Bienvenida a Hogwarts
Era un día como cualquier otro de invierno, más luminoso de lo normal y realmente agradable.
-Más tranquilo de lo que se suponía debería de estar- pensó con inusitada tristeza.
No esperaba que aquel día le comprendiera en lo que ella sentía, porque si así hubiese sido llovería a cantaros, pero era antagónicamente apacible. Pensaba la chica mientras recorría con calma los pasillos de lo que sería su nuevo "hogar" por lo que quedaba del resto del año escolar. Se dirigía hacia el despacho de su nuevo director.
Ya le era muy difícil este repentino cambio… ¡Pero que estaba pensando! De repentino no había tenido nada. Hacía mucho sabía que cerrarían Beauxbaton, pero a decir verdad, al igual que sus amigas, se resistía a creerlo, y todo por culpa de los "sucesos" como había dicho su directora. Sucesos claro, tenían todo que ver con Lord Voldemort. Como todos los acontecimientos de su vida, pero ya había vivido mucho, había pasado por mucho y pocos lo sabían. Ahora tenía la oportunidad de comenzar desde cero.
-"Ca…cachos cachudos?" - Dijo cuando se hubo enfrentado a la fea gárgola del despacho del director. Bastante estúpida se sentía por hablar a una gárgola y además de decir tan desfachatadas palabras, pero esas habían sido las instrucciones de la profesora…profesora… que va!, ya se había olvidado el nombre. Ni modo.
Con estupefacción observó como la gárgola comenzaba a subir y dejaba entrever a su paso una escalera de caracol que no dudó en subir. –Cual escalera mecánica muggle- pensó la chica.
Se encontró ante una puerta, pero antes de tocar, un hombre alto y de cabello negro, nariz prominente y asombrosa piel blanca se precipitaba sobre ella. Ocurrió todo muy rápido, el hombre salió del despacho con prisa y sin siquiera imaginarse que alguien podía estar detrás de la puerta del director, por lo que chocó con la recién llegada enredándose ambos en Merlín sabe que lío de pies, túnicas y cuerpos en general, cayendo ambos estrepitosamente al piso.
-Por los mil demonios! Que caraj…- maldecía Snape mientras hacia todo su esfuerzo por pararse lo más dignamente que la situación se lo permitía.
-Severus,- dijo Dumbledore- ese no es modo de recibir a nuestra nueva alumna, la señorita…
-Susan… Susan Lombard- se adelantó la chica diciendo con voz ahogada, y un tanto asustada por la situación.
Snape ya se había puesto de pie y miraba con recelo a la nueva alumna, ésta le dirigió una mirada furtiva antes de incorporarse por ella misma y notando que su nuevo profesor no le ofrecería ayuda para hacerlo. Mucho menos disculpas.
Eso no había empezado nada bien la verdad, ella podía decir mucho de un primer encuentro, una mirada decía bastante, y la verdad esa que ahora mantenía con "Severus" no auguraba nada bueno.
-Bien Susan-dijo el hombre de cabello cano- Pues bienvenida a Hogwarts, el colegio de magia y hechicería!
-Como quien hubiese presentado un circo- dijo la chica en voz baja, apenas audible para si misma, pero lo suficiente para que Snape escuchara y reprimiera una sonrisa.
Era bastante mordaz esta chiquilla al parecer, por lo menos tenía carácter. Interesante.
Ahora que había pasado ese vergonzoso momento, era capaz de percatarse que la proximidad que hubo entre ambos después de la caída, ahí en el suelo fue…sobrecogedora por decirlo de algún modo…había sentido su aliento en la parte posterior del cuello y no pudo evitar estremecerse… tonterías Severus! Hace mucho que no estabas tan cerca de una mujer, de eso se trataba seguramente. Nada más.
-¡Pero pasa niña! No te quedes ahí. ¿Nos acompañas Severus? Luego podrás hablar con Minerva, ya habrá tiempo para eso.
Ambos se adentraron al despacho siguiendo al director.
-Bueno Susan- dijo Dumbledore una vez que los tres estuvieron sentados alrededor del escritorio.- Estás aquí para saber a que casa pertenecerás estos dos años que estarás aquí. Supongo que la profesora McGonagall te habrá hablado ya de todo ¿no?
Así que así se llamaba la vieja esa…- pensó Susan
-Pues si, ya me hablo de todo… creo. Aunque no mencionó un recibimiento tan… efusivo. -Dijo seria pero a la vez divertida.
Snape le lanzo una mirada con sorna.
La verdad no fue mi intención señorita, ya verá que mi trato con los alumnos no se basa en la proximidad. -Le dijo fríamente.
Vaya que se iba a tener que andar con cuidado con este tipo.
-El profesor Severus Snape será tu profesor de pociones Susan.
-¡Joder! - pensó la nueva alumna
Pero ahora a lo que vinimos!
Dumbledore se dirigió a un estante y sacó lo que a ella le pareció un viejo sombrero negro.
- Te pondré este sombrero para saber a que casa perteneces, está hechizado por los fundadores de Hogwarts y dependiendo de tus cualidades y aptitudes te destinará a una de las cuatro casas:
Hufflepuff, Revenclaw, Gryffindor o Slytherin. ¿Lista?
-Pues... si- dijo ella nerviosa pero a la vez manteniendo esa leve altanería de una Beauxbaton.
Una vez Dumbledore le puso el sombrero éste comenzó su inspección.
-Vaya chica, que cosas tan interesantes- decía el sombrero, ante la mirada atenta de los hombres presentes-realmente tienes muchas aptitudes…uhmm me lo has puesto realmente difícil pero…Slytherin? No no, aunque seria una buena casa para ti…no. Definitivamente una Gryffindor!
La verdad a ella le tenía sin cuidado, no entendía ni cuesco lo que significaba ser una Slytherin o una Gyffindor.
-Felicitaciones señorita Lombard- dijo apretadamente Snape- ya veo que tendremos otro de los arrogantes Gryffindor.
-Severus- le reprochó Dumbledore mientras retiraba el sombrero y lo guardaba en el estante- lo que pasa Susan, es que el profesor Snape es jefe de la casa de Slytherin.
-Oh, ya veo. Aunque la verdad no entiendo mucho las diferencias entre las casas…- dijo fríamente.
-Ya lo irá averiguando señorita, no se preocupe.- Dijo Snape con tono un tanto amenazante.
¿Y a este que rayos le ha dado conmigo?- pensaba ella mientras el hombre le miraba analizándola con sus fríos ojos y pasando uno de sus largos, pero bien cuidados dedos por sus finos labios. Que mirada tan penetrante… sentía como si le analizaran cada uno de sus pensamientos…
-Severus,¿ podrías decirle a Minerva que venga? Creo que sería bueno conociera a su nueva alumna y la llevara a conocer su sala común.
El hombre se puso de pie y dirigió una última mirada a la chica, quien no se inmuto y le mantuvo al mirada. Ni un atisbo de emoción al parecer. Eso era bueno, no se dejaba amenazar. – Enseguida- dijo y desapareció por el umbral de la puerta.
Hola a todos! bueno, empieza un poco lenta la cosa pero despacito por las piedras! ojalá les uste el fic, que es mi primera obra! está terminado!
