestar atención al recién llegado, Iván por su parte se acercó cauteloso sin darse cuenta de la mesa de cristal que estaba a su paso. Chocó con ella haciendo caer el cristal que solo estaba sobrepuesto. El ruido del cristal rompiéndose sacó a Antonio de su infructuosa búsqueda, mirando el desorden en el piso mientras Iván se sobaba la rodilla con la que había golpeado la mesa.
-Lo siento... No he visto la mesa.
-No importa tío, si os dijera las veces que yo la he tirado no terminaría nunca -Río el moreno mientras encontraba por fin su bolígrafo aun sin mirar a Iván. -Tome asiento, Iván Bra...
-Braginski -Añadió Iván mientras se sentaba, mirando todo menos al español.
-Vale gracias, pero es que vuestro apellido es complicado y... ¡Madre mía!-Se quedó con la palabra en la boca mientras por fin sus ojos se paseaban en aquel hombre de casi dos metros y blablabla... Y bueno, cabe destacar que Antonio no era la prudencia andando. Río levemente mientras se rascaba la nuca y desviaba su vista al currículum que Iván le entregaba.
-Veamos... tenéis un doctorado en asuntos exteriores, además de economía y... -De nuevo se quedó mudo pues ver tanto en aquel currículum para alguien que solo sería secretario era de no creerse -Tío pero si estáis más preparado que yo como para querer este trabajo.
-Creo que es un trabajo acorde -Mencionó con aquella suave voz, pero que por el acento ruso hasta podía sonar severo.
Era una broma para Antonio ¿cómo estaría acorde un trabajo de secretario para un tipo como él? ¿Qué vendría luego? Francis yendo desaliñado al trabajo, Gilbert siendo pesimista y Lovino siendo amable, El mundo sí que estaba loco.
-Vale... -Contestó Antonio aun incrédulo ante lo que pasaba, en verdad que Lovino había ido lejos con su terquedad de conseguirle secretaria, pero esta vez le demostraría que lo que hacía no le afectaba, aun si no fuera así y deseara a una monumental secretaria en lugar de un hombre joven aunque poco agrasiado, que parecía tener un excelente historial académico en su carrera y haber estudiado en una buena universidad rusa, que hasta cierto punto daba miedo. Aceptaría a Iván y seguiría el juego del italiano, además que podía pasar si solo era su secretario ¿No?
-Tenéis el trabajo tío, mañana tenéis que presentarte a las 8:00 am ¿Vale? Si tenéis alguna duda mañana la aclaramos, de momento si queréis agradecer a alguien vuestro empleo hacedlo con el licenciado Vargas -comentó acomodando el currículum de Iván mientras se sonreía maléficamente y luego sonreía "amistosamente" al ruso, el cual no pudo más que pensar que todos en aquel lugar eran raros.
Gracias por leer, dejen manita arriba, reviews... Etc (?)
