Era el primer día de Hinata como enfermero. Gracias a la recomendación de una compañera de preuniversitario; optó por entrar a Medicina como trabajo de medio tiempo y carrera. Luego de planchar su uniforme y decirse a si mismo palabras de aliento frente al espejo del baño; juntó ánimos y entró con voluntad a lo que sería su nueva sala de dirección.

Ahí conoció a un par de colegas y se estaba sirviendo un café cuando una de las matronas le llamó.

-Hey tú, el nuevo. El jefe de sala pide que ayudes en las habitaciones de los pacientes, ya que quién sirve desayuno no puede doblar las sábanas tan rápido.- Hinata asintió y dejó su taza bajo la máquina, estirando su chaqueta para luego coger un canasto.

Iba por el pasillo cuando se asomó por la segunda habitación; la primera estaba vacía y la puerta de la siguiente estaba entreabierta. Al entrar, observó el cuarto de esquina a esquina, para luego dirigir la vista al joven de la camilla; el cual miraba detenidamente a la ventana, y que al voltearse notó la presencia del nuevo empleado. Sonrió pasivamente y entrecerró sus ojos, inclinando su cabeza.

-¡Buenas!- Hajime se percató y bajó su cabeza, para luego levantar la vista. -Buenos días-. El chico de cabellos blancos y desordenados lo miró de arriba a abajo, calmado.

-No te había visto por aquí, ¿eres nuevo?- Hinata asintió mientras le ayudaba a levantarse, ya que al hacer la cama, el paciente debía sentarse en la silla junto al velador.

Y mientras el joven cambiaba las sábanas, el pálido chico juntó las manos entre sus rodillas, pacientemente.

-¡Está listo!- Hinata sacudió sus manos y le ayudó a recostarse de nuevo, a lo que el peliblanco agradeció. -¡Ah, gracias!-; Hajime volvió a asentir y se retiró de la habitación, con la imagen de aquel chico en mente. -Ah...-.

Pasaron unas horas, y ya era el turno de la tarde; se repitió lo ocurrido en la mañana, sólo que ahora le llevaba la merienda. Y al terminar, el otro joven volvió a despedirse animadamente a lo que el de cabellos castaños sonrió.

-Vaya, es el que más feliz se ve... entre los otros pacientes... um-.

Acabó su turno, eran las 20:00. Miró por la ventanilla de la habitación y el atendido ya estaba descansando.

Al día siguiente, repitió su rutina de la mañana. Este volvió a saludarle mientras se colocaba de pie, sostenido del brazo de Hajime.

-Oye... no nos hemos presentado; soy Nagito, Komaeda Nagito-.

Hinata se quedó pensativo y Komaeda soltó una risita. -¿Y tú eres...?

-A-ah, yo soy... Hinata Hajime-. Y se llevó una mano a la nuca, encogiendo su boca.

-Ya veo, Hinata-kun; un gusto... bueno, ¡muchas gracias!-; El ambiente se sentía tranquilo y fresco, entraba la luz del día mediante la ventana y en los ojos de Nagito, Hajime podía verse reflejado.

-Um... bueno... de nada- respondió algo nervioso, sin saber porqué, el castaño. -Supongo que debo volver... te veo en la tarde-. Komaeda asintió llevándose un puño a la boca, con risitas alegres. -Nos vemos, Hinata-kun-.

Y así los días continuaron, las visitas a Nagito se hicieron frecuentes y agradables; a la hora de la merienda Hinata solía sentarse a los pies de la cama y le hablaba de su día, contándole el transcurso y lo que comería en la noche, a lo que Komaeda reía y entrelazaba sus dedos.

Ya habrían pasado unas dos semanas, y Hinata todavía no sabía cuanto tiempo llevaba Nagito ahí ni qué le había ocurrido; estaba interesado pero tampoco había querido preguntar por no querer molestar o simplemente traer malos recuerdos. Pero se había propuesto como meta del día saber que había traído al peliblanco a su vida diaria y el porqué estaba prácticamente postrado en una camilla día y noche.

-Hm... Komaeda- el joven abrió interesado sus ojos y se acercó un poco a Hajime -Me preguntaba, ¿qué haces aquí?- el más palido volvió a soltar unas risitas y sonrió -Bueno, si estoy acá es porque estoy enfermo, ¿o no?- Hinata notó que la pregunta había sido muy directa y sacudió una mano, por lo que trató de ser más específico -Me refiero a que... hace cuanto estás aquí... o... ¿por qué?- Nagito entrecerró sus párpados y colocó las manos en su regazo.

-Bueno, llevo... aproximadamente 3 semanas en esta clínica; había venido por unos exámenes debido a un colapso y constantes dolores de cabeza a los que no sabía a qué se debían, y todavía no lo sé. Así que, no sé cuando tiempo estaré acá y tampoco que es lo que tengo aquí...- se llevó un dedo a la sien y suspiró de manera cansada, a lo que se repuso rápidamente y volvió a verse atento a las palabras de Hajime; el cual se veía curioso y aún intrigado.

-Ahora que lo pienso...- dijo Hinata, apoyando su mentón en una mano -No he visto visitas, en tu cuarto... tu sabes...- tratando de ser lo más disimulado posible; a lo que Nagito contestó -Ah sí, cómo lo habrás notado, nadie viene a visitarme porque, efectivamente, no tengo familia.- hubo un silencio, no incómodo pero sí extraño. -...¿huh?- Hinata se sentía algo culpable -Haha, no te preocupes, no estoy molesto y entiendo tu duda; para empezar, mis padres murieron en un accidente aéreo cuando era pequeño, a lo que, podríamos decir que de manera milagrosa, sobreviví. Pero no tengo más parientes cercanos y lo único que me quedó fue herencia, que como cualquier persona "normal" debería haber cobrado cuando mis padres fueran ancianos... pero bueno, ¡así es la vida!- y sin más, volvió a juntar sus manos y en un suspiro, sonrió pasivamente, observándole... Hinata podía percibir cariño y soledad en aquella mirada, ganas de un abrazo, pero lamentablemente no se sentía lo suficientemente cercano ni digno de hacerlo y menos cuando podría estar la posibilidad de que Komaeda le rechazara.

-Entiendo... en fin... podríamos cambiar de tema... no lo sé... ¿qué te gusta leer?- el castaño y de piel más morena que Nagito sentía que era dueño de una gran idea.

-¡Me gustan las revistas de literatura y datos curiosos! me llaman bastante la atención- Komaeda se veía animado y parecía haber ignorado todo lo conversado anteriormente...-Qué bien...- Hinata miró su muñeca, el reloj apuntaba a las 14:35; se había terminado su hora libre y se había pasado veinte minutos, por lo que apurado se levantó y despidió del peliblanco, el cual cariñosamente alcanzó su mejilla; Hajime no pudo evitar un notorio sonrojo a lo que finalmente acabó huyendo de la habitación, dejando a Nagito con una sonrisa de satisfacción... ¿A qué se habrá debido?.

Los días seguían pasando y Hajime se cuestionaba sus sentimientos por el joven de ojos claros, obviamente le consideraba un buen tipo y gustaba de estar junto a él, pero algo se sentía extraño al pensar en Nagito. No era incómodo pero si le frustraba no saber que era; algo más que amistad... ¿compañerismo? ¿admiración? ¿por qué? quizás estaba pensando mucho y estaba apresurándose con conclusiones absurdas. Solamente era un paciente más, la única diferencia es que pasaban más tiempo juntos de lo que hacía con sus colegas. Quizás disfrutaba más de su compañía y prefería pasar horas compartiendo con él, pero había algo que llamaba su atención y no sólo era psicológico sino físico... si no es amor, ¿será envidia? ¿por qué? otra vez estaba mezclando las cosas.

-Así no... Hajime... así no...-.