Disclaimer: Devil may cry no me pertenece ni ninguno de sus personajes.

Yaoi _ DantexNero_ ¡Advertidos estáis!


SUBLIMINAL.
Introdúzcame.

...

Es primavera. Los pájaros cantan, el sol brilla en todo su esplendor y algo más que problemas florecen en Devil may cry.

"No puede ser que aun debiéndome lo que me debes seas incapaz de hacerme un favor" —gritaba Lady en dirección a Dante.

"Ya te lo dije" —respondía él a ojos cerrados, medio suspirando y de muy mala gana—. "No convertiré esta oficina en una guardería. Ya es más que suficiente con Patty."

La aludida levantó la vista de su libro: "Déjalo quedarse a jugar. Me viene bien algo de compañía de vez en cuando."

Dante echó una mirada rápida al motivo de aquella faena, Nero. Cruzado de brazos en el sofá con las cejas muy juntas en un mohín compungido. No cambiaba nada ¿Eh? —"¿Qué obtengo a cambio?" —preguntó.

"Conservar tu trasero"

Hubo silencio. El mayor de los cazadores se llevó las manos a la cabeza. Debió saber que su pregunta estúpida le conduciría a un callejón sin salida. Cómo adoró eso. Tragó saliva y denotando un aire extraño entre la resignación y la burla murmuró: "Uh, me has convencido."

"Bien" —metió baza Trish—. "Ya comenzaba a exasperarme lo improductivo de este encuentro. ¿Vienes Lady? Entre más rápido partamos, más rápido llegaremos. Hay mucho por hacer y nosotras aquí."

La morena asintió. Tenía razón, Dante cuidaría del chico quisiera o no. No se trataba de favores, aquel demonio le debía media vida en billetes.

"Pórtate bien Nero" —había dicho la rubia antes de salir.

"Cuídalo mucho, Dante" —sentenció la otra.

Los dos hombres mayores se quedaron perplejos cuando la puerta se cerró delante de sus caras. Patty por su parte, esbozó una sonrisa.

Dante respiró por fin esa tarde. Si bien era un demonio de metro noventa, musculado hasta los pelos… tenía miedo de dos mujeres que exudaban más sensualidad que terror.

¡Mejor no hacerlas enojar!

Se dirigió a su escritorio y se lanzó a la silla perezosamente.

Morrison aprovechó la conmoción del momento para aventarle la carpeta que sostenía. —"No seas holgazán demonio, que tienes trabajo" —Dante bostezó fastidiado—. "Debes echarle un ojo a ese bar, ¿recuerdas?"

"Ah… sí, es una lástima que Lady me haya puesto de niñero. Nada que hacer, estoy ocupado."

"Nada de eso" —exclamó inesperadamente Patty—. "Puedo cuidarme sola."

A Morrison le causó gracia el comentario. Dante ya tenía una revista en la cara para ese entonces, pero ciertamente la chiquilla había logrado llamar su atención. Asomó un ojo: "¿En serio, Patty? ¿Te cuidarías a ti y al chico por mí?"

De reojo advirtió que Nero pegaba un brinco indignado. Patty se había vuelto, confusa.

"¡No puede ser, es otro Dante!" —pensó ella, y con certeza era la versión mejorada. Misterioso, calmado y atractivo—. "A cambio de un helado, lo cuido a él y a la casa."

Los dos se sonrieron en miradas cómplices. Morrison estuvo a punto de carcajearse también pero entonces una voz alterada a sus espaldas les tomó por sorpresa.

"Yo también voy" —Nero estaba de pie ahora en el rincón. Había hablado con la obvia intención de salvar lo poco que quedaba de su pisoteada dignidad.

"¿Has oído bien a Morrison, muchacho? Ha dicho: BAR. Mujeres, fiesta, cerveza… ya sabes…" —hizo un pequeño gesto de entendimiento—. "Cosas de adultos."

"¿Me has oído bien a mí, abuelo?" —se defendió—. "He dicho: Yo también voy."

Patty se cubrió la boca para no reír. Nero era adorable.

"Lo has visto, ¿eh? Morrison"

"Todo un poema."