Mi Sexy serial
Los personajes de Naruto pertenecen a M. Kishimoto, la historia es una adaptación de la novela Serial Hottie de Kelly Oram
Capítulo 1:
Vecinos, perros y sangre.
Sabía que sería el verano más largo de mi vida.
Mis mejores amigos Kazuki, Kaito y Kosei, mejor conocidos como los K´s, se habían marchado a un campamento de verano y todo era mucho peor de lo que imaginaba y sólo había pasado una semana. Estaba segura de no ser por el chico nuevo del otro lado de la calle, ya estaría en un manicomio, loca por aburrimiento.
El chico nuevo y su madre se mudaron el día después que los K´s se marcharon al campamento de Hockey. Ni siquiera voy a comenzar a discutir la injusticia de no poder ir con ellos, sólo por ser una estúpida chica –hecho que según mi hermana es discutible –Como sea, cuando los K´s se marcharon para convertirse en prospecto para la liga nacional de Hockey y yo estaba planteándome seriamente como moriría sin ellos. Un camión de mudanza se estacionó al otro lado de la calle.
Tenía curiosidad como todos. Así que camine hasta el balcón de mi habitación y me senté en el suelo con un tarro de helado y mi soda, y mi estéreo sonando a todo volumen por mi ventana.
Miré como transportaban las cosas adentro, metí una cuchara de helado en mi boca y olvide como sacarla hasta que sentí como se me congelaba el cerebro. No lo olvide porque soy una idiota o algo así, sino porque un BMV de un lustroso y elegante color negro se detuvo frente a la acera.
Claro que he visto caros buenos antes. Ni siquiera el hecho de que viva en un vecindario donde todos usan minivans lo cambia. ¿Pero un BMV? Mis nuevos vecinos debían de saber que si se estaban mudando a Konoha, al menos deberían tener la decencia de usar algo del país de Fuego.
Me hice una imagen mental del tipo de persona que conduciría ese auto y esperé impaciente a que salieran. La mujer que abrió la puerta del conductor encajaba perfectamente en mi prototipo. Era alta y muy delgada —lo cual, sin ser grosera con las mujeres de aquí, era algo extraño en mi vecindario —. Tenía el cabello rubio y completamente liso y brillante, como de algún comercial de shampoo. Su ropa parecía ser de diseñador —no, es que yo supiera mucho de eso —, y encajaba perfectamente en ella resaltando su voluptuoso pecho que sin duda era obra de algún cirujano plástico. ¡Era imposible que fuera natural! De su oreja colgaba un accesorio de teléfono móvil, y lucia exactamente igual que las personas de las películas.
Luego, él salió del auto y sentí que había muerto y resucitado en alguna especie de serie televisiva del país del agua. Tenía el cabello más oscuro que jamás había visto, era tan negro que el sol le sacada destellos azules y estaba tan desordenado como el de los tipos con los que juego Hockey, excepto, que en él lucia cien veces mejor y parecía tenerlo a propósito. También era alto, muy alto y eso era algo bueno porque yo no soy precisamente baja.
No es que esté planeando mi boda o algo por el estilo, sólo para que quede dicho.
Era delgado, pero se notaba que había definición en sus musculo que ocultaba debajo de su camisa polo. Y su piel blanca estaba ligeramente bronceada. Parecía un modelo de Abercombrie & Fitch y era oficialmente el chico más sexy que había visto jamás.
Tan sexy que sentía mi rostro sonrojarse a pesar de que él estaba al otro lado de la calle y no tenía ni idea de que lo observaba.
Y eso hice el resto de la semana.
Mirarlo.
Me obsesioné con el hecho de espiarlo ya que era la única forma de entretenimiento que tenía. Bueno, al menos la mas excitante ya que estaba mi consola de X-Box pero ni Grand Thief Auto podía compararse con el Sr. Abercombrie ejercitándose en su garaje por las mañanas.
Los ejercicios comenzaron al día siguiente después de la mudanza. Cerca de las nueve de la mañana salía al garaje y comenzaba. La mitad de los días hacia un extenso entrenamiento de cardo y su acompañante favorito era una cuerda de saltar, después se dirigía al saco de boxeo y comenzaba a darle una buena paliza. Era algo divertido de ver, pero no se comparaba con los días de pesas. Esos eran mis favoritos, especialmente cuando trabajaba la parte superior del cuerpo.
Y como que yo tenía una vista perfecta. La ventana de mi habitación quedaba justamente frente a la ventana de su habitación y debajo de está estaba el garaje. Así que después de su entrenamiento generalmente puedo echarle un vistazo cuando se quita su camiseta sin mangas mientras se dirige a la ducha. Son los segundos más gloriosos de mi día. Solo que hoy fue casi como un minuto completo, porque se detuvo a mirar por la ventana mientras tomaba un trago de agua de su botella.
Estaba completamente fascinada por lo sexy que es y no pensé en esconderme de su vista, hasta que nuestros ojos chocaron y a pesar de que una calle entera nos separaba, sentí sus ojos penetrarme. Me escondí de inmediato, con la esperanza de que solo fuera mi imaginación, que realmente no me miraba, aunque la sensación de mi cuerpo decía completamente lo contrario.
Esperé un poco más de un minuto y me asomé de nuevo, tal vez ya se había ido. Pero no fue así. Parecía que estaba esperándome, como si sabía que saldría de nuevo. Me había pillado por completo. ¿Qué podía hacer? ¿Esconderme? No lo creo.
Levante mi mano, con la poca dignidad que aún me quedaba, y lo saludé esperando aparentar que hasta ese momento me había dado cuenta de su presencia y no que me había convertido en una acosadora desde que el llego al vecindario. No saludó, pero detrás de la intensa mirada que me daba, las esquinas de su boca se curvaron en una media sonrisa.
"¿Se está riendo de mí?"
— ¿A quién saludas? — Una voz estridente habló detrás de mí.
Bufé y rodé mis ojos.
Karin. La temida hermana mayor. Solo su nombre me hace estremecer. Es apenas un año mayor y cree que por eso es mejor a mí en básicamente todo. La odio, porque es muy bonita y usa bastantes faldas, vestidos y esas cosas femeninas, y me odia porque soy lo opuesto. Pálida, flaca, pelirosa, con una gran frente y fácilmente puedo vencer a todos los chicos de la escuela en un partido de Hockey.
— ¿Qué?— grité, mientras me daba la vuelta y cerraba mis brazos frente a mi pecho.
— ¿Por qué te sonrojas?
—No me sonrojo… eh… Hace calor aquí, ¿no te parece?
Me miró con sospechas, entrecerró sus ojos detrás de las gafas como si de esa forma pudiera penetrar mis pensamientos… y luego pareció entender todo. Abrió sus ojos de par en par y se fue hacia atrás.
— ¡Oh, dios mío! —gritó —. Veías al chico nuevo entrenar. —Corrió hacia la ventana, empujándome para quitarme del camino. — ¿Ya me perdí cuando se quitaba la camiseta?
Lo bueno es que ahora sé que lo de acechar viene de familia. Lo malo es que eso me hace tener algo en común con Karin. Estaba tan anonadada por todo lo que acababa de suceder, que solté un débil "Si" antes de saber que había abierto mi boca.
—Vaya, vaya — dijo Karin, girándose lentamente y clavando sus malignos ojos en mí. Podía notar como la maldad hacia brillar sus gafas, ella era realmente aterradora. — ¿Esta Sakura Haruno, finalmente enamorada de un chico? Ya era hora — soltó con burla.
Sentí como la sangre volvía a subir hasta mi rostro. ¡Esto era patético! Eran suficientes bochornos para un día y no quería a Karin con su discurso de feminidad tan temprano.
— ¿Qué haces en mi habitación? —Espeté furiosa.
Karin resopló y ajusto sus gafas.
—Cálmate ¿quieres? Solo buscos mis pasadores negros.
— ¿Luzco como alguien que utiliza pasadores?
—Deberías… —Inclinó su cabeza, mirándome de forma evaluativa —. De hecho, tienes un bonito cabello, si lo cepillaras de vez en cuando.
Lleve mis manos hasta mi coleta alta, de forma defensiva.
—Lo hago — murmuré, ligeramente ofendida.
Karin volvió a rodar sus ojos y negó ligeramente con la cabeza.
—No puedo creer que vaya a decir esto —murmuró —, pero podemos ir hoy al centro comercial y compramos una falda y un traje de baño para ti y así puedes acompañarme a la fiesta en la playa este fin de semana.
— ¿Disculpa? —Alcé una de mis cejas.
Nunca en mis quince años y once meses, Karin había dicho algo como eso.
—Sé que te sientes mal con los perdedores de tus amigos lejos, pero tal vez sea algo bueno —tenía la mandíbula desencajada, lo más increíble de todo es que sonaba sincera. Ella realmente estaba diciendo lo que había escuchado —. Te dejaré salir conmigo y mis amigos, solo si no eres tan… tú. —agregó con desprecio —. Incluso, podríamos finalmente hacerte una chica antes del final del verano.
No. Ahí estaban sus ojos brillando con maldad nuevamente, pensando en que sería la Barbie con la que jugaría ese verano y todo eso me enfermaba. La tomé del brazo y la arrastre fuera de mi dormitorio.
— ¡Púdrete, Karin! —grité, azotando la puerta.
— ¡Frentona!
Solté un gruñido y coloque mi estéreo a todo volumen antes de salir al techo del garaje, saltando de mí ventana. Las cosas casi siempre terminaban de esta forma cuando Karin y yo compartíamos "tiempo de hermanas". Supuse que pasaría todo el resto del día ahí, pero la señora Sarutobi paso en su auto, justo frente al garaje.
—Sakura, querida —saludó bajando la ventana del auto —. ¿Podrías cuidar a Mirai esta noche?
—Por supuesto, señora Kurenai. ¿A qué hora me necesita?
—¿A las seis está bien?
—A las seis, será.
La señora Sarutobi avanzó, pero de inmediato volvió a detenerse.
—Si ves a Enma, ¿Te importaría recogerlo hasta que pueda pasar por él?
Me sorprendí al escucharla, pero lentamente negué con mi cabeza. Enma es el perro de los Sarutobi, un gran bulldog que difícilmente puede ser ignorado si anda paseando por ahí.
— ¿Puedo ayudar a buscarlo? Daré una vuelta en mis patines.
—Eres un amor, Sakura. ¿Qué haría yo sin ti?
Se marchó del vecindario mientras me despedía con la mano. La verdadera pregunta era ¿Qué haría yo sin los señores Sarutobi? Tenía planes de comprarme un auto ese verano, cuando finalmente cumpliera dieciséis y trabajaba de niñera algunas noches para conseguir el dinero. El matrimonio Sarutobi era quien más aportaba a la causa. Tenían una preciosa niña de seis meses, Mirai, que siempre se dormía a las ocho de la noche, un televisor plasma gigante y helado en la nevera que podía tomar mientras cuidaba de su hija. Lo sé, es casi un pecado tomar su dinero.
Bajé hasta la entrada de la casa y me coloque mis patines. No es que buscar a Enma era lo más emocionante del mundo, pero era una excusa para deslizar por las aceras, lo que si me hacía feliz.
Vivo en un vecindario "real". Donde una casa cada tanto necesita una mano de pintura y los árboles son tan grandes que producen sombras por todo el lugar. Todos saben quién eres y por alguna extraña razón, una vez que te mudas te quedas hasta que mueres. Que es justamente lo que había excitante que el chico nuevo se mudara, y por lo que no podía dejar de pensar en él mientras avanzaba al parque.
Solo di una vuelta y lo di por terminado. El calor en Konoha es insoportable en esta época. Cuando llegue frente a mi casa, me quite el casco y lo lance al césped. Justo en ese momento escuche un fuerte ladrido y el sonido de patas pesadas corriendo hacia mí. Enma se veía especialmente contenta con su reciente libertad.
— ¡Enma, no! —Grite — ¡Sentada! ¡Perra mala!
Pero era demasiado tarde, Enma saltó sobre mí y me tiró fuera de los patines.
Todo pasó tan rápido después de eso. Sentí un fuerte golpe en mi cabeza y todo quedo en total oscuridad por un segundo, después comencé a reaccionar y escuchaba un molesto sonido en mis oídos.
Luego, como sospeché que pasaría, una lengua gigante atacó mi rostro.
Enma solo tuvo la oportunidad de darme una buena lamida, cuando aulló y cayó muerta a mi lada. Levante mi vista asustada y fue ahí cuando observe el rostro del chico nuevo, estaba mirándome fijamente con los ojos más intensos que jamás había visto y tenía en la mano un arma de electrochoque.
—Hola, Sakura — me dijo con su profunda voz —. Es un placer conocerte.
Grite, por supuesto que lo hice. Ese tipo era un completo psicópata, acaba de matar al perro de los Sarutobi y estaba dándome una media sonrisa.
Lo intente empujar, pero él era realmente fuerte. Me mantenía sujetando contra él suelo.
—Tranquila — me ordenó y luego hizo una de las cosas más extrañas de todas. Se quitó la camisa.
No era que yo no apreciara lo que había debajo de esa camisa, pero nuevamente grite. ¿Qué más podía hacer? ¿El tipo aparece de la nada, mata a un perro, me sujeta contra la acera y luego se quita su camisa? ¡Ah! Y sabe mi nombre.
Fue has que colocó la camisa detrás de mi cabeza, que logré entender que el chico nuevo no me estaba atacando. Me tranquilice un poco y puede sentir el horrible dolor en mi cabeza que un había sentido antes y que coincidía con los latidos de mi corazón.
— ¡Sakura! ¿Por qué diablos gritas? — la voz de Karin junto al grito que siguió, taladro mi cerebro aún más que el golpe.
—Estará bien, pero necesitara unas puntadas.
Me sorprendí al escuchar su voz aún más cerca de mí y giré hacia él. Solo se encontraba a unos centímetros de mi rostro.
—Son negros — me dije a mi misma cuando logre ver sus ojos. Había estado toda la semana preguntándome que color eran — oscuros, profundos y misteriosos, perfectos como el resto de él.
Me miró de pronto con la misma sonrisa divertida y altanera de esa mañana, lo que me pareció extraño, pero debo de haberlo visto bizca porque coloco un dedo frente a mí y lo movió de un lugar a otro. Eso me provocó nauseas.
—Podría tener una conmoción cerebral, también. Deberíamos llevarla a un hospital. ¿Están tus padres en casa?
—Los dos están en el trabajo —dijo Karin histérica.
Ella parecía preocupada por mí, salió corriendo de la casa y se arrodilló a un lado del chico nuevo. Vi como los sujetó del brazo, aferrándose a él y sonreí.
—Muy evidente, Karin. —pensé.
El chico nuevo volvió a reír y Karin me observó confusa. Todo eso me irritaba, porque la situación era todo menos graciosa. Estaba a punto de decirle unas cuantas cosas, pero comencé a ver puntos negros flotando y las náuseas volvieron. Él tomó la mano de Karin y la apartó de su brazo, obligándola a sostener su camisa sobre mi cabeza.
No había caído en las artimañas de Karin y se había ganado algunos puntos a su favor, sin embargo se levantó y tomó el gran bulto que era Enma. Me horroricé recordando que había matado al perro.
—Sostén eso — ordenó, antes de desaparecer.
Dejarme al cuidado de Karin era casi igual a dejarme morir sola, pero recordé que él era el psicópata asesino de perros. Quise explicárselo, pero antes de que pudiera decir algo él volvía hacia nosotras. Con llaves en lugar del perro y una camisa nueva, para nuestra decepción.
— ¿Hay algún hospital cerca?
—A unos tres o cuatro kilómetros.
—Bien. Tú conduce, yo la sujetaré.
Me levantó del suelo con delicadeza, pero aun así sentí que mi cabeza quería explotar. Solté un leve quejido y él me miro preocupado.
—Hay demasiada sangre — dijo Karin. Corriendo hacia nosotros con el rostro pálido.
Él no volteo a ver, su rostro se había endurecido y sus pasos eran de plomo.
—He visto cosas peores —susurró.
Karin se detuvo a mitad de la calle, observándolo horrorizada.
—Ha perdido mucha sangre — dijo de forma casi cansada — confía en mí.
Karin no era precisamente la persona más difícil de convencer. Asintió, e hizo como él decía. Un momento después me encontraba en el asiento trasero del BMV, sostenida contra el pecho del psicópata.
— ¿La sangre no mancha? Vas a tenerla sobre todo el auto.
Deja que Karin se preocupe por el auto y no por su moribunda hermana menor.
—No sería la primera vez — murmuró él.
— ¿Q-que quieres decir? — logre murmurar.
Él colocó un dedo en mis labios silenciándome.
—Solo date prisa, ¿quieres? — le gritó a Karin.
El movimiento del auto no fue nada bueno para mi cabeza… ni mi estómago. Me aferraba a la camisa del chico nuevo y creo que me estaba volviendo más pálida porque él me comenzó a acariciar el rostro, de forma segura pero delicada. Apartó uno de los mechones de mi rostro y lo paso detrás de mi oreja.
Me relaje en sus brazos y perdí mi punto de enfoque.
—No, no, no — me dijo, dándome una suave bofetada que me desconcertó — Nada de dormir.
—No puedo evitarlo — pensé — para tener músculos tan fuertes, eres realmente cómodo.
Él rio entre dientes y logre enfocarlo por unos momentos.
— ¿Algo gracioso? — pregunte, ya cansada de su actitud.
—Tu.
Intente fulminarlo con la mirada, pero ni siquiera era capaz de enfocarlo.
Sentí como volvía a acariciar mi cabello y se inclinó un poco hacia mí.
—Tan brillante y radiante cabello rosa, hermoso como el resto de ti.
Quede completamente en shock por sus palabras. Las reconocí de inmediato ¿Acaso no había pensado yo eso hace unos momentos? ¿Por qué solo lo había pensado cierto?
De pronto toda su diversión tenía sentido. Era demasiado humillante para manejarlo en esa situación, todos los puntos negros se juntaron en uno solo y no fui consciente de nada más.
