Los personajes son de Stephenie Meyer, y esta historia es una adaptación que tendrá ligeros o tal vez bastantes cambios con respecto a la original.
Disfruten c:
El día 11 de enero de 2011, Isabella decidió que había -¡por fin!- llegado el momento de suicidarse. Limpio cuidadosamente su cuarto, alquilado en un convento de monjas, apago la calefacción, se cepillo los dientes y se recostó en la cama.
En la mesita de noche coloco las cuatro cajas de pastillas para dormir. En vez de triturarlas y mezclarlas con agua, resolvió tomárselas una a una, ya que existe una gran distancia entre la intención y el acto, y ella quería tener la libertad de arrepentirse a medio camino. Mientras, con cada pastilla que engullía se sentía más convencida: al cabo de cinco minutos, las cajas estaban vacías.
Como no sabía exactamente cuánto tiempo tardaría en perder la conciencia, se había llevado a la cama una revista francesa, Homme, número de aquel mes, recién llegada a la biblioteca donde trabajaba. Si bien no tenía especial interés por la informática, al hojear la revista se topo con un artículo sobre un juego para computadora.
Comenzó a pensar en que pasaría cuando la gente se diera cuenta, aun que no tenía nadie que la extrañara particularmente. Su madre, Renee Swan, había sido en vida la mejor persona, siempre preocupada por los intereses de su hija, toda una madre abnegada. Y su padre, Charlie, aunque nunca demostró abiertamente sus sentimientos (o muy seguido) las pocas veces que lo hacía, quedaba tan claramente cuanto la había amado. Desgraciadamente el destino había sido cruel con la pequeña Isabella, pues le arrebato a sus padres en un accidente de tráfico provocado por un hombre ebrio (que irónicamente había sobrevivido) a la corta edad de 12 años.
Ella termino en viviendo en un convento, ya que al ser un pueblo pequeño, Forks Washington específicamente, no muchos niños quedan huérfanos de ambos padres, y al no tener sus padres tampoco familia había quedado sola en el mundo.
Disparos, caídas de un edificio, ahogamiento, nada de esto cuadraba con su naturaleza femenina. Las mujeres, cuando se suicidan, escogen medios mucho mas románticos, como cortarse las venas o tomar una dosis excesiva de comprimidos para dormir. O al menos eso era lo que ella había leído, pues Isabella solo había tenido una debilidad en su vida y esa, habían sido los libros. Las princesas abandonadas y las actrices de Hollywood han dado varios ejemplos de ello.
Isabella sabía que la vida era una cuestión de esperar siempre la hora justa de actuar. Y así fue: dos amigos suyos (o conocidos tal vez pues, nunca tuvo la habilidad de desarrollar relaciones con las personas) sensibilizados por sus quejas de que no lograba dormir, consiguieron –cada uno- dos cajas de una droga poderosa que utilizaban los músicos de un cabaret local. Bella dejo las cuatro cajas sobre la mesita de noche durante una semana, enamorando a la muerte que se aproximaba y despidiéndose, sin sentimentalismo alguno, de aquello que llamaba Vida.
Ahora estaba allí, contenta de haber ido hasta el final y fastidiada por qué no sabía qué hacer con el poco tiempo que le restaba. Volvió a pensar en el absurdo que acababa de leer: ¿Cómo es que un artículo sobre computadora puede con una frase tan idiota: ¿Dónde está Eslovenia?
Como no encontró nada más interesante en que ocuparse, resolvió leer el artículo hasta el final… y descubrió que tal juego había sido producido en Eslovenia –ese extraño país que nadie parecía saber donde se encontraba, salvo quienes allí vivían-, debido a que la mano de obra era más barata. Algunos meses antes, al lanzar el producto, la fábrica francesa dio una fiesta para periodistas de todo el mundo en el castillo de Bled.
Isabella recordó haber escuchado algo respecto a la fiesta, que fue un acontecimiento especial en la ciudad, no solo por el hecho de que el castillo fue recordado para aproximarse al máximo del ambiente medieval, sino también por la polémica que siguió a la prensa local: había periodistas alemanes, franceses, italianos, ingleses, españoles, pero ningún esloveno había sido invitado.
El articulista de Homme, que era la primera vez que visitaba Eslovenia, desde luego con todo pagado, resuelto a pasar el tiempo cumplimentando a otros periodistas, diciendo cosas supuestamente interesantes, comiendo y bebiendo de oquis en el castillo, había optado por entrar en materia con una ocurrencia que había agradado mucho a los sofisticados intelectuales de su país. Incluso contaría a sus amigos de la redacción algunas historias no verídicas de las costumbres locales o del modo rudimentario como se visten las mujeres eslovenias.
Allá el. Isabella estaba muriendo y sus preocupaciones tenían que ser otras, como si existe vida después de la muerte o cuando seria encontrado su cuerpo. De todas formas, o tal vez justamente por eso, por la importante decisión que había tomado, aquel artículo la estaba incomodando.
Miro por la ventana del convento que daba a la pequeña plaza principal de Forks. "Si no saben donde esta Eslovenia, Forks tiene que ser un mito", pensó. Como la Atlántida o Lemuria, o los continentes perdidos que pueblan la imaginación de los hombres. Nadie comenzaría un artículo, en ningún lugar del mundo, preguntándose donde estaba el monte Everest, aunque no hubiera estado allí.
Fue entonces cuando Isabella descubrió una manera de pasar el tiempo (ya que habían transcurrido diez minutos y aun no notaba diferencia en su organismo). El último acto de su vida sería una carta que explicara, de una manera razonable, que también había un pequeño lugar llamado Forks y que nadie hacia gran acontecimiento de ello.
Dejaría la carta con la nota de su suicidio. Por lo demás, no daría ninguna explicación acerca de los verdaderos motivos de su muerte.
Cuando hallaran su cuerpo concluirían que se había suicidado porque nadie sabía dónde estaba el lugar donde ella había nacido. A Bella le pareció graciosa la idea de si causaría polémica o no en los periódicos locales, con gente a favor pero, mayormente en contra de su suicidio en honor de la causa nacional. Y quedo impresionada con la rapidez con que había cambiado de idea, ya que momentos antes pensaba exactamente lo opuesto (cuando el mundo y los problemas geográficos no le merecían respeto).
Escribió la carta. Aquel momento de buen humor hizo que le vinieran otros pensamientos acerca de la necesidad de morir, pero ya había tomado las pastillas: ya era tarde para regresar.
Como quiera, ya había tenido momentos de buen humor como aquel y no se estaba matando por que fuera una mujer triste, amargada, viviendo en constante depresión. Había pasado muchas tardes de su vida caminando, alegre hasta donde podía, por los bosques de Forks o mirando desde la ventana de su cuarto del convento como caía la nieve. Cierta vez se paso casi un mes flotando entre nubes en la plaza del pueblo por que un hombre extranjero le había dado una flor.
Pensaba que era una persona por completo normal. Su decisión de morir se debía a dos razones muy sencillas y tenía la certeza de que si dejaba un papel explicativo mucha gente concordaría con ella.
La primera razón: todo en su vida era igual y, una vez que pasara su juventud todo seria decadencia: la vejez comenzaría a dejar marcas irreversibles, llegarían las dolencias y los amigos se irían. En fin, continuar viviendo no conducía a nada; al contrario, las posibilidades de sufrimiento aumentaban mucho.
La segunda razón era mas filosófica: Isabella leía los periódicos, veía televisión y estaba al corriente de lo que pasaba en el mundo. Todo estaba al revés y ella no tenia modo alguno de remediar aquella situación, lo que le daba una sensación de inutilidad total.
De allí a poco, por lo demás, tendría la última experiencia de su visa y esta prometía ser diferente: la muerte. Escribió la dichosa carta, hizo a un lado el asunto, y se concentro en cosas más importantes y mas propias para lo que estaba viviendo –o muriendo- en aquel instante.
Trato de imaginar cómo sería morir, mas no consiguió llegar a ningún resultado. De cualquier modo, no tenía que apurarse por eso: lo sabría en pocos minutos.
"¿Cuántos minutos?"
No tenía idea. Pero estaba encantada con el hecho de que ya conocía la respuesta a lo que todos se preguntaban: ¿Existe Dios?
Al contrario de mucha gente, esta no fue la gran discusión interior de su vida. En el antiguo régimen comunista, la educación oficial decía que la vida concluía con la muerte, pero ella siempre había pensado que había algo más. La generalización de sus padres siempre fue frecuentar la iglesia, rezaba oraciones y realizaba peregrinaciones y tenía la más absoluta convicción de que Dios les prestaba atención.
A los 24 años, después de haber vivido todo lo que le había sido permitido vivir, Isabella tenía casi la certeza de que todo concluía con la muerte. Por eso había elegido el suicidio: libertad en fin. Olvido para siempre.
En el fondo de su corazón, con todo, también tenía cierto temor ya que la mayoría de las culturas y religiones manifestaban que el suicidio era un pecado: el hombre debe luchar para sobrevivir siempre y no rendirse. La raza humana tiene que procrear. La sociedad precisa de mano de obra. Un matrimonio necesita una razón para estar juntos, incluso luego que ha dejado de existir el amor, y un país necesita de soldados, políticos y artistas.
Si Dios existe, y yo sinceramente lo creo, espero que hay un límite para la comprensión humana. Por alguna razón el mundo vive hay confusión, donde hay miseria, injusticia, codicia, soledad. Espero que Dios entienda mis motivos, aun si para los demás son totalmente estúpidos
Isabella empezó a sentir una leve nausea, que rápidamente fue creciendo. En pocos minutos ya no podía concentrarse en nada. Sabía que era verano, eran como las cuatro de la tarde y el sol se estaba poniendo rápido. Sabía que las demás personas continuarían viviendo. En aquel momento un chico pasaba por delante de su ventana y miro, sin ni por asomo tener la menor idea de que ella estaba a punto de morir. Bella siguió mirando por la ventana así podría mirar hacia el cielo, pues pensaba que sería un buen recuerdo de esta vida. Percibía que el fármaco ya estaba haciendo efecto: ese chico seria a la última persona que vería.
El sonrió y ella decidió devolverle la sonrisa: no tenía nada que perder. El saludo y ella fingió que estaba mirando otra cosa; al cabo, el muchacho quería ir demasiado lejos. Desconcertado, continúo su camino, olvidando para siempre aquel rostro de la ventana.
Pero Isabella se puso contenta, una vez más, de que las caras de las monjas no serian lo último que ella se llevaría. No era por carencia de amor que se estaba suicidando, a pesar de estar sola en el mundo, ni por problemas financieros o por algún mal incurable.
Bella decidió morir aquella bonita tarde de Forks, con un cielo parcialmente nublado, aunque se alcanzaba a ver bastante el sol (cosa extraña). Estaba contenta de que no tendría que ver las mismas cosas durante treinta años más, cuarenta o cincuenta, pues perderían toda su originalidad y se transformarían en la tragedia de una vida donde todo se repite y el día anterior es siempre igual al siguiente.
El estomago comenzaba ahora a revolvérsele y ella se sentía muy mal. ¡Vaya gracia y yo que pensé que una dosis excesiva de calmantes me haría dormir inmediatamente! Pero lo que estaba sucediendo era un extraño zumbido de oídos y una sensación de vomito.
"Si vomito, no me muero".
Decidió olvidarse de los cólicos, procurando concentrarse en la noche que caía con rapidez, en las personas que comenzaban a cerrar sus tiendas y salían. El retumbo de sus oídos tornándose cada vez más agudo y por primera vez desde que tomo los comprimidos sintió miedo, un miedo terrible a lo desconocido.
Pero fue rápido. Inmediatamente perdió la conciencia.
Espero que hasta aqui hayan disfrutado, actualizare entre dos y tres veces por semana. El titulo del libro en el que esta basado lo pondre cuando termine la historia, si hasta aqui ya saben cual es sabran que es bastante buen. Tendra varias modificaciones y varios capítulos añadidos de mi autoria. Es 100% Edward/Bella y tengan por seguro que es con final feliz, ya que hay bastante sufrimiento en el mundo como para leer un libro que le añada mas a nuestras vidas. Aun así tiene su drama implicado. Por lo pronto es todo...
Con cariño,
Ѽ Darcy Ѽ
