Elena

"Dios mío" pienso "¿Dónde se ha metido esta chica?" No paro de llamar a Caroline al móvil, pero no hay manera. No lo coge y yo me siento enana sola en este inmenso aeropuerto. De repente noto a alguien que me coge por detrás. Doy un respingo y me doy la vuelta.

-¡Lo siento! – Exclama Caroline – Ya sabes cómo se pone mi madre… No me dejaba marchar. Me mira de arriba abajo. - ¿Dónde están tus maletas? Te recuerdo que no nos vamos de fin de semana, nos vamos a vivir a Madrid.

-Facturadas. – le digo sonriendo tiernamente para luego ponerme más seria. – Donde deberían estar las tuyas. Vamos a perder el vuelo.

-¡Tranquila, Elena! – dice cogiendo todas sus pertenencias y dirigiéndose al mostrador para sacar su tarjeta de embarque. -¡Espérame aquí!

Sonrío. No hubiera podido elegir a alguien mejor para empezar mi nueva vida: la Universidad.

Kol

Conduzco tranquilo, casi al compás de la música. Suena en mi Golf un rap relajado, pero a todo volumen. Noto como la gente me mira. Me da igual, son mis gustos. Aun que no les culpo. En esta urbanización solo vivenpijos adinerados, como mi familia. Llego a casa, después de diez días sin aparecer por aquí. Es el cumple de mamá, sino no vengo. Ella me saluda con entusiasmo, intercambiamos un par de besos y le doy su regalo de cumpleaños: una rosa. Le gusta, puedo verlo en sus ojos. No he visto a mi padre aun así que me introduzco en el amplio comedor de paredes blancas pero ahí solo está Rebekah.

-Hola enana. – le sonrío y le revuelvo su bonito pelo rubio mientras me siento en una silla a su lado.

-Ya pensábamos que no volvías. – bromea.

-Qué más quisieras. – reímos.

-Hola hijo. - oigo esa voz ronca y dura en mi espalda. "Ya estamos todos" pienso.

-Hola.- respondo seco y borde.

-Ya que te has dignado a venir quiero hablar contigo. – se me acerca y se sienta a mi lado. – Esto tiene que acabar. Vas a ponerte a estudiar alguna carrera, me da igual cual.

-No. – respondo y se hace un silencio en la sala.

-Pues creo que lo mejor es que te vayas de esta casa, para siempre.

Mi hermana y mi madre se quedan sin habla y con la boca abierta.

-Perfecto. – Me levanto, me acerco a mi madre y le vuelvo a besar en la mejilla. – Lo siento, mamá. Entiende que no me quede. – Mira al suelo, triste, pero yo no puedo hacer nada. Luego me acerco a Rebekah. – Nos vemos pronto. – Le guiño un ojo y sin decir nada más me doy la vuelta y me voy por donde he venido. "Hola, mundo" pienso.

Katherine

-Mamá, aun me quedan tres días para irme a la residencia y ya lo tengo todo listo, relájate. – Le pido a mi madre que no para de dar vueltas por la casa.

-Es que no me puedo creer que te vayas… ¡Ay, mi niña pequeña que mayor se ha hecho! – exclama a los cuatro vientos.

Levanto la mirada por encima del libro que estoy leyendo y la miro. Me hace gracia.

-Mamá, tu niña pequeña es esa que tienes ahí. – señalo a mi hermana April de cinco años quien se da por aludida, se gira y me saluda con la mano. Es gracioso. Es lo que más echaré de menos de mi casa, estas escenas cómicas interpretadas por mi madre.

De pronto tocan el timbre y unos segundos más tarde abren la puerta con la llave. Solo hay una persona en el mundo que hace eso y me levanto a saludarle.

-¡Abuelo! – abrazo fuerte a mi hombre preferido en el mundo.

-Hola, cariño. – dice mientras corresponde mi abrazo. – Veo que ya lo tienes preparado. – dice mirando a mi alrededor. – ¿No es un poco pronto?

-Eso le he dicho yo a tu hija. – río mientras se acerca mi madre a saludarle.

-Ay… Melinda, relájate. Sólo se va a la universidad y dentro de unos años dejarás de echarla de menos. Por qué la veremos por la tele. –Me sonríe – Mi pequeña gran actriz.

Siempre he pensado que si algún día gano un Óscar se lo dedicaré a mi abuelo. Sonrío con todas mis fuerzas.